Sólo una broma

May 05, 2010 01:51

Título: Sólo una broma
Categoría: One Piece
Personajes: El CP9
Pairing: Jyabura/Kaku
Género: Acción, Humor, Romántico
Clasificación: Yaoi
Advertencias: Insultos, algo de violencia
Rating: No menores de 16 años
Nº palabras: 2.414
Notas: Fic hecho como regalo de cumpleaños a mi amiga Ura, hace ya algún tiempo xD

Los personajes de One Piece no me pertenecen, yo sólo los utilizo sin ánimo de lucro :P Contiene personajes de la saga de Enies Lobby, así que ligeros spoilers de esa saga.

“Sólo una broma”

Kaku pasó una mano por sus cabellos antes de colocarse la gorra nuevamente en la cabeza. Suspiró algo cansado mientras caminaba, observando a lo lejos un enorme barco de la marina. Había pasado ya tiempo desde el accidente en Enies Lobby, pero aún lo recordaba como si fuera ayer.

Después de aquello los jefes les habían dado órdenes de permanecer alertas a la espera de nuevas instrucciones. Gruñó por lo bajo; era lo mismo que decir que vagaran sin rumbo por los mares hasta que se les ocurriera que hacer con ellos.

Empezaba a ser agobiante permanecer tanto tiempo en aquel barco, que aunque enorme, se sentía como una prisión para él. Los únicos momentos que tenía para relajarse era cuando atracaban en algún puerto para comprar provisiones.

Entonces podía relajarse, pasear tranquilo y…solo.

No es que despreciara a sus compañeros, pero a veces eran demasiado cargantes. Con Califa a veces no se podía ni tener una conversación. Kumadori…mejor no hablar con él si no tenía ganas de morir antes de que el otro acabara una frase. ¿Fukurou? Imposible, siempre acababa diciendo algo que ocasionaba una pelea porque no podía tener la boca cerrada.

Blueno y Rucci estaban cada uno en su mundo; el primero parecía feliz de no salir del comedor del barco y el segundo estaba que mataba a cualquiera desde su batalla con el Sombrero de Paja.

Y al cabeza de chorlito de Jyabura mejor ni nombrarlo. Cada vez que se cruzaban acababan a golpes. No podían mantener más de dos frases civilizadas antes de decir algo para fastidiar al otro.

Pero no era culpa suya, ¡claro que no! Era todo culpa de Jyabura y su gran bocaza, que siempre tenía que venir a tocarle los…las narices.

Miró el barco nuevamente, ya casi había llegado hasta donde estaba amarrado. No tenía ganas de subir, pero pronto marcharían y debía hacerlo. Sin embargo no las tenía todas consigo. El poseedor de la Inu Inu no Mi había estado dos días extrañamente tranquilo, y eso no le gustaba, le daba mala espina.

- Espero que sólo sean imaginaciones mías -susurró para sí, siguiendo con su camino.

La verdad es que eso era lo que esperaba sinceramente, pero últimamente las cosas no salían como él deseaba. Lo tuvo claro cuando subiendo por la pasarela, al lado de uno de los ventanucos que tenía el barco, vio dibujado en brillante rojo una caricatura de su rostro, seguido de un corazón y luego una jirafa.

Una venita empezó a hincharse en su sien mientras seguía subiendo. A cada paso sus dientes rechinaban más y sus nudillos crujieron de manera desagradable. El de antes no era el único ‘dibujo’, si se le podía llamar así, que había en el barco.

Le seguían varios similares, con caricaturas de él abrazando a una jirafa o su rostro con ojos de corazón mientras miraba a una jirafa que posaba de forma ¿sexy?

Si al terminar de subir la pasarela ya estaba cabreado, poco le faltó para que le saltara un empaste y la vena le explotara cuando vio una bandera blanca ondeando con el lema “Giraffes Rulezz!!” escrito en naranja fosforito.

- Será hijo de… [half: pulpo! XDDD]

Cuando pillara al maldito de Jyabura le iba a dar tal paliza que no podría moverse por días. Oh, sí, le dolería hasta mover el bigote a ese maldito lobo narigudo. Pero claro, la broma no podía quedar sólo en eso. Nooo, Jyabura siempre tenía que sacarlo completamente de sus casillas.

Cuando entró por el pasillo que conducía a las habitaciones de los altos cargos, como el CP9, se encontró todas las paredes pintadas con las letras de aquel maldito descerebrado. En todo lo largo del pasillo, y en una gran gama de colores, ahora se podían leer frases como “Amo a las jirafas”, “Las jirafas son lo más”, “Prueba el poder destructivo de las jirafas” y un largo etc. Cuando llegó a la puerta de su camerino y leyó un “Giraffe for President” por poco la hace astillas de una patada.

Pero no, debía calmarse y respirar. Respirar, contar hasta tres, abrir la puerta, volver a respirar. Uno…dos…

- …

¡A la mierda la respiración y el contar, lo que iba a hacer con los números era aniquilarlos y luego también a Jyabura!

Su cuarto, TODO su cuarto, estaba ahora lleno de la frase “Amo a las Jirafas”. En las paredes, el suelo, el armario, ¡las sábanas! Y en letras enormes y rojas un “AMO A ESAS JIRAFAS” escrito en mayúsculas, y encima las últimas eses de ‘esas’ y ‘jirafas’ en cursiva y algo más pequeñas como para darle un toque artístico.

El sonido de parte de la pared astillándose por su puñetazo quebró un momento el silencio de la habitación. Aunque no fue nada comparado con lo que vino después.

- ¡¡¡JYABURAAAAAAA!!!

***

- ¡Gyaaaa ha ha ha! -el lobo del CP9 se rió a carcajada limpia cuando hasta a las bodegas llegó el grito enojado de Kaku. Puede que luego tuviera que esquivar la furia del menor, pero había valido la pena su broma.

Como había disfrutado aquella tarde mientras el otro no estaba, llenando el camino de Kaku hacia su cuarto con frases referentes a jirafas. ¿Pero qué podía hacer él sino reírse después de ver la transformación del otro? No era su culpa que tuviera un aspecto tan cómico.

Él había intentado no burlarse…bueno, lo intentó un poco…vale, sólo muy poquito, pero no lo podía evitar. O se reía en la cara del otro o explotaba, y primero estaba su instinto de preservación.

- Bueno, esto ya está -dijo palmeando sus manos y viendo los botes de pintura que le habían sobrado. No eran muchos dado la cantidad de pintadas que había hecho, pero así su broma quedaba perfecta. Aunque…

- ¿Por qué tuvo que entrar él? -gruñó molesto al recordar. Estaba en la habitación de Kaku, admirando la super pintada que había hecho cuando Fukurou entró y lo vio. No fue hasta que el otro habló y le hizo aquella pregunta que se dio cuenta de su error. Un error garrafal. Un error garrafal que conocía el único de la tripulación incapaz de mantener la boca cerrada a pesar de llevar una cremallera.

Había podido tapar su error para que el pelinaranja no lo notara al entrar a su cuarto, pero el mal trago no se lo quitaba nadie.

- Tendré que vigilar a Fukurou para que no abra su gran bocaza -decidió saliendo del lugar, eso sí, alerta. No fuera a ser que unas espadas portadas por una larguilucha jirafa quisieran hacer con él estofado de lobito.

***

Bajó aún más la visera de su gorra mientras todo su cuerpo temblaba de rabia. Había salido del comedor antes de matar a alguien. Porque no le había pasado desapercibido que muchos de los marines lo miraban y se aguantaban la risa de forma mal disimulada. Y él de momento no quería matar marines; lobos sí, marines no.

- Ese maldito perro escurridizo -había buscado a Jyabura, vaya si lo había buscado, con sus dos espadas una en cada mano, pero el maldito bigotudo se las apañaba para desaparecer en cuanto se acercaba.

- Te borraré la sonrisa a espadazos, ja -juró entre dientes caminando hacia su habitación.

Mirar el pasillo le aumentó la mala leche. Muchas de las pintadas habían sido ya borradas, pero aún quedaban otras. Por no hablar de la macropintada de su habitación que no había forma de que saliera.

-¡ ¿…?!

Se paró en seco y agudizó los sentidos. Le había parecido oír una voz conocida. Siguió su instinto y pronto notó unos sigilosos pasos yendo hacia una de las habitaciones de los superiores.

Sonrió algo malévolo; el resto aún estaban en el comedor, y el único que había faltado…

“Te tengo.”

Con el mismo sigilo que el otro siguió sus pasos, hasta ver al moreno de larga trenza abrir muy lentamente la puerta de su habitación para no hacer el más mínimo ruido. Claro que una espada clavándose en la madera le impidió entrar al cuarto.

- ¿Pero qué…? -se giró Jyabura con el ceño fruncido, temiendo lo peor.

- ¡¡TU!! -y sí, lo peor estaba allí. La cara de cabreo de Kaku no indicaba nada bueno, ni para él ni para los huesos de su cuerpo-. Esta vez te mato, ja.

El pelinaranja no tardó en lanzarse contra su compañero de equipo, usando todas las técnicas que conocía, que no eran pocas, y sus habilidades que le habían llevado a ser un miembro del CP9.

Claro que el moreno no estaba en el mismo grupo por nada, y le frenaba los golpes bastante bien.

- Te lo estás tomando demasiado a la tremenda, idiota -le gritó Jyabura mientras le lanzaba una patada para hacerlo retroceder-. Sólo era una broma.

- ¡¿Broma?! Te voy a dar yo broma, estúpido pulgoso -contraatacó desclavando la espada y empezando a intentar cortarlo.

En algunos momentos sólo el Tekai evitó que acabaran con heridas serias, pero eso no evitaba que siguieran golpeándose, gritándose e insultándose.

Se lanzaron el uno contra el otro, el puño derecho alzado y directo al rostro del contrario…y ambos recibieron el impacto, yendo a parar unos metros alejados de su respectivo rival.

- Chapapaa, ¿ya estáis compitiendo otra vez? -la voz de Fukurou hizo que ambas miradas irritadas se clavaran en él, haciendo que el otro retrocediera un paso.

- No te metas, ¡este sarnoso va a pagar por pintarme la habitación y convertirme en el hazmerreír del barco, ja! -casi rugió haciendo sonar sus espadas.

- Oh, chapapaa…Ya le dije que no te gustaría, papaaa. Aunque…-Jyabura empezó a mirarle con terror-. No me quiso decir si él de verdad a-

- ¡Mantén tu bocaza cerrada! -el moreno se había abalanzado justo a tiempo, cerrándole la cremallera a Fukurou mientras un furioso rojo cubría sus mejillas.

- Pero…pero -el otro miembro del CP9 se debatió, intentando alejarse-. Sólo quería preguntar a quien iba dirigida la frase grande que escribiste, chapapaaaaa.

- O te cayas o juro que te coseré esa bocaza que tienes. Y luego te cortaré las manos, y dudo que con los pies puedas abrir la cremallera -le amenazó empezando a lanzarle zarpazos que el otro esquivó por los pelos.

- ¿Pero por qué te enfadas, papapa? -exclamó huyendo de la furia del moreno.

Éste por poco y no se lanza a darle de ostias cuando la voz de Kaku llamándolo lo detuvo.

- … -Jyabura se giró a tiempo para ver a Kaku lanzándole una mala mirada. Había olvidado al pelinaranja completamente, concentrado como estaba en intentar cerrarle la boca al otro.

Por otro lado Kaku se había quedado primero desconcertado ante la pelea de los otros dos, y luego pensativo. La pintada grande, aquellas eses más artísticas o…como hechas después. Y entonces una idea descabellada había surgido en su cabeza.

- «Amo a esa Jirafa» -habló Kaku lentamente y a Jyabura le sonó como una sentencia, empezando a sudar frío.

- Gyaaaa ha ha…vaya, no pensé…que declararías tu amor a las jirafas tan…

- Es lo que tú escribiste -le cortó el menor, evitando cualquier intento del moreno de tapar la situación.

- No sé de qué me estás hablando. Eres tú el que decía que las jirafas son guays -intentó de nuevo escapar de aquello, aunque fuera enfadándolo, pero que se olvidara.

- Las eses del plural parecían no encajar con la frase, como puestas después, para disimularlo. Por eso no querías que Fukurou hablara, porque él vio la frase original -Kaku se fue acercando al otro, hablando de forma lenta, contundente, mientras el de la larga trenza crispaba las manos.

- Alucinaciones tuyas, yo no amo a las jirafas -Jyabura maldecía su suerte y la perspicacia de su compañero.

- No, sólo amas a ‘esa’ jirafa.

- Cállate.

- ¿Quién es esa jirafa?

- ¡Que te calles!

- ¡Dilo!

- ¡Basta! -mientras discutían habían quedado uno frente al otro, y al final el moreno había estallado, agarrando a Kaku por el cuello y empujándolo contra el marco de la puerta.

Podía apretar la mano y no oír más aquellas palabras martilleándole en la cabeza, no ver más esos ojos mirándole desafiantes como lo hacían ahora. Vio que el menor habría los labios para decirle algo, y lo cayó.

Sólo momentos después se dio cuenta que no lo había hecho apretando su mano contra el cuello del otro, sino de una forma que llevaba anhelando por un tiempo.

Sus sentidos recogieron la sensación de suavidad en sus labios, de ligero movimiento, de tibio aliento chocar contra ellos después.

Abrió los ojos, sin saber cuando los había cerrado, y miró a Kaku. Éste lo seguía observando con seriedad, las mejillas sonrojadas y los labios algo húmedos. No se había movido, seguía en la misma posición, con los brazos inertes a ambos costados.

- Siempre arruinando mis planes -le gruñó ligeramente Jyabura antes de volver a eliminar la distancia entre sus bocas.

Su mano descendió desde el cuello de Kaku hasta su cintura, apegándolo más a su cuerpo mientras su lengua exploraba la boca de su compañero, recorriendo cada rincón mientras se enlazaba con la contraria.

Podía sentir las manos del más bajo una apresando su ropa y la otra en su nuca, haciendo el beso más profundo. Las respiraciones de ambos se habían vuelto aceleradas e irregulares, y sus manos se colaban por cualquier parte en busca de más contacto.

Sin saber cómo, acabaron en la cama del moreno, éste sobre su compañero, sus ropas medio desabrochadas.

- Espera -jadeó separándose algo reticente de los labios del menor.

- ¿Por qué? ¿Te vas a echar atrás? -le preguntó Kaku frunciendo el ceño de una manera que se le antojó graciosa.

- Es mejor que cerremos la puerta con llave -le explicó dando una fugaz mirada a la susodicha-. Por si acaso, ya que dudo que quieras que Fukurou les diga a todos con pelos y señales todo lo que te voy a hacer gemir y rogar -terminó diciendo de forma libidinosa mientras llevaba una mano al prieto trasero del otro.

- ¿Y qué te hace pensar que lo conseguirás? -pese al sonrojo que cubría su rostro no evitó contraatacar, era cabezota y no se dejaría vencer así como así.

- Siempre me han atraído los retos difíciles -contestó con una sonrisa llena de sensuales promesas, antes de darle un apasionado beso, olvidando la puerta. Total, planeaba hacer gritar al otro de tal forma que se le oyera hasta en cubierta. Aunque claro, luego tendría que huir al fin del mundo para escapar de la furia de su jirafa.



regalo, one piece

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