¤ Fandom: Robin Hood (BBC).
¤ Claim: Robin/Will.
¤ Estado: Terminado (Viñeta).
¤ Advertencias: Spoiler del capítulo "Fiebre Turca", toques slash.
¤ Palabras: 412.
¤ Beta:
miyu_su.
¤ Nota: Esta serie es amor y estos dos personajes me encantaron completamente.
Una sensación extraña
No era de sorprender la admiración que sentía por Robin el más joven del grupo, ya que eso era bien sabido y conocido por todos al ser algo que no lo ocultaba precisamente bien que digamos. Después de todo él le había salvado de la horca no hace mucho y toda su vida había sido su señor (y el que actualmente fueran bandoleros no cambiaba ese hecho). Además, él era el más joven del grupo y Robin el líder, era algo obvio que le siguiera en todo lo que planeara, por muy loca o descabellada que fuera la idea.
Will se sentía orgulloso, porque al fin podía demostrar que servía para algo y el que fuera un chico no lo hacía menos hombre. Disfrutaba de la aventura y el burlarse del Sheriff y sus tropas. Comenzaba a comprender el por qué a Robin le gustaba tanto ver el rostro de satisfacción y agradecimiento de la gente a la que ayudaban, aquello le causaba un sentimiento muy agradable.
Y, aún así, existían cosas que no lograba comprender o que creía que si lo hacía le traerían más problemas que el quedarse con la duda. Aquella era una de esas ocasiones. Cuando escuchó lo de la maldición no quiso mostrarse temeroso, no quería que le siguieran diciendo niño, pero su reacción fue tan involuntaria que no pudo evitar que los demás se dieran cuenta, que Robin lo notara.
Pero lo que sucedió después definitivamente no se lo había esperado. Creyó que Robin se burlaría de él por considerar esas cosas -las maldiciones, hechizos, brujería, etc...- como reales, siendo su actitud claramente la de un niño, pero no lo hizo. Contra todo pronostico, Robin no se rió de él, sino que lo tomó del hombro y le plantó un beso en la mejilla, agradeciéndole por algo, al parecer le había dado una idea sin proponérselo.
En definitiva sentía gran admiración por Robin, por saber sacarle provecho hasta a la situación más extraña, por no demostrar preocupaciones banales y siempre pensar como ayudar a los demás. Lo admiraba, sólo eso. O eso se empeñaba en creer Will, ya que, por más que lo pensara y razonara, no lograba entender el por qué seguía sintiendo ese ardor para nada molesto en su mejilla, aquella que había sido tocada por los labios de su líder, dándole la sensación de que no sería nada malo el volver a sentir alguna vez ese roce, aunque preferiblemente de manera más prolongada.
Fin de la historia.