Fan Fic : "Forever Mine : Primera Parte" Capitulo 4.

Sep 14, 2011 11:04

Siento muchisimo no estar contestando los comentarios... mañana que tengo el dia libre os constesto, en serio!!

Titulo : "Forever Mine : Primera Parte:

Pairing : Dean/Sam.

Advertencias : Wincest, sexo, palabras malsonantes, yo escribiendo...

Resumen : seguimos por donde lo dejamos...



Tres días para la luna llena.

Mientras seguían experimentando con las nuevas capacidades de Dean y de que este protestara que lo estaba entrenando como a un perro de caza, la fecha clave se iba acercando sin remedio.

Decir que ambos estaban nerviosos por eso era el eufemismo del año.

Y tal vez no hubiera sido la mejor idea del año eso de ir a la ciudad a aprovisionarse, tomar algo y despejarse un poco. No con los nervios de ambos tan a flor de piel.

Pero la verdad era que estaban quedándose sin lo esencial y Sam sabía que tenían otros tres días más de aislamiento mientras duraba la transformación de Dean.

Si todo salía bien, claro.

Así que no era solo un capricho lo de ir a la ciudad.

Sam solo deseaba comprar más cerveza y más carne (obviamente, Dean ahora comía el doble de carne que antes) y tomarse algo en el bar… tal vez echar una partida a los dardos o al billar… los dos tranquilos. No quería ni esperaba nada de lo que ocurrió…

Después de dejar la compra en el maletero del Impala, se sentaron en una mesa apartada en el bar para poder disfrutar de unas cervezas y unos chupitos, como si todo fuera igual que antes de toda esa locura.

Fue en la tercera ronda, cuando Sam se levanto para pedir la bola blanca y poder jugar una partida al billar con Dean cuando se formó el desastre.

En la barra, mientras esperaba que el camarero le diera la bola, un tipo le entró descaradamente, intentando ligar con él.

Frente a Dean.

A tres días de la transformación…

- Ey… no te había visto antes… ¿eres nuevo por aquí? - Sam rodó los ojos. Increíble…

- Si y esa es la peor frase del mundo para ligar. - contestó, sin ni siquiera mirarle. - Estoy acompañado.

- Ah, si… con el modelo rubito… no me importaría estar en medio de los dos un rato, no se si me entiendes… - el tono que el hombre uso para hablar de su hermano le dio asco. ¿Cómo se atrevía?

- Perfectamente y no. No estamos interesados.

- ¿Seguro? - el tío era persistente, de eso no había duda. Puso una mano sobre la cintura de Sam, apretando ligeramente. - Podemos pasar un buen rato…

Antes de que el pequeño pudiera decirle que se fuera con la cantinela a otra parte y dejara de molestarle, Dean apareció, retorciéndole al tío la mano en la espalda y gruñendo en su oído.

- ¡Te ha dicho que no! ¿Qué parte de eso es la que no has entendido, gilipollas? - Sam se tensó, haciendo un gesto al camarero para que se calmara. ¡Lo último que necesitaban era llamar la atención de esa manera, maldita sea!

- ¡Dean! ¡Déjale! - su hermano le miró furioso. Sus ojos resplandecieron con una luz antinatural que no auguraba nada bueno si seguían ahí.

- ¡No!

- ¡Dean! ¡O le dejas por las buenas o te hago que lo sueltes por las malas! - siseó Sam. Al mayor no se le pasó por alto como su hermano movía la mano a la parte trasera de sus pantalones, donde escondía la pistola. Soltó al hombre, dándole un empujón hacia la barra.

- ¿Contento?

- Pletórico. Ahora espera en el coche. - el pequeño se volvió hacia el tipo, mirándole furioso. - ¡La próxima vez que te digan que no, haz caso, estúpido! - le gruñó antes de seguir a su hermano al exterior.

Dean fue todo el camino de vuelta en silencio, hirviendo de rabia y no estalló hasta llegar a la cabaña, saliendo del coche dando un violento portazo. Sam le imitó, mucho más tranquilo.

- ¿Te lo querías follar? - ladró el mayor, haciéndole bufar exasperado.

- ¿Cuál era el trato que teníamos antes de venir aquí? - contraatacó el pequeño sin inmutarse por los gritos.

- ¡No me has contestado!

- ¿Cuál era el trato, Dean? - volvió a preguntar Sam, ignorándole. - ¡Que no podías hacer esto! ¡Ese era! ¿Te acuerdas?

- Si… ¡pero esto es distinto! ¡Ese tío era repugnante!

- ¡Es exactamente lo mismo! ¡Tu no me quieres, no tienes ningún derecho sobre mi o lo que hago y con quien! ¡Si quieres tenerlo, ya sabes lo que tienes que hacer! ¡Mientras tanto… te callas la puta boca! - terminó, pasando por delante de él para entrar en la cabaña.

Dean le agarró con tal fuerza de la muñeca al detenerle que Sam hizo una mueca de dolor.

- No hemos terminado.

- Si, si lo hemos hecho. Y hasta que se te pase la estupidez, no se te ocurra entrar al dormitorio o te echo a tiros. - gruñó, zafándose del agarre. Se tragó el gemido de dolor que ese movimiento le produjo y entró a la cabaña. - Te recomiendo que te des una carrerita o algo para despejarte.

Contrario a lo que Sam esperaba, Dean no le siguió ni trató de detenerle de nuevo. Fuera comenzó a llover y su hermano no entraba. El no se molestó en mirar por la ventana para comprobarlo.

Todavía tardó un buen rato en entrar y cuando lo hizo parecía un perro apaleado y empapado.

El pequeño le dirigió una mirada helada y luego echo un vistazo a la pistola que tenia sobre la mesilla de noche. Dean siguió sus ojos.

- ¿Hace falta que la coja?

- No…

- Bien. Deberías cambiarte de ropa antes de que pilles frío. - le dijo, fingiendo volver a leer el libro que tenia en las manos.

Sin embargo su hermano no se cambió allí. Cogió ropa seca de su mochila y una manta y se dirigió al salón.

- ¿Donde vas?

- Voy a dormir en el sofá. - contestó en voz baja. - No puedo... hoy no puedo tenerte cerca, Sam...

- Como quieras...

- Lo siento... siento lo de antes. Tienes razón. No tengo ningún derecho a decirte nada de ese tema.

- Bien... buenas noches.

- Buenas noches, Sammy.

Horas más tarde y mil vueltas en la cama sin poder dormir, Sam se levantó a buscar a su hermano. Este tampoco dormía, sentado en el sofá mirando el fuego en la chimenea.

No hubo palabras cuando el pequeño le tendió la mano para que le acompañara de vuelta a la cama. Tampoco dijeron nada cuando Dean vio los moratones en la muñeca de Sam y comenzó a besarlos, haciéndole estremecer.

No hubo ni un solo sonido esa noche, salvo el crepitar del fuego y el roce de la ropa al caer al suelo cuando acabaron enredados en el viejo sofá.

Nada, salvo unos pocos jadeos entrecortados, rompió el silencio de esa noche.

Continuara...

forever mine, mis fics, adorado wincest...

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