Mil gracias por los comentarios! Hoy respondo, en serio!!!!
Titulo : "Forever Mine : Primera Parte:
Pairing : Dean/Sam.
Advertencias : Wincest, sexo, palabras malsonantes, yo escribiendo...
Resumen : seguimos por donde lo dejamos...
Diez horas para la luna llena.
Y si Dean había estado nervioso e irascible esos días previos, en ese momento estaba subiéndose por las paredes.
Llevaba moviéndose inquieto y paseándose por todas partes desde que despertaron y Sam ya le había sentado a la fuerza dos veces.
E iba a por la tercera como siguiera así…
- ¡Dean, como no te sientes, te siento! - le gruñó frustrado desde el sofá. Su hermano le dirigió una mirada culpable, deteniendo por fin su constante paseo por la sala.
- Perdón… - murmuró el mayor, sentándose en el sofá. Sin embargo, una de sus piernas no dejaba de moverse. - Estoy nervioso…
- No hace falta que lo jures… - rió Sam, poniendo una mano sobre la rodilla del otro para detenerla. Pero no sirvió de nada. En cuando paro una, empezó a mover la otra.
- A lo mejor deberíamos encerrarme o algo… ¿no? - el pequeño parpadeó al oírle.
- No hará falta… aquí no hay nadie a quien puedas herir.
- ¿Y tú?
- A mi no vas a hacerme daño, tranquilo. - le aseguró, apretándole reconfortantemente la rodilla.
- ¿Y eso quien lo asegura?
- No vas a hacerme daño, Dean, en serio.
- ¿Y si me escapo? - Sam ahogó como pudo una risa. Tenía dos cosas seguras de esa conversación. Que su hermano nervioso era adorable como un crío y que no se había leído la información que les dio Balthazar.
- No creo que eso pase.
- Ya, pero podría hacerlo… ¿Y si me escapo y ataco a alguien?
- Estamos a kilómetros de la casa más cercana. No vas a hacerlo, ¿vale?
- Pero…
- ¡Ven aquí! - resopló el pequeño, tirando de él hasta tenerle rodeado en sus brazos. Mejor. Así no podía moverse. - Todo va a ir bien. - le dijo, besándole con suavidad.
- ¿Seguro?
- Seguro.
Sam estuvo vigilando cada reacción, cada gesto, cada movimiento de su hermano durante el resto del día. Vio como se iba poniendo cada vez más nervioso, las muecas de dolor cuando la hora se acercaba y la preocupación en sus ojos. Preocupación por hacerle daño.
No hubo manera de calmar sus miedos por mucho que lo intentó. Y vaya si lo intentó… De hecho, había sido muy imaginativo tratando de calmarle… pero ni así.
La luna ya estaba alta y brillante en el momento en que el cambio empezó. Dean gritó dolorido, retorciéndose en la hierba mojada del patio cuando no pudo sostenerse más en pie.
Mordiéndose las ganas de acercarse a ayudarle, el pequeño se tuvo que conformar con esperar. No había nada que pudiera hacer para consolarle y lo sabia. Y, según lo que había leído, todo iba como tenia que ir.
Fueron los quince minutos más largos de su vida.
Según los papeles que le dio el ángel, la primera transformación era la peor, la más dolorosa y larga. Las siguientes serian un paseo por el parque en comparación con esa, ya que solo durarían segundos y eran indoloras. Pero esa primera adaptación al cuerpo al cambio era una agonía.
Dependiendo de la fuerza del sujeto podría ir de dos maneras. La buena, donde su hermano se transformaría por completo en un lobo. Y la mala, donde si todo iba mal y estaba demasiado débil, solo se transformaría en algo a mitad de camino entre el lobo y un humano y acabaría muriendo de dolor.
Dean, por suerte, fue lo suficientemente fuerte y acabó la transformación convertido en un lobo de pelaje gris oscuro que apenas pudo dar dos pasos antes de desplomarse agotado en la hierba.
Sam se le acercó, observándole asombrado. Veía los expresivos ojos verdes de su hermano en aquel animal y no pudo evitar agacharse a su lado, acariciándole la cabeza con suavidad.
Apenas podía creer que aquel fuera su hermano.
- Te dije que no ibas a salir corriendo. - el animal gruñó débilmente, haciéndole reír, los nervios y el miedo ya fuera de su cuerpo. Se sentía capaz de dormir un siglo, después de tanta tensión. - También te dije que te leyeras los papeles y no me hiciste caso. Tranquilo, ahí también pone que solo duele tanto la primera vez… ¿te puedes mover? - cuando el lobo gimió lastimero, Sam ya sabia la respuesta. - Esta bien…
Con cuidado, lo cogió en brazos y lo llevó al interior de la cabaña, dirigiéndose al dormitorio. Allí lo soltó con suavidad en el colchón, dejándose sitio para tumbarse él también.
- ¡Dios, Dean! ¡Te voy a poner a dieta! ¡Como pesas, tío! ¡No más hamburguesas dobles para ti! - le riñó, colocándose a su lado.
Dean le lamió la nariz, dando después un largo bostezo y colocando la cabeza sobre el pecho del pequeño para cerrar los ojos y dormirse. Sam pasó la mano por el espeso pelaje del animal, aun sorprendido por tenerle ahí, por lo suave y real que era la piel y el calor que emanaba su cuerpo.
- Descansa… mañana te encontraras mejor…
Frotándose los ojos, el castaño también se dispuso a dormir. Ahora les esperaban tres días y dos noches más de su hermano transformado en lobo y rezaba para poder leerle igual de fácil que cuando era humano, para no tener problemas.
También debía pensar en como iba a ocuparse de lo obvio, como la comida y la bebida, estando él así. No tenia idea de si Dean iba a aceptar comer en un cuenco para perros… claro que tampoco sabía que Sam lo había comprado a espaldas suyas.
Y en el siguiente mes ambos debían aprender un montón de cosas más, como a que Dean consiguiera controlar la transformación a voluntad. No era una habilidad nata en los weres y llevaba tiempo. Ni siquiera había certeza de que Dean pudiera dominarla alguna vez. Pero era algo que tenían que intentar si querían volver a la caza.
Había tanto que hacer, tanto que planear, tanto que preveer…
Se le escapó un bostezo y se acomodó mejor en la cama, el cuerpo de su hermano dándole calor.
También había tiempo antes de que decidieran volver a la carretera…
No sabia lo que equivocado que estaba.
Continuara...