Titulo : "Forever Mine : Primera Parte:
Pairing : Dean/Sam.
Advertencias : Wincest, sexo, palabras malsonantes, yo escribiendo...
Resumen : seguimos por donde lo dejamos...
Cinco días para la luna llena.
Habían acabado juntando las dos camas en un solo dormitorio para dormir más cómodos, ya que Dean desistió finalmente de seguir negando que le necesitara cerca.
Desde entonces, su apetito había vuelto a la normalidad, sus fuerzas habían regresado… era hora de probar una cosa…
- ¿Qué vamos a hacer que?
Sam se limitó a dar otro bocado a su tostada con mermelada de albaricoque, arqueándole una ceja a su hermano. Era divertido desconcertarle de esa manera.
- Se supone que ahora eres más fuerte y rápido. - contestó con tranquilidad, sirviéndose más café. - Y que tienes los sentidos de un lobo. Tenemos que probar hasta que punto. - Dean hizo una mueca de disgusto.
- Odio cuando me haces parecer una rata de laboratorio, tío…
- Lo siento, pero los dos necesitamos saber donde esta tu limite. No podemos volver a la caza sin saberlo. Seria peligroso. - su hermano le dio una mirada torcida que le hizo sonreír. - ¿Y si por no saber tu fuerza, se te va la mano con alguien?
- Odio más aun cuando tienes razón, que lo sepas. - la sonrisa divertida de Sam se convirtió en una de suficiencia.
- Lo se.
Tras el desayuno y un par de horas de experimentos y pruebas, llegaron a la conclusión de que Dean era el triple de fuerte y rápido que antes del mordisco. Y eso a días de la transformación que, según el escrito de Balthazar, era su momento más débil.
Sam estaba más que impresionado.
También probaron la capacidad de sus nuevos sentidos.
Dean podía oírle susurrar con claridad desde el otro lado de la propiedad. El como hacia para que ese oído tan desarrollado no le molestara el resto del tiempo era un misterio. Sam asumió que era algun tipo de mecanismo de defensa, que su cuerpo de alguna manera regulaba el volumen para no herir al were.
Su vista, sin embargo, no parecía haber sufrido cambios. Pero aun les quedaba comprobar como era su visión nocturna.
En ese momento estaban con su olfato. Sam había enterrado un trozo de carne envuelto en plástico en un rincón del patio trasero de la casa y tenia a su hermano buscándolo con los ojos vendados.
Solo que parecía que el mayor no conseguía concentrarse, ya que llevaba diez minutos dando vueltas y tropezándose con todo sin acercarse al lugar ni por casualidad.
- Esto es ridículo…
- Venga, tío… céntrate. ¡No te lo estas tomando en serio! - Dean gruñó una maldición cuando volvió a tropezar, casi a punto de caerse de cabeza en la hierba húmeda.
- ¡Me lo tomo en serio! ¡Es que…!
- ¿Qué?
- Que me distraigo. Aquí huele a muchas cosas.
- Por eso digo que tienes que concentrarte. - bufó Sam. Bastante tenia él con tratar de no ponerse duro al ver a su hermano con la venda en los ojos. Al no poder ver los enormes ojos verdes de Dean, toda su atención estaba en su boca. Y no era una mejora para su estado. - Esto es como lo del oído. Debes separar todos los demás olores y centrarte en el de la carne.
- No puedo…
- Dean…
- ¡No puedo, joder! - ladró el mayor, enfadado. - Solo puedo olerte a ti, ¿vale? ¡Y me distrae!
- ¿Qué te…? Ah… vale… - el pequeño se sonrojó violentamente. Seguramente lo que olía su hermano era su excitación. Genial. - Debe ser… si… debe ser…
- ¿Qué?
- Pues que no hemos follado desde la primera vez. - ante la mueca del mayor, Sam bufó. - ¡Oye, no me pongas esa cara! Lo pone en lo que me dio Balthazar. Te hace falta por eso te distraes conmigo.
- ¿A ese vas a hacerle caso? - exclamó con incredulidad Dean.
- ¡En esto si!
- Mira… ¡esto es una estupidez! Voy a quitarme esto y…
- ¡No! ¡Déjatela puesta! - el mayor se quedó helado con los dedos agarrando el pañuelo que tapaba sus ojos.
- ¿Para que?
- Tú hazme caso, ¿vale?
- Esta bien… ¿ahora que?
Sam sonrió torcido y se acercó despacio a su hermano hasta que no quedo ni un paso de distancia entre ellos. Vio a Dean fruncir el ceño pero no hizo ademán de apartarse ni protestar. Solo estaba ahí, esperando.
El pequeño aprovechó la tan buena disposición del otro para colocar una de sus enormes manos sobre la entrepierna del mayor, haciéndole dar un respingo de la sorpresa.
- Sam… - gimió.
- Ssshhhttt… no te muevas… confía en mi, Dean… - le susurró al oído, abriéndole con rapidez los pantalones y colando la mano en los calzoncillos. - Piensa que si hacemos esto, ya no te distraerás tanto con mi olor…
- Pero…
- Es otra prueba, Dean…
Lo que tratara de replicar el mayor murió en sus labios, transformándose en un gemido al sentir la mano caliente de Sam sobre su miembro. Llevaba duro desde que se había puesto la venda y olio la excitación de su hermano.
Sam le rodeó la cintura con un brazo, acercándole más para poder besarle y morderle el cuello mientras le masturbaba sin darle un respiro. Dean jadeaba, clavándole los dedos en los brazos, gritando su nombre al llegar.
El pequeño le miró ensimismado. Para él era la viva imagen del pecado, con los labios hinchados y rojos de mordérselos, las mejillas sonrojadas y la respiración agitada. No pudo evitar besarle, devorándole la boca como si su vida dependiera de ello.
El Winchester mayor se quitó la venda despacio, cuando se rompió el beso, parpadeando por la repentina luz y se colocó bien los pantalones, mirándole con los ojos oscurecidos por la lujuria.
- ¿Qué? ¿Mejor? - preguntó Sam aparentando inocencia, a pesar de que estaba tan empalmado que dolía. Si se rozaba con algo, estallaría ahí mismo.
- Ahora me distraes más… - Dean respiró hondo, como si estuviera saboreando el olor del pequeño. - Ahora es más fuerte…
- ¿Si? Pues ya no se me ocurre que más hacer…
- A mi si. - gruñó el mayor, sonriendo. - Y si no quieres que lo haga aquí mismo, más te vale empezar a correr al dormitorio.
Sam soltó una carcajada antes de salir disparado al interior de la cabaña, seguido bien de cerca por su hermano.
No había salido tan mal el experimento después de todo…
Dean consiguió atraparle justo en la puerta. A Sam se le escapó un vergonzoso chillido al sentirle levantado en volandas por el otro, quien se lo cargó al hombro y le tiró en la cama, cayendo sobre él y atrapándole allí.
Se quedaron un segundo parados, solo mirándose y respirando en los labios del otro. Solo un instante, observándose en silencio antes de que volvieran al ataque. Dean le rasgó la camisa, mordiéndole los labios al besarle, lanzando lejos los restos de la ropa.
El pequeño ahogó un gemido en el beso, notando la excitación de su hermano clavándosele en el muslo.
Se le estaba descontrolando… Dean estaba perdiendo el control y le tocaba a Sam pararlo, pero… no estaba seguro de querer.
Era muy excitante ese Dean tan dominante.
Y hablando de su hermano, en ese momento acababa de terminar de sacarle a ambos la ropa mientras él se perdía en sus pensamientos.
Con un rugido de excitación, el mayor le lamió el pecho, bajando hasta llegar a su más que hinchado miembro, sonriendo torcido antes de pasar la lengua con exagerada lentitud por toda su longitud. Sam gritó sin poder evitarlo, llevando sus manos a la cabeza del otro, enredando sus dedos en el corto cabello.
- Dean… Dean, por favor…
- Ssshhhttt… quédate quieto… confía en mi… - le susurró, repitiéndole sus propias palabras, antes de tragárselo entero
Sam alzó las caderas, introduciéndose más en el calor húmedo de la boca del mayor. Estaba demasiado cerca para poder soportar mucho esa tortura. No tardó mucho en acabar, con Dean lamiéndole hasta dejarle limpio.
Tras recuperar algo el aliento, le cogió para besarle, probando su sabor. La excitación de su hermano seguía clavándosele en el muslo.
- Vamos, Dean… venga… te quiero dentro…
Sin hacerse más de rogar, Dean se introdujo de una sola estocada, haciéndoles gemir a los dos. El gemido se convirtió en un ronroneo, cuando comenzó a moverse, embistiendo más despacio y con más ternura de lo que Sam esperaba.
Los labios del mayor se movieron por su cuello, besándole, sus dientes raspándole la piel, mordiéndole cada vez más fuerte hasta le sacó sangre. Sam se quejó, notando la lengua del otro lamiendo la pequeña herida.
Dean coló una de sus manos entre sus cuerpos para masturbarle, haciéndole acabar en pocos toques antes de terminar el también.
Cuando un rato más tarde, estaban los dos acurrucados juntos, Sam se llevó una mano al cuello, preocupado. Había estado muy cerca de ser un verdadero mordisco. No podia permitir que su hermano volviera a descontrolarse así estando con él.
Aun no tenia claro si quería eso o no… aunque lo había estado pensando…
Continuara...