Capitulo 3.- Trabajo
Cas, ahora Castiel Singer, tuvo que conseguir trabajo, debido a que tenía realmente pocas facultades de socialización, muchos conocimientos a través de los tiempos, y poca práctica de parecer ser humano normal y corriente. Así que estaba trabajando en una tienda de antigüedades, a simple vista sencillo. La dueña, que ya era viejecita, no tenía hijos, y tenía ciertos problemas para conseguir sacar el negocio adelante, claro, hasta que Castiel llegó.
Tenía un buen horario, una buena paga, él podía cuidar de sus tres hijos en el negocio, para especial encanto de la dueña, que adoraba a los niños, y para males de Bobby, ya que estos rompían algunas cosillas que tenían que ser descontadas del sueldo de Cas.
Pero Bobby no podía cuidarlos, ya que él también consiguió trabajo en un taller mecánico no muy lejos de donde trabajaba en ángel.
Entraba a las diez de la mañana, siempre cargando a sus pequeños encargos, Adam la mayoría de las veces estaría dormido, Sam y Dean estarían despiertos correteando por haya y por ahí.
La dueña le recibiría con una gran sonrisa, mientras abría la tienda. A veces pedía que le dejarán cargar al pequeño Adam, a veces les acariciaba la cabeza a Sam y Dean, e incluso a veces traía dulces.
Cuando llegaba mercancía, Castiel se encargaba de acomodarla, Adam estaba en un portabebé para él, Dean y Sam se encontraban en una clase de corral en la parte trasera, a la vista de Castiel y la señora Jones, mientras jugaban con juguetes y dormían sus siestas.
- Castiel - murmuro la señora Jones, quien traía a Adam cargando.
- ¿Si? - pregunto Cas dejando de acomodar unos viejos libros de una repisa.
- Creo que este muchachito tiene hambre - dijo la viejecita mientras el bebé gimoteaba por algo de atención.
Castiel simplemente lo cargó, ya estaba un poco más consciente de lo que necesitaban sus pequeñas responsabilidades, de su mochila que tenía debajo del mostrador, saco el biberón listo para tomar, solo utilizo un poco de gracia para darle una temperatura adecuada, y en pocos segundos, Adam ya disfrutaba de su leche.
La señora Jones sonrió simplemente de ver a su empleado con un momento de paternidad, ella adoraba tener un poco de gritos y ruidos en la tienda, después de tanto tiempo de vida solitaria, se encariño en poco tiempo con los pequeños mocosos, como ella le decía de cariño, además que Castiel era muy servicial, como un ángel, como su nombre parecía indicar.
Consideraba una bendición que Castiel trabajará con ella, le hacia sentir menos sola, y le ayudaba en todo lo que podía, sus hijos eran preciosos, y le hacían sentir viva de nuevo, y como no estarlo con esas pequeños correteando por la tienda.
Cuando la señora Jones murió, le dejo como herencia la tienda, siendo ahora Castiel el dueño, algo que sorprendió al ángel, que no esperaba esta acción, pero se comprometió a cuidarla.
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