Capitulo 4.- Enseñanza
Cuando Dean cumplió cuatro años, tenía que asistir la escuela, como cualquier ser humano normal y corriente debe de hacer, pero no significa que sea fácil, cuando el pequeño niño, quiere llevar a sus hermanos a la escuela, quiere hamburguesas de desayuno, y tenía la manía de estar de curioso por cualquier lugar, no importa que tan oscuro y peligroso estuviera el lugar.
Castiel lograba tranquilizarlo diciendo que él estaría al pendiente de sus hermanos, que lo recogería a tiempo, y que tendría una hamburguesa en fin de semana, y que no se metiera en problemas, hiciera muchos amigos y que obedeciera a su maestra.
Dean solo sonreía, prometiendo que lo intentaría.
Sin embargo, hay algunas veces que se siente tan complicado, especialmente cuando hay algunas preguntas que no sabía como responder, ó respondía con demasiada sinceridad.
- ¿De donde nacen los bebés? - preguntó alguna vez Sam, mientras traía consigo un libro de biología
- Cuando un hombre y una mujer tienen sexo, las células reproductivas se juntan para formar una nueva vida - respondió simplemente en ángel.
- ¿Qué es sexo? - preguntó de nuevo Sam asimilando la información.
- Es una… - pero fue interrumpido por Bobby que llegaba de la cocina con galletas.
- Sam, ¿quieres una galleta? - preguntó tratando de desviar la atención.
- ¡Si! - chilló el niño, olvidando momentáneamente el tema.
Dean salió de la escuela, cuando le recogió, el niño parecía pensativo.
- ¿Por qué no tengo mamá? - preguntó el niño rubio mirándole con sus grandes ojos.
- Claro que tienes mamá, esta en el cielo - respondió Castiel.
- ¿Por qué esta en el cielo? - preguntó de nuevo Dean.
- Porque murió - respondió simplemente el ángel.
- ¿Murió? - pregunto de nuevo el niño.
- Si, todo el mundo muere - responde el ángel.
- No me quiero morir - murmuró el pequeño haciendo que unas lágrimas empezarán a salir, pero Castiel ya no supo como calmarlo, hasta que se encontraron con Bobby.
- ¿Por qué no nos parecemos? - preguntó alguna vez Sam, a pesar de ser pequeño, había demostrado ser inteligente.
- … - el ángel se quedo sin respuesta, y justo cuando iba a decir la verdad, Bobby apareció.
- Porque te pareces a tu abuelo - dijo Bobby.
- ¿Dean y Adam? - preguntó el pequeño pelinegro de nuevo.
- Se parecen a su madre - lo que era verdad.
- ¿Por qué hay una figura rara en la cocina? - preguntó otra vez.
Solo que esta vez, no sabían como responder.
Cas se da cuenta de que a pesar de lo mundano, él es feliz. La sonrisa de Dean es contagiosa, y llena el espacio con su inocencia. Sam se la pasa curioseando los libros que estaba a la disposición, viendo las imágenes que contenían y tratando de descifrar lo que decían, al parecer, el chico aun era tan inteligente. Y Adam, ya empezaba a murmurar palabras. Siendo despierto a las nuevas experiencias.
- Papá - dijo Dean a Castiel, quien estaba asombrado por tal palabra, especialmente porque algo cálido se instauro en su ser, que no pudo definir el ángel.
- ¿Si Dean? - preguntó el ángel.
- ¿Qué quieres ser cuando seas grande? - pregunto el pequeño.
- Dean, yo ya son grande - murmuró el ángel.
- Si lo se, pero me preguntaron en la escuela, lo que quería ser de grande - dijo el pequeño.
- Escoge lo que quieras mientras seas feliz Dean, tú y tus hermanos - respondió el ángel, respuesta que gano una gran sonrisa.
- ¡Gracias papá! - chilló emocionado, regresando a jugar con sus hermanos.
Después de todo, ahora si podían hacer lo que quisieran. El ángel miro a los pequeños niños que correteaban entre si, felices.
Si, merecían ahora ser felices.
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