Un no!tabla!fic (?)

Nov 08, 2008 04:06

Título: Sin título (duh xD).
Pairing: Intento de Ken/Chikusa.
Palabras: 1095.
Notas: Para dartlein. Primera vez que escribo de este pairing así que probablemente esté metiendo la pata majestuosamente con las personalidades. Aún así, les pido clemencia y críticas

La odiaba.

La habitación en la que lo mantenían era pequeña y tenía un olor desagradable -olor que años después seguiría recordando en sus pesadillas-, pero sin duda lo que más odiaba de ella era que se podían escuchar claramente los pasos de los hombres de blanco cuando se acercaban. Y cada vez que los oía, se acurrucaba en el rincón más alejado de la puerta, abrazando sus rodillas y conteniendo la respiración, rogando para que los pasos se detuviesen antes de llegar a su celda, o en su defecto, siguieran de largo.

Porque si se detenían donde él estaba, significaba que venían por él, para llevarlo -junto con otros niños, asustados igual que él- a una sala tan blanca como la ropa de esos hombres, donde sin comprender cómo, los torturaban hasta la inconciencia.

Cuando Ken se encontraba solo en su habitación, en su mente planeaba cómo escapar. Se veía a sí mismo golpeando a los hombres de blanco y corriendo como si su vida dependiera de ello -lo que era cierto, pues no podía llamar "vida" a lo que tenía en ese condenado lugar- y entonces conseguiría su ansiada libertad. No sabía qué haría en el mundo exterior -y qué diablos, tampoco sabía cómo era-, pero con estar lejos de ese infierno iba a ser suficiente para él.

Sus pensamientos se detuvieron cuando sintió los pasos acercándose.

Tap, tap.

Se encogió, y pudo sentir su corazón latiendo a toda velocidad.

Tap, tap.

Que siga de largo, que siga de largo. Una serie de imágenes pasaron por su mente en cuestión de segundos, evaluando todas las posibilidades. Tal vez podría escapar. Tal vez, esa era la oportunidad que tanto había anhelado. Tal vez...

Tap...

Silencio.

Cuando se dio cuenta de que los pasos se habían detenido donde estaba él, sintió pánico. La puerta se abrió, y todo lo que pudo hacer él fue permanecer agazapado contra la pared. No rebelarse, no tratar de escapar. Simplemente permanecer quieto, rogando que terminara pronto.

Fue en ese momento que notó que entre los hombres de blanco había alguien más. Otro niño. De cabello oscuro, lentes y mirada perdida. Los hombres, ignorando a Ken por completo, lo hicieron entrar en la celda a base de empujones y cerraron la puerta tras él, sin decir palabra alguna.

Se habían ido, y habían dejado un niño con él.

El recién llegado permaneció quieto. Mientras Ken lo examinaba con atención, él parecía estar en su propio mundo interno. No respondía. Trató preguntarle su nombre, su edad, qué le había sucedido, por qué había tantas heridas en su cuerpo.

Cuando eso no funcionó, se puso más brusco. Le gritó, le insultó e incluso en una ocasión lo golpeó. Pero no obtuvo respuesta. Su nuevo compañero era como una estatua, que apenas sí respiraba.

Y en algún momento, Ken decidió que no le importaba. Si ese chico se creía demasiado importante como para habarle, entonces podía hacer lo que quisiera. No le importaba.

---

A los pocos días se escucharon los pasos de nuevo. Sólo entonces le pareció percibir algo en el rostro de su nuevo compañero de habitación, que hasta el momento había permanecido inmutable. Sus ojos parecieron destellar por un momento, sus labios se tensaron.

¿Era miedo?

La puerta se abrió, y no alcanzó a determinar qué sentimiento era el que apareció fugazmente en el rostro del niño porque su propio pánico se impuso y no pudo hacer más que temblar. Eran los hombres de blanco.

Hicieron una señal, y entendió enseguida que estaban llamando a su compañero de celda. Al niño con la mirada perdida y expresión inescrutable. No a él. Éste asintió desganado, y comenzó a caminar en dirección hacia ellos.

¿Por qué? ¿Por qué lo hacía?

Él también les tenía miedo -Ken estaba seguro de eso, aunque él se negara a demostrarlo- y hubiera apostado a que no quería ir. Entonces, ¿por qué no se negaba? ¿Por qué no peleaba? ¿Por qué no hacía algo, cualquier cosa, con tal de que no lo llevaran a ese lugar?

Entonces los ojos del niño se desviaron hacia él. Fue rápido, apenas una mirada por el rabillo del ojo, que bien pudo haber pasado desapercibido. Pero no fue así para Ken. Y entonces lo comprendió todo, con absoluta claridad, como si los pensamientos de él hubiesen sido transmitidos con aquel único acto.

Era una señal. Porque el chico no se atrevía a negarse, o a pelear o a hacer algo, cualquier cosa, con tal de que no lo llevaran a ese lugar. Sólo se atrevía a hacer una cosa, y esa fue dirigirle una fugaz mirada. Una mirada de socorro. Una mirada que gritaba por ayuda.

Y fue suficiente para Ken.

Sin saber cómo, aquella señal fue suficiente para que reuniera todo el coraje que no había logrado juntar las veces anteriores, y antes de que pudiera darse cuenta de lo que estaba haciendo, se había abalanzado sobre los hombres de blanco, gritando cosas como "déjenlo en paz" o "púdranse", golpeando, pateando e incluso mordiendo. Porque había decidido que si su compañero no podía pelear, él tomaría su lugar. No dejaría que se lo llevaran, ni que le hicieran daño; él lo protegería.

---

Cuando recuperó la conciencia, estaba acostado sobre el duro colchón de su celda.

Se incorporó lentamente, desorientado, sin saber qué había sucedido. El niño de lentes estaba a un lado suyo, sentado en un borde del colchón, abrazando sus piernas y con la cabeza oculta entre sus rodillas. Pero Ken pudo ver que tenía más heridas que la última vez.

Chasqueó la lengua con frustración, bajando la mirada.

Inútil. Sus esfuerzos habían sido inútiles. Lo habían vencido y se lo habían llevado mientras él estaba inconsciente. Al final no había podido hacer nada.

Apretó sus puños con rabia. Rabia hacia los hombres de blanco, que les hacía eso. Rabia hacia él, por no poder detenerlos.

-Gracias.

Fue apenas un murmuro, pero hizo eco en las paredes y Ken pudo escucharlo con total claridad.

Él le había hablado.

Por primera vez desde que compartían la celda él le había dirigido la palabra. Sintió su estómago retorcerse, sus mejillas calentarse. ¿Acaso se sentía feliz? ¿Podía sentirse feliz en ese infierno?

Entonces lo decidió.

Sin importar lo que sucediera en adelante, escaparía de esa prisión. Y se llevaría al niño de lentes con él. Porque estaba decidido a defenderlo aunque le costara la vida. Se la debía. Porque después de todo, había sido él quien le había dado la fuerza y el coraje para oponerse a esos hombres.

!fanfic, claim : ken, !request, claim : chikusa, fandom : katekyo hitman reborn!

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