Porque quiero apurarme xD
Título: Una razón para continuar.
Personaje: Elizabeth.
Prompt: #05 ¿Cómo?
Resumen: El rostro de su padre cuando el doctor le dijo el diagnóstico, fue suficiente para Elizabeth para saber que algo andaba mal.
Palabras: 492.
Tabla:
aquí.
El rostro de su padre cuando el doctor le dijo el diagnóstico, fue suficiente para Elizabeth para saber que algo andaba mal. Porque no le importaba estar enferma -de todos modos ya estaba acostumbrada a ello-, pero ver a su padre tan devastado tenía que significar que lo que tenía en esa ocasión no era una enfermedad como todas las que la habían aquejado hasta ese momento. Sintió su estómago contrayéndose, sin saber qué esperar. Tenía un mal presentimiento.
Sin embargo, permaneció en silencio, observando a ambos hombres a través del resquicio de la puerta, sin dejarse descubrir. Cuando el médico hizo ademán de irse, corrió a su habitación y se metió en su cama, esperando ahí hasta que su padre -varios minutos después- la fue a visitar.
Lo primero que notó fue la falsa sonrisa en su rostro.
-El médico acaba de irse -le informó. Por supuesto, ella ya lo sabía, pero de todos modos hizo como si la noticia le asombrara.
-¿Algo digno de mención? -preguntó con aire casual.
El labio inferior del hombre tembló. No era bueno. Sin importar lo que fuese que tenía, no era bueno. Lo observó con atención, mientras él parecía deliberar en su fuero interno si debía informarle acerca de la situación. No era bueno.
Finalmente, apretó los labios, y ella en respuesta hizo lo mismo con sus puños, esperando su respuesta.
-No sabe qué es lo que está sucediendo -murmuró él, contrariado-; lo único que sabe es que tu condición está empeorando. Aún cuando ahora creas sentirte mejor, lo cierto es que no has mejorado…
Su voz se quebró. Su padre bajó la mirada, mordiéndose el labio inferior.
-¿Padre?
-Estás muriendo -soltó él, con un hilo de voz-. No está claro cuánto tiempo te queda, pero el médico dijo que no sería mucho.
Ella continuó mirándolo, sin saber cómo debía responder a eso. ¿Debía sentirse triste? ¿Enojada? ¿O tal vez debería sonreír y actuar como si creyera que lo que oía no era más que una broma? Era inútil. Desde que tenía memoria había sido muy enfermiza, así que la idea de dejar atrás esa vida no le asustaba en lo absoluto. Casi lo esperaba.
Dejó escapar un suspiro, mientras giraba la cabeza y miraba a través de la ventana. Podía ver el mar a lo lejos y a los barcos en el puerto. Una idea atravesó su mente.
-¿Elizabeth?
Ella volvió la cabeza, decidida.
-Quiero ver a mamá.
La mirada del hombre se endureció, y Elizabeth supo que aquel deseo no se le sería otorgado, a pesar de su condición. Volvió la mirada al mar, suspirando nuevamente.
No le importaba si iba a morir. De hecho, saber que iba a hacerlo le daba una determinación que nunca antes había tenido. Vería a su madre, aunque fuese para despedirse, sin importar qué tuviese que hacer para ello.
Y cuando vio al barco acercándose desde el horizonte, se le ocurrió cómo hacerlo.