Pesadillas
Título: Pesadillas
Género: Drama/Romance
Clasificación: G / K
Advertencias: -
Palabras: 297
Para hazy_kenyer , por mi meme de besos.
Beta: ter_killer
Lovino despierta al oír esos quejidos, que vienen repitiéndose noche tras noche. Se sienta sobre la cama, escudriña con vaguedad la oscura habitación y mira al español que yace a su lado. Antonio está tomando las sábanas entre sus puños y cada tanto mueve su cabeza de un lado al otro, entre pesadillas.
Siempre es lo mismo: desde que a algunos de los que él llama "sus hijos" se les ha dado por empezar a independizarse -lo que significa derramamientos de sangre en ambos bandos, disputas que no llegan a ningún lado y fuertes dolores en el pecho-, tiene pesadillas todas las noches. Y el italiano sureño es también víctima de todo esto, aunque en menor medida; sólo pierde algunas horas de sueño.
Por una parte entiende que ellos no pueden seguir en esas condiciones, que necesitan quitarse al gobierno que se les ha impuesto de encima. Pero por el otro no puede evitar simpatizar con el que está a su lado. ¿No ven que hacen sufrir a la persona que los crió y amó? Que los ha criado y que todavía ama.
Sin embargo, Lovino no puede ni quiere meter su nariz en algo que no le concierne… del todo.
Rezongando, le acaricia los cabellos a Antonio, sabiendo que eso no será suficiente. A continuación hace lo que ya se ha convertido en un rito. Le da un beso en la frente para luego acercársele al oído y susurrarle las mismas palabras.
-Yo no planeo irme a ninguna parte.
Se queda mirándolo, pensando en como nunca haría eso enfrente de un España lúcido, hasta que por fin los quejidos cesan. Lovino vuelve a recostarse, deseando que toda esta oleada de revoluciones acabe pronto. No sólo por el bien del mayor, sino para poder dormir mejor.
Género: Drama/Romance
Clasificación: G / K
Advertencias: -
Palabras: 297
Para hazy_kenyer , por mi meme de besos.
Beta: ter_killer
Lovino despierta al oír esos quejidos, que vienen repitiéndose noche tras noche. Se sienta sobre la cama, escudriña con vaguedad la oscura habitación y mira al español que yace a su lado. Antonio está tomando las sábanas entre sus puños y cada tanto mueve su cabeza de un lado al otro, entre pesadillas.
Siempre es lo mismo: desde que a algunos de los que él llama "sus hijos" se les ha dado por empezar a independizarse -lo que significa derramamientos de sangre en ambos bandos, disputas que no llegan a ningún lado y fuertes dolores en el pecho-, tiene pesadillas todas las noches. Y el italiano sureño es también víctima de todo esto, aunque en menor medida; sólo pierde algunas horas de sueño.
Por una parte entiende que ellos no pueden seguir en esas condiciones, que necesitan quitarse al gobierno que se les ha impuesto de encima. Pero por el otro no puede evitar simpatizar con el que está a su lado. ¿No ven que hacen sufrir a la persona que los crió y amó? Que los ha criado y que todavía ama.
Sin embargo, Lovino no puede ni quiere meter su nariz en algo que no le concierne… del todo.
Rezongando, le acaricia los cabellos a Antonio, sabiendo que eso no será suficiente. A continuación hace lo que ya se ha convertido en un rito. Le da un beso en la frente para luego acercársele al oído y susurrarle las mismas palabras.
-Yo no planeo irme a ninguna parte.
Se queda mirándolo, pensando en como nunca haría eso enfrente de un España lúcido, hasta que por fin los quejidos cesan. Lovino vuelve a recostarse, deseando que toda esta oleada de revoluciones acabe pronto. No sólo por el bien del mayor, sino para poder dormir mejor.