La esposa perfecta - Jennifer Conover

Jul 10, 2009 00:56


Fandom: Life
Título: La esposa perfecta
Personajes: Jennifer Conover. Menciones de Mark Conover y Charlie Crews.
Notas mías: este es un fic totalmente dedicado a Jennifer Conover conocida en el pasado como Jennifer Crews. No es un secreto que es un personaje que odio, (siempre tuve una teoría sobre ella, pero no va de eso el fic). sin embargo esto no es un afán de bashing... solo un intento de entrar en su personaje. Participa con 1083 palabras en el quinesob .


Jennifer Conover tenía la vida que muchas mujeres deseaban. Una preciosa casa de su propiedad, con el jardín perfecto, las paredes blancas y unos muebles de ensueño. Un hijo y una hija que alegraban sus días, y un esposo que la amaba por encima de todas las cosas. Tenía muchas amigas también. Asistía a actos de sociedad, y nunca tenía problemas para decidir la ropa que usaría. Era hermosa, delgada y fina, de una palidez atrayente y unos ojos grandes y verdes que reflejaban siempre paz y serenidad.

Era la esposa perfecta. Sabía cuando callar y cuando hablar, ser una anfitriona agradable y una visita exquisita. Iba con su esposo a todo lugar, y cuando veía a sus hijos su pecho latía con calidez, pues eran su mayor orgullo.

Había vivido nueve años de perfecta paz y tranquilidad. Sólo había algo que alteraba el mundo perfecto de Jennifer: su pasado.

Todos sabían sobre ello. No era posible moverse en el mundo de sociedad sin que algo como aquello fuera de conocimiento público. Sin embargo, las personas tenían la delicadeza de no mencionarlo nunca, y sabía que los comentarios a sus espaldas siempre eran de lástima y compasión: una mujer tan delicada como ella no merecía haber tenido tan mala suerte. Casarse con un monstruo.

Para la alta sociedad de Los Ángeles, Jennifer sólo había tenido un marido: Mark Conover.

Sin embargo, se empezó a hacer difícil ignorar el tema cuando empezó a aparecer de nuevo en los periódicos. Mark trataba de esconderlos, pero en la era de la información era imposible que Jennifer no escuchara las noticias en algún momento.

Se estaba tramitando una nueva apelación del caso de Charlie Crews por el triple asesinato de los Seybolt. Pronto hubo reportajes especiales de todos los medios, recordando los detalles.

Sin embargo, Jennifer no los necesitaba para que la cinta corriera de nuevo en su cabeza, pero desde un ángulo diferente.

“¿Muertos? ¿Tom… la familia?¡¡Muertos!!”

Los llantos compartidos con Charlie cuando supieron la noticia eran un recuerdo que venía a ella con más frecuencia de la que deseaba. Si pudiera arrancaría esa noche de su memoria. Nunca supo si él la había sujetado a ella, o ella a él, cuando ambos se derrumbaron bañados en lágrimas. Era su mejor amigo de toda la vida… Aún recordaba cómo vibraba la espalda de Charlie cuando los llantos lo destrozaron, y ella no sabía cómo abarcarlo con sus brazos.

Una excelente actuación, se repetía cada vez que lo recordaba, y las náuseas la invadían, seguidas de la oleada de tristeza.

“Dicen que yo lo hice, Jennifer. ¡Creen que yo lo hice!”

Ella había tratado de calmarlo, aquello no tenía sentido, probablemente se trataba de un malentendido. ¡Charlie jamás haría algo así, nadie podría pensarlo en serio!

Había estado tan segura de eso, creía haberlo conocido… Lo amaba tanto… Tanto, que cuando la sentaron en aquella sala y le explicaron las pruebas que tenían contra su marido, su mundo perdió el eje y todo se rompió.

El hombre con el que había vivido tanto tiempo. Ese que hacía el amor con esa mezcla de dulzura y pasión que la enloquecían. Con quien había planeado tener dos hijos y comprar una casa a las afueras cuando se pensionara… Él había matado a su mejor amigo, a su esposa, a su hijo. Era un monstruo al que no conocía, con el que no quería nada.

“No puedes creerlo, no… sabes que no lo hice. Jennifer, Jennifer, no lo hice. ¡Tú sabes que no lo hice! ¡Diles que no lo hice!”

Los gritos desgarrados de Charlie nunca la habían abandonado. Todavía por las noches, cuando Mark dormía plácidamente, con un brazo rodeando gentilmente su cintura, podía escucharlos de nuevo. Hacían eco en su mente, y le dolían.

Aún tomaba en ocasiones esas pastillas para dormir.

¿Cómo habría sido? Se preguntaba en ocasiones, esas noches que no las tomaba, y su mirada se perdía en la oscuridad de la noche que se colaba por la ventana. ¿Visitas todos los fines de semana, trámites para tener visita conyugal? ¿Llamadas de máximo cinco minutos?

No sólo él habría perdido su vida, ella también. No creerle había sido lo mejor para los dos. No había tirado su vida por la borda, aferrándose a la negación de que nunca había conocido a su marido.

Pero cuando aparecían nuevos rumores de la apelación, Jennifer sentía que su sangre se helaba, y era un poco más difícil respirar. Los gritos de Charlie, mientras se hundía el alambre de la cerca en la carne de las manos mientras veía impotente como ella se alejaba, inundaban su mente y su memoria. Era lo último que le había escuchado decir.

¡Diles que no lo hice!

Las sensaciones que la invadían eran tantas, que usualmente se tenía que sentar. El médico dijo que eran vértigos, pero ella tenía una explicación mejor. Era un corazón acelerado de una emoción extraña ante la idea de que Charlie fuera libre de nuevo. Un frío escalofrío muy parecido al miedo, un deseo desesperado de no sentir culpa.

El día que anunciaron el veredicto de inocencia, el mundo perfecto de Jennifer Conover se hizo pedazos. Los titulares la perseguían.

“Inocente.” “Doce años en prisión por un crimen que no cometió.” “Charlie Crews recupera su vida”

Aunque hubiera podido escapar de las noticias, no podía hacerlo de su memoria.

“Jennifer, Jennifer, no lo hice. ¡Tú sabes que no lo hice!”

Una parte de ella estaba feliz. Esa parte que le decía con alegría “¡nunca te casaste con un monstruo! ¡sí conocías a tu marido! ¡nunca hiciste el amor con un asesino!”. Pero la euforia no le duraba demasiado. Era más intensa la parte de sí que la señalaba sin piedad acusadora “Nunca hiciste el amor con un asesino. Creías conocer a tu marido, y lo creíste capaz de eso. Lo creíste un monstruo”.

Ahora Jennifer mira con cierta precaución por encima del hombro. Porque sigue teniendo todo lo que una mujer como ella puede desear. Sus hijos siguen siendo su mayor orgullo, y Mark la sigue viendo con amor. La reciben en las reuniones de sociedad, y sigue siendo hermosa, aunque se comente en los pasillos que su palidez ha aumentado en los últimos meses.

Nadie le menciona el tema, pero ella sabe que ahora es en lo que todos piensan cuando la ven del brazo de su marido.

No puede evitar preguntarse si siguen pensando que es la esposa perfecta.

Ella al menos, ya no lo piensa.

fandom: life, personaje: jennifer conover

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