30 días // JunSeung // Capitulo 18
18. Después de…
No hice nada. Me quedé ahí fuera, en la fría entrada de la cabaña, llorando. Me senté en el suelo, con la espalda apoyada en el árbol que había golpeado antes y escondí mi cara entre mis manos.
Su cara me había parecido tan amenazadora. Estaba claro que era verdad lo que me había dicho, YoSeob estaba en sus brazos, él era el oficial, al que podía coger de la mano en cualquier momento sin que nadie se sorprendiera. Yo me sentía como una colilla usada… Me sentía como una sucia prostituta.
Empecé a notar un dolor agudo en la mano, y comprendí que el golpe que había dado me iba a pasar factura. Me sequé las lágrimas como pude y entré de nuevo en la cabaña, yendo hasta el baño para lavarme. No me sorprendí cuando me vi los nudillos con algo de sangre, rasgados. No tenía ni idea de cómo se te quedaba la mano después de pegar a alguien, pero suponía que era algo parecido.
Después de haberme calmado lo suficiente como para que nadie más notara que había llorado, salí del baño y me senté en el sofá, mirando la puerta de la habitación, ahora cerrada. No iba a entrar… No quería pasar ni un minuto más ese estúpido sitio, con esos dos estúpidos dándose muestras de amor. El enfado pasó a transformarse en tristeza… y más tarde en un terrible dolor de estómago. Me recosté y cerré los ojos, dispuesto a que todo a mí alrededor se desvaneciera como el humo.
Desperté por un fuerte dolor en la mano. Abrí los ojos y me di cuenta que alguien me había tapado con una manta. Miré mi mano, estaba curada y con una venda… y en la mesa había un zumo de naranja en un vaso. Sonreí sin saber por qué. Me incorporé y escuché risas fuera, así que me acerqué hasta la ventana, observando como todos jugaban al fútbol. Suspiré cuando crucé la mirada con Jun, que dejó de sonreír al instante.
Corrí hasta el sofá de nuevo y bebí del zumo mirando a la puerta, sabiendo que entraría al instante. Cogí aire al ver como cerraba tras él y me miraba con una de sus cejas levantadas.
- De nada… -Su voz sonaba algo fría.
- ¿De nada? ¿Por qué? -No pude evitar quitarle la mirada; la escena de la noche anterior me apretaba el corazón con fuerza.
- … el zumo, la manta… La venda. -Se acercó a mí, pero no tomó asiento.
- ¿Fuiste tú? -Las mejillas me ardían, y no precisamente porque me sonrojara; quería llorar.- Gracias.
- ¿Qué pasó anoche…?
- Salí a caminar fuera… y luego me quedé durmiendo aquí sin darme cuenta. Pero tranquilo, no he pasado frío.
- … -Se quedó callado un instante, y supe que no se lo había creído por su manera de suspirar. Se sentó a mi lado y agarró la mano vendada, llevándosela a la boca y dándole un beso corto.- Esta noche no dejaré que vayas a caminar… No voy a dejar que te hagas más daño.
- … -Miré su cara y tragué saliva, aguantándome las ganas de llorar delante de él.- No seas estúpido, Jun. -Esbocé una falsa sonrisa.- Aprovecha el tiempo con Seob, que mañana por la tarde tendremos que irnos y no tendréis intimidad.
- … -Se inclinó sobre mí para darme un leve beso en los labios y acarició, con la mano libre, mi pelo.- Eres demasiado bueno…
No dije nada más, esperé a que me soltara la mano para terminarme el zumo e incorporarme después. Respiré profundamente y le toqué los labios con la yema de los dedos.
- Voy a ducharme y salgo con vosotros, ¿de acuerdo? -Asintió con una sonrisa triste.- ¿Alguno… ha dicho algo de mi venda?
- No se han dado cuenta, me he despertado yo primero y después te he tapado para que no cogieras frío. -Se levantó y caminó hasta la puerta.- No tardes, Sojuán…
Salió fuera y cerró tras él. Suspiré mirándome la mano, donde me había besado. Le quería… Estaba enamorado y me estaba volviendo realmente loco con la situación. Era como meter en un recipiente un gramo al día… el peso se estaba haciendo insoportable.
No hice nada. Me quedé ahí fuera, en la fría entrada de la cabaña, llorando. Me senté en el suelo, con la espalda apoyada en el árbol que había golpeado antes y escondí mi cara entre mis manos.
Su cara me había parecido tan amenazadora. Estaba claro que era verdad lo que me había dicho, YoSeob estaba en sus brazos, él era el oficial, al que podía coger de la mano en cualquier momento sin que nadie se sorprendiera. Yo me sentía como una colilla usada… Me sentía como una sucia prostituta.
Empecé a notar un dolor agudo en la mano, y comprendí que el golpe que había dado me iba a pasar factura. Me sequé las lágrimas como pude y entré de nuevo en la cabaña, yendo hasta el baño para lavarme. No me sorprendí cuando me vi los nudillos con algo de sangre, rasgados. No tenía ni idea de cómo se te quedaba la mano después de pegar a alguien, pero suponía que era algo parecido.
Después de haberme calmado lo suficiente como para que nadie más notara que había llorado, salí del baño y me senté en el sofá, mirando la puerta de la habitación, ahora cerrada. No iba a entrar… No quería pasar ni un minuto más ese estúpido sitio, con esos dos estúpidos dándose muestras de amor. El enfado pasó a transformarse en tristeza… y más tarde en un terrible dolor de estómago. Me recosté y cerré los ojos, dispuesto a que todo a mí alrededor se desvaneciera como el humo.
Desperté por un fuerte dolor en la mano. Abrí los ojos y me di cuenta que alguien me había tapado con una manta. Miré mi mano, estaba curada y con una venda… y en la mesa había un zumo de naranja en un vaso. Sonreí sin saber por qué. Me incorporé y escuché risas fuera, así que me acerqué hasta la ventana, observando como todos jugaban al fútbol. Suspiré cuando crucé la mirada con Jun, que dejó de sonreír al instante.
Corrí hasta el sofá de nuevo y bebí del zumo mirando a la puerta, sabiendo que entraría al instante. Cogí aire al ver como cerraba tras él y me miraba con una de sus cejas levantadas.
- De nada… -Su voz sonaba algo fría.
- ¿De nada? ¿Por qué? -No pude evitar quitarle la mirada; la escena de la noche anterior me apretaba el corazón con fuerza.
- … el zumo, la manta… La venda. -Se acercó a mí, pero no tomó asiento.
- ¿Fuiste tú? -Las mejillas me ardían, y no precisamente porque me sonrojara; quería llorar.- Gracias.
- ¿Qué pasó anoche…?
- Salí a caminar fuera… y luego me quedé durmiendo aquí sin darme cuenta. Pero tranquilo, no he pasado frío.
- … -Se quedó callado un instante, y supe que no se lo había creído por su manera de suspirar. Se sentó a mi lado y agarró la mano vendada, llevándosela a la boca y dándole un beso corto.- Esta noche no dejaré que vayas a caminar… No voy a dejar que te hagas más daño.
- … -Miré su cara y tragué saliva, aguantándome las ganas de llorar delante de él.- No seas estúpido, Jun. -Esbocé una falsa sonrisa.- Aprovecha el tiempo con Seob, que mañana por la tarde tendremos que irnos y no tendréis intimidad.
- … -Se inclinó sobre mí para darme un leve beso en los labios y acarició, con la mano libre, mi pelo.- Eres demasiado bueno…
No dije nada más, esperé a que me soltara la mano para terminarme el zumo e incorporarme después. Respiré profundamente y le toqué los labios con la yema de los dedos.
- Voy a ducharme y salgo con vosotros, ¿de acuerdo? -Asintió con una sonrisa triste.- ¿Alguno… ha dicho algo de mi venda?
- No se han dado cuenta, me he despertado yo primero y después te he tapado para que no cogieras frío. -Se levantó y caminó hasta la puerta.- No tardes, Sojuán…
Salió fuera y cerró tras él. Suspiré mirándome la mano, donde me había besado. Le quería… Estaba enamorado y me estaba volviendo realmente loco con la situación. Era como meter en un recipiente un gramo al día… el peso se estaba haciendo insoportable.