CRÓNICA
Por: Leopoldo Mendivil | Opinión
Fecha:Miercoles 5 de Noviembre de 2008 |
PRESIDENTE FELIPE CALDERÓN:
En tanto que la tragedia de ayer se aclare, espero que usted acepte y respete, con toda responsabilidad, las medidas de seguridad extremas que su Estado Mayor Presidencial tiene la obligación de adoptar por su seguridad, pues de ella depende la marcha del país.
La orden que usted está recibiendo de sus gobernados, es la más rigurosa precaución, el cuidado más absoluto de su integridad, como también de su familia y de todos sus colaboradores. No se puede permitir el menor riesgo de nadie.
En estos momentos de drama y consternación, la seguridad personal de todos los miembros del gobierno es un valor de primer orden para el país. No debe permitirse el menor riesgo de ninguno de ellos, porque cada uno ha cobrado un valor esencial para la seguridad integral del país.
Todos deseamos que el drama haya sido provocado por un accidente, una falla mecánica, un desperfecto de la nave en que sus colaboradores viajaban, pero no puedo, no podemos nadie pensar en un presunto responsable primordial, ese enemigo público número uno de todos los mexicanos que está siendo combatido por su gobierno y del cual el secretario de Gobernación era, después de usted y por la responsabilidad que desempeñaba, el segundo comandante en jefe de esa guerra:
Desde que usted anunció la batida en que su gobierno se empeñaría para frenar las acciones del narcotráfico, declaró y anunció que habría vidas perdidas, víctimas en los diversos frentes de la lucha. Han sido ya demasiadas las víctimas, muchas de ellas totalmente inocentes y otras más, involucradas por su responsabilidad en la batalla o por ser parte de los cárteles de la droga.
Han sido ya demasiados los muertos, escandalosas las cifras fúnebres de la guerra. La brutalidad de los enemigos de la nación ha sido atestiguada por todos. Es, pues, imposible dejar de señalar a alguna de las bandas criminales, como la autora del percance.
Nunca pudimos imaginar que la guerra contra el narco llegara a este límite de peligro. Nunca se debió permitir que esos grupos llegaran a ostentar la fuerza económica, el poder de fuego, la capacidad de penetración de las fuerzas policiales y militares que hemos conocido por conducto la información transmitida por los medios de comunicación. Nunca, nunca sus antecesores debieron claudicar por comodidad, por irresponsabilidad y hasta por probables connivencias, en el desarrollo de ese cáncer social nacional, a donde ha llegado el crimen organizado en la más insidiosa de las actividades delictivas que un país pueda soportar.
Y nunca nadie podrá negar el valor que usted tuvo cuando tomó la decisión de combatirlo.
Ahora, quienes tenemos el privilegio de escribir y hablar a través de los medios de comunicación tenemos una obligación primordial:
Debemos convocar a todos los actores de la vida pública nacional, a integrarse en la lucha contra ese enemigo de nuestro país.
Hoy es muy claro que no existe más enemigo común para todos que los envenenadores de la sociedad y los asesinos múltiples. Según los especialistas de la acción militar, cuando en un país las muertes rebasan el millar es porque se vive una guerra interna.
México ha excedido de sobra esa cifra. Y es una guerra que a todos involucra.
Acepto la posibilidad de estar cometiendo una equivocación, pero es una responsabilidad compartida por millones y millones de mexicanos. Sólo las investigaciones a fondo sobre el drama de ayer podrá modificar el sentimiento, la percepción y el temor que embarga al país.
Somos, presidente, una nación en vilo. Somos una sociedad amenazada.
Pero somos también un pueblo que demanda, que exige justicia. No merecemos el riesgo en que todos nos encontramos, pero es imposible eludir la responsabilidad que a todos concierne.
Si los que permitieron el crecimiento de esta amenaza pueden ser considerados como corresponsables de ella, los que estamos en vilo no podemos evadir nuestras obligaciones. Y una de ellas es exigir a todos los que tienen una representatividad política y social que no den un solo paso más en falso.
Ha llegado el momento de sumar la fuerza de la nación, obligar a la unidad de todos los sectores. El luto por todos los que hasta ahora han caído cubre al territorio nacional completo. Ni un metro es ajeno. Ni un mexicano se libra.
Se acabó el México de la irresponsabilidad. Se acabó el país de la mezquindad. Todo aquel que intente zafarse estará cometiendo una deslealtad imperdonable.
México debe tener un solo ejército integrado por más de 100 millones de militantes.
A usted le ha tocado la tremenda obligación de ser el comandante en jefe de este ejército.
La nación se lo demanda.
lmendivil@delfos.com.mx, m760531@hotmail.comLa nota en su contexto original:
http://www.cronica.com.mx/nota.php?id_nota=395860 Las opiniones de Leo siempre logran conmoverme, creo que es uno de los hombres más preparados en los medios impresos y sus palabras siempre son verdad y belleza.