Elías había tenido la fortuna de conocer el mundo, desde New York hasta Los Ángeles, desde Londres hasta Paris. Había caminado sin rumbo por las calles de muchas misteriosas ciudades, admirado su ritmo y cuestionado a su gente. Sin embargo ante sus ojos ninguna era tan perfecta y a la vez tan llena de defectos como la ciudad que ahora recorría,
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