Usualmente.
Usualmente después de un caso difícil suelo ir a un bar a lidiar con mis penas. Usualmente una copa de vino, una buena cerveza, un poco de música, el ambiente relajan mi cuerpo y me vuelven al centro. Usualmente una bella mujer complementa mi día, unos gritos al viento, besos, caricias mi nombre en estruendo relajan mi alma y me vuelven al centro.
Pero hoy es distinto, este caso es distinto, el Comandante no fue asesinado, se quito la vida porque después de su trabajo ya no había nada más en la vida que lo animara a seguir. La perspectiva de que ese puedo ser yo en algunos años me aprieta el estomago. Así que voy a un bar a lidiar con mis penas pero lo que usualmente me ayuda ahora me ahoga. Y es que debe haber algo más, algo más que lo usual.
Viento a favor.
Hace apenas unos minutos que se ha ido y ya lo extraño. ¿Por qué no nos conocimos antes? ¿Por qué nunca me di la oportunidad de mirarlo a los ojos? Porque nunca sonreí como loca al verlo correr con ese extraño gorro naranja por las calles vacías?
¿Por qué nunca se cruzaron nuestros caminos más allá de los confines de este hospital? ¿Por qué la vida se ha reído de mí tan descaradamente? ¿Por qué lo siento tanto si tan solo era un extraño? ¿Por qué no nos conocimos con el viento a favor, y no corriendo para el otro lado? Y es que ahora mi amor por él se hizo viento y no puedo alcanzarlo.
Whisky.
Su amargo sabor me quema la garganta, me despierta, me indica que aun sigo aquí. Después de 3 copas mis sentidos se nublan, se apagan mis ideas, se quiebra mi vista, se alerta su ausencia.
Y aquí contemplando mi bote incompleto, botella en mano para hacerme compañía, no puedo dejar de pensar cuanto me hacen falta. Así que vamos amigo whisky has tu trabajo, ayúdame a olvidar aquellos a los que tanto extraño.