[Shot] Supernatural - Marcas
Solo a veces, porque la generalidad implica una negación constante.
Se autoconvence de que es un impulso que no controla, una cosa loca de su demonio.
(Porque tiene un demonio dentro. Y si no lo tiene, lo inventa. Que de algo le sirva haber muerto y ser un maldito psíquico)
Cuando lo toma, mira su cuerpo en constante lucha y piensa “Este es mi Dean”. Ese que pelea, que se niega, que no se rinde. No ese resignado marica que a veces toma su lugar en el asiento del Impala y que trata de engañarle, diciéndole que es su hermano.
No señor, no se lo creerá jamás.
El problema radica en que la única forma de convencer al impostor de que le devuelva a su hermano, es así. A la fuerza, con brutalidad.
“Tú sí eres Dean” sonríe al terminar. Pero casi siempre le saltan las lágrimas en ese momento, y masculla blasfemias y maldiciones. “Claro, y ahora quieres tomar mi lugar…”
Mirando el amanecer, piensa en cómo los demonios no entienden que Dean le pertenece. Vendió un alma que no le pertenecía, eso es penado por ley. Lástima que el maldito Dios no tuviese un Servicio al Cliente o algo así como para estampar una denuncia.
“Mi hermano vendió su alma, pero es mía, y los demonios vienen a cobrarme. Quiero compensación”
Compensación. Retorno. Algún extra por el infierno que lleva viviendo durante tantos meses.
“No te lo voy a dar…” Murmura contra la ventana. “Es mío”
Le recorre los brazos y el torso admirando las marcas que lucen.
“Es mío, ¿no lo ves?” Acaricia cada cicatriz amilanada con el tiempo, y aquellas que son nuevas y provocadas por sus manos. “Cada una dice Propiedad de Samuel Winchester”
De pronto Dean abandona el Sammy. También deja de hablar.
La mañana que desapareció -días antes de la finalización del contrato- Sam simplemente tomó la Colt de su hermano y se dio un tiro en la boca.
“Hasta el infierno” Murmuró antes de disparar el gatillo. “Hasta el infierno”
~+~
Se autoconvence de que es un impulso que no controla, una cosa loca de su demonio.
(Porque tiene un demonio dentro. Y si no lo tiene, lo inventa. Que de algo le sirva haber muerto y ser un maldito psíquico)
Cuando lo toma, mira su cuerpo en constante lucha y piensa “Este es mi Dean”. Ese que pelea, que se niega, que no se rinde. No ese resignado marica que a veces toma su lugar en el asiento del Impala y que trata de engañarle, diciéndole que es su hermano.
No señor, no se lo creerá jamás.
El problema radica en que la única forma de convencer al impostor de que le devuelva a su hermano, es así. A la fuerza, con brutalidad.
“Tú sí eres Dean” sonríe al terminar. Pero casi siempre le saltan las lágrimas en ese momento, y masculla blasfemias y maldiciones. “Claro, y ahora quieres tomar mi lugar…”
Mirando el amanecer, piensa en cómo los demonios no entienden que Dean le pertenece. Vendió un alma que no le pertenecía, eso es penado por ley. Lástima que el maldito Dios no tuviese un Servicio al Cliente o algo así como para estampar una denuncia.
“Mi hermano vendió su alma, pero es mía, y los demonios vienen a cobrarme. Quiero compensación”
Compensación. Retorno. Algún extra por el infierno que lleva viviendo durante tantos meses.
“No te lo voy a dar…” Murmura contra la ventana. “Es mío”
Le recorre los brazos y el torso admirando las marcas que lucen.
“Es mío, ¿no lo ves?” Acaricia cada cicatriz amilanada con el tiempo, y aquellas que son nuevas y provocadas por sus manos. “Cada una dice Propiedad de Samuel Winchester”
De pronto Dean abandona el Sammy. También deja de hablar.
La mañana que desapareció -días antes de la finalización del contrato- Sam simplemente tomó la Colt de su hermano y se dio un tiro en la boca.
“Hasta el infierno” Murmuró antes de disparar el gatillo. “Hasta el infierno”
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