Regalo para
lauranio. Me salto el cannon por el forro por la sencilla razón de que me había olvidado de todo ya, así que he escrito lo que me ha parecido.
Titulo: A pesar de todo
Fandom: Veronica Mars
Pairing: Dick/Mack (ligero)
Summary: Quizás, a pesar de todo, Mac y él podrían ser amigos. O algo así.
Advertencias: spoilers de la temporada 3. Incoherencia con el cannon. Cutrez. Primer fic del fandom.
A pesar de todo
(Dick/Mac)
A Dick Casablanca le gustaban las chicas fáciles, porque él era un chico fácil. No buscaba una conversación inteligente y ni siquiera esperaba que entendieran del todo sus chistes (le bastaba con que se rieran de ellos, con esas risitas complacientes que prometían un buen rato con poca ropa) mientras tuvieran ganas de pasarlo bien.
Quizás podrían tildarle de frívolo y quizás se lo merecía (medio campus había visto su culo, la otra mitad le había dado calabazas e incluso llegó a casarse en Las Vegas con una chica que conocía desde hacía menos de una semana), pero en el fondo, debajo de sus camisas hawaianas y la piel bronceada por las tardes de surfeo en la playa, Dick tenía corazón. Algo alcoholizado y por tanto sedado la mayor parte del tiempo, pero un corazón a fin de cuentas. Latía, se paralizaba y dolía a veces.
Últimamente lo hacía más de la cuenta. Tanto que ni un barril de la mejor cerveza alemana ingerido a velocidades insanas mientras media fiesta le vitoreaba y golpeaba con la mano extendida la mesa de las bebidas lograba adormilarlo lo suficiente para que pudiera olvidar. Tanto que ni la compañía de la chica más guapa, tonta y promiscua colándole las manos bajo el pantalón lograba distraerle del todo. Tanto que fingir ser la persona más inconsciente, idiota y alocada del mundo, ser el graciosillo de la universidad de Neptune a tiempo completo, le resultaba tan agotador que acababa apareciendo en el hotel de Logan sin poder contener las absurdas ganas de llorar.
Tanto que no había nada, ninguna droga, persona o actividad posible, capaz de sacarle de la cabeza al estúpido de su hermano Cassidy. (Ahora pensaba en él como Cassidy, siempre. Nunca Beaver. No soportaba oír ese nombre).
Porque todos los remordimientos, todas las cosas en las que nunca había reparado, todas las ganas de descubrir quién era en realidad su hermano, habían llegado justo después de que él saltara de la azotea de un hotel porque Logan no pudo responderle a una sencilla pregunta. No pudo decirle que sí habría alguien a quien le importaría que se hiciera papilla contra el suelo y dejara para siempre ese mundo.
Porque nadie, ni siquiera el propio Dick, sabía que le importaría tanto. Era eso, probablemente eso, lo que más le carcomía por dentro de todo el asunto. No había sido capaz de darse cuenta de todo lo que quería a ese enano esmirriado y de ojos tristes hasta el momento en que lo perdió.
Por eso, él no culpaba a Cassidy, no le odiaba a pesar de haber violado a Verónica Mars y puesto una bomba que mató a más de veinte personas en un autobús escolar. Porque culpaba al cabrón de su padre, a su madre más interesada en su nueva familia que en ellos y sobre todo, se culpaba a sí mismo. Por todas las veces que le vaciló, que lo ridiculizó, que lo humilló. Por todas las tardes en las que Cassidy llegaba llorando de sus entrenamientos y él le llamaba marica y se burlaba porque creía que lloraba por ser malo jugando al beisbol.
Se culpaba por haber sido un hermano de mierda, que nunca se preocupó por conocer a Cassidy, que nunca se imaginó por todo por lo que había pasado. Se culpaba por haber estado tan borracho la noche en que su hermano se suicidó que, cuando le dieron la noticia de su muerte no se lo creyó y al día siguiente al despertar resacoso, lo había olvidado por completo.
Pero no podía hablar de eso con nadie. ¿Con su padre, ocupado en ocultarse de la justicia en alguna isla llena de palmeras y tías buenas veinte años más jóvenes que él en bikini? ¿Con su madre, en Europa, que sólo sabía hablar de lo dechados de virtudes que eran sus medio hermanos? ¿Con Logan, de cuya novia había abusado Cassidy? ¿Con alguna de las chicas con cerebro de ameba que desfilaban por su vida? ¿Con alguno de sus colegas de borrachera, únicamente interesados en fiestas y en meterla?
Estaba solo en eso, completamente solo. Se decía que no importaba, mientras se hundía más y más en una espiral de drogas, gamberradas y autodestrucción. Nunca fue de los que se sentaban a hablar de sus sentimientos. Nunca fue de los que creyó tenerlos.
No se le ocurrió pensar en Mac hasta que la vio en una fiesta de los Pi Sigma. Ni siquiera debería haberla distinguido entre tanta gente, pero llamaba la atención por no estar borracha, bailando o dándose el lote con alguien. De hecho, llevaba un vaso en la mano pero lo agarraba de una manera tan rígida que parecía estar sujetando una serpiente de mil cabezas que le atacaría si no se andaba con cuidado.
No habían hablado mucho desde la muerte de Cassidy. Se veían a veces por el campus, él solía ir con Logan, ella con Verónica, y se saludaban con un gesto de cabeza como mucho mientras los tortolos se besuqueaban. Alguna vez Dick soltaba algún comentario que él creía gracioso para llenar el silencio incómodo. Entonces Mac le contemplaba con su mejor cara de “Eres idiota” y miraba a cualquier otra parte, como si él no estuviera allí, hasta que Verónica se despegaba de Logan y se marchaban.
En realidad nunca le pareció una chica muy simpática y para ser sincero no había hecho mucho para llevarse bien con ella cuando salió con Cassidy. Bueno, él se alegraba de que su hermano al fin se hubiera echado novia (había empezado a sospechar que le iban más los chicos. Vamos, nunca había tenido una novia. Ni una, ni siquiera una de esas con las que rompías a las dos horas con un simple “Corto” y ella te decía “Vale” porque en realidad no os importabais un carajo), pero bueno, había esperado alguien más… ¿cachonda? ¿Normal?
Esa tal Mac, bueno, ¿quién era? Ni siquiera se había percatado de su existencia antes de que empezara a salir con Cassidy. Puede que le sonara vagamente de verla con Verónica Mars y en su mundo, eso no le daba precisamente puntos a favor. Además, era una chica rara. De esas que se sentían insultadas si intentabas darte el lote con ellas sin haber hablado antes durante horas sobre cosas aburridas y que a nadie le importaban como el cine europeo o el existencialismo ruso. Y además era una experta en ordenadores, lo que apestaba claramente a freaky. Podía habérselo pasado por alto si al menos fuera guapa, pero no lo era en absoluto. Bajita, con un rostro normal y un cuerpo del montón.
Nah.
Había machacado mucho a Cassidy para que se buscara a alguien mejor y no es que se enorgulleciera de ello, pero no se había molestado en disimular lo poco que le gustaba para su hermano delante de ella.
Sin embargo, Mac había tratado a Cassidy mejor que él. Probablemente mejor de lo que nadie lo hizo en toda su corta y trágica existencia, y en esos momentos, Dick agradecía saber que su hermano al menos la tuvo a ella. A alguien que le supo querer tal y como era, sin intentar cambiarlo.
Quizás por eso se acercó a Mac sin pensárselo dos veces.
-Eh, Mac, ¿cómo va eso? -preguntó con alegría, como si fueran amigos de toda la vida.
Ella se puso aún más tiesa y le miró con interrogación, obviamente preguntándose si estaba borracho. O mejor, cómo de borracho.
No parecía que fuera a responderle.
-La fiesta mola, eh -insistió él, tratando de sacar conversación.
-En realidad…yo ya me iba -replicó Mac después de mirarle como si fuera un marciano durante unos segundos. Incómoda, se despidió con un torpe movimiento de mano y desapareció entre la gente.
Dick abrió la boca para retenerla pero ya casi la había perdido de vista entre tanto universitario, así que se apresuró a seguirla hasta una mesa de bebidas donde Mac posó su vaso de plástico.
-Hey, espera -Dick le puso una mano en el hombro para llamar su atención y Mac se apartó como si le quemara. Dio un paso atrás y se quedó mirándole con desconfianza y confusión. ¿Tanto le sorprendía que fuera amable? Vale, había sido un poco capullo en el pasado pero no era para tanto, no mordía -Te acompañaré a la residencia -se ofreció, jovialmente.
Dick recordaría esa fiesta como la fiesta en la que logró dejar sin palabras a Cindy Mackenzie, alias Mac.
-Hay un violador suelto por el campus, ¿no lo sabías? -preguntó en tono teatral -No deberías ir por ahí sola.
-Si esto es una broma… -comenzó Mac, empezando a cabrearse.
-Hablo en serio -Dick se llevó las manos al pecho con solemnidad -Sólo quiero acompañarte, ¿vale?
Mac guardó silencio durante unos largos segundos, como calibrándole. Algo debió ver en sus ojos porque de pronto el semblante le cambió y dejó de mirarle como si fuera un capullo gilipollas y borracho para ser sólo un gilipollas moderadamente borracho.
-Está bien -cedió, a todas luces incómoda.
Salieron de la fiesta en silencio, Mac con los brazos cruzados y Dick con las manos en los bolsillos, pateando todos los vasos y latas vacías que se encontró a su camino. No hablaban y había un silencio tenso entre ambos. Un silencio y un par de metros, porque Mac caminaba tan rápido como si fuera a apagar un incendio, dejándole atrás deliberadamente.
No llevaban ni dos minutos juntos y Dick ya empezaba a sentirse un estúpido. Estaba lo suficientemente borracho como para admitir que esa era la razón principal por la que Mac nunca le gustó: era tan inteligente y tan diferente a las chicas con las que solía tratar que le hacía sentirse un auténtico idiota. Sus bromas y sus comentarios atrevidos no servían de nada con ella y comenzaba a pensar que tal vez no había sido una buena idea insistir en acompañarla.
¿Qué había pensado? ¿Qué le daría una especie de absolución por haber sido un auténtico hijo de puta con Cassidy si le demostraba que estaba arrepentido? ¿Qué podría descubrir quién había sido realmente su hermano a través de Mac? ¿Qué ella comprendería lo que sentía?
Que se sentiría igual que él.
Porque fue al entierro, fue al entierro de su hermano. Fue de las pocas personas en acudir, fue la única que asistió por Cassidy. Logan estuvo allí, claro, pero sólo para apoyarle a él. Sus padres aparecieron también, pero ni siquiera se hablaron en toda la ceremonia y cuando ésta acabó se enzarzaron en una discusión sobre quién tenía la culpa de que su hijo hubiera “salido así”. Entonces Logan sacó a Dick de allí, sabiendo que si seguía escuchando a sus padres discutir haría alguna locura. Pero cuando miro atrás, a la tumba donde ahora descansaba su hermano, la única persona que quedaba allí era Mac. Con un abrigo negro, la cabeza gacha y lágrimas en los ojos.
A pesar de todo.
La vista se le nubló al recordar el entierro y Dick se detuvo de pronto, alterado, mareado y cabreado. Con él, con Cassidy, con el mundo. Con Mac.
-Le echo de menos, ¿sabes? -gritó desafiante a la espalda de la chica, pero la voz se le partió al final y sonó aguda por culpa de un llanto que no era capaz de contener.
Mac, que ni siquiera se había dado cuenta de que Dick había dejado de andar, se detuvo, pero tardó unos segundos más en girarse para mirarle a la cara. Él comprendió que sabía perfectamente de quién estaba hablando.
-¿A Cassidy? -preguntó igualmente y se abrazó a sí misma.
Le llamó Cassidy, no Beaver.
Quizás fuera una tontería pero ese simple gesto hizo que Dick se sintiera menos solo que nunca en los últimos meses. Menos solo que cuando estaba Logan o rodeado de gente. Y eso era tan reconfortante que sintió aún más ganas de llorar.
-Yo también -reconoció ella tras un largo silencio -A pesar de todo.
Dick se sintió como si hubiese encontrado una válvula de escape por la que dejar salir un poco de dolor. Esa válvula era Mac.
No sabía por qué, apenas se conocían y ni siquiera se caían bien. Pero sabía que ella le escucharía, que era la única que lo haría de verdad.
-En realidad no era un mal chico -dijo con voz tomada. Sentía el impulso de defender a su hermano, a pesar de que si había alguien que le entendiera era precisamente ella - Él no haría daño ni a una mosca. Una vez le di una patada a nuestro perro y se echó a llorar, ¿entiendes?
Estaba borracho, llorando y necesitaba demostrar que Cassidy no había sido un asesino en realidad. Necesitaba que Mac le creyera, o tal vez, creérselo él mismo.
Porque era su hermano y hubiera sido lo que hubiera sido, él le quería. Sólo que se había dado cuenta demasiado tarde.
-Nunca molestó a nadie y cuando yo me metía en líos y le echaba la culpa para que mi padre no me bajara la paga otra vez, él nunca me delataba. Se quedaba callado y aceptaba el castigo. Y yo nunca le di las gracias, nunca -se atragantó con el nudo de lágrimas en su garganta, mareado. La cabeza le daba vueltas y apenas era capaz de enfocar a Mac, pero no podía parar de hablar entre sollozos-Todo es culpa mía en realidad. Fui un hermano de mierda, tú lo sabes. Cassidy te lo contó, seguro que te lo dijo…
-Cassidy nunca me habló mal de ti.
Dick casi se había olvidado de que Mac estaba ahí, ni siquiera se había dado cuenta de que ella se le había acercado mientras hablaba. Estaba casi al alcance de sus brazos y por primera vez no estaba mirándole como si fuese una criatura de otra especie. Había pena en sus ojos azules. Pena por él, pena por Cassidy, pena por ella.
Probablemente estaba mintiéndole por compasión, pero a Dick no le importaba. Necesitaba oír que Cassidy no le había odiado. Era lo que había necesitado todo ese tiempo y fue eso lo único que logró calmarle. Se frotó los ojos con el dorso de la mano para limpiar las lágrimas y se sorbió la nariz ruidosamente. Después metió las manos en los bolsillos de sus pantalones vaqueros, sin atreverse a mirar directamente a Mac por si su cara delataba que lo que había dicho era mentira.
-¿En serio? -insistió, y se aventuró a lanzarle una rápida mirada de soslayo, los ojos ocultos tras el flequillo rubio.
-En serio -prometió ella.
Dick casi sollozó de alivio, pero se contuvo, avergonzado. Ya había montado bastante el numerito delante de Mac.
-También tuvimos buenos momentos, ¿sabes? -dijo, alentado por la mirada comprensiva de la chica -Alguna vez conseguía que se divirtiera un poco y me ayudara a liarla. Le regalé condones cuando cumplió catorce años y le defendía siempre del caraculo de nuestro primo George. Quizás no fui un hermano tan patético después de todo, ¿no?
Mac sonrió con incredulidad y Dick supo que el momento había pasado. Se sentía volver poco a poco a su verdadero yo, el de la profundidad emocional de un dedal. Eso sí que era un gustazo.
-¿Qué pasa? ¿No me crees? -la retó -Una vez le levanté la falda a Martina, la chica que limpiaba nuestras habitaciones, para que Cassidy le viera las bragas. Él no se habría atrevido ni aunque la vida le dependiera de ello.
Mac le lanzó una mirada asesina, en su línea.
-¿Qué? Tenía doce años y si no fuera por mí, no habría sabido lo que eran unas bragas -se justificó él, echando a andar de nuevo.
Mac chascó la lengua en señal de desaprobación, pero le siguió. Durante el resto del camino hasta su residencia, Dick le amenizó el camino contándole anécdotas de su infancia con Cassidy, a cada cual peor, logrando que Mac emitiera murmullos indignados y comentarios sarcásticos directos a la yugular, pero a pesar de todo el rubio se sintió más ligero y libre de lo que lo había hecho en meses. A la cuarta anécdota, que implicaba sobornar a una alumna de noveno para que le diera a Cassidy su primer beso, Mac ya había olvidado por completo que unos minutos atrás Dick había estado llorando como un crío y eso era precisamente lo que él pretendía.
No le gustaba que una chica le viera llorar, era antinatural. No quería que nadie supiera que tenía sentimientos, era su secreto. Tantos años creándose fama de superficial no podían irse al garete por una noche en que el alcohol le sentó especialmente mal.
(Decidido, no volvería a beber cerveza alemana).
Y así llegaron a la residencia de Mac, casi sin darse cuenta. Entonces Dick se calló y ambos se detuvieron, incómodos. No sabían cómo despedirse.
-Bueno, McEnroe…
-Es Mackenzie -bufó ella.
Dick sonrió interiormente. Al menos había logrado que ella se relajara.
-Mackenzie -repitió -Ya nos veremos por ahí. Quizás tengas suerte y te acompañe a casa otro día.
Mac puso los ojos en blanco.
-No puedo esperar -ironizó.
Otro silencio incómodo. Dick sabía que Mac estaba esperando que se fuera, pero por alguna extraña razón, quería prolongar ese momento un poco más.
-Quizás deberíamos vernos algún día tú y yo -propuso. Se las apañó para que sonara como si le estuviera haciendo un favor a Mac, para que ella no sospechara lo mucho que le gustaría volver a verla otra vez.
-¿Me estás proponiendo una cita, Casablanca?
Él se quedó pálido y sin palabras, como si su madre le hubiera descubierto leyendo revistas porno.
-No, no, yo… -se apresuró a replicar, tartamudeando.
Mac arrugó las cejas, con ese gesto de “Idiota, este tío es rematadamente idiota” tan suyo.
-Era una broma -aclaró.
-Ya lo sabía -puntualizó él rápidamente y después fingió que le daba la risa -¿Te lo has creído? Esa ha sido buena, Mackenzie.
Por su cara, era evidente que había pasado de idiota a chalado en la opinión de Mac.
-Bueno, yo… voy a entrar -dijo, sacándose las llaves de su habitación de un bolsillo de los pantalones, dejándole claro de que era hora de que se marchara -Gracias por acompañarme y protegerme del violador misterioso -añadió con sarcasmo.
-Así soy yo, un caballero -para demostrarlo, Dick se quitó un sombrero imaginario con gesto galante.
Cuando Mac se dio la vuelta, aún estaba sonriendo y negando con la cabeza. Dick se quedó en el sitio, observándola caminar hasta el portal del edificio y de pronto sintió el impulso de decir algo.
-¿Sabes, Mackenzie? -dijo a voz en grito. Mac se volvió hacia él cuando ya estaba casi en la puerta -Ahora entiendo qué vio mi hermano en ti.
Mac se quedó paralizada, como si nunca hubiera esperado oír algo así de él, pero finalmente le sonrió, casi con timidez. Como para quitarle hierro al asunto, Dick le guiñó un ojo y después se marchó, manos en los bolsillos y sonrisa absurda en la cara.
Quizás, a pesar de todo, él y esa freaky de los ordenadores podrían ser amigos.
O algo así.
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Si alguien lo lee, que lo dudo, le agradecería su opinión. Besos!!