Necesidad [HP] Draco/Ginny (ii)

Apr 09, 2010 00:05

Parte 1, aquí.


La primera vez que se acostaron, Ginny pensó vagamente que eso no debería haber sido así.

Debería haber sido Harry, le susurraba una voz al oído, disolviéndose como un caramelo en la punta de su lengua entre las respiraciones roncas y agitadas de Malfoy en su cuello. Debería haber sido con él, insistía desesperada cuando apretaba con más ímpetu las caderas de Malfoy con los muslos.

Pero ella cerraba los ojos, se mordía los labios y apartaba esa voz de su mente, haciendo y dejándose hacer. Sí, debería haber sido Harry, pensaba con una mezcla entre tristeza y una indiferencia desafiante, pero él no estaba allí. No le había permitido ir con ella y Ginny tenía que continuar.

Esto está mal, insistía la voz, pero Ginny buscaba la boca de Malfoy y se enroscaba a sus gemidos con la lengua, ahogándose pero sin apartarse porque ya no le importaba lo que estuviera bien o mal.

¿Por qué? Preguntaba, pero ella no tenía respuestas. Tenía las manos del joven alzándola con cierta torpeza nerviosa para cambiar el ángulo de la penetración y después deslizarse dentro de nuevo, inexperto pero impetuoso.

Tenía que ser con Malfoy, la censuraba su conciencia. Y Ginny le enredaba los dedos en el pelo rubio y sus dientes se chocaban entre labios y lengua por el violento vaivén, y gemía, alto y agudo, sólo para ahogar la voz, sólo para escuchar la suya y recordar que seguía siendo ella.

Harry nunca te lo perdonará, amenazaba. Pero Ginny se pegaba más a Malfoy, movía las caderas instintivamente, jadeando, e intensificaba el beso, rindiéndose al olvido del sexo.

Te arrepentirás, amenazó la voz. Entonces Malfoy se descargó y el movimiento cesó con un último gemido ronco. Ginny no alcanzó el mismo placer pero a pesar de ello se sintió fuerte y decidida. Rebelde, desafiante, capaz de todo.

“No me importa”, respondió, su cuerpo aún enredado al del Slytherin.

Y la voz de la conciencia, tal vez de la cordura, desapareció para siempre.

Hubo otras veces, muchas más. Otros encuentros, sin palabras, sin miradas, sólo besos y túnicas de las que deshacerse cada vez con mayor facilidad. Gemidos ahogados, sollozos a medias y delirante fricción.

Daba igual quienes fueran. Daba igual que estuviera tocando a una traidora a la sangre, la última de una familia entera de pobres traidores a la sangre. No importaba que la mayor parte de su casa considerara indigno tocarla, que hacerlo le rebajara como sangre limpia. Que su padre se avergonzaría de saberlo.

Nada de eso importaba. Sólo importaba que cuando se quitaba la ropa dejaba todo su temor, toda su soledad, todo su vacío con ellas, amontonado en el suelo esperando a que se lo volviera a poner. Sólo importaba que cuando la desnudaba, descubriendo porción a porción piel blanca y pecosa, se sentía humano y vivo. Sólo importaba olvidar, con la Weasley sobre él, tocándole y besándole, arrancándole con la yema de los dedos y los labios húmedos y certeros, los recuerdos más dolorosos y puntiagudos. Sólo importaba sentir, justo antes de explotar, justo en el instante en que ya no podía contenerse más, que tenía alma.

Y eso era suficiente.

La última vez fue diferente. Fue el último día de clase antes de las vacaciones de Navidad.  Ginny sabía que no iba a regresar al colegio, que las cosas se habían puesto demasiado peligrosas. Malfoy sabía que ella no podía seguir en Hogwarts por su propia seguridad.

-No voy a volver -anunció ella cuando Draco ya estaba pasándole los labios por el cuello. Lo hizo así, en ese momento, para no tener que mirarle.

Él se detuvo y guardó silencio por unos largos segundos.

-Lo sé -dijo al cabo, la voz apagada y amortiguada contra su piel. No trató de buscarle los ojos.

Se quedaron quietos unos instantes, enlazados. Él tenía una mano en su cadera, la otra cubriéndole un pecho. Ella sujetaba un mechón de su cabello entre los dedos, la otra mano se aferraba al cuello de su túnica a medio abrochar.

No había más qué decir. No habría más ocasiones. El consuelo y las fuerzas se habrían acabado para siempre después de ese día. Pasara lo que pasara, ganara quien ganara esa guerra, no habría una segunda parte para los dos.

Esa vez todo cambió. Fue más lento y pausado, sin prisas, como si quisieran alargar ese momento hasta el infinito sabiendo que no les quedaban más. Estiraron la curva del placer más allá de lo posible hasta que la línea del sexo se hizo tan fina que esa conexión que habían pretendido que no existía se liberó y les anegó mientras arrojaban sus cuerpos al encuentro del otro. Y cuando ya no pudieron prolongarlo más, cuando todo lo que les quedó fue el sudor frío y esa sensación de debilidad y placer entretejiéndose en todos los miembros de sus cuerpos, permanecieron quietos, casi abrazados, conteniendo las ganas de gritar.

Después Ginny se levantaría y se alejaría de él. Se vestiría sin mirarle y se marcharía sin decir adiós. Draco tomaría su ropa y se la pondría despacio, abstraído, saboreando esos instantes de escapismo en las últimas reminiscencias de lo que acababa de suceder. Cuando ya no pudiera retrasarlo más, saldría y regresaría a la realidad, hundiéndose un poco más a cada paso bajo su peso.

Lo que había sucedido, moriría con ellos. Nunca lo hablarían con nadie, ni entre ellos. No querrían recordarlo, pero lo harían.

No volverían a hacerlo. Cambiarían sus vidas, cambiarían sus circunstancias, cambiaría todo. Pero su necesidad persistiría.

Los dos, congelados en ese instante, en el último, lo sabían. Draco sabía que se ahogaría cada vez más cuando ella no estuviera, Ginny sabía que languidecería lentamente en la Madriguera, sin él para darle energía.

Pero también sabían que no lo podían cambiar.

Ginny se levantó y se alejó de él. Se vistió sin mirarle y se marchó sin decir adiós. Draco tomó su ropa y se la puso despacio, abstraído, saboreando esos instantes de escapismo en las últimas reminiscencias de lo que acababa de suceder. Cuando ya no pudo retrasarlo más, salió y regresó a la realidad, hundiéndose un poco más a cada paso bajo su peso.

Nunca pudieron decir cómo empezó, nunca quisieron analizar cómo acabó. Pero siempre supieron que, de una manera inesperada e incomprensible, durante la segunda guerra mágica, Ginny Weasley y Draco Malfoy se mantuvieron vivos el uno al otro.

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Como de costumbre, se agradece cualquier opinión :)))

het, fandom: hp, pairing: draco/ginny

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