Regalo para
nasirid.
Titulo: Far away
Fandom: Battlestar Galactica
Pairing: Chief/Boomer
Summary: Miró el bosque preguntándose si allí, en completa soledad, sería capaz de arrancarse del corazón a Boomer.
Advertencias: spoilers de la serie completa. Cutrez.
Far away
(Jefe/Boomer)
La Tierra. El lugar que llevaba años buscando junto a todos los supervivientes de las doce colonias, cylons y humanos por igual. Y ahora que estaba en ella, Galen Tyrol, Jefe de apodo y de profesión, se daba cuenta de que lo único que le pedía a su vida era paz y soledad.
Allí donde mirara sólo veía supervivientes esperanzados, buscando un lugar donde establecer su nuevo hogar junto a lo que quedaba de sus familias y sus seres queridos. Galen estaba solo, con un bulto como único equipaje, pero no necesitaba más. No quería conservar nada más de su pasado.
No hubo despedidas. Sólo le dijo a Ellen y Tigh que iba a marcharse, no informó a nadie más. Simplemente reservó uno de los últimos Raptors que quedaban en el planeta y escogió en los planos digitales de la Tierra una isla desierta, separada por varios kilómetros del continente más cercano.
Cuando llegó la hora de partir y se acercó a la nave acordada, Galen Tyrol sintió que el destino estaba riéndose de él por última vez. La piloto que le llevaría a su destino no era otra que una número Ocho.
Dijo llamarse Nancy, le informó cuánto duraría el trayecto e hizo el resto del viaje sin decir una palabra. No hacía falta que hablara, verla, con el traje de los pilotos de Galactica, el pelo recogido en una coleta y el rostro concentrado mientras manejaba la nave era más que suficiente para despertar ese sentimiento de nostalgia entremezclado con traición que le llenaba el pecho cada vez que recordaba a Boomer.
Pensó en la primera vez que la vio, en la cubierta de despegue, cambiándose el casco nerviosamente de mano a otra ante la perspectiva de su primer vuelo. Ojos achinados, pelo oscuro, rostro dulce. Jefe la miró con cierta compasión, parecía pequeña y perdida entre las idas y venidas de pilotos y personal de mantenimiento del hangar.
Se acercó a ella para darle unas palabras de ánimo. No era nada especial, lo hacía a menudo con los pilotos nuevos. Les daba una palmadita en la espalda y les pedía, con expresión seria que luego se convertía en una sonrisa afable, que trataran bien a sus naves.
-Bienvenida a Galactica -le dijo. Ella le miró con ojos asustados -¿Tu primer vuelo?
-Sí -balbuceó, y no fue capaz de decir nada más.
-Soy Galen Tyrol, aunque todos por aquí me llaman Jefe. Soy el jefe de mantenimiento.
-Sharon, Sharon Valerii -replicó la joven y le tendió una mano titubeante. Cuando Jefe se la tomó, notó que le temblaba un poco y le dio un pequeño apretón para reconfortarla.
-¿Cuál es tu raptor? -se interesó. Sharon le señaló un raptor a la izquierda, en el que estaba subiéndose Helo -Es una buena nave, yo mismo la he revisado hace unos minutos. Trátala bien y ella te tratará bien a ti.
Sonrió para tratar de hacer que ella se sintiera cómoda. Sharon le imitó, con una sonrisa tímida al principio, volviéndose firme y agradecida tras unos segundos. Y así comenzó todo.
-Hemos llegado -dijo Nancy, sacándole de su ensoñación. Galen se puso en pie lleno de una repentina impaciencia por alejarse de la cylon. Sin decir una palabra, cogió su bolsa y bajó la rampa desplegada del raptor hasta tierra firme.
De pronto se sentía terriblemente cansado y vacío. Pero allí, en ese lugar, encontraría la paz. Estaba en una playa de arena blanca y aguas cristalinas. Una línea de árboles apretados se divisaba a lo lejos. Su madera le serviría para construirse una cabaña. Podría pescar y cazar en el bosque y en el examen que la nave había realizado de la isla, habían detectado agua potable. Tenía todo lo que necesitaba para. Ese sería su nuevo hogar. Lejos de la gente, lejos de su vida con Boomer.
-¿Está seguro de esto, Jefe? -le preguntó Nancy. Galen no se había dado cuenta de que la piloto había bajado del Raptor tras él y ahora estaba a su lado mirándole de una manera que recordó a Boomer. Le llamó Jefe, no Tyrol. Como si le conociera.
Eso hizo que los recuerdos de Sharon se disparan de nuevo. Le vino a la memoria aquella noche, la quinta vez que ella aterrorizó desastrosamente. Había demostrado ser una gran piloto en el aire, pero cuando se trataba de aterrizar, se ponía nerviosa y siempre le salía algo mal. Entraba demasiado alta o demasiado baja al tubo de aterrizaje, y acaba golpeando el raptor contra el techo o alguna de las paredes o bien doblando el tren de aterrizaje.
Jefe había tenido que arreglar el de su raptor más que el de ninguna otra nave en tres años que llevaba trabajando en Galactica. Probablemente cualquier otra persona, alguien con quien tuviera más confianza, alguien que no le despertara los sentimientos que Sharon provocaba en él, se habría llevado alguna regañina, pero a ella… a ella era incapaz de reñirla.
Cuando se bajaba del raptor a toda velocidad, se quitaba el casco y sus ojos rasgados y oscuros le buscaban ansiosamente, temerosos, buscando su perdón, Galen Tyrol era sencillamente incapaz de enfadarse.
-Lo siento -se disculpaba ella rápidamente, acercándose a él.
Jefe miraba el raptor que le llevaría horas arreglar y se sentía irritado, pero después la miraba a ella y el resto dejaba de importar.
-La próxima vez lo harás mejor -le decía, rehuyendo su mirada.
Sin embargo, en esa ocasión, después de que Tyrol hubiera mandado a toda su gente a dormir y se quedará él solo haciendo horas extra para arreglar el raptor de Boomer, fue diferente. Unos pies aparecieron de pronto en su ángulo de visión, tumbado como estaba bajo la nave. Oyó a alguien carraspear y, con una sensación de anticipación en el estomago, Jefe se deslizó fuera del cobijo del raptor. Sharon estaba allí, con unos pantalones militares y la camiseta gris y negra del personal de Galactica.
-Hola -le saludó con timidez.
-Hola. ¿Quería algo, teniente Valerii? -preguntó, probablemente con más frialdad de la necesaria. No podía evitarlo, Sharon estaba a dos pasos de él y el corazón le latía a tantas revoluciones que si hubiera sido el motor de un raptor le saldría humo.
No quería sentir eso, sencillamente no podía. Una relación entre ellos estaba prohibida y era lo suficientemente honesto para admitirse que hacía tiempo que sus ojos la seguían allí dónde estuviera.
-Yo…-Sharon titubeó, sorprendida por su tono y probablemente porque se dirigiera a ella como oficial. Nunca lo había hecho, ni siquiera al principio -Sólo quería saber cómo te iba.
-Bien, esto ya casi está -repuso rápidamente, rebuscando algo en su caja de herramientas sólo para evitar la mirada de la piloto.
-Sé que tienes que trabajar horas extras por mi culpa y lo siento mucho. Comprendo que estés enfadado conmigo y…
-No estoy enfadado -suspiró. No podía mantener las distancias cuando ella parecía tan angustiada al pensar que estaba molesto.
-Entonces… ¿me dejas ayudarte? -preguntó Boomer, insegura -Me sentiría mejor.
Galen la miró, sabiendo que no era una buena idea. Hasta ahora no habían hecho nada que se saliera de lo estrictamente profesional en su relación de teniente a suboficial jefe. Ayudarle a reparar el Raptor era algo que, si bien no se producía con frecuencia, tampoco tenía nada de inapropiado. Pero sabía que a pesar de eso, no deberían. No importaba todas las razones lógicas con las que tratara de justificarse: tensarían aún más la línea sobre la que habían comenzado a hacer equilibrios.
-Sharon, no creo que… -comenzó, pero se interrumpió al ver que ella ya se había acuclillado a su lado y tenía las manos dentro de su caja de herramientas. No aceptaría un no por respuesta y él no tenía fuerzas para razonar con ella.
-Esa no, esta -le dijo, resignado, tendiéndole la llave que tenía en la mano. Sharon la tomó y sus dedos se rozaron torpemente. Fue sólo un instante pero Galen sintió un cosquilleo deslizándose por el interior de su dedo hasta la cuenca de su mano. La joven sonrió, como si ella también lo hubiera sentido y Jefe supo que estaba perdido.
-Sí, estoy seguro -aseveró, regresando al presente. No era Boomer la que estaba tumbada con él bajo el Raptor, mirándole a los labios cuando él le daba indicaciones ni rozándole intencionada aunque disimuladamente cada vez que estiraba los brazos para ajustar una tuerca o apretar una pieza. Era Nancy, una Ocho, una desconocida. La última persona que vería en su vida y tenía el rostro de la única mujer a la que había amado en toda su existencia.
-Mañana este Raptor será enviado hacia el sol, junto con los que quedan. No tendrá manera de volver con los demás si más adelante se arrepiente de su decisión -insistió ella.
No le comprendía, Tyrol podía verlo en sus ojos redondos y oscuros, con los lagrimales exteriores rasgados. ¿Es que todas las número Ocho ponían esa misma expresión de vulnerable confusión cuando no entendían a alguien?
Por eso, por eso mismo había decidido irse a esa isla desierta. Para no ver nunca más esa cara que estaba por todas partes. Le llegaba con verla en su mente, en sus sueños, en cada una de las pertenencias que aún conservaba. Estar cerca de alguna número Ocho acabaría por volverle loco.
-Estoy seguro -repitió, secamente.
-Como quiera, Jefe -repuso Nancy, con un tono ligeramente ofendido.
Esas palabras, esas malditas palabras eran las que había usado Boomer la primera vez que se besaron. Aquello no había sido una cita, no intencionadamente, al menos.
Galactica había aterrizado en Aerilon para repostar y casi todo el personal tenía dos días libres. Galen había decidido aprovecharlos para descansar y hacer todas esas cosas que sólo podían hacerse en tierra. Por ejemplo, visitar el mar.
Cuando era pequeño, en Gemenon, vivía con sus padres en una casita cerca de la costa. Había pasado toda su vida antes de enrolarse al ejército divisando el mar desde su ventana. Cuando tenía quince años no pensaba ser ingeniero, sino pescador, pero finalmente había acabado enrolándose para pagar sus estudios. Cumpliría sus correspondientes años de servicio y después viviría en una casa junto al mar y formaría una familia.
Su futura esposa nunca había tenido cara hasta que conoció a Sharon Valerii. Probablemente desde el mismo instante en que la vio, el rostro de la piloto se coló en su fantasía por la puerta de atrás.
Galen quería alejarla de su cabeza, así que había decidido evitarla por todos los medios durante su permiso. No debería ser tan difícil. Cuando estaban en tierra los pilotos se relacionaban con los pilotos y los especialistas con los especialistas.
Su primera noche libre en Aerilon, Galen se fue a tomar algo con Socinus, Cally y Jammer a uno de los pubs que había en primera línea de playa. Llevaban allí apenas una hora cuando Jefe vio entrar a Boomer con Starbuck y Helo y una sensación de vértigo le sacudió el estómago y se lo dejó el revés.
Ella estaba riéndose por algo que Helo había dicho y Starbuck ya se acodaba sobre la barra para pedirles una ronda. Aún no le había visto.
Quiso decirse que Sharon estaba allí por casualidad, que no sabía dónde encontrarle. Pero Starbuck y Helo sí. No era la primera vez que coincidían en ese pub cuando estaban de permiso. Quedaba cerca del lugar donde Galactica se aprovisionaba en sus paradas en Aerilon.
Fuera como fuera, intencionado su encuentro o no, Galen nunca había deseado tanto estar en otro lugar. Sólo hacía cinco horas que habían dejado la nave y se daba cuenta al verla de que ya la había echado de menos. De repente se sintió sudoroso y mareado, embargado por la sensación de que no había marcha atrás posible en sus sentimientos por Boomer. Y esa certeza se abría ante él como un agujero negro que le tragaría entero si no iba con cuidado.
-Vuelvo ahora -dijo bruscamente ante las miradas extrañadas de sus compañeros. Dejó la cerveza sobre la mesa y salió la puerta trasera del pub. Sólo tenía que cruzar la carretera y estaría en la playa. Podía oír el rumor de las olas desde su posición y la brisa marina que le acariciaba el rostro olía a sal.
El mar siempre había tenido un efecto tranquilizante en él. Lo único que necesitaba era unos minutos a solas para recuperar el dominio de sí mismo y regresar al pub. Sí.
Interiormente aliviado por la perspectiva de posponer su encuentro con Boomer, Galen cruzó la carretera y llegó a la playa. Sus pies se hundían en la arena fresca y el salitre se le pegaba a la piel húmeda, pero era una sensación conocida y eso logró calmarle.
Sólo llevaba un par de minutos allí, cuando escuchó una voz a sus espaldas.
-Jefe.
Era Sharon. Se había quitado las sandalias y se acercaba a él caminando con los pies descalzos. La brisa agitaba perezosamente su cabello oscuro y su vestido blanco. Estaba preciosa y había un brillo dulce en sus ojos.
Galen supo que no podían evitarlo más.
-Boomer -dijo, a modo de saludo.
-¿Escapas de mí? -le preguntó ella, en tono suave, casi divertido. El flequillo le flotaba sobre la frente como un velo, dándole un aspecto casi infantil. Galen nunca había tenido tantas ganas de besarla como en ese momento.
-Yo… sólo quería… -titubeó unos instantes para finalmente bajar la mirada y lanzar un largo suspiro, rindiéndose a lo inevitable. No tenía sentido mentir. Jamás se habían dicho nada indebido. No se habían hecho insinuaciones, ni habían traspasado la línea de lo profesional. Eran compañeros de trabajo y sin embargo, hacía mucho tiempo que no se comportaban como tal. Estaba ahí, esa atracción innegable. Llevaba ahí más tiempo del que les hubiera gustado haciendo que todo, desde la conversación más inocente a la mirada más fortuita le confiriera a todo un sentido nada profesional.
En otro par de personas, no habría significado nada. En ellos, lo era todo.
-Sí -reconoció.
-¿Por qué? -Sharon echó los brazos al cuello y enlazó las manos en su nuca con suavidad.
-Sharon, esto no está bien -argumentó él. Pero no se movió ni apartó a Sharon. Sólo podía mirarle los ojos, oscuros como la noche que se cernía sobre ellos, brillantes como las estrellas que les arrojaban su luz, y sus labios, tiernos como la arena, suaves como las olas muriendo en la orilla.
-No puede estar mal -respondió ella, y después le besó.
Galen sólo permitió que el beso durara unos segundos, lo suficiente para que sus labios se amoldaran a los de ella y recogieran su tacto, su calidez, su humedad. Entonces, sacando fuerzas de una reserva que no sabía que tenía, se apartó y le sujetó el rostro entre las manos para evitar que ella reanudara el beso.
-Sharon… no -se lamentó, mirándola fijamente a los ojos -No puede ser.
La expresión de ilusión tardó unos segundos en borrarse del rostro de Sharon, como un nombre escrito en la arena. Luego llegó el dolor y el enfado, tensando sus labios y llenando de lágrimas de orgullo herido su mirada.
-Como quiera, Jefe -masculló ella y deshaciéndose de sus manos se dio media vuelta y se alejó.
Nancy no insistió más. Se dio media vuelta y regresó junto a su raptor sin mirar atrás. A continuación subió a la nave y recogió la rampa de descenso. Galen pudo verla colocarse en el asiento del piloto y poner de nuevo en marcha el motor del raptor.
Le lanzó una última mirada a través del cristal, una mirada de reproche que le recordó a la de otra Ocho en otra playa y después despegó, alzando el vuelo. Jefe se quedó parado, con los pies enterrados en la arena, observando el último rastro de vida humana desaparecer entre las nubes. La última persona que vería en su vida, la última visión tangible del rostro de Boomer.
Se dijo que le daba igual, e ignoró con cansancio la punzada en los pulmones que le impedía respirar profundamente. Todo habría ido mejor, todo habría ido infinitamente mejor, si hubiera sido así de firme con Boomer cuando el permiso acabó.
Durante una semana, Galen la evitó todo lo que pudo. Sharon tampoco hizo nada por buscarle, pero cuando se encontraban inevitablemente en el hangar de despegue, ella era seca y apenas si le miraba. Le respondía con comentarios cortantes si él le hacía alguna pregunta sobre su nave y a veces le provocaba con indirectas sobre lo que había ocurrido en la playa que sólo tenían significado para ellos.
Había sido duro aguantar la frialdad de Sharon, había sido insoportable. Él la quería y aunque no pudieran estar juntos, eso no significaba que tuvieran que llevarse mal. La necesitaba cerca. Necesitaba sus sonrisas dulces y sus conversaciones sobre cualquier tontería para que su maldita vida tuviera sentido desde que Boomer había aparecido en ella.
Por eso, llegó un momento en que no lo soportó más.
-Los sensores de detección han vuelto a fallar -le escupió ella en cuanto bajó del Raptor y se quitó el casco -Casi nos chocamos con una nave ahí fuera.
Cualquier otro día, Galen se hubiera tragado la réplica y hubiera dejado a Boomer pagar con él su mal humor. Sabía que estaba dolida por lo que había sucedido en Aerilon y en cierto modo sentía que se lo merecía. Pero ese día no, ese día estaba demasiado harto de esa situación. Deseaba que estuvieran juntos tanto como ella lo hacía, pero intentaba comportarse como una persona adulta.
Las relaciones entre oficiales estaban prohibidas. Él no había inventado las normas.
-Los revisé antes de que despegaras, estaban perfectamente -se defendió, siguiéndola por el hangar dado que ella había echado a andar sin darle tiempo para replicar.
-¿Insinúas que el fallo ha sido mío o de Helo? -Sharon no se detuvo pero sí le lanzó una mirada que habría agriado la leche por encima del hombro.
-No he dicho eso, pero tal vez olvidaste calibrar el radar o adaptar los sensores al terreno.
-¡No lo olvidé! -exclamó ella enfadada. Entró en el almacén de municiones y una vez dentro se detuvo y se volvió para enfrentar a Tyrol cara a cara. Las manos en las caderas y los ojos entrecerrados. Galen la siguió y la puerta del almacén se cerró tras ellos -Seguí el protocolo habitual y no funcionaron. El fallo fue tuyo -y le golpeó con el dedo índice en el pecho.
-Vale, tal vez no lo revisé tan detalladamente como hubiera debido pero tuve que arreglar el tren de aterrizaje de tu raptor por décima vez, así que no tuve tiempo -contraatacó él.
Boomer separó los labios, a medias sorprendida, a medias ofendida porque él se hubiera atrevido a darle ese golpe bajo. Pero Tyrol no se arrepentía: era la verdad y Sharon tenía que aprender a lidiar con ella.
-Muy bien -repuso la piloto -¿Algo más que echarme en cara, Suboficial Jefe Tyrol?
-No, ¿y tú, Teniente Sharon Valerii?
-No.
Silencio. Ya se habían dicho todo cuanto tenían que decirse, pero ninguno de los dos se movía ni apartaba la mirada. Galen sabía que debería irse. Había decidido irse, pero su cuerpo no ejecutaba las órdenes que su cerebro enviaba.
Tras lo que pareció una eternidad, logró mover los pies. Pero no en dirección a la salida, sino en dirección a Sharon. Y de pronto la estaba besando.
Ella tardó unos segundos en responder, pero cuando lo hizo fue como si se hubiera liberado. Le agarró con fuerza por los hombros y le devolvió el beso con todos los sentimientos que había estado conteniendo desde el principio.
Y allí, en ese almacén de armas, Galen Tyrol y Sharon Valerii comenzaron su romance secreto, que nunca fue tal.
En el presente, Jefe se subió la tira de su fardo por el hombro y contempló el bosque, preguntándose qué sería ahora de su vida. Preguntándose si en ese lugar, alejado de toda civilización, encontraría al fin el descanso. Si allí, en completa soledad, podría sacarse finalmente a Sharon Valerii, alias Boomer, de lo más hondo de su corazón.
Suspiró y se dirigió con paso firme hacia los árboles, suplicando interiormente que fuera así.
^^