Autora:
anunustargaryen Palabras elegidas: -
Personaje: Apolo, ha sido reconocido variadamente como dios de la luz y el sol; la verdad y la profecía; el tiro con arco; la medicina y la curación; la música, la poesía y las artes; y más. Apolo es hijo de Zeus y Leto y hermano mellizo de la cazadora virgen Artemisa. La medicina y la curación estaban asociadas con él, ya fuera directamente o por mediación de su hijo Asclepio. También era visto como un dios que podía traer la enfermedad y la plaga mortal, además de tener el poder de curarla.
Rating: PG12
Palabras: 793
Se despierta entre las sábanas de la chica de la noche anterior, pero a eso está acostumbrado. Está sentada a su lado, fumándose un cigarrillo, con el pelo castaño cayéndole por la espalda. Tiene una nariz bonita.
-Ya te has despertado. -Le sonríe.
Apolo le devuelve la sonrisa y se incorpora, completamente desnudo.
-Sí… Perdona, ¿cómo decías que te llamabas?
La chica suelta una carcajada y le contesta, aún sonriente Diana, ¿y tú?
(Diana. Diana. De todos los nombres femeninos posibles, tenía que ser ese, claro.)
-Paul.
-Ah, sí. Paul. -Su sonrisa se hace más ancha todavía-. ¿Estudias en la Universidad o algo, Paul?
Él niega con la cabeza.
-Soy chófer. -Resuena en sus oídos la risa escandalosa de Afrodita. Muy apropiado, Ap-. ¿Y qué hay de ti?
-Estudio historia antigua. -Le da otra calada al cigarro y lo apaga, envuelta de repente en una nube de humo. Apolo alza las dejas, como diciéndole que no me lo esperaba-. Ya sabes, mitología y todo eso. Dioses.
-¿Es interesante?
-Mucho. Me gustan los dioses antiguos. Tienen… personalidad. No como, bueno. Dios, y Alá y todo eso. Esos son menos… humanos. -Ahora su sonrisa es un poco más triste, un poco más nerviosa-. Piensas que estoy como una cabra, ¿no es así?
Él se encoge de hombros y, por un momento, se le olvida que debe parecer alguien normal. Se le olvidan las advertencias de Zeus, los papeles falsos que tiene en casa. Se le olvida que ya no son los reyes del universo y se le olvida todo ese vacío que hace siglos que tiene por dentro. Y solo tiene ganas de cogerla, contarle la verdad y volver a su antiguo esplendor.
Pero, en vez de eso, murmura estás más cuerda de lo que crees, Diana.
Ella le mira a los ojos y él no puede apartar la mirada, porque los de ella son marrones como el chocolate y completamente humanos y los suyos son azules, pero tienen dentro más pedazo de cielo del que la chiquilla podría imaginar.
Si ella comprende, no se lo dice. No le dice nada cuando se levanta y se viste y le dice, me tengo que ir, Diana, y añade, buena suerte.
Fuera del pisito, en una calle anónima de Nueva York (América. Siempre América), Apolo vuelve a sentirse tan vulgar y tan perdido como su identidad humana. Como Paul.
Cuando está en la calle, vuelve a ser Paul.
Ellos desaparecieron. La gente dejó de creer en ellos y los sustituyeron señores más serios y que daban más miedo. Pero no se fueron. Se quedaron allí, y ahora siguen en el mundo. Cada uno un poco a su bola, como humanos, solo que más especiales. A veces se encuentran. La semana pasada, vio a Anubis en un supermercado. Le dedicó un seco movimiento con la cabeza y siguió con lo suyo. Otro día vio a Shiva, en Los Ángeles, con un abrigo de piel, tacones vertiginosos y el mismo aire terrible de siempre. A sus hermanos los ve muy a menudo. Más de lo que le gustaría.
Sus pensamientos lo llevan a un parking semivacío. Hay un McDonald’s y tres chicos. Una corriente eléctrica recorre su cuerpo de arriba abajo y ese tiene que ser Thor.
Se acerca a ellos rápidamente. Hace tiempo que no ve a Thor.
-Hola, estrella del rock -lo saluda Hermes, con una sonrisa desagradable.
-Hola, chicos.
Eros le hace un gesto con la mano mientras le da un mordisco a una hamburguesa llena de kétchup.
-¿Qué haces aquí, Eros?
-Pues ya ves -le contesta Cupido, señalando con la cabeza a Hermes.
-Sí, Apolo. Ya veis, ahora que ya no soy mensajero, soy niñera.
-¿Ya no eres mensajero? -Thor abre mucho esos ojos verdes e inocentes suyos.
-Nah. Ahora tienen todos Twitter.
Apolo y Cupido ríen y Thor esboza una sonrisa pequeñita.
-Estábamos hablando de algo importante, Ap-le dice Cupido.
-¿Ah sí? ¿De qué?
(No les quiere decir nada, pero se alegra de verlos. Sobre todo a Thor, porque su hermano y su sobrino son cada día más insoportables, pero los quiere. Hacen que se olvide del vacío ese suyo.)
-De que por ahí arriba están cansados de tanta tontería y tanto humano prepotente y tanto dios acaparador. -Hermes sonríe y es una sonrisa muy peligrosa, la suya-. Tú no lo sabes porque no viniste en Navidades, pero eso es lo que pasa. Que se preparen.
Thor y Cupido se ríen, nerviosos.
-Cuánto hacía que no pasaba un mensaje. -La sonrisa de Hermes se hace mucho más ancha y lobuna.
Y, en ese momento, ocurre. Suena el primer rayo de todos. Zeus, tal vez.
Apolo esboza una sonrisa parecida a la de su hermano. Vuelven a la carga.