El último verano - [Original] - Reto/regalo para nyaza
Título: El último verano (?)
Fandom - Personajes: Original - Jake, Amy y Leanne.
Palabras: 635
Notas: El primer reto que publico, respuesta a la imagen de nyaza (una imagen preciosa, por cierto). Me quedé con ganas de escribir de estos tres, así que aquí va mi niño con ansias de volar, mi poeta de las imágenes. Críticas siempre bien recibidas =)
La imagen
El último verano.
Las fotos desfilan ante sus ojos. Chicas delgadas de miradas vacías, luchando por conquistar a una cámara que es demasiado vieja para caer ante los trucos de niñas jugando a ser mayores. Esa chica rubia podría servir, pero está demasiado delgada. Es sólo otra niña con ansias de volar que acabará enganchando su vestido en el nido del que quiere huir. La morena es demasiado mayor y su oportunidad quedó atrás. La pelirroja es desilusión, la castaña, confusión. Todas son demasiado. Demasiado buenas, demasiado jóvenes, demasiado malas, demasiado mayores…
Apaga el ordenador, suspirando. Los días en que aquel trabajo le llenaba han quedado atrás. Quizás estén ocultos bajo esas capas de fama y dinero, bajo la frustración de no haber logrado lo que quería y el miedo a no lograrlo nunca. La taza de café aún humea sobre la encimera, mientras él se acerca a la ventana, con las manos en los bolsillos, pensando.
En su cabeza resuenan las voces de ayer. Puede recordar los No digas tonterías, niño de su abuela cuando aparecía con la cámara, los consejos de su hermano acerca de buscar una profesión que te dé para comer, las risas de su padre, sus gritos. Es capaz de ver todas las miradas de incredulidad mientras él, las sonrisas indulgentes, las buenas intenciones en las miradas de todos.
Pero también tiene fresca su mirada, sus ojos aguamarina brillando, su sonrisa. Puede recordar su voz cantarina y cada una de las pecas de su rostro. Puede recordar las largas charlas junto al río. En ocasiones se deja caer en cualquiera de sus sillones, rememorando las historias que juntos entretejían. Historias en las que él era un fotógrafo, un romántico, un poeta de las imágenes. Historias en las que ella y Leanne compartían con él el futuro que deseaban. Historias en las que los tres desplegaban las alas y echaban a volar. Y no importaba que Leanne no las compartiera, no importaba que ella quisiera tener los pies pegados al suelo, ellos la harían volar, ellos le construirían sus propias alas.
Puede reconstruir, como si de un castillo de naipes se tratara, el último verano que pasaron juntos. Aquella tarde dorada en la pradera que se extendía más allá de la cabaña de los Milton. Las hierbas secas y aquel columpio oxidado que poblaba todos sus recuerdos de infancia. La última tarde de juegos y sonrisas inocentes. La última vez que fueron, lisa y llanamente, los tres niños que habían sido hasta entonces.
-Leanne, pásame la cámara.
Su larga melena castaña extendida por el suelo y su rostro sereno, los ojos cerrados y los brazos extendidos. Ella abre los ojos y le sonríe de medio lado, lanzándole la cámara y levantando las cejas, advirtiéndole con su voz profunda y calma.
-Va a enfadarse.
Él no dice nada, su única respuesta es otra sonrisa de medio lado y una carrera hasta el columpio. La observa un segundo, antes de tomar su cámara y comenzar a disparar. Clic, clic, clic.
-Sonríe, Amy, sonríe.
Su risa contamina el ambiente. Cálida, infantil, la risa de una niña que va camino de ser mujer. De una mujer que aún conserva la inocencia que sólo las muñecas pueden darle.
-¡Tú y tu cámara otra vez!
Ríe. No le molesta, aunque finja tapar la cámara con la mano, aunque gire el rostro. Es un juego, el juego que comparten desde hace años, desde hace toda una vida.
-Oh, vamos, sonríe. ¡La cámara te adora!
La foto se desliza entre sus manos antes de darse cuenta de que la ha tomado, de que los recuerdos vuelven a invadirle. Pueden decir lo que quieran, todos. Pueden alabar sus fotos, ensalzar su obra, pero nunca ha vuelto a hacer una foto como esa. Tal vez porque él no quiere ser fotógrafo, quiere ser poeta, y esa es su mejor poesía.
Fandom - Personajes: Original - Jake, Amy y Leanne.
Palabras: 635
Notas: El primer reto que publico, respuesta a la imagen de nyaza (una imagen preciosa, por cierto). Me quedé con ganas de escribir de estos tres, así que aquí va mi niño con ansias de volar, mi poeta de las imágenes. Críticas siempre bien recibidas =)
La imagen
El último verano.
Las fotos desfilan ante sus ojos. Chicas delgadas de miradas vacías, luchando por conquistar a una cámara que es demasiado vieja para caer ante los trucos de niñas jugando a ser mayores. Esa chica rubia podría servir, pero está demasiado delgada. Es sólo otra niña con ansias de volar que acabará enganchando su vestido en el nido del que quiere huir. La morena es demasiado mayor y su oportunidad quedó atrás. La pelirroja es desilusión, la castaña, confusión. Todas son demasiado. Demasiado buenas, demasiado jóvenes, demasiado malas, demasiado mayores…
Apaga el ordenador, suspirando. Los días en que aquel trabajo le llenaba han quedado atrás. Quizás estén ocultos bajo esas capas de fama y dinero, bajo la frustración de no haber logrado lo que quería y el miedo a no lograrlo nunca. La taza de café aún humea sobre la encimera, mientras él se acerca a la ventana, con las manos en los bolsillos, pensando.
En su cabeza resuenan las voces de ayer. Puede recordar los No digas tonterías, niño de su abuela cuando aparecía con la cámara, los consejos de su hermano acerca de buscar una profesión que te dé para comer, las risas de su padre, sus gritos. Es capaz de ver todas las miradas de incredulidad mientras él, las sonrisas indulgentes, las buenas intenciones en las miradas de todos.
Pero también tiene fresca su mirada, sus ojos aguamarina brillando, su sonrisa. Puede recordar su voz cantarina y cada una de las pecas de su rostro. Puede recordar las largas charlas junto al río. En ocasiones se deja caer en cualquiera de sus sillones, rememorando las historias que juntos entretejían. Historias en las que él era un fotógrafo, un romántico, un poeta de las imágenes. Historias en las que ella y Leanne compartían con él el futuro que deseaban. Historias en las que los tres desplegaban las alas y echaban a volar. Y no importaba que Leanne no las compartiera, no importaba que ella quisiera tener los pies pegados al suelo, ellos la harían volar, ellos le construirían sus propias alas.
Puede reconstruir, como si de un castillo de naipes se tratara, el último verano que pasaron juntos. Aquella tarde dorada en la pradera que se extendía más allá de la cabaña de los Milton. Las hierbas secas y aquel columpio oxidado que poblaba todos sus recuerdos de infancia. La última tarde de juegos y sonrisas inocentes. La última vez que fueron, lisa y llanamente, los tres niños que habían sido hasta entonces.
-Leanne, pásame la cámara.
Su larga melena castaña extendida por el suelo y su rostro sereno, los ojos cerrados y los brazos extendidos. Ella abre los ojos y le sonríe de medio lado, lanzándole la cámara y levantando las cejas, advirtiéndole con su voz profunda y calma.
-Va a enfadarse.
Él no dice nada, su única respuesta es otra sonrisa de medio lado y una carrera hasta el columpio. La observa un segundo, antes de tomar su cámara y comenzar a disparar. Clic, clic, clic.
-Sonríe, Amy, sonríe.
Su risa contamina el ambiente. Cálida, infantil, la risa de una niña que va camino de ser mujer. De una mujer que aún conserva la inocencia que sólo las muñecas pueden darle.
-¡Tú y tu cámara otra vez!
Ríe. No le molesta, aunque finja tapar la cámara con la mano, aunque gire el rostro. Es un juego, el juego que comparten desde hace años, desde hace toda una vida.
-Oh, vamos, sonríe. ¡La cámara te adora!
La foto se desliza entre sus manos antes de darse cuenta de que la ha tomado, de que los recuerdos vuelven a invadirle. Pueden decir lo que quieran, todos. Pueden alabar sus fotos, ensalzar su obra, pero nunca ha vuelto a hacer una foto como esa. Tal vez porque él no quiere ser fotógrafo, quiere ser poeta, y esa es su mejor poesía.