Cuando la felicidad se cruza por tu camino hay que saber reconocerla. Se puede presentar de varias formas: un rayo de sol entrando por la ventana de la habitación, la sonrisa entrecortada de una amiga a la que hace tiempo no veías, las confesiones de alguien a quien acabas de conocer o la mera melodía de una canción que, desesperadamente, se cuela en tus oidos tras un tedioso día de calor.
La felicidad no es algo eterno. De hecho, es algo efímero, que viene y va, que crece y se desvaneces como el fulgor de una estrella lejana a punto de morirse. La felicidad, lo creamos o no, no está presente en cada uno de nuestros días, sino en los días más especiales o más inesperados. Es algo que como llega se va, y sólo permanece ese recuerdo que tu corazón ansía y desea rememorar cada segundo de tu vida. La felicidad la puedes encontrar en cosas conocidas, en cosas nuevas, en la misma rutina diaria que un día, inesperadamente, cambia para otorgarte el regalo divino de la paz. La emoción constante recorre cada una de las fibras de tu cuerpo y sientes que todas tus venas van a explotar. Miras por la ventana de tu habitación y sientes la brisa del aire en tus mejillas. Respiras hondo, te regodeas en cada uno de esos segundos y piensas "ojalá no se acabaran nunca".
Sin embargo se acaban; pero no te entristeces. Al contrario, durante varios minutos recuperas la felicidad rememorando todas y cada uno de los segundos vividos en ella. Buscas ciegamente un clavo ardiente al que aferrarte para no olvidar y te invade la nostalgia. SI bien es cierto que "al lugar donde has sido feliz nunca quieras tratar de volver", siempre hay una excepción a la regla. Por supuesto, nunca es igual, nunca es lo mismo. Ni tú eres el mismo, ni las circunstancias que te rodean son las mismas, pero te rindes a los encantos de la vida y vuelves a navegar, esta vez sin timón ni timonel, deseando cada que el tiempo se pare.
He experimentado la felicidad. Puedo decir que la he saboreados en varios momentos, increiblemente bellos todos ellos, y además puedo afirmar que siempre he encontrado y disfrutado de todas las esquirlas de felicidad que se me han presentado a lo largo de la vida. Me encuentro a gusto. Es muy reconfortante saber que, a pesar de todo lo malo que ocurre en el mundo, tenemos un pedazo de paraiso que es el que nos permite deleitarnos de los momentos álgidos de nuestra existencia.
Un pequeño trocito de cielo ha abierto sus puertas para cinco personas este particular "fin de semana".
Un pequeño trocito de felicidad que vale la pena rememorar.
Thanks for the memories