Bueno, bueno, bueno, ¡pero qué desconsiderada soy, abandonando esto tantos días! Pero tengo una “buena” excusa: el trabajo de Antropología, que ni siquiera he terminado, ha conseguido mantenerme encerrada en casa toda la Semana Santa (aunque para mí, que ver pasos no es mi mayor afición, no supone precisamente un problema).
Actualicé hace unos días con el prólogo re-escrito de Réquiem (sí, sí, una cosa es escribir y otra re-escribir, y últimamente he podido desarrollar mis dotes artísticas en bastantes facetas, ¡qué maravilla!), que por lo visto no tiene mucho éxito (eufemismo de que sois unos vagos y no comentáis -es bromita-), así que vuelvo con lo que algunos esperarán: ansias lolitosas aumentando… o llegando, que traducido viene a ser: estoy esperando ropa.
Desde que tengo Paypal, creo que mis compras se han triplicado. Prácticamente, ya no hay día en que no deba estar pendiente de si viene el cartero o no, lo cual a menudo me encanta (soy muy romántica en el sentido de que me gustan las cartas y los envíos), pero… ¿no me estará convirtiendo eso en una especie de monstruo consumista? ¡Alto! Repasemos:
-Estoy ahorrando para el viaje a Londres que quiero hacer desde que tenía 11 años. Obviamente, el grueso de mi dinero está yendo a un baulito muy mono que compré con ese fin. Lo que meto en ese baúl, ya no vuelve a salir: es como si se viera mágicamente transportado a la ciudad de mis sueños, Londres.
-Yo no tengo paga. No la he tenido nunca, y me da que no la tendré hasta que trabaje. De vez en cuando mis padres (casi siempre mi madre) y/o familiares más cercanos se acuerdan de que vivimos en un mundo consumista y que, además, tengo apuntes de clase que comprar, por lo que guardo todo lo restante.
-Yo no tengo muchos más vicios, y desde luego ninguno caro. No acostumbro a salir casi nunca por la noche, no bebo con ninguna asiduidad, me dan grima las discotecas (al menos en las que yo he estado)… En resumen, que no gasto lo que mucha otra gente, que no digo que esté ni bien ni mal, sino que simplemente es algo que está, y punto.
Como resultado, ahorro como una hormiguita, disfruto de lo que tengo y estoy esperando ni más ni menos que tres vestidos, todos comprados por ser unas auténticas gangas y de mi completo gusto. ¿Que ya tengo muchos vestidos? ¡Ah, nunca son demasiados, me temo…! Y quien diga que no, tarde o temprano caerá, porque yo misma he caído xD
(Foto de la prueba del delito: de mis favoritos, mi amado Café Noir)
Lo que quiero decir con todo esto es que, aun cuando el lolita se ve desde un punto de vista consumista, si una sabe buscar y aprovechar oportunidades puede ponerse a hacer cuentas y comprobará que, perfectamente, la “ropa lolita cara” que compra cuesta casi exactamente lo mismo que si se fuera a una tienda de “ropa normal”. Y lo digo porque tengo un vestido de primera mano (indie, por supuesto), hecho a medida y precioso por unos 25 euros, que eso no te lo sueles encontrar en la mayoría de las tiendas “normales” (y si te lo encuentras tiene materiales que dan auténtico pavor).
Sé que todo esto muy posiblemente no tenga validez viniendo de alguien que espera tres vestidos, pero, como ya dije el otro día, ser feliz es gratis. Y el dinero ayuda, sí, pero procuremos que nunca sea demasiado, que nunca vendamos o pongamos demasiado cara (o, mejor incluso, que no le pongamos precio a) esa opción tan maravillosa que, creedme, la tenemos todos, que es ser feliz.
Y perdonaréis que cite a mi amado Baricco, pero: “La vida es inmensa”