Letra e Imagen: Betibú

Jan 17, 2015 14:56


Por lo que estoy notando, estamos todas en el plan “Regresemos al LJ este año”, así que me uno feliz al intento y la idea.

Vamos entonces por el (creo) veintiúnico libro que leí en el 2014. Y su adaptación a la pantalla grande.

Betibú, de Claudia Piñeiro.

No leo muchos autores latinos. Hay algo en el estilo del autor latinoamericano que me resulta cansino y pesado. Algo en la tendencia latina a plagar sus libros con tramas de denuncia social que me resulta aún más tedioso.

Quizás esta es una impresión que se instaló en mi inconsciente allá lejos en el tiempo, cuando los autores eran de una generación que, aunque fabulosa según lo que todos opinan, estaba completamente sumergida en la época de las dictaduras militares que signaron el destino de todo este continente por décadas. Y luego la reforzó Alan Pauls con su estilo denso, recargado y su historia retorcida de personaje pusilánime (no, no diré cual libro de él no terminé por insoportable).

Cualquiera sea el caso, o el motivo, descubrí a Claudia Piñeiro por casualidad.

Una amiga me regaló, para mi cumpleaños, hace años, Las grietas de Jara.

Me encantó.

La historia, el modo en que la contaba, el modo en que ubicaba todo en calles que yo recorro a diario. Como pude ver a su protagonista y seguir el desarrollo de su historia con una liviandad más que bienvenida.

Luego vi (aunque no leí) Las Viudas de los Jueves. Y fue como “¡Wow!”. Historia genial, una vez más.

Así que cuando el año pasado apareció en las Carteleras de cine “Betibú” y decía que era basada en el libro de Claudia Piñeiro, busqué y rebusqué hasta que conseguí libro y película.



Betibú el libro está escrito de una manera curiosa: sin diálogos separados de la narrativa por los consabidos guiones. Lo que los personajes dicen se mezcla en el párrafo, en un ritmo extraño que te obliga a veces a releer, pero también a seguir adelante.

Tiene este estilo de “A la misma hora que A estaba bebiendo su tercer vaso de wiskey y haciendo zapping por los programas inmirabes de la televisión de aire, B buscaba información en Internet mientras su pareja dormía el sueño post sexo y C se colaba en la casa vacía de Pepito, planeando usa el celular como linterna y temblando ante la posibilidad de que le descubrieran y llamaran a la policía”. En un solo párrafo todos los personajes y lo que hacen, para que no perdamos de vista el todo porque cada uno es importante.

Tiene una historia de misterio, porque esto es de Claudia Piñeiro y ella escribe misterios. En este caso, policial. Y el misterio no es lo que uno imaginó. O sea, algo hay, pero ESO no es lo que imaginamos. No lo es.

Tiene personajes TAN reales que se saltan de la página y son nuestro vecino, o la persona que viaja con nosotros en colectivo todos los días.

Tiene lugares comunes, detalles cotidianos que nos engullen, humor del bueno, historias que chocan, que divierten, que seguro nos resultan conocidas y por eso, nos sacuden. Tiene la crítica a la hipocresía: social, personal, colectiva.

Esta novela es acerca de un misterio por resolver, una historia por descubrir y personajes maravillosos que por avatares del destino, terminan trabajando juntos. Y conociéndose en el camino.

Betibú trata de Nurit Iscar, la autora literaria de policiales por excelencia que un día se enamoró, tiró por la borda un matrimonio que ya no la convencía y apostó por una nueva vida con el redactor en jefe (casado) de uno de los diarios más leídos de la Argentina (El Tribuno). Y fue tan grande su deseo de cambio, que incluso escribió (¡y publicó!) una historia romántica que, literalmente, asesinó su carrera. Así que Nurit Iscar, de alrededor de cincuenta años, apodada Betibú por su ex amante, ahora vive sola una vida diferente a la que tenía, siendo la sombra de lo que solía ser como escritora. Y aunque se sabe estancada, prefiere vivir esta vida monótona a arriesgarse de nuevo a hacer cambios que la lleven a un desastre todavía peor que el que ya montó en su momento.

También trata de Jaime Brena, periodista de policiales más cerca de la jubilación que del estrellato, quien luego de tener un cruce de palabras con su redactor en jefe (el ex amante de Nurit), ahora ha sido relegado a una de esas secciones del diario que nadie lee, a nadie le interesa y mucho menos, a él. Esas secciones en donde, con toda seriedad, se debaten informes como “Dormir boca abajo: lo hacen más los hombres que las mujeres”. Quien aún debe ir a buscar sus libros a la casa de su ex mujer y que hace años, solía tener una foto de Nurit Iscar pegada a la pantalla de la computadora para consultarle cosas (cual calavera de Sherlock en la repisa de la chimenea).

Por supuesto, también trata de “el pibe de Policiales”, que reemplaza a Brena en su trabajo, que no tiene idea de la vida, ni contactos, ni experiencia (ni “EL” don de gente). Y a quien le encargan que cubra la muerte de Pedro Charrazeta, que acaba de morir en su casa del country “La Maravillosa”, lugar que se supone está definido por su nombre. A un año del asesinato de su esposa, para más INRI, crimen del que fue sospechoso pero por el cual jamás fue procesado. Crimen que Jaime Brena conoce al dedillo porque fue el encargado de cubrirlo en El Tribuno y estuvo algo obsesionado con él.

Este libro es sobre la gente, sus relaciones, las vueltas de la vida, lo que se olvida, lo que se entierra, lo que parece, lo que es, lo que podemos y lo que debemos y lo que no queremos hacer.

Y vale la pena, de cabo a rabo… una vez que se le encuentra la vuelta a un estilo narrativo que no por diferente, es desechable.

Si no quieren leerlo, vean la película.



Porque no hay otra Betibú fuera de Mercedes Moran; porque Daniel Fanego no podría ser más Jaime Brena ni queriendo; porque el pibe de policiales es tan anónimo para los espectadores como lo es su personaje para sus compañeros de redacción.

Y porque como reza el cartel, el crimen es solo el comienzo de una historia de esas bien pensadas...

¡Besos!
Enia

películas, libros

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