Título: Desconsuelo
Tabla: Infancia
Fandom | Personajes: Beaux/Multi | Katel & Oliver
Rating | Advertencias: K | nada
N/A: un poco del pasado de Oliver y Katel. La escena tiene un final abierto porque Oliver no se decidía qué hacer.
Palabras: 401
Avanzó por las baldosas hasta salir del jardín y meterse en el bosque. No sabía a dónde iba pero sentía que debía estar ahí. La temperatura bajó unos grados y una gran nube cargada de agua pasó por encima de su cabeza, enseguida unas enormes gotas empezaron a caer ensordeciendo todo a su alrededor.
- Te vas a empapar, -murmuró al rodear un enorme roble- ¿por qué no vienes a casa?
La pequeña cabeza rubia giró y Katel lo observó con sus ojos enormes.
- No quiero ir ahí, no es mi casa- habló con la voz entrecortada y las lágrimas a punto de salir.
- Ahora sí, así que ven a casa antes de que pilles una pulmonía y me echen la bronca por no habértelo advertido…- tiró de ella y Katel a su vez tiró de él.
- ¡No pienso moverme!- se zafó y retrocedió un par de pasos.
- ¿Siempre eres tan cabezota?- achicó sus ojos verdes que resplandecían en furia-. Me estoy empapando por tu culpa y tú aquí, infantil y egoísta, ¿es que tan poco te importa papá?
Katel tomó aire y lo miró con rabia. Algo dentro de Oliver empezó a sonar, como una alarma de que había tocado uno de los puntos más sensibles de Katel y, por un momento, deseó haber retirado sus palabras.
- ¡Él no es mi padre! ¡Ni mi familia! ¡Ni mi casa! - gritó con fuerza mientras apretaba los puños a los costados- ¡La única familia que he tenido y mi casa, está en Estados Unidos! ¡Y ahora mamá está muerta! ¡Y me he quedado… -hipó cuando las lágrimas no le dejaron respirar- sola! ¡No soy infantil, ni egoísta, y si mirases más allá de tus narices, niño mimado, sabrías qué es lo que siento!
Él la observó durante interminables segundos durante los cuales Katel se fue tranquilizando poco a poco, no sabía si había dejado de llorar porque su cara estaba empapada a causa de la lluvia (igual que la de él), pero en aquel momento notó un nudo en el pecho al verla desconsolada de esa manera.
- Enana…- murmuró con tono solemne- ven, te das una ducha y luego hablamos…- avanzó un paso hacia ella.
-No…- retrocedió- y no me llames ‘enana’- murmuró mirando hacia otro lado y aunque no lo quería reconocer, el frío de la lluvia inglesa se le estaba calando en los huesos.