Título: las víboras y el circo
Fandom: Beaux/Multi RPG
Personajes: Katel Dunham, Helena Rosseau y menciones de Oliver Dunham
R: K+
Palabras: ~
Notas: este escrito es lo que sucede justo antes de que Lena se quede sola en la cena a la que asiste con Oliver, escrito por
eugeart aquí. Espero que guste! :3
Entro en la sala con paso tranquilo, decidido, con la barbilla ligeramente alzada. En seguida todas las miradas se posaron en ella. Sonrió de lado. ¿Y qué? Tenía el mismo derecho de estar ahí que todos los demás. No tenía que darle explicaciones a nadie. Además, había venido por Lena, los demás podían combustionarse si querían.
Divisó a la ahora rubia Lena y se relajó suavemente, avanzando a ella a paso decidido. El vestido negro era precioso y los zapatos cómodos. Cuando llegó a su lado pasó el dedo índice por la espalda descubierta del vestido de Lena y ésta se giró decidida a partirle la cara a quien sea que hubiera osado a hacer aquello.
-¡Katel!- exclamó con alegría y la abrazó-. Dios, he estado a punto de arrearte una bofetada- se excusó sosteniendo sus manos.
-Hubiera sido un buen espectáculo- le quitó importancia con una sonrisa-. ¿Dónde está…?
No hizo falta terminar la frase, Lena se apartó ligeramente y con un suave movimiento de la mano lo señaló con un suspiro. El lobo estaba rodeado de cazadores, gordos y calvos, con puros enormes y reían sin parar. Oliver parecía resuelto y feliz, pero Katel sabía por ese tic de la mandíbula que estaba forzándose al límite.
-¿Quiénes son esta vez? - le susurró a Lena mientras avanzaban por el salón. Las dos caminaban cual damas del siglo pasado admirando el paisaje a su alrededor y cotilleando sobre las familias más poderosas.
-El tipo de la derecha es… Marcobs, creo que tiene algo que ver con la exportación de no sé qué. El que parece un tonel…
-¿Cuál de todos? - sonrió Katel provocando una sonrisa en Lena.
-El del traje a rayas, es Johanssen, exportación también, además de productor de vino.
-Vamos, que todos son unos aburridos…
-Sí… -Lena suspiró.
Se hizo el silencio y las dos observaron por un rato a Oliver reír a carcajadas (forzadas) algún chiste verde. Un camarero pasó por delante de ellas y las chicas atraparon un par de copas de champagne.
-¿Qué tal te tratan?- murmuró Katel por encima de la copa.
-Los hombres como si estuviera desnuda; las mujeres, como si estuviera desnuda. Se pasan todo el rato mirándome y cuchicheando… Me saca de quicio-miró a su alrededor y, en efecto, lo estaban haciendo.
-Querida cuñadita, en un mes serás la señora Dunham- sonrió- y si no te cambiaras el apellido serías Rosseau casada con un Dunham, ya podrán decir lo que quieran que nadie te lo va a quitar- rodea sus hombros con el brazo-. Aún ahora, míralos, -señaló al público que las estudiaba curioso, esforzándose por saber de qué hablaban- no se atreven a mirarte directamente a los ojos por si Oliver les despedaza. Eres una mujer afortunada, no deberías de tener miedo de ellos sino que estar por encima- la animó.
Miró el reloj. Llevaba ahí hora y media, suficiente para lo que le había pedido Rose. Había sido muy concreta: ‘quiero que asistas y que la gente se entere que te interesas en el negocio. No aceptaré un no por respuesta.’
A la entrada ya le hicieron millones de fotos, en la salida pasaría más de lo mismo. Tendría que pasar por el baño y retocarse un poco antes de salir. No quería añadir ‘desaliñada’ al enorme vocabulario que los periodistas del mundo mágico habían creado sobre ella, donde palabras como ‘ilegítima’, ‘inútil, ‘infantil’ e ‘irresponsable’ estaban en el top five de los favoritos.
-Querida- sonrió a Lena cuando la descubrió mirando fijamente a Oliver- tengo que irme, esto me está convirtiendo en una vieja aburrida.
-Ojalá pudiera irme, pero… -se mordió el labio.
-Lo sé- sonrió tranquilizándola y poniendo una mano sobre las de ella para apretárselas cálidamente- no te preocupes, no aguantará mucho más, y si no aguantas plántate ahí en medio y reclama lo que es tuyo- la alentó con una sonrisa y un guiño-. Nos vemos mañana para terminar con los arreglos del vestido, ¿qué te parece?
-Oh, Katel- la expresión de Lena cambió, sonrió y abrió los ojos con una felicidad contenida- eres la mejor cuñada que se puede tener.
-Por supuesto, soy tu camello número uno en chocolatinas- le dedicó una sonrisa amplia-. No dejes que las víboras te amenacen, congélalas con tu mirada Helena Rosseau, esa que dejaba el infierno con escarcha- se inclinó, pues con tacones las dos medían más o menos igual, y le dio un beso en la mejilla-. Ánimo, recuerda quién eres y a quién tienes de tu lado.
Y salió de aquel salón.
Odiaba por encima de sus fuerzas aquellas reuniones y sabia, tal vez más que Oliver, que Lena tampoco estaba muy contenta. El problema de la incomprensión de su hermano residía en que a él le importaban poco o nada esos cotilleos, cosa que agradecía, y no le daba más importancia. Sin embargo ella y Lena se pasaron todo el instituto perseguidas por las malas lenguas y las miradas de desprecio. Pero juntas hacían piña y nadie las iba a vencer.