Número: 032/100.
Título: Bosquejos nuestros [10/15].
Fandom: Kingdom Hearts.
Claim: Roxas/Naminé.
Extensión: 635 palabras.
Advertencias: Universo alterno: escolar.
Notas: Para la Tabla Adolescencia de
minutitos Error.
La tarde es azul, se extiende hacia todas direcciones con dedos gélidos. Sin embargo, Naminé no puede detenerse a apreciarla, porque sus ojos están clavados en algo mucho más azul que el cielo, más profundo y misterioso. Roxas y lo que puede ver en él desde que esa serie de sueños extraños comenzaron. La búsqueda del Kingdom Hearts, los sincorazón, Sora y su contraparte, Roxas, un incorpóreo sin alma. Las batallas que se han desdibujado tras sus ojos al cerrarlos cada noche, los mundos llenos de criaturas maravillosas y el vínculo que comparte, tan extraño, con el chico que camina a su lado, mirándola de reojo, tratando de descifrar qué está mal.
Nada debería de estar mal, por supuesto. Sólo son estúpidos sueños. Pero tan vívidos que la asustan, que la hacen cuestionarse su sanidad e incluso la lógica del mundo, porque desde que comenzó a prestarle atención a algo más que su imaginación, cuando se atrevió a mirar en los profundos ojos azules de Roxas comenzó a tener visiones, mismas que había pensado se debían a un posible enamoramiento o una atracción. Ahora ya no estaba tan segura. Sí podía ver esos mundos en sus ojos, los mundos y Kingdom Hearts, los vívidos colores de un más allá... ¿Qué más podía haberse transferido?
-Naminé, ¿estás bien? -inquirió el rubio, deteniéndose en la entrada de un parque, como invitándola a entrar si lo deseaba para escuchar sus problemas.
-Sí -y era cierto. Al menos físicamente. Lo que temía, lo que robaba el color de sus labios y apagaba su personalidad era la incertidumbre de saber qué porcentaje de su relación con Roxas era real y no una copia de Kingdom Hearts, lo que fuese eso y como hubiera llegado a unir sus vidas. ¿Lo quería de verdad? Lo miró de reojo, tomó su mano y se dirigió hacia una de las bancas del parque, donde una solitaria farola iluminaba el lugar.
La sensación de sus manos entrelazadas era real, la calidez de los dedos algo sudorosos, pero, ¿el rápido latir de su corazón era real? ¿Y la sensación de cariño?
-De verdad pienso que estás algo extraña -insistió él cuando se sentaron. A la luz de la pequeña farola, su rostro lucía preocupado, como lo había visto en el sueño de la noche anterior antes de su pelea con Xion.
La chica negó con la cabeza, absorta de pronto en nuevas visiones (¿o se las estaba imaginando?), ecos de sueños que podía divisar en los ojos de Roxas. Quizá se estaba volviendo loca, pero eso le asustaba aún más. Frenéticamente, como cuando era pequeña y le asustaban las sombras que acechaban por las noches, asió la mano del chico, buscándolo desesperadamente. Su rostro quedó a escasos centímetros del rubio, tan cerca que su fleco le hacía cosquillas a Roxas en la frente, aunque eso no era realmente lo que le importaba en esos momentos. Él también estaba fascinado, aunque por una razón diferente.
Casi podía contar las pestañas de Naminé a la luz de la farolilla, vastas y largas, oscuras como la noche que comenzaba a caer sobre ellos. Sentía su respiración acariciarle la cara y la mano fuertemente asida a la suya, como si pensara escapar. Sus ojos no se despegaban de los suyos, como si buscaran algo, un rastro de lógica y no de locura, aunque él no lo supiera.
Cerró los ojos instintivamente y ella lo imitó; todavía veía cosas en él, cosas extrañas. También la hacía sentir rara, con mariposas dando tumbos dentro de su estómago. Así que tenía que comprobarlo y la última prueba se hallaba frente a ella, en un revoloteo de labios. Se unieron por escasos segundos y cuando el corazón de Naminé dio un salto sin que ella pudiera identificar la causa (¿real o fantasía? ¿falso o verdadero?) supo que quizás había cometido un error.