Sep 15, 2008 21:49
Venían por oleadas. No sé porqué. Serpientes que lo devoraban todo. Sus cuerpos girando, enredándose entre ellas, cayendo al ser arrastradas unas detrás de otras.
Olas totalmente visibles acompañadas por gritos y terror. La gente corría por las calles. Huían sin rumbo y sin escapatoria.
Nada valía, nada servía. Se metían en todos lados. Subían edificios tan rápidamente que era imposible. Como fuego, como agua, como humo. Subían escaleras, se metían por debajo de las puertas, por las tuberías, por el tejado. Se metían en los coches, subían a los árboles, subían por paredes y recorrían campos y calles. Olas y más olas y entre medias yo nuevamente aterrorizada por salvar a mi hermana pequeña, que como siempre en mis sueños no tenía los veintiún años de ahora, sino que tenía los cinco o seis de entonces, cuando era una niña indefensa y yo su hermana mayor.
La llevaba de la mano, huyendo de cualquier cosa que pudiera hacerla daño. Buscando algo que pudiera salvarla. Vi como aquellas serpientes devoraban a la gente que intentaba escapar de ellas subiéndose a los árboles. No sabía qué hacer. Otra ola y ahora me alcanzarían. Estaba en una zona de recreo. Un campo de fútbol para que los niños jueguen que hay cerca de mi casa. No había nada excepto una verja. Tirando como podía de la niña conseguí alzarnos. Agarradas al borde de arriba haciendo equilibrios. Un par de personas más hicieron lo mismo. La ola llegó y esta vez no alcanzaron a subir, pero ahí seguían intentándolo y la próxima ola no tardaría en llegar y sabíamos que entonces no escaparíamos.
Yo en lo alto de la verja sin querer mirar lo que subía por ella, sujetando con fuerza a mi hermana. Esperando lo inevitable.
Esta noche me he despertado dos veces. Dos sueños de los míos. Este fue el primero, del segundo extrañamente no me acuerdo.
sueños,
Chorrada del día