Cirque du Freak
Título: Cirque du Freak
Fandom: Vampire Knight.
Claim: Asato/Kaname
Prompt: "Sumisión"
Extensión: 680
Notas: Yaoi, non-con, shota-con, BDSM, NC-17, ligeramente gore.
El poder que poseía era terrible, poderosamente siniestro, uno sabía que no era realidad nada de lo que estaba sucediendo y sin embargo ahí estaba, ahí se encontraba tumbado en la esquina del lejano cuarto, pidiendo ayuda a un ser divino que le ayudara. Ya no quería vivir en esa infame realidad.
Desobedecer a Asato Ichijo podría merecer la pena de muerte, él era el presidente del Consejo, él era el número uno de la sociedad vampírica, él era el dueño de mundo en ese momento, más poderoso que un Kuran, más poderoso que cualquier sangrepura. Imposible de creer, imposible de pasar, pero era la absoluta verdad.
La puerta de su mente se abrió dando paso a la terrible figura de su controlador. Arrogante en todo su porte, cruel inclusive en los más simples detalles, él sería el azote de todos los sangrepura, anunciaba que pugnaría por una sociedad de vicio e ignominia. Lo obligó a levantarse para mirarse a los ojos, el joven se juró que no lo amedrentaría, que no se dejaría caer ante los pies de un petulante como Asato, podría jugar con su cuerpo, pero nunca con su orgullo.
La habitación de sus pesadillas se transformó en lo que más temía. Esa plataforma en donde lo mostraban como si fuera un animal de circo, en donde se encontraba a merced de los caprichos de Ichijo. Trató de retroceder pero no tenía escapatoria alguna, sabía que si huía entonces peores castigos le tocarían, respiró profundamente, quizás si cerraba los ojos y fingía estar dormido, tal vez, verdaderamente se quedara dormido y despertaría sin que la pesadilla aconteciese.
Pero él no le dejaría escapar, no le dejaría olvidar cada una de las ofensas que le había perpetuado, si quería mostrarse al mundo entero, entonces lo haría de la forma más humillante posible. Era el precio a pagar por huir de su vigilancia para ver a su dulce Yuuki.
La desnudez era el menor de sus males, los ojos desconocidos curioseando su cuerpo le aterraban, pero no era lo peor de todo. Las manos de un desconocido sobre su cuerpo era lo que más le desagradaba, detestaba cada uno de sus dedos, pero más le repugnaba conocer muy bien cada uno de ellos, se sentía asqueroso el estar siendo toqueteando por un ser repulsivo mientras miles de seres ignomiosos les observaban riéndose de él, divirtiéndose con su sufrimiento.
La lengua de su abusador sobre su cuello le producía arcadas, ¿cómo se las arreglaba para mancharlo en tantas partes de su cuerpo? Provocar reacciones indeseadas en su organismo era una labor que se les daba muy bien a los esclavos del noble. Porque Kaname sufría con todo lo que le hacía, pero no dejaba de reaccionar a sus roces sicalípticos en sus partes erógenas.
Era vergonzoso estar con las piernas abiertas sobre la plataforma, mostrando a otros, zonas que ni él se había contemplado. La mano que manipulaba su miembro le causaba sentir su sangre bullir, miró arrogantemente a Ichijo quien le observaba en silencio desde su lejano lugar. Lo mordieron, varios infames más penetraron su piel con sus hambrientos colmillos, mientras seguían toqueteando su hombría erecta.
Le ataron las manos por encima de la cabeza para después pasarle una cuerda que se alzaba hasta el techo, sus pies quedaron en un precario balance. Los azotes no se hicieron esperar, este era uno de los espectáculos que fascinaba a Asato, la preciosa sangre del clase A salpicaba al público, la fragilidad de la raza con la belleza de un cuerpo que golpe tras golpe se mantenía inmaculado, era mostrada con maestría. Y cuando su equilibro era mermado por completo, entonces se le dejaba caer de bruces al suelo. Incapaz de ponerse de pie de nuevo lo mantenía en cuatro patas para proceder a ultrajarlo.
Entre aplausos y vítores, sus gritos se consumían. Uno tras otro en posiciones diversas hasta que el público se aburría.
Asato entonces subía a la plataforma, para alzarle ligeramente la barbilla.
-¿Me obedecerás, Kaname-sama?
Quería negarse, pero irónicamente terminaba sometiéndose a todos los caprichos del noble.
-
Que mente enferma ¿no? *LOL*
Fandom: Vampire Knight.
Claim: Asato/Kaname
Prompt: "Sumisión"
Extensión: 680
Notas: Yaoi, non-con, shota-con, BDSM, NC-17, ligeramente gore.
El poder que poseía era terrible, poderosamente siniestro, uno sabía que no era realidad nada de lo que estaba sucediendo y sin embargo ahí estaba, ahí se encontraba tumbado en la esquina del lejano cuarto, pidiendo ayuda a un ser divino que le ayudara. Ya no quería vivir en esa infame realidad.
Desobedecer a Asato Ichijo podría merecer la pena de muerte, él era el presidente del Consejo, él era el número uno de la sociedad vampírica, él era el dueño de mundo en ese momento, más poderoso que un Kuran, más poderoso que cualquier sangrepura. Imposible de creer, imposible de pasar, pero era la absoluta verdad.
La puerta de su mente se abrió dando paso a la terrible figura de su controlador. Arrogante en todo su porte, cruel inclusive en los más simples detalles, él sería el azote de todos los sangrepura, anunciaba que pugnaría por una sociedad de vicio e ignominia. Lo obligó a levantarse para mirarse a los ojos, el joven se juró que no lo amedrentaría, que no se dejaría caer ante los pies de un petulante como Asato, podría jugar con su cuerpo, pero nunca con su orgullo.
La habitación de sus pesadillas se transformó en lo que más temía. Esa plataforma en donde lo mostraban como si fuera un animal de circo, en donde se encontraba a merced de los caprichos de Ichijo. Trató de retroceder pero no tenía escapatoria alguna, sabía que si huía entonces peores castigos le tocarían, respiró profundamente, quizás si cerraba los ojos y fingía estar dormido, tal vez, verdaderamente se quedara dormido y despertaría sin que la pesadilla aconteciese.
Pero él no le dejaría escapar, no le dejaría olvidar cada una de las ofensas que le había perpetuado, si quería mostrarse al mundo entero, entonces lo haría de la forma más humillante posible. Era el precio a pagar por huir de su vigilancia para ver a su dulce Yuuki.
La desnudez era el menor de sus males, los ojos desconocidos curioseando su cuerpo le aterraban, pero no era lo peor de todo. Las manos de un desconocido sobre su cuerpo era lo que más le desagradaba, detestaba cada uno de sus dedos, pero más le repugnaba conocer muy bien cada uno de ellos, se sentía asqueroso el estar siendo toqueteando por un ser repulsivo mientras miles de seres ignomiosos les observaban riéndose de él, divirtiéndose con su sufrimiento.
La lengua de su abusador sobre su cuello le producía arcadas, ¿cómo se las arreglaba para mancharlo en tantas partes de su cuerpo? Provocar reacciones indeseadas en su organismo era una labor que se les daba muy bien a los esclavos del noble. Porque Kaname sufría con todo lo que le hacía, pero no dejaba de reaccionar a sus roces sicalípticos en sus partes erógenas.
Era vergonzoso estar con las piernas abiertas sobre la plataforma, mostrando a otros, zonas que ni él se había contemplado. La mano que manipulaba su miembro le causaba sentir su sangre bullir, miró arrogantemente a Ichijo quien le observaba en silencio desde su lejano lugar. Lo mordieron, varios infames más penetraron su piel con sus hambrientos colmillos, mientras seguían toqueteando su hombría erecta.
Le ataron las manos por encima de la cabeza para después pasarle una cuerda que se alzaba hasta el techo, sus pies quedaron en un precario balance. Los azotes no se hicieron esperar, este era uno de los espectáculos que fascinaba a Asato, la preciosa sangre del clase A salpicaba al público, la fragilidad de la raza con la belleza de un cuerpo que golpe tras golpe se mantenía inmaculado, era mostrada con maestría. Y cuando su equilibro era mermado por completo, entonces se le dejaba caer de bruces al suelo. Incapaz de ponerse de pie de nuevo lo mantenía en cuatro patas para proceder a ultrajarlo.
Entre aplausos y vítores, sus gritos se consumían. Uno tras otro en posiciones diversas hasta que el público se aburría.
Asato entonces subía a la plataforma, para alzarle ligeramente la barbilla.
-¿Me obedecerás, Kaname-sama?
Quería negarse, pero irónicamente terminaba sometiéndose a todos los caprichos del noble.
-
Que mente enferma ¿no? *LOL*