Sí, he perdido el juicio: entrega 2 [5 drabbles]

Jul 06, 2010 19:23

Segunda remensa de fics que participan tanto en el quinesob como en el drabblethon de musa_hetaliana

CONTADOR


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10 drabbles para el drabblethon

Título: Eurovisión
Claim: Alemania/Noruega
Prompt: Eurovisión
Extensión: 186
Advertencia: Nada.


Alemania se encontró con su anfitrión al llegar a Olso. El superior de Noruega le había ordenado recibir uno a uno a todos los participantes de modo que ahí estaba, en la puerta del hotel esperando a que fueran llegando y, como siempre, el alemán fue uno de los primeros en llegar.

Ninguno de los dos era muy dado a hablar de modo que se saludaron, apenas se preguntaron qué tal estaban, recibieron los correspondientes "bien" y se quedaron en silencio. No era una silencio malintencionado, simplemente era así. Ninguno era muy dado a la conevrsación insustancial sin motivo hasta que Ludwig dijo, aclarándose la garganta.

-Voy a dejar mis cosas arribas y a empezar a practicar.

El noruego asintió, sin variar un ápice su cara.

-Tienes el horario arriba. El ensayo general será mañana.

-Perfecto -el alemán no necesitaría que se lo dijesen dos veces. Guardaba bien los datos en aquella cabeza ordenada suya.

Se despidieron con la misma amabilidad cortes y seca, no a propósito si no por naturaleza, que habían tenido en el saludo y Noruega acompañó a su invitado hasta el ascensor.

Título: Cabello flotante
Claim: Dinamarca/Noruega
Prompt: Cabello flotante
Extensión: 423
Advertencia: Nada.


Dinamarca siempre se había preguntado desde que le había conocido, tantos siglos atrás, cómo hacía el noruego para que uno de sus cabellos flotase tras de él. Al fijarse originariamente en ello, al encontrarse por primera vez casi por casualidad, había creído que se trataba de una ilusión o que se había confundido. No podía ser que aquel rizo flotase de verdad.

Por eso la siguiente vez se las había arreglado para intentar examinar el rizo sin que Noruega se diera cuenta, que si lo hizo pero no dijo nada. En efecto, comprobó, el rizo no parecía unido a su pelo por ningún sitio. Estaba el pelo de Noruega y luego, independiente por completo, estaba el rizo.

¿Cómo podía ser? La lógica decía que el rizo debería haberse perdido por el camino o algo parecido.

Cada vez que se encontraba o hablaba con Noruega, el danés no podía evitar pensar en aquel rizo y el misterio que suponía. Estaba dispuesto a descubrirlo algún día. Pero nunca le habría preguntado. Parecía lo más fácil pero quería averiguarlo.

Con el paso del tiempo y la cercanía del noruego, Dinamarca fue olvidando el detalle aunque aún a algunas noches se quedaba pensando en ello.

Por eso ahora, al enredar un dedo entre los cabellos rubios del otro, no estaba pensando en aquello pero cuando su dedo resbaló hasta el cabello flotante de Noruega, la pregunta acudió de nuevo a su cabeza. ¿Cómo podía flotar y seguir ahí? Se quedó mirando el rizo como si así pudiera encontrar una respuesta.

Noruega giró la cabeza hacia él. Había renunciado a que el danés se alejase de él. Dinamarca estaba convencido a pies juntillas de que eran los mejores amigos del mundo y no tenía otro remedio que aguantarlo a pesar de lo irritante que podía ser a veces. En cambio ese día, de forma sorprendente, se estaba comportando.

-¿Ocurre algo? -preguntó lacónicamente.

-Nada -respondió Dinamarca con una amplia sonrisa hacia él.

Pero Noruega había visto cómo se le había quedado mirando y sabía que algo había pasado por la mente del danés. De todos modos no insistió. No tenía ganas de empezar una de las típicas conversaciones con Dinamarca. Aún tenía la esperanza de que, si no le daba demasiado de qué hablar, el otro se acabase cansando o captando que no quería tenerle a todas horas a su alrededor.

No insistió, dejándolo estar y Dinamarca siguió enredando aquel dedo entre su pelo.

Algún día le preguntaría y descubriría cómo era posible. Si es que Noruega lo sabía.

Título: Esperanzas
Claim: Lituania/Bielorrusia
Prompt: Esperanzas
Extensión: 262
Advertencia: Nada


Lituania sabía que las posibilidades de que Bielorrusia dejase de mirarle con aquel odio eran muy escasas. Quizá si se acercase a ella y le explicase… pero no. Ya lo había intentado una vez: se había acercado a ella con una tímida sonrisa, con la idea de invitarla a cenar aquella noche… pero ella lo había despachado rápidamente sin querer saber nada de él.

Solo tenía ojos para su hermano. ¿No veía cómo era Rusia? ¿No veía que nunca se fijaría en ella? Pese a tener unos cabellos rubios como hebras de plata, un rostro de mármol siempre endurecido escondiendo un frágil corazón, y unos ojos que eran amatistas delicadamente talladas… Ivan nunca apreciaría aquello. En lugar de ello la rechazaba y la trataba con dureza, huía de ella y la rechazaba sin ningún reparo y ella seguía yendo, una y otra vez.

Al igual, pensó, que ella siempre le rechazaba con la mirada, celosa de cuando Ivan lo elegía para cualquier cosa en contra de su voluntad. Bielorrusia nunca veía cuánto él la quería. Tanto como ella amaba a su hermano. Pero ella no tenía ojos para él…

Y sin embargo seguía intentándolo. Acudía cuando caía al suelo si su hermano la empujaba, si necesitaba algo era el primero en llevárselo, siempre pendiente de cualquier cosa que ella dijese… Con la leve esperanza de que algún día algo cambiase, ella se diera cuenta y entonces se volvería y le miraría con aquellos hermosos ojos violetas, tan parecidos y tan diferentes de los de su hermano, sin odio, viéndole y le sonreiría.

Título: Mis disculpas
Claim: Cuba/Canadá
Prompt: Mis disculpas
Extensión: 424
Advertencia: Nada


Había vuelto, otra vez, a confundir a Canadá con América. ¡Es que eran idénticos! Tenían los mismos ojos azules, el mismo pelo rubio, la misma estatura, incluso el mismo rizo y ambos usaban gafas. De espaldas era imposible distinguirlos, y de frente seguía costando.

¿Cuántas veces iban ya? Debería haber aprendido a distinguirlos ya o, al menos, a tener en cuenta que podría haberse confundido. Cualquiera más listo comprobaría antes bien que se trataba del idiota de América antes de lanzarse contra él para pegarle. Porque si se les miraba bien se alcanzaba a ver cómo el rizo de Canadá era más largo y caía sobre su frente y como sus gafas eran un poco distintas. Además América no solía llevar una sudadera blanca y roja con aquella hoja de la bandera del canadiense en la pechera…

Lo hecho, hecho estaba. Otra vez había pegado a Canadá por error y otra vez estaba delante de su puerta intentando ver cómo disculparse. Era un poco violento. No le importaba llevarle un helado y pasar la tarde con él dándole conversación, salvo si era la tercera vez que se equivocaba en el mismo mes. Dudaba que un helado fuera a servir eternamente porque estaba seguro de que volvería a equivocarse.

Igualmente lo intentó. Tocó a su timbre y esperó frente a la puerta hasta que ésta se abrió y en el umbral vio a Am… no, a Canadá, aún en pijama, con el pelo revuelto y aspecto de dormido. ¡Si era media tarde! Las costumbres de España se iban extendiendo poco a poco por todo el mundo. Pronto todos dormirían a las 5 de la tarde la siesta reglamentaria.

-Yo… quería disculparme. Otra vez -explicó Cuba y sacó de su espalda un ramo de flores. Un helado era muy poco, quizá unas flores sirviesen-. Espero que te gusten -le había definido al chico a la dependienta y ella había dicho que las violetas eran las flores que mejor iban con los ojos azules. Vistos de cerca los ojos de Canadá eran muy diferentes de los de América: Alfred tenía simplemente ojos azules, Matthew en cambio tenía mil matices en sus iris, más parecidos a aquellas flores que a un cielo sin más.

Canadá se quedó mirando las flores sorprendido. Ya estaba resignado a que Cuba le confundiese y a que viniese luego a disculparse pero no se había esperado algo como aquello.

-C-claro… Pasa -asintió, haciéndose a un lado para dejarle entrar. Iba a tener que buscar un jarrón para las flores, aunque seguro que tenía.

Título: Asesinato
Claim: Rusia
Prompt: Asesinato
Extensión: 346
Advertencia: Sangre y violencia (rating T)


La sangre resbalaba por sus manos cuando abrió los ojos de nuevos. Estos se fijaron lo primero en la pared de enfrente. Era de un suave color crema pero este delicado color estaba roto por manchas de sangre roja, intensa sobre el pequeño color. Resbalaba por el lateral con la forma de una mano que ha caído, intentando sin éxito aferrarse.

Siguió este rastro con la mirada hasta llegar al suelo. Era de madera y había gotas de sangre que conducían hasta la alfombra, pulcramente tejida a mano en un país lejano y cara, obviamente cara. Sobre esta alfombra estaba tirad el cuerpo, a sus pies, entre sus botas. La forma de los dedos se había marcado en el cuello y la sangre había dejado de manar de las heridas, sin más que expulsar a través de las puñaladas.

¿Cuántas eran? Una, dos… tres… allí había una más, en el estómago, especialmente cruel que conduce a una desangración lenta y dolorosa durante la cual el desdichado había luchado. Los labios estaban entreabiertos, manchados también. Una de los tajos le cruzaba la mejilla pálida.

Pero era un país. Ni siquiera era grave, pensó el ruso. Abriría los ojos al día siguiente. No lo había asesinado. No del todo. Eso era difícil. Muy difícil. Por no decir casi imposible. El aspecto de aquel no era diferente al de Alemania cuando acabó la batalla de Berlín, o el de él mismo tras Stalingrado. Pero todos se recuperaban, siempre lo hacían.

Por eso no había culpa. Además, a fin de cuentas… todos serían uno. ¿Para qué preocuparse?

Sus propias manos estaban teñidas de rojo, con un tacto líquido. Mientras pensaba esto levantó los dedos, pasándoselos por los labios. Los lamió distraídos. Era un sabor único, excitante, hierro salado.

No había de qué preocuparse… Ahora debía regresar a casa. Tenía cosas que hacer. Pasó sobre el cuerpo destrozado, caído en una posición tan antinatural con un brazo claramente roto. No lo miró de nuevo, lamiendo los rastros copiosos de sangre de sus manos, sin limpiarlas antes de salir del territorio ajeno.

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