Escrito para
30vicios Autor:
kaori_konekoFandom: Prince of Tennis
Personaje/Pareja/Trío: Niou Masaharu/Yagyuu Hiroshi
Tabla #25 - Lecciones
Cada día se aprende algo nuevo.
Creía en eso firmemente. Desde el nacimiento; cosas simples y básicas como caminar, comer bien, hablar, sumar o restar, pensar correctamente y distinguir lo bueno de lo malo, comenzar a formar juicio, equivocarse, caerse, y aprender a levantarse de nuevo. Aprender a utilizar lo que enseñaban en la escuela, leer y recaudar información. El mundo te daba demasiado.
Había crecido en una pequeña jaula donde todo parecía sencillo; lo único que le hacía falta era estudiar, ser aplicado, ser educado; ser perfecto. Podía hacer eso. Podía seguir lo que los mayores le decían, lo que sus padres mandaban y ver una sonrisa de felicidad y sus rostros llenos de orgullo al hacerlo.
Vivía protegido, apartado, en una pequeña burbuja, aferrándose a valores; respeto, perfección, humildad.
Todo parecía bien. Cada día aprendía más en el colegio, cada día sacaba mejores calificaciones, recibía más cumplidos y se volvía un poco más perfecto; el hijo perfecto, el hermano perfecto, el alumno perfecto, el compañero perfecto, el perfecto caballero.
Esa era la vida. Eso era vivir. O eso era lo que Yagyuu creía.
Cuando creía - erróneamente, descubrió más tarde - que sólo podía aprender los profesores, que sólo podía aprender conocimientos, se sentía normal. No se sentía bien o mal, se sentía correcto simplemente.
Llegó un momento cuando comenzó a dudar. Y era increíble pensar que una persona podía haber sembrado tantas dudas y emociones en él. Sabía bien que Niou Masaharu era problemático, después de todo tenía su reputación ya formada. Debía ser la última persona a la que un alumno perfecto como Yagyuu Hiroshi se debía acercar. Debía ser, ¿cierto?
Pero no se había acercado él, sino que Niou lo había hecho, por cualquier razón que tuviese, lo había hecho, y Yagyuu no tenía, ni quería tener razón alguna para alejarse. No le tenía miedo, sino sentía una curiosidad nueva y fresca carcomiéndole su mente.
¿Perfección? No existía, aunque se podía aparentar.
Demasiada seriedad. Demasiadas responsabilidades, demasiado peso sobre sus hombros. No se había dado cuenta, no se había percatado de la jaula en la cual se encontraba, pero cuando se quedaba a un lado de Niou lo veía, se veía a sí mismo recargado de cosas, enjaulado, encerrado, mientras que Niou se veía tan libre, tan divertido con lo que hacía, tan feliz, con tantas emociones; quería eso, deseaba eso también para él.
Era posible que jamás pudiese explicarle todo esto a su actual compañero de dobles, era posible, que si tratara de explicarlo, Niou no entendiese todo lo que le había enseñado: le había enseñado a volar, a no tener remordimientos - y de paso consciencia -, a no dudar, a sentir por completo la pasión del tenis dentro suyo y ser capaz de disfrutarlo, lecciones que eran mucho más valiosas que cualquier otra cosa.
Quizás era mucho decir, pero sentía como si solo conocer a Niou le hubiese despertado de un largo sueño monótono, de una pesadilla.
-Niou-kun.-
-¿Ah?- Los ojos claros le miraron atentamente, y Yagyuu hubiese reído de no ser porque no quería que Niou quitase esa expresión de completa curiosidad a la vez que comía helado con una usual despreocupación, sin las barreras a las cuales estaba acostumbrado a usar con el resto de la gente, pero no con él.
-Gracias.-
Curiosidad dio paso a confusión. -¿Por el helado?- Preguntó el peliblanco, relamiéndose los labios con paciencia; seguramente era lo único que hacía con paciencia, Yagyuu pensó por unos segundos. -No agradezcas, después me vas a tener que invitar a comer, porque esos eran mis últimos ahorros.-
-Seguro.-
#30 - Adicción
No siempre había sido así; descarado, terco y revoltoso. Había crecido como cualquier otro niño, pero ciertas circunstancias le llevaron a ser como era, año tras año comprendiendo que la vida no era tan fácil como lucía, que si no despertaba y luchaba por lo que quería no lo obtendría, porque por lo menos para él, las cosas no venían en bandeja de plata para que él simplemente las tomara y disfrutara.
Había crecido problemático, en un principio, porque quería atención, era simplemente instinto el que le guiaba. No le costó aprender, desarrollar su inteligencia y utilizarla para su beneficio; astucia pura, estrategia, combinado con pasión, desfachatez y y una mente calculadora, siempre viendo más allá para buscarle la maña a todo, para ser mejor, para demostrar que aún siendo revoltoso, era diferente a los demás; él era intocable.
Sentía placer al hacerlo. Sentía placer, un extraño placer al ver rostros sorprendidos y casi asustados. Era extraño, pero no era sádico ni nada por el estilo, sólo quería hacerse respetar y demostrarle a todos que no era del montón.
Travesura tras travesura, artimaña tras artimaña, superándose en algo que por ridículo que pareciera, significaba algo para él, se transformaba en un pequeño logro; no importaba si de alguna manera le causaba disgusto a sus padres, porque ellos siempre le pasaban regañando. Una cosa más, una menos, era lo mismo.
Fuera cual fuera la razón, sus ojos se clavaron sobre Yagyuu Hiroshi. Pensó que era solo curiosidad; era sólo porque era el niño perfecto, y quizás quería ir un poco más allá e intentar hacer algo con él.
Ya fue demasiado tarde cuando se dio cuenta que no podía quitar sus ojos de encima del otro. No se había acercado, solo le había estado observando como predador innato. ¿Atracción? Sonaba más lógico que curiosidad. Yagyuu tenía algo. No sabía que era, lo había pensando demasiadas veces como para sacar alguna respuesta. No sabía que era, y le intrigaba. Yagyuu Hiroshi. Su nombre retumbaba en su cabeza.
Pensó que pasaría en cuanto se acercara al otro joven; otra equivocación más. Si antes se sentía inevitable y inexplicablemente atraído, ahora era peor. Le interesaba saber más, le intrigaba más, quería saber más, quería estar cerca, quería comprenderlo; quería saber quién era el verdadero Yagyuu Hiroshi, porque no podía ser el caballero perfecto que simulaba, si de algo estaba seguro era de eso. Nadie podía ser tan malditamente perfecto y ser feliz.
Costó esfuerzo, un poco de insistencia y más de ingenio para lograr hacerse paso, de a poco, al otro, pero lo hizo, y no se sorprendió en descubrir a alguien diferente de la imagen que Yagyuu reflejaba. Niou se sintió satisfecho. Satisfecho y desesperado al mismo tiempo, porque no, Yagyuu no era perfecto, era un imperfecto tratando de ser perfecto, pero eso lo hacía completamente más atractivo de lo que ya era.
Incontables noches, innumerables sueños, pensamientos y divagaciones conforme pasaba el tiempo, y llegaba a la misma estúpida y completamente ridícula conclusión: era adicto a Yagyuu Hiroshi.
Si, era ridículo, mas cada segundo que pasaba a su lado, que veía una sonrisa genuina, que podía sentirse tocando a un Yagyuu que nadie más conocía, le hacía más y más sentido. Y no le importaba, porque era Yagyuu. Yagyuu era lo que le faltaba. Yagyuu era más que suficiente para él, para poder seguir y sentirse completo.
-No necesitas tomarme la mano para que te siga, Niou-kun.-
-¿No?- Preguntó, sonriendo ladeadamente a la falsa calma de Yagyuu; sabía que Yagyuu no se sentía del todo cómodo con toques en público, pero eso lo hacía más divertido. -Es para que no te pierdas, no te quejes.-
Era adicto a Yagyuu Hiroshi, y en su mente todo tenía sentido después de eso.
And those were the last ones... yeeey for me~
Uhm. Though, I wanted this last ones to be more... light, funny... I don't know; they're just... kind of fluffy/silly X_x; And while I was trying to write them, more drabbles appeared on the way... yay, now I have two or three that couldn't fit~ ^^;;
And now... I'm seriously thinking in taking Mabudachi Trio *000*