Oct 31, 2009 00:34
Kirito comía todo lo que le pusieran enfrente mientras que Gackt comía despacio, saboreando todo, y además porque cuando comes lento te hace digestión y te llenas más rápido… como él solía decir. La plática era espontánea porque Kirito tenía mucha comida en la boca como para poder contestar.
Al terminar de devorar todo…
-¿Me prestas tu baño, Camui?
-Sí, claro, hay uno aquí cerca. ¿Ves esa puerta de ahí? -señalándole.
-Sí…
-Por ahí te sigues a la izquierda y una puerta de caoba, ¡ésa es el baño!
-Claro… -se levantó y se dirigió al lugar indicado.
-Si se pierde, muéstrale el camino -le susurró a una sirvienta.
-Sí, Camui-san -ésta asintió y siguió a Kirito.
-¿Puerta de caoba? ¿Por qué no sólo le pone un estúpido letrero que diga “baño”? -abriendo puertas al azar.
-Kirito-san… es éste -la sirvienta, amablemente, le mostró la puerta indicada.
-Gracias… ¡ya sabía! -entró malhumorado, azotando la puerta tras él.
Una vez puesto el seguro caminó lentamente hacia la taza y se hincó… tomó aire y cerró los ojos para después llevarse el dedo a la boca y provocarse el vómito. Comenzó su tortura, devolviendo toda la comida y llorando con desesperación.
Una de las sirvientas, que pasaba por ahí, lo escuchó y rápidamente avisó a Gackt.
-Camui-san, disculpe que lo interrumpa…
-¿Qué pasa, linda?
-Su amigo… parece que no se encuentra bien…
-¿Dónde está? -“¿Le habrá dado un ataque de asma de nuevo?” Se levantó de la mesa, pensando lo peor.
-En el baño aún…
-Bien, gracias -corrió junto con la pequeña Bell que le seguía ladrando.
Golpeó la puerta sin ningún resultado y escuchó los sollozos.
-¡Kirito-san! ¡¿Está todo bien?! -intentó abrir la puerta, pero ésta tenía seguro-. ¡Shit! ¡Kasumi-san! ¡Traiga las llaves, por favor! -le gritó a la ama de llaves, quien asintió con la cabeza y corrió a por lo que su amo le pedía. Regresó ya con las llaves y abrieron, y encontraron a Kirito frente a la taza en el suelo, llorando-. ¡Kirito-san! -corrió a abrazarle.
-Camui, ¿qué haces aquí? -se intentó soltar.
-Tranquilo -le limpió la boca con un pañuelo-. No tienes por qué sentirte mal ahora que vi esto, todo estará bien… -le sonrió con ternura mientras agarraba un pedazo de papel para secarle las lágrimas con delicadeza.
-¡Cállate! -Kirito se negaba a sus cuidados.
-Kirito-san, todo estará bien, vamos afuera.
-¡Si no me sueltas ahora, vomitaré sobre ti!
-No es necesario que siga con esto, vamos -lo levantó y lo volvió a abrazar. Kirito no quería admitir que se sentía reconfortado estando en sus brazos, así que se forcejeaba un poco.
Lo llevó a su habitación para recostarlo en la cama, pero Mei no estaba muy contenta por eso.
-Tranquila, sólo será por un momento -la gatita se erizaba.
-Ni tus mascotas me quieren -sonrió amargamente.
-¡No digas eso! Las dos son muy celosas, ¡eso es todo! …Niñas, compórtense, ¡no sean groseras! -Bell también estaba a la defensiva-. Afuera, vamos, afuera -sacó a las dos de la habitación y enseguida Bell comenzó con los aullidos-. No te preocupes, se le pasará -sonrió nervioso.
-Sería mejor que me fuera… -intentó levantarse.
-No, no, está bien así, las chicas se encargarán de las niñas… Pero necesito hablar contigo -lo vuelve a recostar.
-¡No quiero hablar contigo! ¡No quiero recostarme, me haces sentir como un inválido!
-Tonterías, entonces siéntate, pero de aquí no te vas -le sonrió y le guiñó el ojo coquetamente.
-¡Déjame! -le tiró un cojín.
-Ja, ja, ja, ¿quieres jugar?
-Baka… -le tiró otro.
-¡Esto es la guerra! -le tiró uno también.
-¿Qué te pasa? -se lo devolvió.
Así sin darse cuenta, Kirito sonreía y seguía atacando a Gackt con los cojines y tratando de esquivar los ataques de él. Gackt también disfrutaba de aquel momento, fue algo mágico; hacía ya tanto tiempo que no jugaba con nadie de esa manera.
Gackt tomó la almohada de su cama, que era una larga, y se la estrelló en la cara a Kirito dejando escapar las plumas de ésta.
-¡Itaiyo! -se quedó quieto por un momento, se cubrió la cara y comenzó a llorar.
-Eto… yo… -muy nervioso y apenado-. No quería lastimarte -tiró la almohada a un lado y lo abrazó-. Lo siento.
-¡Baka! -le mordió el brazo.
-¡Iiita! -Gackt lo soltó.
-Ja, ja, ja, ja, ¡nunca confíes en tu enemigo de guerra!
-Malo -puso carita tierna.
-¡Yo no caeré en eso! -se cruzó de brazos.
-¿Ah, no? -se tiró encima acorralándolo en la cama.
-¡¿Qué haces?! -tratando de zafarse.
-Castigándote -con una sonrisa traviesa en el rostro, para después besarle el cuello.
-¡Camui! No… -sentía aquellos labios gruesos pasando por su piel. Los besos cada vez le hacían sentir una sensación distinta. Ahora bajaba por su pecho y el forcejeo por parte de Kirito cada vez era más débil, y su respiración más agitada, con suspiros que estaban en contra de su voluntad.
Kirito deslizó sus manos para sentir el cuerpo de Gackt llegando a su cadera, la acarició un poco y después le abrió el pantalón bruscamente.
-Hey, hey, tranquilo… -le besó la oreja.
-Cállate, baka -dijo entre suspiros, sus mejillas comenzaban a ponerse rojas.
Sin importarle lo que Gackt dijera, le bajó el pantalón dejándolo con la tanga nada más. Al sentir la suave piel de sus bien definidas nalgas, sintió un escalofrío por la espalda, una sensación indescriptible, combinada con el suspiro de Gackt. Era un choque de emociones para ambos y, sin más, Kirito besó aquellos redondos labios aprisionándolos con los suyos, que parecía que encajaban a la perfección por la forma redonda. Sus lenguas se encontraron jugueteando mutuamente, mientras Kirito despojaba a Gackt de su ropa arrancándosela como podía, y si Gackt intentaba separarse de él, le mordía el labio inferior a lo que respondía con un gemido de placer.
Gackt también comenzó a desvestirlo con delicadeza, sintiendo su piel, y algo que llamó su atención: los tatuajes, que cuando pasaba sus dedos sentía los bordes, delineándolos con las puntas de los dedos, disfrutando cada instante.
Kirito tan sólo buscaba una forma de sacar a Hakuei de su cabeza, pero las actitudes suaves y gentiles de Gackt no ayudaban mucho. Le hacía pensar en que quería que Hakuei le jalara de los cabellos, le mordiera el hombro y lo golpeara para desvestirlo.
Gackt se separó por fin de sus labios y comenzó a besar sus hombros, sintiendo su aroma. Kirito ahora se concentraba en las acciones de su amante, experimentando cosas nuevas, perdiéndose en aquella fija y penetrante mirada de ojos azules, aquella seductora sonrisa, sus gemidos, su melodiosa voz, su perfecta piel blanca, sin ningún tatuaje, su suavidad y aquel olor embriagante a Platinum Egoïste. Sus labios en su pecho y bajando, cuando de pronto Kirito se encontró con algo que le sorprendió. Lo apretó un poco, era como si no creyera que fuera cierto.
-¡Ita! -Gackt reaccionó por el apretón.
“¿Esto es…?” Deslizaba su mano a lo largo. “Su…su…”
-¡Oh, dios!
“¡¿Su miembro?!” Intentó mirarlo, pero con Gackt besándole no veía nada.
-¡Camui! ¡Espérate! -lo empujó.
-¿Qué pasa? -cayó boca arriba.
-… -quedó sin palabras al verlo-. Es tan grande -dijo con la mirada perdida.
-¿Qué…? -siguió su mirada-. Ah, ¿te refieres a Mágnum? Ja, ja, ja, tranquilo, te prometo que no te dolerá -sonrió muy orgulloso.
-¡¿Estás loco?!
-¿Eh? -Kirito se tiró sobre él y lo besó de nuevo, enterrando las uñas en sus hombros.
-Si lo que quiero es disfrutarlo -le susurró al oído.
-Cómo tú quieras… -dijo sorprendido
Esta vez era Kirito quien besaba cada rincón del cuerpo de su amante con pasión, haciendo que éste comenzara a gemir rápidamente jalando el aire, dejándose llevar. Kirito llegó por fin a su Mágnum y sin más se la metió a la boca, haciendo su labor mientras Gackt apretaba las sábanas y gritaba un poco. Cuando Gackt estaba llegando a su punto y Mágnum hizo su erección, Kirito se detuvo algo forzado.
-¡¿Qué pasa?!
-Nada malo… -le contestó Kirito con una sonrisa y se sentó sobre el, metiéndose él mismo a Mágnum y gritando por aquel dolor tan placentero para él. Después, aquellos tan ya especiales gemidos de Kirito se comenzaron a escuchar, jalando el aire y de una manera rasposa.
Gackt se sorprendió mucho, pero se olvidó de ello rápidamente para empezar a mover las caderas y entrando una y otra vez, jalando las caderas de Kirito hacia las suyas, escuchando con gusto los gemidos de éste.
Kirito soportaba aquel dolor, sin embargo sus manos no se podían estar quietas. Enterraba las uñas en la espalda de Gackt, lo mordía donde alcanzara: el cuello, el hombro o la oreja. Conforme el dolor incrementaba buscaba otra manera de hacérselo sentir a Gackt, así que le jalaba el cabello o tan sencillo como golpearle el pecho con el puño.
Gackt se volvía loco con aquellas reacciones y cada vez entraba con más fuerza.
“Ahora sí lo hace como mi Haku”, pensaba Kirito mientras dejaba escapar el último grito, el de orgasmo.
“¿Terminó?” Gackt dejó de moverse lentamente y salió de el.
-¡Ah! -se tiró hacia atrás dejando las piernas dobladas, su pecho se levantaba un poco, lo que quería decir que respiraba con dificultad.
-¿Estás bien, Kirito? -se le acercó lentamente y le dio un tierno beso en la mejilla.
-Sí… bien… sólo necesito tranquilizarme.
-Ok… iré a tomar una ducha…
-Sí… -Kirito cerró los ojos y sintió cómo Gackt se levantaba y, poco después, escuchó una puerta cerrarse.
-Rayos… -Gackt estaba algo molesto, bajó la mirada y vio su Mágnum-. Eso no fue suficiente, ¿ne…? -después de un suspiro se metió a la regadera y abrió la llave de agua fría-. ¡Kusoo!
Kirito ya respiraba mejor, mientras tanto pensaba en su amado Hakuei.
“¿Por qué me dejaste…? ¿Qué es lo que hice mal? Tú eres lo único que tengo… regresa, por favor… te necesito” Se acurrucó en la cama.
-Haku… -murmuró.
Después de un rato Gackt salió con la bata de baño puesta.
-¿Todo bien?
-¿Ah…? Sí… Sí… creo que yo también tomaré un baño…
-Claro, ¡pásate!
-Gracias… -entró y cerró la puerta rápidamente.
-Vaya…
Kirito se miró al espejo. Sabía que lo que había pasado no era correcto. Pero si Hakuei ya no era su novio, no tenía nada de malo, pero si él se enteraba jamás regresaría con él.
-Maldito Camui. Éste era su plan desde un principio, lo sabía, ¡lo único que quería era sexo! Hakuei tenía razón… Me siento tan mal… Haku… -se tiró al suelo y hundió el rostro entre las rodillas-. ¡Haku no volverá por culpa de ese maldito arrogante aprovechado…! Haku, yo te amo… te amo… ¡¿POR QUÉ ME HACES ESTO?! -se levantó rápidamente y rompió un jarrón y, con los pedazos, comenzó a cortarse el cuerpo, cualquier parte.
-¡KIRITO! -Gackt intentaba abrir la puerta, pero de nuevo estaba el seguro puesto. Salió rápidamente por las llaves y abrió enseguida. Esquivando todo el tiradero llegó a él, que estaba tirado en el suelo desangrando y, al parecer, había perdido el conocimiento.
-Haku, ¿eres tú…? -volvió a desmayarse, y Gackt lo cargó para sacarlo de ahí.
-¡Llamen a una ambulancia, rápido!
-¡Sí, señor!
Cuando la ambulancia llegó dejó que se lo llevaran. Ya los alcanzaría una vez que estuviera completamente vestido.
Ya en el hospital Kirito despertó.
-¿Dónde estoy…? -no había nadie a su alrededor, tan solo se escuchaba aquella máquina que medía su pulso.
Gackt se encontraba afuera hablando por celular.
~Continuará~
Notas:
Bien, aquí el capítulo 7 llega a su fin!! Y cada vez comienza a ponerse más bueno esto.
Jajaja, eso creo…
Muchas gracias por seguir leyendo este fic que está hecho con mucho cariño para todas las fans de PIERROT y, sobre todo, las de Kirito.
Kami Camui.