Oct 31, 2009 00:33
Los días pasaban; Kirito seguía ocultando su enfermedad a todos los miembros de PIERROT. Sin embargo, ellos no eran nada tontos y sospechaban, sobre todo su hermano Kohta, que era el que más lo conocía y sabía que había tenido ciertos indicios de bulimia desde joven. Fue como una secuela después de los sucesos con su madre. Pero Kirito se negaba a ser ayudado, negaba tener aquella “absurda enfermedad”.
Aiji buscaba con desesperación ayudar al ser que más quería sin obtener muy buenos resultados. Lograba tranquilizarlo por poco tiempo en la cama. Pensaba que lo mejor era que Kirito dejara a Hakuei, pero él seguía negándose.
-Él aún me ama, ¡es sólo que últimamente ha estado de mal humor! ¡Es todo!
-¡Sí, pero eso no justifica el cómo te ha dejado! ¡Ya casi te desfigura el rostro! Tienes los ojos hinchados de tanto llorar, la cara también por los golpes, has estado a punto de morir por un ataque de asma que él te provocó y que no te ayudó. Te dejó solo y sin tu medicina. ¡Yo tuve que ayudarte, él no estaba ahí! ¡Yo sí! Te he estado apoyando; no solo yo, Takeo, Jun y Kohta también. No estás solo. ¡Y tampoco estás gordo! Cada día estás más delgado, ¡incluso más que yo! Cada día duermes más porque no tienes fuerza, estás sin ánimo, débil, pálido… ¡Deprimido! ¡Kirito, te estás muriendo frente a mí! ¡Por favor, no te dejes! Toma mi mano, te doy mi ayuda. Acéptala, cariño, mi Kirito… te quiero tanto... -lo abrazó y lo besó con fuerza, llorando.
-Aiji…
Esa noche durmieron juntos. Aiji lo acariciaba con ternura demostrándole lo mucho que lo quería. Kirito aceptó ese cariño y durmió entre sus brazos, dejándose querer.
Se sentía más apoyado, sin embargo no se venían muchos cambios. Lloraba por las noches en brazos de Aiji y por las tardes miraba cómo Hakuei lo engañaba con distintos chicos. Y más tarde, por alguna u otra razón, se molestaba con él y lo golpeaba. Era como una rutina hasta, que después de unas semanas, Hakuei no soportó más.
-Kirito, escúchame bien. Ya no quiero seguir con esto -lo levantó del suelo donde estaba, le limpió las lágrimas y lo miró serio.
-¿Qué… pasa…?
-No soporto tu actitud, ¡cada día te pones peor! Mírate nada más, ¡tan frágil y demacrado! Kirito, hasta aquí llegamos como pareja.
-¡¿Qué?! -Kirito se tiró al suelo enseguida-. No puedes dejarme, por favor… ¡tú aún me quieres! Hakuei, tú lo eres todo para mí. No me dejes, por favor, Hakuei, yo te amo, yo te amo mucho. Por favor, podemos arreglar nuestros problemas juntos, haré lo que quieras, lo que sea, ¡pero no me dejes!
-Lo siento, pero yo ya no te quiero, ¡y no insistas, que es patético! -le dio una cachetada y se marchó dejándolo ahí, dejándolo hundirse en su propio ser.
Kirito no podía creer lo que había pasado, era una pesadilla… de la cual no podía despertar, por más que quisiera. Ahora ya ni Aiji calmaba su dolor, tan sólo se la pasaba en la cama sin comer, vomitando lo poco que había en su estómago, lo que le obligaban a comer de vez en cuando. Ni la pasión de Aiji, ni la ternura de Kohta lo tranquilizaban. Seguía igual, deprimido, sin bañarse, con las mejillas húmedas de tanto llorar, pero ahora ni lágrimas tenía, todas las había derramado ya.
De repente, entre el silencio de su sollozo, escuchó la canción de “Creatur”.
-¿Ah…? ¿Quién será…? -tomó el celular rápidamente con la esperanza de que fuera Hakuei, pero en la pantalla sólo vio el nombre de “Camui”-. ¿Quién será? -contestó con desánimo-: Moshi, moshi, Kirito desu… ¿Quién llama?
-Gakuto desu…
-¿Gakuto?
-Sí… ¿me recuerdas, chico pop?
-Ah, Gakuto… ¿qué demonios quieres?
-¿Estás bien? No te escuchas muy bien que digamos…
-Es algo que no te importa.
-No se me hace raro tu buen trato… pero tan sólo quería verte, estuve pensando en ti, y pues quería verte, invitarte a comer algo, ¡más bien a cenar aquí en mi casa! Te invito. ¿Aceptas?
-No, me siento mal… otro día será.
-¡Por favor! Paso por ti en una hora, nos vemos.
-¡No!
-Adiós… -Gackt colgó.
-Baka… -tiró el teléfono y se vuelve a acostar.
Después de un tiempo Aiji golpeó su puerta.
-¡Te buscan!
-¿Quién…?
-¡Gakuto-san!
-¿Ah? -abrió la puerta y Gackt entró-. ¿Quién te dejó pasar?
-Aiji-san -sonrió ligeramente.
-Bien, ¿qué demonios quieres?
-Sólo… viene a verte… ¿no puedo?
-No.
-Bueno, yo estaré abajo por si alguien me necesita -Aiji se fue algo molesto.
-¿Por qué no quieres verme? -Gackt se acercaba lentamente a Kirito.
-Porque no quiero ver a nadie. No te sientas importante, que la cosa no es personal -Kirito se recostó en su cama sin darle importancia.
-Ok… no lo siento personal, pero, ¿por qué estás molesto? ¿Quieres contarme?
-¿Qué te hace pensar que yo te contaría mis problemas?
-No entiendo por qué me tratas así, si tan solo quiero ser tu amigo.
-Bueno, pero yo no quiero, ¡¿satisfecho?! -se levantó de la cama.
-Está bien, no te molestes más, tan solo quería invitarte a cenar. Vamos… -lo toma por el brazo para llevárselo.
-¡No quiero, Camui! ¡Entiende! No me siento bien -Kirito soltó el llanto inconsolable lleno de coraje.
-Taka me contó lo que sucedió… tan sólo quería ayudarte como amigo que soy.
-Tú no eres mi amigo, ¡¿entiendes?!
-Tranquilo -lo abrazó a su pecho con ternura.
-Camui… -no se resistió más y continuó llorando aferrado a su pecho.
-Salir a despejarte te ayudaría mucho, ¿sabes? Ven conmigo -le levantó el rostro por la barbilla para mirar sus ojos con aquella mirada seductora.
-Llévame… -cerró los ojos dejando salir dos lágrimas más.
Gackt lo ayudaba a caminar para que se tomara un baño. Lo esperó pacientemente mientras veía con cuidado la decoración de la habitación: ángeles en pinturas, figuras de cerámica y muchas velas aromáticas. Cuando Kirito terminó de bañarse salió con la bata de baño y la mirada melancólica.
-Oh… ¡saldré para que puedas vestirte! -dice Gackt apenado al verlo.
-No te preocupes -sin mirarlo se dirigió al closet para tomar su ropa mientras Gackt salía.
Espero una vez más y, cuando éste estaba listo, salió.
-Bien, vamos -le extendió la mano con aquella sonrisa que tanto desconcertaba a Kirito.
-Hum... -asintió con la cabeza, le tomó por la mano y mantuvo la mirada baja.
-Kirito, ¿adónde vas? -Jun los encontró escaleras abajo.
-Iré con Camui a tomar algo…
-Ah… Camui-san…
-Mucho gusto. Usted debe ser Jun-san, el guitarrista, ¿ne? -una sonrisa amigable se pintaba en aquel bello rostro.
-Sí… mucho gusto -le devolvió una sonrisa amigable. Sabía que esa clase de personas no podía dañar a su amigo.
-Avísales a los demás, por favor… regresaré más tarde… -ni un poco de alegría demostraba.
-¿Llevas tu celular?
-¿Ah…? No… ¡iré por él! -soltó la mano de Gackt y subió las escalera apresurado.
-Es un poco distraído, ¿ne? -Gackt trataba de hacer plática.
-Sí… pero yo diría que mucho -rió un poco.
-Yo sé que ustedes están muy preocupados por él, por las cosas que pasaron con Hakuei-san, pero les pido de la manera más atenta que confíen en mí. Yo tan solo quiero ayudarle a pensar en otras cosas.
-Muchas gracias por su preocupación, Camui-san… Lo dejo en sus manos -Kirito bajaba de regreso.
-¿Ya nos vamos? -Gackt le extendió la mano nuevamente.
-Hum… -la tomó con temor.
-Que les vaya bien, ¡diviértanse! -Jun los despidió en la puerta.
-¿Crees que esto sea correcto, Jun? -Aiji apareció tras él.
-No lo sé, Aiji, pero creo que él no quiere estar con ninguno de nosotros ahora…
-¿Qué pasará con PIERROT?
-No lo sé… no lo sé… -mirando el auto de Gackt saliendo de la avenida.
-Kirito, tienes unos buenos amigos, ¿sabes?
-El que me hayas convencido de venir contigo no significa que puedas comenzar a entablar una conversación sobre mi vida personal conmigo -se cruzó de brazos y miró la ventana.
-Ja, ja, ja, mil disculpas -dijo algo molesto-. ¡Pero tan solo me preocupé por ti!
-Pues no necesito de tu preocupación.
-Bien, ¡olvidemos el tema! ¡No quiero que la noche se arruine!
-¡Eres el único que lo arruina!
-¡Puff! -suspiró.
Llegando al castillo de Gackt…
-Pasa, la cena nos está esperando.
-Oh, gracias… ¡ya me dio un poco de hambre! -se sentó en el comedor.
-Ja, ja. -“Es tan lindo…” Sonrió y se sentó a su lado.