De:
raintofallPara:
cloe2gs Título: I Haven't Met You Yet
Personajes/Pairings: Chuck/Dan, Chuck/Blair (sorry)// Jenny, Eric, Lily, Rufus, Vanessa, Serena, Blair, Nate
Longitud: 6532 palabrejas
Rating/Advertencias: NC 17
Nota de autor: Y yo que pensaba que no iba a llegar ni de coña marinera y aqui estoy. Espero que le guste a mi amigo invisible.
Gracias a
hoomygoth por el beteo y los pompones xD
Haven´t Met You Yet
Todo empieza con Blair dejando a Chuck antes de las vacaciones de verano. Y Dan se entera por Gossip Girl. A él nunca le han gustado ese tipo de cosas, pero se trata de Chuck Bass y de Blair Waldorf. Es de lo que más se habla en todo Nueva York. O todo Nueva York que conozca a Chuck y a Blair-que Dan duda que sean pocas personas quienes no los conozcan-y Gossip Girl.
En realidad, le sorprende bastante. Se supone que llevan un año de pasión constante y no dejan de hacer gala de su amor a todos los sitios que van. Chuck va cada cierto tiempo a París para comprarle los chocolates favoritos de Blair. Dan piensa que es patético. Serena cree que Chuck nunca ha estado enamorado, salvando de su ego, y que es bonito.
-A lo mejor Blair se ha hartado de ese excesivo romanticismo de Chuck.
Serena hace ese tipo de sonido con la boca cuando intenta ocultar una sonrisa.
-No es eso, Dan. Es Blair.
-Eso no explica nada.
-Créeme, lo hace.
De todos modos, Dan no quiso entrometerse mucho más en la extraña e inesperada ruptura de Chuck y Blair. El problema se presenta cuando Chuck decide pasar las vacaciones en Hamptons con su “familia” en vez de irse a ahogar las penas en alcohol y en mujeres en una isla perdida de la mano de Dios.
-Dos meses enteros con Chuck Bass. Estas van a ser las mejores vacaciones de mi vida.
-No seas exagerado. Tampoco es tan malo, ¿sabes?
-Claro, tú no vas a estar dos meses con él, Jenny.
-Cierto. Pero míralo por el lado bueno.
-Como si lo hubiera.
Jenny chasquea los labios.
-No hagas eso, es odioso.
-Tú sí que eres odioso.
***
Hace calor y están en la limusina. Dan prefiere el autobús o el tren. Incluso un coche, pero no la limusina. Sabe que nunca se acabará acostumbrando a la limusina, ni a tener la cartera llena de dinero, y ni mucho menos a poder ir a donde sea con solo levantar el teléfono.
No. Dan, no. Chuck, Serena y el resto, si. Quizá Jenny, pero porque Jenny es Jenny tiene una imagen, o eso dice ella.
Intenta concentrarse en el libro, pero lleva veinte minutos la misma línea. Sabe que se marea en el coche, pero prefiere disimular a mantener la vista en frente y toparse con Chuck Bass y su aliento a alcohol y su vista medio desaliñada y su traje de quince mil dólares. Todo menos eso, gracias.
El viaje no dura más de dos horas, pero a Dan se le hace eterno. Sobre todo cuando Chuck se inclina hacia delante y murmura algo a Jenny. Dan no tiene más remedio que aguantarle la mirada, por principios.
Los principios de Dan acaban dándose por vencidos cuando retira la vista y decide que ya va siendo hora pasar la maldita página. Puede sentir la mirada de Chuck sobre él, pero no va a caer en ese juego de “te miro, me miras y el primero que la retire es tonto”. Dan ya no tiene seis años. Aunque a veces, Jenny lo crea.
Cuando llegan a los Hamptons, Chuck es el primero en salir de la limusina. Copa en la mano. Dan intenta no hacer ningún comentario con Jenny, sin embargo, su hermana tiene que ser adivina, porque cuando ve a Dan, niega con la cabeza, como si lo que Dan estuviera pensando, estuviera mal y fuera erróneo.
-¿Qué?
-Deja de estar ahí como un pasmarote, y ayúdame con las maletas.
-Jenny, son todas tuyas.
-¿Tú crees que puedo sola?
***
Le resulta un poco agotador tener que estar evitando a Chuck todo el verano, y la primera semana le parece un tanto eterna. Todas las mañanas acaba sentado en la terraza, con un libro en su regazo y tomando café. Suelen acompañarle Rufus y Lily, a veces Eric, y muy raras veces Chuck y Jenny.
A Dan le extraña que pasen tanto tiempo juntos. Supuestamente, Chuck y Jenny no son exactamente, los mejores amigos del mundo, pero parece que su hermana y Chuck han dejado atrás todos esos encontronazos porque parecen mucho más unidos que antes.
Muchas veces los ve pasear y hablar. Chuck sigue teniendo cara de haberse bebido un bar entero, pero a Jenny no le importa o intenta no importarle. Claro, que también cree que Jenny solo habla de ella cuando está con él. Quizá sea mejor que estar todo el día pensando en Blair.
-A lo mejor podrías ceder un poco, como Jenny.
-¿Ceder?
-No digo que te vayas a convertir de la noche en la mañana en el mejor amigo de Chuck, pero podrías intentar, no sé ¿algo?
-Dan, lo que Rufus quiere decir, es que quizá podrías hablar con él.
-Queréis que hable con él.
-Eso sería un gran paso. Creo que lo que menos necesita ahora es tener un “enemigo”-dice Rufus señalando con los dedos-en casa.
-No somos enemigos, simplemente no nos llevamos.
-Hemos intentado que salga de casa, que cene con nosotros, pero se niega en rotundo. Solo sale de su habitación para pasear por el jardín.
-Y queréis que yo hable con él.
-Por favor.
Dan sacude la cabeza y se levanta de la mesa, libro en mano. No hace demasiado calor, pero podría darse un chapuzón en la playa o en la piscina.
-Me lo pensaré.
Al final opta por dar un paseo por el jardín. No es muy grande, pero la primera vez que estuvo aquí se perdió. La orientación nunca ha sido su fuerte, y todavía se pregunta cómo puede llegar a la universidad sin equivocarse de metro. Está tan metido en sus pensamientos, que no se da cuenta que frente a él está Chuck, mirándole intensamente, como si pudiera hacerle arder con su mente.
-Uh.
-Humphrey.
-Hola, Chuck.
-Si buscas a tu hermana, está hablando por teléfono.
-No. Solo paseaba.
Chuck chasquea la lengua algo disgustado y Dan se hace a un lado por si Chuck tiene que pasar. Lo que menos quiere ahora es que le pegue el olor a alcohol.
-Siento disgustar tanto a tu delicado olfato-murmura Chuck al notar el movimiento de Dan.
-Quizá si dejaras de pasarte el día borracho como una cuba, no tendrías que disculparte.
-No te metas donde no te llaman.
-Para tu desgracia, es algo que también me concierne porque no sé si lo has notado, pero vivo aquí y no me gusta ver a mi padre y a Lily preocupados por ti y tu estúpido sentido de llevar una ruptura.
Chuck se acerca en dos pasos, se mete en su espacio personal y el fuerte olor a alcohol va a hacer que Dan acabe vomitando. Encima, Chuck está guapo. De una forma retorcida, está guapo y Dan no necesita en estos momentos que su cuerpo reaccione de alguna manera extraña.
Le sostiene la mirada durante, lo que le parece, una eternidad. Entonces, Chuck le da la espalda y se aleja de él.
Si las miradas matasen, Dan sería ceniza.
****
Sorprendentemente para todos, pero en especial para Dan, Chuck se sienta con ellos esa noche a cenar. En realidad es la primera vez en dos semanas que Chuck parece un ser humano otra vez y no un zombi completamente alcoholizado. Jenny parece entusiasmada con la idea de tenerlo al lado y de vez en cuando, durante la cena, comenta algo con ella o con Eric.
Desde aquella discusión en el jardín no han vuelto a dirigirse la palabra a pesar de haber coincidido un par de veces en los pasillos de la casa. No es que a Dan le preocupe mucho, pero se alegra-en el fondo-que haya cambiado de opinión y forme parte, aunque sea solamente una vez, de una deliciosa cena familiar.
Justo cuando van a servir el postre, empieza a sonar la melodía de un móvil. Chuck se levanta en seguida y se retira, un poco pálido, al mirar la pantalla del teléfono.
-Bueno, fue bonito mientras duró-comenta Rufus.
***
Dan suele acostarse mucho más tarde en verano y quizá es eso lo que le lleve a descubrir a Chuck borracho y con los ojos rojos tirado en el sofá de cuero de Lily.
-Uhm, ¿hola?
Chuck parece no inmutarse, así que decide acercarse hasta él para comprobar si sigue respirando. No le gustaría levantarse mañana por la mañana y descubrir a Chuck muerto. Sería todo una tragedia, y Dan tiene suficiente con su vida, gracias.
En la televisión hay un programa de cocina china, en chino. Quizá Chuck sepa chino.
-¿Chuck?-lo intenta otra vez.
Está vivo y eso es un pequeño alivio. Tiene los ojos abiertos y la respiración algo entrecortada. Está despeinado, la camisa medio sacada del pantalón, su mano izquierda sostiene la botella medio vacía de lo que quiera que estaba bebiendo y su mano derecha el móvil.
-¿Por qué no me dejáis morir en paz, todos?-susurra Chuck arrastrando las palabras.
-Siento decepcionarte, pero ahora mismo no puedo.
-Que te jodan.
Dan apoya las rodillas en el reposabrazos e intenta moverse lo más rápido posible para que Chuck no acabe pegándole. Aunque tiene la sensación que la coordinación de Chuck ahora mismo está por los suelos. Le agarra de un brazo y tira de él. Chuck intenta forcejear, pero no tiene fuerzas.
-¿Qué coño estás haciendo?
-Te estoy salvando la vida.
-¿Qué parte del “déjame en paz” no entiendes?
-Cállate y pon algo de tu parte. No voy a dejarte aquí ahogándote en tu propia mierda. No es sano.
-Qué sabrás tú.
Le coloca el brazo por encima de los hombros y en seguida, Chuck deja caer el peso de su cuerpo sobre Dan. Le arrastra hasta su habitación (Dan da gracias al cielo que estén en una planta baja) y antes de que Chuck se deje caer en la cama, Dan lo conduce hasta la ducha.
Lo deja apoyado contra el lavabo mientras abre el grifo de agua fría. Cuando se vuelve hacia Chuck, intenta mantener la risa.
-No hace falta que también te pelees con tu ropa.
Dan acaba quitándole a regañadientes la camisa y el pantalón. Intenta no fijarse demasiado en su cuerpo, sobre todo porque se siente extrañamente atraído a este.
-Métete en la ducha. Ahora vuelvo.
Sale del cuarto de baño casi corriendo. En la habitación, busca el pijama de Chuck y una muda limpia. Cuando vuelve a entrar, Chuck sigue bajo la ducha, con la frente apoyada en la pared y los ojos cerrados. Es todo un espectáculo verle así de vulnerable. Como si ya no pudiera levantar esos muros que le rodean siempre. Parece, incluso, más real.
-Eh-dice Dan sacudiendo de la cabeza esos pensamientos. Mete una mano en la ducha e intenta alcanzar el grifo.-Hay que ahorrar agua.
Chuck detiene el movimiento a mitad de camino. Le sostiene la mano y se gira para mirarle.
Dan traga saliva.
-No -dice rotundamente Chuck.
Después de un instante, le suelta la mano y le da la espalda, mientras el chorro de agua fría cae sobre su cabeza y su cuello.
-Bueno…voy a dejarte esto aquí y te veo en la habitación.
En realidad, Dan sale disparado hacia la cocina, a coger algo de comida (nada pesado), un vaso de agua y una tableta de pastillas para el dolor de cabeza. Cuando regresa a la habitación, Chuck está sentado en la cama, con el pelo mojado y la camisa del pijama coja. Chuck Bass nunca se pone una camisa coja.
-Tienes la camisa coja.
-Lo sé. No encuentro los putos botones.
Sigue estando algo borracho. Dan deja todo encima de la mesilla de noche y se acerca cautelosamente a Chuck.
-¿Puedo?-pregunta señalando la camisa.
-Esto sobrepasa todos los límites.
-Te acabo de ver desnudo.
Chuck tiene razón. Esto traspasa todo, porque es cuando Dan se agacha, se topa frente por frente con la imagen que va a estar persiguiéndole día y noche durante mucho tiempo. Chuck Bass en toda su gloria. Cabizbajo, respirando suavemente, mejillas encendidas, el pelo mojado que cae sobre su frente y que acaba mojando el cuello de la camisa. Dan tiene la imperiosa necesidad de enterrar su cara en el hueco de su cuello y aspirar su olor.
Es un poco violento sentir este tipo de cosas ahora (sobre todo porque Dan no se sentía así desde que Mike y él se conocieron). Tiene que reconocer que Chuck es muy atractivo. De algún modo u otro, siempre lo ha sabido.
-Me has vuelto a poner mal los botones.-Susurra Chuck sacándole de sus pensamientos.
-Perdona-le dice Dan también susurrando.
-Déjalo.
Dan se levanta y se aleja unos pasos de Chuck, que parece que por fin ha podido abrocharse los botones bien. Apoya la espalda en la pared y espera a que Chuck se meta en la cama.
-Te he dejado agua, pastillas y algo de comer ahí encima.
Chuck se hace un ovillo y se arropa con la sábana.
-Si necesitas algo, estoy al final del pasillo.
Se marcha sin esperar respuesta, porque sabe que Chuck ni si quiera se la daría. Esa noche, Dan sueña que abraza a Chuck en su cama.
***
Al día siguiente, Dan se siente en su sitio habitual de la terraza para desayunar. Hace un magnifico día para ir a la playa e incluso piensa durante un instante en darse un chapuzón.
Tiene el café medio frío y un croissant recién hecho en la mano, cuando por el rabillo del ojo, ve a Chuck entrar. Le sirven café rápidamente y Chuck se deja caer en la silla enfrente de Dan.
-Buenos días-dice Dan.
Chuck solo hace un movimiento y el resto del desayuno lo hacen en silencio hasta que Rufus entra en la terraza y le roba el croissant a Dan.
-¡Eh!
-Para el viaje.
-¿Qué viaje?-pregunta Chuck.
-Ha surgido algo en Nueva York, Lily y yo tenemos que ir. Vosotros disfrutad de las vacaciones.
-Vale…
-Portaos bien-dice Rufus mientras se marcha.
Dan sacude la cabeza y vuelve a sumergirse en sus propios pensamientos hasta que escucha a Chuck carraspear.
-¿Jenny y Eric?
-No sé.
-Vaya-murmura Chuck más para sí.- ¿Qué lees?
Dan señala el libro. Vanessa se lo regaló por su cumpleaños. Es una edición rara de poemas completos de Whitman, dos años después de su muerte.
-Y yo que pensaba que leías a Dan Brown.
-Por favor, que estoy desayunando.
Chuck sonríe.
-¿Qué tal la resaca?-pregunta Dan.
-¿Qué resaca?-se burla Chuck. Se levanta de la silla y mira a su alrededor.-Bueno, ¿tienes que hacer algo hoy?
***
Hablan. Dan sobre todo, porque está seguro que habla hasta en sueños. Le sorprende que Chuck no le diga “cállate de una vez” o “¿respiras?”. Se sienta a su lado y le escucha. A veces, Chuck habla y durante el resto del día, Dan no sabe qué decir, porque todo lo que habla Chuck tiene que ver con Blair o con su trabajo. Y Dan no entiende de ninguna de las cosas.
Se calla principalmente, porque Dan descubre que le gusta cuando Chuck habla. Le gusta el sonido de su voz, por muy gay que suene. Aunque sea solo para hablar por teléfono con alguien de su oficina. Pero, sobre todo, le gusta cuando habla de Blair, porque parece que se tensa y se relaja a la vez. Su voz se mantiene serena, pero su cuerpo es un lío de emociones. Dan no puede dejar de parecerle algo adorable.
-¿Qué vas a hacer si vuelve?-le pregunta una tarde Dan.
Se atreve a hacer ese tipo de preguntas, porque Chuck le deja. Al principio, le miraba como si le hubiera crecido un tercer brazo. Ahora, simplemente sonríe de lado, dándole permiso.
-Volveré con ella. Soy así de patético y triste.
-Creo que el término es enamorado.
-Siempre he pensado que el amor es una mierda.
-Que mentiroso. En realidad eres un romántico encubierto.
-Créeme, Humphrey, tú tienes romanticismo de sobra para todo el país.
A veces, Chuck le hace reír y es fascinante saber que tiene la capacidad de contagiarle esa risa.
Una noche, Rufus y Lily salen a cenar fuera y Jenny simplemente no para por la casa, así que Dan se queda en la cama, intentando no parecer muy patético por haber pillado un resfriado. Se siente tan aburrido, que se queda medio dormido en seguida, hasta que escucha un ruido y cuando se incorpora de la cama, se encuentra con Chuck en la puerta vestido normal. Vaqueros, camisa y sin chaqueta ni corbata. Si Dan no estuviera menos enfermo, igual se sorprendería más.
-Eres patético
-Te diré lo mismo cuando te haya pegado todos mis gérmenes.
-Soy inmune a ti.
- Nadie es inmune a los Humphrey y menos a sus virus-coge un pañuelo de papel, se suena la nariz y vuelve a mirar a Chuck.-No me digas que soy tu único plan para la noche.
Chuck avanza hasta la televisión. Hasta ese momento, Dan no se había dado cuenta que llevaba una caja de DVD en su mano. Cuando Chuck termina de poner el DVD, coge el mando y se sube a la cama. Al lado de Dan.
-Esto es un poco violento.
-No te lo creas mucho, pero por desgracia o por fortuna (aún no he decidido cuál de las dos), eres mi único plan para el verano.
-No sé si sentirme halagado o maldecir mi mala suerte.
-Tómatelo como un pequeño castigo por haber escrito esa historia.
-Urgh ¿Vas a estar toda la vida recordándomelo?
-Posiblemente. Ahora calla que vamos a ver A Dos Metros Bajo Tierra.
Dan se apoya en el cabecero e intenta no fijarse en la pequeña sonrisa que Chuck ha dibujado. Una vocecilla en su cabeza le ordena que siga hablando y que siga intentando sonsacar una sonrisa de verdad a Chuck Bass, y eso le asusta bastante.
-¿No es la serie de la familia de enterradores o algo así?
-A callar.
-¿Por qué?
-Porque lo digo yo, Daniel.
Dan no puede evitar sentir un tirón en el estómago al oír a Chuck llamarle Daniel.
-Cierto. Olvidaba que hablaba con Chuck Bass.
Y es la mejor sensación del mundo.
***
Nate llama mucho. No es que Dan se queje, ni nada de eso. Al fin y al cabo Nate es el mejor amigo de Chuck y estaba antes que él. Pero, llama mucho. Serena también llama, pero para saber si ya se han tirado al cuello como hienas. Dan trata de explicarle que son personas civilizadas y que en realidad, hablan. Pero Serena lo encuentra gracioso.
-Mira, me lo dices de otra persona y quizá me lo creo, pero ¿Chuck y tú? Sí, eso ocurre la Torre Eiffel se cae a pedazos.
Ninguno le ha dicho a Chuck que Serena está con Blair en Paris. Quizá es una de esas cosas que Chuck ya sabe, porque Chuck intenta saber donde está todo el mundo.
-Nate no deja de llamar a Chuck.
-Es su mejor amigo, Dan.
-Le llama tres veces al día. Mañana, mediodía y noche. Es un poco frustrante. La melodía que tiene Chuck para cuando Nate le llama es bastante…
-¿Sigue teniendo a El Padrino?
-Sí.
-Bueno, a mí me tiene Barbie Girl de Aqua y eso pasó de moda hace muchos, muchos, muchos años.
-No quiero ni imaginar la que tiene para mí.
-Lo que te indigna es que estés en tu momento inspiración y suene cerca de ti la melodía de El Padrino, ¿verdad?
Dan suspira.
-Sí, me has pillado.
-¡Hah!-escucha reírse.-Tengo que dejarte. Blair y yo vamos a comer algo antes de ir de compras.
-Vale.
-Cuídate, Dan.
-Y tú.
Después, Nate llama a Dan. Está anocheciendo y hace un poco de fresco. Chuck está a su lado, bebiendo una tónica.
-Dime que no te ha amenazado con contarme que sigue bebiendo como un cosaco.
Dan se levanta, evitando la mirada de Chuck.
-No bebe alcohol.
-Increíble. Lo has vuelto abstemio.
-¿Qué? ¡No! Simplemente, tuvo una mala noche con el alcohol hace un par de semanas y desde entonces no ha probado gota.
-Chuck siempre tiene malas noches con el alcohol, Dan. Es una relación amor-odio, pero es siempre así.
-Bueno, nunca antes lo habían dejado.
-Ajá. Bueno, que quieres que te diga. Todo esto de que de repente os lleváis bien y se os puede considerar amigos, y que no beba nada de alcohol es bastante extraño, ¿no crees?
Dan se encoje de hombros, como si Nate pudiera verlo.
-Quizá vaya a veros.
-Eres peor que una madre, Nate. Chuck, está bien.
-Ya. Pero intentaré escaparme.
Cuando cuelga, Chuck está, de repente, a su lado.
-Joder, que susto.
-¿Qué quería Nathaniel?
-Aparentemente soy una buenísima influencia para ti.
-¿Por qué?
-Ya no bebes alcohol.
Chuck mira hacia la mesa un instante. Luego ladea la cabeza y vuelve a mirar a Dan.
-Pongámosle remedio a esa buena influencia y vayamos a un bar.
-¿Eres consciente que el bar más cercano a está a 15 kilómetros?
-Para eso tenemos la limusina.
-Oh.
Una hora y media más tarde, Chuck y él entran en un bar exclusivo de la ciudad. Directamente, entran en la zona vip sin pestañear y sin que el portero les ponga ni una sola pega. Es como si Chuck llevara pegado en la frente “soy rico y voy a donde yo quiero”.
Se sientan en unas mesas con sillones. Son bastante cómodos y seguramente cuesten lo mismo que la matricula de la universidad de Dan. Apenas puede ver más allá de Chuck, porque hay mucha oscuridad y lo único que puede distinguir claramente es la barra del bar y la puerta de los servicios.
-¿Has venido aquí antes?
De repente, se da cuenta como suena esa pregunta. Chuck se ríe a su lado.
-No, pero si quieres pasamos los preámbulos y vamos a meternos mano en los lavabos.
Dan se pone colorado inmediatamente y da gracias a la oscuridad porque Chuck no puede reírse de él a gusto.
Al cabo de un rato, un camarero bastante mono se acerca a su mesa. Mira a Chuck y luego a Dan. Mejor dicho, se lo come con la mirada. Dan no es de esos que se echa flores por su aspecto físico, pero lo cierto es que no puede negar que le gusta que se le queden mirando de arriba abajo mientras le toman nota de lo que va a beber.
Cuando el camarero vuelve con sus bebidas, Dan jura que le ha guiñado un ojo, pero con la oscuridad no puede estar muy seguro.
-Con el camarero podrías utilizar esa frase, Daniel.
***
Hay una chica en la barra. Siempre hay una chica en la barra del bar que mira a Chuck como si quisiera arrancarle la ropa con solo tocarle. Dan ha visto muchas veces a Chuck con chicas, pero nunca ha visto a Chuck ignorarlas.
-Eh-dice arrastrando las palabras porque está bastante borracho.-Eh, hay una chica ahí que te está mirando.
Chuck se acerca a él.
-Qué chica.
-Esa-dice haciendo un gesto con la cabeza.-Es morena. Y alta.
-Toda tuya, a mi no me interesa.
Dan hace una mueca.
-Nah. No es mi tipo.
Cuando regresa el camarero para traer la copa de Chuck, le deja un papel a Dan. Con su número de teléfono y un “llámame” debajo. Cuando Dan lo lee en alto, se da cuenta que Chuck está mucho más cerca que antes.
-Deberíamos irnos.
-¿Qué? ¿Por qué?
-Estoy cansado.
-Chuck…
-Daniel, si te quieres quedar, adelante, te dejaré dinero para un taxi, pero yo me voy.
Chuck deja un billete de cincuenta encima de la mesa y se levanta sin mirar atrás. Antes de que cruce la entrada de la zona vip, Dan se levanta de la mesa y le sigue, dejando atrás la nota del camarero.
***
Hacen el camino a casa en silencio. Dentro de la limusina, Chuck está mirando por la ventanilla, mientras Dan intenta no marearse por el exceso de alcohol en sangre. Entra algo de viento por las ventanillas y Dan tiene un poco de frío, pero no dice nada.
Algo pasa y no sabe qué es.
-Chuck.
-Qué.
-No me dejes sin zapatos esta vez, ¿vale?
Y Chuck sonríe de lado.
-Vale. Pero prométeme una cosa.
-¿Qué?
-No llames al camarero, por favor.
Es una súplica. Chuck nunca suplica.
-¿Por qué?
Chuck le mira. En ese momento, Dan se olvida del camarero, del frío, de la chica y del alcohol que ha bebido.
-Porque me da igual con quién te acuestes. Pero me importa que alguien me pisotee mientras yo intento hacer lo mismo.
-¿Cómo?
-De verdad, Daniel, eres muy lento para lo inteligente que eres.
Y, entonces le besa. Chuck se echa hacia delante y separa ese espacio entre los dos. Le besa. Dan se queda muy quieto y espera a despertarse o a que Chuck se separe de él y se ría. Algo.
Pero lo que ocurre es que el cerebro de Dan cortocircuita cuando Chuck pone una mano en su nuca y le atrae más hacia él. Automáticamente, Dan abre la boca y Chuck aprovecha para profundizar el beso.
Dan se lo devuelve, porque de repente es lo único que su cerebro ordena y posiblemente es lo único que esté bien en ese momento. Besar a Chuck Bass es como montar de nuevo en bicicleta. Solo que mejor. Como si siempre hubieran estado predestinados para besarse de esa forma indecente y que pide a gritos una cama en algún lado.
Se tiene que separar para coger aire. Chuck le sigue sosteniendo por la nuca y están tan cercas que Dan puede sentir el cálido aliento sobre sus mejillas.
-Dios, de solo pensar que ese camarero te iba a llevar a su casa y te iba a tocar antes que yo, me estaba volviendo loco.
-Eres consciente que no es la primera vez que hago esto, ¿verdad?-Dan se sorprende de que las palabras salgan de su boca.
-No te preocupes, Daniel, cuando yo acabe contigo esta noche, será mucho mejor que la primera vez que un tío te metió en su cama. Eso te lo aseguro.
-Que vanidoso eres.
-Cállate.
-Vale.
Durante el resto de la vuelta, se siguen besando como si les fuera la vida en ello. Como si fuera un silencioso acuerdo, no se tocan, y ni siquiera hacen el amago. Simplemente dejan que la tensión corra por sus cuerpos, por sus bocas y sus lenguas, y nada más.
Cuando llegan a casa, Dan pierde la noción de todo y se concentra en como arrancarle a Chuck Bass esos gemidos de la boca. Acaban en su habitación, porque es la más cercana y porque nadie va a buscarle allí por la mañana. Ni siquiera encienden las luces, pero Dan conoce el camino hasta la cama como la palma de su mano. Es Chuck quien le empuja, pero Dan le arrastra con él, hasta que se quedan los dos muy quietos, mirándose, con la respiración agitada y las bocas a pocos centímetros.
-La ropa, sobra.
-Sí.
Chuck se incorpora y a Dan le da un poco de vértigo encontrarse de repente en la cama de Chuck, con Chuck quitándose y quitándole la ropa.
-Dan, deja de pensar en cómo vamos a hacerlo y vamos a hacerlo.
-Vale.
Se incorpora y busca su boca a tientas. Cuando le muerde en el labio, Chuck emite un extraño gruñido y Dan quiere más, así que muerde un poco más, mientras busca con su mano la polla de Chuck. Empieza a masturbarle lentamente, pero marcando el ritmo. Chuck deja caer su cara en el hueco del cuello y respira entrecortadamente. Lo mismo le pasa a Dan cuando siente la mano de Chuck bajando hasta su culo.
De repente, Chuck le empuja contra la cama y Dan se siente más desnudo que nunca. Básicamente porque Chuck le mira como si fuera a comerle vivo. A Dan no le importa mucho, pero quiere llegar algún día a hacer algo y parece que lo ha dicho en voz alta, porque Chuck se agacha y todo el cerebro de Dan hace fiesta, huelga, se van a los Alpes a esquiar.
-Oh joder, coño.
La coherencia ha desaparecido del todo.
Automáticamente, apoya las manos en el pelo de Chuck y levanta un poco la cadera. Chuck se acomoda mejor entre sus piernas mientras sigue haciendo un mapa topográfico de ahí abajo. Dan tiene que pensar en millares de cosas para no acabar todo tan rápido. No quiere que Chuck se ría de él. Sería demasiado patético.
Chuck se incorpora y se estira hasta llegar a la mesilla de noche. Dan se muerde los labios. Cierra los ojos y escucha como Chuck abre el bote de lubricante, como se vuelve a acomodar entre sus piernas y sobre todo, escucha ese sonido sordo cuando hace presión con sus dedos en la entrada. Siente los labios de Chuck contra los suyos, como si estuviera calmándole, pero que en realidad piden más y que Dan acepta sin pensárselo dos veces.
Dan abre los ojos cuando Chuck saca los dedos, solo para encontrarse con la imagen más erótica que jamás ha visto en su vida. Chuck Bass, mordiéndose los labios mientras mira hacia abajo y todo el pelo desordenado, queda pegado en su frente por el sudor.
-No cierres los ojos.
Dan traga saliva y asiente levemente. Cuando empieza a penetrarle, Dan quiere cerrar los ojos y que el mundo se pare. Lo que sea. Pero lo que hace es aguantarle la mirada a Chuck y esperar a que la molestia se vaya para poder moverse.
Pero Chuck no lo hace. Es Dan.
Dan, quién tira de Chuck hasta él y le hace moverse contra su voluntad. Dan, quién le besa en el hombro y le agarra con fuerza por la espalda. Dan, quién levanta las caderas y las mueve y hace que Chuck aumente el ritmo y embista con mucha más fuerza.
Dan, que ahoga el orgasmo en el cuello de Chuck y siente como si se pudiera correr otra vez al mirarle a la cara.
***
Dan vuelve a tener quince años cuando se escaquea entre los árboles para liarse con Chuck. Suene, como suene. Siguen viendo películas juntos, y series, y hablan mucho más de lo que antes hacían.
Pero eso de meterse en la habitación de uno por la noche y salir de allí justo cuando despunta el alba, tiene la justa emoción que Dan necesita en su vida. Y además, Chuck le hace reír en la cama, algo fascinante, porque nunca se lo había pasado tan bien con alguien en la vida, y también le asusta un poco.
Sobre todo porque un sábado, Serena llega con un café y con Blair detrás de ella. Y todos sus miedos, sospechas e inquietudes se hacen realidad. No es que esté enamorado de Chuck Bass, es que simplemente saber que Blair está ahí, hace que todo se vaya a la mierda.
Y por todo, Dan entiende, todo.
-Hey.
Abraza a Serena y hace un gesto con la mano a Blair. Quien le devuelve el saludo con una mueca.
-¡Vaya, no sabía que ibais a venir!
-Oh, es una sorpresa- dice Serena sonriendo.-Además, Blair necesita hablar con Chuck y como está aquí…
-Ya. Pues, Chuck, estará desayunando en la terraza, supongo.
Blair pasa por su lado sin rozarle. Como si tuviera la peste, pero le da igual. Serena, en cambio, sigue sonriendo.
-Creo que van a solucionarlo.
-Uhm, genial.
-¿Verdad que sí? Están hechos el uno para el otro-dice mientras se sienta en el sofá.-Por cierto, te he traído algo.-le da la bolsa.-Es un pequeño detalle de Paris.
El pequeño detalle resulta ser una edición bastante cara de Los Crímenes del Amor, del Marqués de Sade. Con encuadernación de piel y del año 1855.
-No es que no aprecie que me regales cosas caras, Serena. Soy un chico práctico y fácil de regalar.
-Lo sé.
-Gracias. Es genial.-se sonroja un poco.-Voy a darme una ducha, pero quédate por aquí y me hablas de Paris, ¿vale?
***
Se pasa toda la tarde hablando con Serena, evitando a toda costa el tema de Chuck y Blair. No le molesta en absoluto, es más, se siente más aliviado sabiendo que Chuck volverá a ser el Chuck Bass que antes detestaba y no un Chuck medio borracho todo el día que suspiraba en la cama por su amada.
Aunque va a echar de menos a Chuck, simplemente Chuck. Con el que se pasaba horas y horas hablando de nada, viendo series, llenando silencios cómodos de miradas cómplices y chistes. Joder, va a echar de menos cuando se besaban como si nos les quedara tiempo y el aire se fuera a agotar de sus cuerpos en cualquier segundo.
Así que Dan toma la decisión de volver a Nueva York con Serena.
-¿Estás seguro?-pregunta Jenny.
-Sí, tengo que preparar las cosas para la universidad.
-Aún te quedan dos semanas, Dan.
Dan se encoge de hombros. Es la única excusa que se le ha ocurrido y debería de sonar bastante convincente, pero Dan siempre ha sido una mierda de actor.
Cuando vuelve de dar un paseo, se encuentra a Chuck en su habitación, leyendo algún libro que Dan tenía tirado por ahí. Está vestido como si fuera a trabajar. Ya no queda nada de ese Chuck relajado y veraniego. El que está delante de él es el Chuck profesional.
-Hola.
-Daniel.
Dan se rasca detrás de la nuca. Nunca había estado tan incómodo antes.
-¿Te vas?-pregunta Chuck señalando la maleta medio hacer al lado de su cama.
-Sí. Cosas de la universidad y Vanessa ha vuelto.
-Podrías quedarte unos días más.-Chuck deja el libro encima de la cama.- Seguro que Vanessa puede esperar y la universidad no empieza hasta dentro de dos semanas.
-Ya, pero tengo que volver.
-No tienes por qué.
Chuck se acerca hasta él.
-Lo sé, pero quiero.
Chuck asiente, pero Dan está seguro que no lo entiende. Se miran durante unos minutos, y cuando Dan va a darse la vuelta para salir de allí, Chuck le agarra de la nuca y le atrae hasta él.
Este beso es mucho más amargo y mucho más serio de lo que realmente Dan sabe que es. Es como un adiós, lo he pasado muy bien contigo, espero verte de nuevo. Ese tipo de besos que se dan cuando se rompe algo. Pero Dan está seguro que entre ellos no se ha roto nada, porque solo era un lío de verano. Luego cuando lleguen a la ciudad, se olvidarán y al cruzarse por la calle serán simplemente Bass y Humphrey.
Pero ahora Chuck le agarra con fuerza y Dan quiere sostenerse a este momento como un salvavidas, aunque solamente sea por cinco minutos más.
-Tengo que irme-dice Chuck cuando se separan.-Si no nos vemos mañana, que tengas buen viaje.
-Gracias, Chuck.
-Nos vemos, Humphrey.
***
Es casi media noche cuando Dan llega al apartamento. Su padre le había dicho el día anterior que podía quedarse allí el tiempo que quisiera. Y no es que esté huyendo de Chuck y de su previsto regreso con Blair, si no que realmente echa de menos el barrio.
Hay luz en el apartamento y lo primero que le pasa por la cabeza es que ha entrado un ladrón. Inmediatamente se da cuenta que es imposible. Ningún ladrón entraría en casa de nadie a cocinar. Así que por descarte tiene que ser Jenny o Rufus.
Claramente, su mente no contaba con la opción c o conocida como “la persona que menos te esperas”.
-¿Chuck?
Asombrado no es ni mucho menos la palabra correcta que Dan anda buscando para describir como se ha quedado al ver a Chuck Bass en su casa. Cocinando lo que parece pasta con verduras.
-Hola, Daniel.
-¿Puedo preguntar qué haces en mi casa a media noche y cocinando?
-Tú mismo te has contestado a la pregunta.
Dan deja la bolsa de comida china, que ha comprado, en la encimera y sus libros encima de un taburete.
-Me refiero a por qué estás aquí, a esta hora y cocinando.
-Tenía hambre.
-Creo que tienes un servicio de habitaciones 24 horas en dónde sea que vivas.
-Te noto irritado-dice Chuck tranquilamente mientras mueve con una cuchara de madera el sofrito.
-No ha sido mi mejor semana y…urgh-Dan se frota los ojos-¿Quién te ha dado la llave?
-La he tomado prestada de Lily-Dan enarca una ceja.-Tranquilo, mañana se la devuelvo.
-Sorprendentemente, es lo que menos me preocupa en este momento.
Chuck dibuja una pequeña sonrisa.
-En serio, Chuck, ¿qué haces aquí? ¿No deberías de estar en una especie de segunda luna de miel con Blair?-le pregunta en un tono un amargo.
-¿Celoso?
-Contéstame.
Chuck apaga el fuego y se acerca a Dan.
-No vamos a volver, por muchas razones. Y una de las más importantes es que ya no puedo estar con ella más. Y ahora que estás satisfecho, ¿cenamos?
Dan pone el piloto automático y mientras ayuda a Chuck con la cena, intenta no pensar mucho si ha tenido algo que ver en la decisión de Chuck o simplemente era algo que ya había decidido antes de acostarse juntos.
Durante la cena, hablan de otros temas. Del tiempo, de la universidad de Dan, de Serena y Carter, y de cómo Chuck va a tener que soportarlo durante una buena temporada, de los negocios de de Chuck y del verano. No es que sea el tema favorito de Dan, pero Chuck parece contento al recordarlo y sencillamente, Dan se ha acostumbrado a ver a Chuck de buen humor, así que no importa tanto.
Beben dos botellas de vino, pero ni de lejos acaban borrachos. Quizás a Dan le resbalan más las palabras, pero nada más. Terminan sentados en el sofá, mirando la televisión y rozando las rodillas.
-Pensaba que ibais a volver juntos.-le dice Dan después de un rato.-Creo que todo el mundo lo pensaba.
-Bueno, el mundo se equivoca a veces, Daniel.
-Ibas a volver con ella. Me lo dijiste. Pusiste esa voz solemne y dijiste “volveré con ella” y yo te creí.
-Mmm
-¿Qué ha cambiado?
-No puedo volver a caer en el juego de Blair por mucho que la quiera. Además, estás tú.
-¿Yo?
Chuck se gira y Dan cree que están demasiado cerca. Puede sentir el aliento cálido de Chuck contra su mejilla, y el olor a alcohol.
-Tú. Por si no te has dado cuenta te he hecho la cena.
Entonces, Dan lo entiende. Que Chuck haya venido y haya cocinado es su forma de decirle “me gustas”, porque Chuck sabe que Dan es así de romántico y esas cosas son las que le ganan definitivamente. Se ha aprovechado de eso y Dan siente como el pecho se llena de una sensación que no quiere poner nombre. Todavía.
-Quieres decir que te gusta estar conmigo.
-Si el “conmigo” implica lo que yo supongo. Sí, Daniel.
-¿Y que implica?
-Muchas cosas.
Dan sonríe satisfecho y choca su rodilla con la de Chuck. En la televisión, la chica ha besado al protagonista y suena una musiquilla horrible. En ese mismo momento, Chuck se levanta del sofá.
-¿Nos vamos a la cama?
-Vale.
(Fin)