De:
xizuPara:
thaly_black Título: Diferentes
Personajes/Pairings: Georgie/Chuck, Georgie/Serena
Longitud: 937 palabras
Rating/Advertencias: PG-13/Leve femslash, semi-lemmon (suave como un conejito con suavizante)
Sinopsis: Gossip Girl y sus mini-espías cada día sueltan teorías más inverosímiles. ¿La última? Serena es la versión femenina de Chuck Bass. G puede desmentirlo, por experiencia propia.
Nota de autor: Querido amigo invisible, que no tengo idea de quien eres: Espero que te guste y que no me odies x3 me costó mucho, porque hace tiempo que no hago nada de GoGi, a pesar de que estas dos parejas son de mis favoritas en el fandom. Espero que te guste, lo pensé durante mucho tiempo y al final salió esto =P byeee
Cerró el celular y lo dejó sobre la mesita de noche. Las pequeñas espías de Gossip Girl, e incluso ella misma (pues a Georgina Sparks no le cabía la menor duda de que era una mujer), cada día soltaban teorías más extrañas e improbables, especialmente las que involucraban a Serena y a Chuck.
Dios santo, Serena y Chuck. ¿En qué demonios pensaban cuando los comparaban? Lo único que tenían en común era a Nate. Está bien, de acuerdo, Georgie no podía mentirse a sí misma, era cierto que a ambos se los veía en clubes coqueteando a un desconocido distinto cada noche. Pero Serena se quedaba en eso la mayor parte del tiempo, mientras que Chuck no daba un paso sin tenerlo planeado antes.
Georgina podría contar con los dedos de sus dos manos las veces que Serena se había ido a la casa de un desconocido (aunque normalmente era el baño del lugar donde estuviesen). La única vez que lo había dicho en voz alta, las chicas con las que estaban le dijeron que no podía saberlo a ciencia cierta, que a veces las amigas ocultan cosas. Ella les respondió, con esa sonrisa que la mayoría en el Upper East Side habían aprendido a temer, y con justa razón, que ella y Serena se lo contaban todo; lo que había querido decirles es que la mayoría de las noches su amiga se iba a casa con ella, y no precisamente a tener una charla sobre sus conquistas de esa noche.
Por eso cuando Georgina leyó el mensaje de Gossip Girl diciendo que a Serena se la había visto en el club con dos hombres distintos, uno en cada extremo de la pista de baile, y que al parecer Chuck se estaba volviendo el nuevo modelo a seguir en el Upper East Side, no supo si reírse o molestarse porque la despertaran a esas horas de la noche con una estupidez semejante. No se parecían, verdaderamente, en nada, y ella podía hablar por experiencia propia.
Los besos, en primer lugar. Chuck, cuando estaba caliente y no quería más que levantarle la falda rápido y hacerlo en los baños de Constance, era rápido e intenso, como un fuego alimentado con gasolina. Sí, justamente como un fuego expandiéndose rápido y consumiéndolo todo, no dejando más que cenizas y humo negro como el color de sus pensamientos. Serena era mucho más tranquila; su lengua se deslizaba por los labios y se colaba hacia dentro lenta, muy lentamente, jugando con ella y viendo hasta donde podía llegar sin que Georgie perdiera el control.
Las manos de Serena permanecían en su espalda cuando la besaba, aunque se muriera por quitarle la camiseta y morderle el cuello hasta que su nombre fuera lo único que se oía en la habitación; a Chuck sólo lo había visto tímido y controlado la primera vez, cuando la tarde los sorprendió solos en el patio de Constance (¿era acaso ella la única que se preguntaba qué demonios hacía él ahí todo el maldito día?) en el inicio de su adolescencia, con las hormonas haciendo una fiesta y jugando con todo lo que les habían dicho que estaba mal.
Pero lo radicalmente distinto entre Chuck y Serena, lo que hacía que Georgina pudiera reírse a carcajadas de todos los comentarios que decían que ella era la versión femenina del joven heredero de la fortuna de Bass, era ese instante que le seguía al sexo, cuando todavía ambos respiraban agitadamente.
Serena la abrazaba , cerraba los ojos y le preguntaba si se iba a quedar a dormir; y, aunque fuera sexo después de una noche de demasiado alcohol y ningún hombre que cumpliera los requisitos como para volver con ellas a la habitación del hotel, Georgie sentía que se le removía el pecho y una sonrisa afloraba sin esfuerzo en su rostro.
Chuck era radicalmente distinto. Sonreía y se sentaba en la cama, estirando el brazo para coger su ropa y pasársela antes siquiera de que el sudor se hubiese secado en su piel.
-¿Quieres que te llame un taxi? -le preguntaba mientras se abrochaba su propia camisa y caminaba hacia el baño.
Con Serena sentía como si hiciera una diferencia que fuera ella quien estaba bajo esas sábanas y no cualquier hombre que pudiesen encontrar en la esquina oscura de un bar cualquiera en Manhattan; Chuck le hacía recordar que el sexo y el amor no iban tomados de la mano, que meterse en la cama de alguien era algo que respondía a una necesidad muy específica y los sentimientos eran algo que se veía mejor afuera de la habitación.
Si uno los dejaba entrar, le pasaba lo que a ella con Serena. Si uno los dejaba entremezclarse con los dedos que Georgie le metía allá abajo, le pasaba eso de rechazar a los hombres que la invitaban a su habitación en el hotel porque su mejor amiga le sonreía cerca de la puerta con la ceja levantada, lo que siempre precedía a una noche de perder su cabeza entre sus piernas. Con Chuck el peligro ni siquiera existía, lo dejaba todo claro de antemano y les cerraba la puerta en la cara antes de que siquiera pudiesen expresar la intención de entrar.
Por eso, esa noche fue para ella una risa de cinco minutos y un último sorbo al vaso de agua que Serena había dejado en la mesita de noche antes de acostarse a su lado.
-¿Pasó algo, Georgie?
-Gossip Girl no quiere dejarme dormir, es todo -respondió, abrazándola y cerrando los ojos nuevamente.
La piel de Serena era muchísimo más suave que la de Chuck.