[EXO] PERSONA 2 - Teaser 11

Jul 12, 2015 23:34





Paso las manos por encima del lomo de este viejo cuaderno que me he acostumbrado a llamar diario. Aunque al principio me resultaba raro, ahora es el único puente que me une a la realidad. En mi memoria, los ecos de mis pensamientos resonando en carcajadas ante el hecho de tener que usar algo como esto para mantenerme al tanto de mi propia vida me resultan irónicos.

Abro la tapa con tranquilidad, no hay por qué apurarse, o quizás sí; de todas formas, es una verdad absoluta que adoro que las buenas cosas tomen su tiempo al hacerse. Mi vida siempre ha sido un ir y venir de circunstancias confusas, de noches sin recuerdo y de días a medias. Ha sido así desde…no consigo recordarlo, y eso me afirma en la idea de proseguir con la escritura.

Tomo una pluma, mojo la punta en la tinta y comienzo a trazar las letras en las hojas. Sé que hay cosas más modernas pero siempre he sido un enamorado de lo clásico y en este caso me pudo. Deslizo mi mano con agilidad por el papel trazando líneas y círculos; a pesar de que la caligrafía que utilizo es relativamente joven siento que la historia que cuenta parece demasiado lejana.

Una parte de mí se ríe de esta tontería y eso me recuerda que en mi vida siempre ha habido dos partes. La que vive y la que quiere vivir. ¿Y cuál considerar la verdadera? No lo sé, porque no comprendo cuándo apareció él o si siempre hemos estado ahí los dos. Siento que esta confusa decisión en mi mente, nuestra mente, me enferma y me aleja de la realidad de la vida cotidiana.

Me visualizo caminando por el metro, de camino al trabajo, con mi perfecto traje de Armani, bien planchado, pulcro e impecable. Me veo a mí mismo caminando entre la gente; les observo, como un depredador a sus presas, como un investigador a su objeto de estudio. Caminan rápidos, como si la vida se les fuese en sus incansables suspiros; hablan por teléfono, comen, ríen, lloran, piden explicaciones, las dan, buscan excusas, mienten, desean que les mientan, esquivan miradas extrañas, rehúsan miradas conocidas. Hunden sus ojos, brillantes, atentos, curiosos, en las pantallas de sus aparatos electrónicos, escapan de la vida que no quieren perder y me señalan a mí como raro.

Y esa voz regresa, sonando fuerte desde lo más profundo del pozo oscuro donde la he retenido. Me grita que no me mienta, que ellos y yo no somos diferentes, que él siempre ha estado conmigo, que es el único que jamás se irá. Y a la par siento miedo y una extraña tranquilidad. Contemplo su sonrisa, mi sonrisa, se divierte contemplándome desde el infinito reflejo de cristales corriendo en el metro, en una carrera que no tiene fin, intentando alcanzarme. Pero yo siempre voy un paso por delante, o quizás eso es lo que él siempre me ha hecho creer que pasaba.

Siento que el mundo se aleja, ya no percibo nada, algo corre a mi alrededor, la brisa me acaricia y las palabras son murmullos lejanos que apenas comprendo. Siento una mano sobre mi hombro, pero ya no es mi hombro. Abro los ojos pero no veo nada, quiero gritar pero no me escucho y de nuevo comprendo que ahora es él quien dirige la partida. Intento mover el brazo pero pesa demasiado, y el sueño parece querer poseerme.

El pozo es grande, profundo, frío y oscuro. El pozo donde lo retengo huele a miedo, a rencor y venganza. Está lleno de memorias que no recuerdo, que tiñen mis manos de sangre, de una sangre que nunca quise tocar, me arranca gritos mudos que piden ayuda y me desespera porque perderse en uno mismo es peor que sentir que la muerte te devora.

Y mi cuerpo camina, mis manos tocan, mis labios besan, mis palabras fluyen y mi sonrisa se atasca, demasiado peligrosa, en mis labios. Hago promesas que sé que no puedo cumplir, juego con los sueños que jamás jugaría y estrecho entre mis brazos a la persona que siempre he deseado abrazar. Lo miro, encerrado en la cárcel de mi cuerpo robado y profanado, busco en el brillo intenso de su mirada el mensaje de que al menos él todavía me recuerda, que aún hay alguien que me necesita; pero no lo veo.

Y sus carcajadas me hunden, me dicen que no soy nada, que siempre ha sido así. El pobre y confuso Joonmyeon, el bueno para nada, el aplicado estudiante, el buen hijo, el cobarde que jamás supo seguir sin sus medicinas, el que en el fondo siempre le necesitó.
Y entonces todo vuelve a moverse, escucho la voz de Minseok, veo el sobre en mis manos y lo comprendo. PERSONA, todo se trata de eso, nunca hemos salido de ahí. De la misma manera que yo vivo encarcelado en mí mismo, todos nosotros hemos creído vivir una vida que jamás ha sido nuestra. PERSONA, siempre eso, de nuevo el pasado regresa para golpearnos, porque jamás dejará de ser así. El culpable siempre será culpable.

Recuerdo las grullas de papel, su sonrisa, la melodía de su risa alegrándome el alma, el sabor de sus labios, el tacto suave de su cuerpo, sus ojos pidiéndome ayuda, él. Y entonces algo se ilumina dentro de mí y abro los ojos. La luz me inunda con tanta fuerza que casi me vuelvo ciego por un segundo. Mi mirada confusa me saluda, reflejada en la ventana de un edificio al que no recuerdo haber entrado. Suho siempre ha jugado bien sus cartas. Sobre la mesa encuentro una nota, en la que simplemente pone esa palabra que él y yo conocemos muy bien: PERSONA, una dirección y una hora. A su lado, este diario, con la pluma y la tinta preparadas.

Me siento en la silla y tomo aire con profundidad, no hay ningún sonido salvo las palabras corriendo por mi mente. Pienso en el traslado de Sehun, pienso en todas las cosas que Suho habrá estado manipulando en mi ausencia y entonces vuelvo a observar mi reflejo en el espejo. Nada ha cambiado, ni sonrisas tétricas, ni brillos extraños, hoy simplemente soy yo. Tomo la pluma, mojo la tinta y me pongo a escribir aunque una parte de mí ya sabe lo que pasará, siempre ha sido así, ¿no? Siempre ha habido dos partes. La que vive y la que quiere vivir. ¿Entonces, cuál considerar la verdadera?

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