Esto iba a ir en FF.net, pero me da menos pereza publicarlo aquí. Lo admito: soy muuuuy vaga.
Aftermath
1. Despertar (Harry)
El Niño-Que-Vivió tiene pesadillas, algunas noches. Sueña con el andén, con la figura agachada a la que no pudo acercarse, a la que no quiso acercarse, a la que nadie va a salvar. Sueña con el pedazo de alma del Lord Oscuro que mató a sus padres y a su padrino y a tanta otra gente, y, al despertar, aprieta los puños. Hizo lo que debía, piensa, acabando con él. No pronunció la maldición asesina; salvó al mundo. Pero hay veces que se mira en el espejo, esas mañanas, y sólo ve una cicatriz. No hay nada debajo: no es un hombre. Y se imagina a sí mismo aterrado, encogido, se imagina a sí mismo igual a Tom porque, en el fondo, no eran tan distintos.
2. Almendras (Ron)
Si pudiera volver atrás, le dice, confiesa, no cambiaría nada de esto. Si pudiese volver atrás, Hermione, no escogería a ninguna otra. Y ella sonríe, le besa, porque besarle es lo único que quiere, porque es el día de su boda y la guerra queda tan lejos, tan olvidada. Porque llevan años juntos pero no cuentan: la vida empieza ahora. La vida empieza con caminos despejados, piensa Ron, y madres emocionadas y un vestido blanco, con olor a almendras en el pelo. Todo lo demás -el pasado, el futuro- no importa demasiado. Lo único importante es ella.
3. Hogar (Hermione)
Le habría gustado reír tanto como a los otros. Le habría gustado celebrar la victoria, como hacen en las calles de Londres -hay tantos magos que Hermione se pregunta cómo conseguirán ocultarle esto a los muggles-, pero en lugar de eso apresura el paso. Las calles son demasiado largas, piensa, están demasiado llenas. El cielo amenaza tormenta, y para ella está bien. Es lo que tendría que haber: un huracán, un diluvio. Algo tan terrible que les hiciera mirar, a todos, que les hiciera darse cuenta de que, en el fondo, no han ganado. Que el monstruo ha perdido su cabeza, sí, pero sigue pataleando; que hay tantos como ella, sin un hogar al que volver, que a veces siente que se está asfixiando.
4. Delicado (Ginny)
Si pudiera sacarlos a todos de casa, Ginny lo haría. Especialmente a su madre, porque Molly lo necesita: le hace falta el aire y algo de compañía, algo distinto, menos monótono, una pequeña distracción, piensa. Si pudiera llevárselos de allí, a George y a Percy y a papá, obligarles a jugar un partido de quidditch aunque les falte uno de los bateadores, lo haría sin dudarlo. Pero es difícil salir de su habitación, piensa, y hablar de lo que ocurre -hablar de Fred- es... Es un tema delicado. Es como si todo fuera frágil, como si se fuera a romper -la casa y la familia y la sensación de normalidad- al mínimo soplo de aire, a la mínima mención. A veces, Ginny tiene ganas de tirarlo todo abajo. Empezar de cero.
5. Victoria (Draco)
Y es lo único que le queda, el consuelo de seguir vivo. De tener otra oportunidad: es su pequeña victoria. Es amarga, sabe mal, sabe a culpa porque hay tantos otros muertos, heridos, prisioneros, hay tantos a los que no volverá a ver nunca -Crabbe y Goyle y Nott y Parkinson- y que podrían haber sido héroes, piensa. Él no. Él nunca ha tenido madera. Draco Malfoy no tiene ideales, no tiene fuerzas: tiene instinto de supervivencia, y un apellido. Con eso le basta.
Y puede seguir adelante, ahora. Vivir. Día a día, mes a mes: cada segundo es una pequeña victoria.
6. Sencillo (Luna)
Es tan sencillo, piensa, es tan simple, todo esto. Lo de volver atrás, al antes de la Guerra, es tan sencillo para el mundo en general que se pregunta dónde está fallando ella. Por qué no puede cerrar la puerta sin echar la llave y tres encantamientos, por qué ha dejado de ser Lunática Lupin para convertirse en lo que es ahora, en Luna.
A veces piensa que no es justo. La has vivido tan de cerca, la Guerra, estabas tan metida en ella, tan hasta el fondo, que te confundiste con todo lo demás. Con las maldiciones Imperdonables y los gritos de dolor y muerte y el hedor de los cadáveres, con el miedo en la mirada y ese vigilar siempre porque podrían atacar desde cualquier parte. Es injusto lo sencillo que parece para todos, para otros. Es injusto qué fácil les resulta seguir adelante.
7. Simetrías (George)
Para George es difícil. Para George es como si, cada mañana, al abrir los ojos, volviera a empezar. Espera un comentario afilado, espera agua en la cara o un gemido desde la otra cama que hable de resaca y de ¿te acuerdas de anoche, Forge? Para George es un despertar del todo continuo, un no encontrar a Fred más que en el espejo, una falta de simetrías desconcertante. Se siente vacío, desequilibrado. Necesita que alguien termine sus frases: a veces se le olvida acabarlas a él. Y puede que sí, que en algún momento piense que no puede más. Pero es un Gryffindor. Para George es difícil, pero sigue adelante. Siempre hay algo más.
8. Té (Neville)
Podríamos quedar algún día, propone. Si quieres. Tomar un té, no sé. Como quieras.
Y él dice que sí, porque no es como otras chicas. Porque no le mira con adoración, no le ve como a un héroe. Porque sabe que hizo lo que había que hacer, que sólo tuvo mala suerte, igual que ella.
Hannah tiene una cicatriz en el estómago, una sonrisa preciosa. Se ríe de la costumbre de Neville de sentarse en una esquina, vigilando la entrada de las Tres Escobas, pero cada vez que entra alguien se tensa. Dice me alegro de que hayas decidido terminar este año, y es sincera. No sabe qué va a hacer cuando acabe el año, le explica, pero ya se le ocurrirá algo. Antes pensaba que no tendría tiempo, ¿sabes?, antes de la Guerra. Ahora creo que tengo todo el tiempo del mundo.
Y es verdad. Y se toman el té despacio, con calma, se toman la vida con calma. Hay cosas que requieren su tiempo.
9. Carta (Daphne)
Hace meses que no llegan cartas a su buzón. Años, piensa, desde que pudo verle. Y se asoma a la ventana algunas noches y se le ocurre que, quizás, algún día, le vea llegar desde allí, montado en una escoba -se lo imagina como en Hogwarts, algo torpe pero lo bastante cabezón como para seguir adelante-, todo piel y huesos, pero qué importa. Todo suyo, también, piensa a veces. Cierra la ventana.
Hace meses que no llegan cartas a su buzón; una mañana recibe una lechuza. Apenas entiende su letra, garabatos de una mano que tiembla -de hambre, de odio, de sueño y de terror-, apenas entiende la firma, pero sonríe. Y se imagina que, en otra parte, él sonríe también. Como antes. Cuando eran niños jugando a la guerra, cuando eran peones y se daban la mano y no se daban un beso -no se atrevieron nunca-. Todo era tan fácil, entonces, piensa.
10. Mentiras (Colin)
Dicen que eran héroes, guerreros. Dicen que lucharon con valor, hasta el final, que su sacrificio no ha sido en vano, y Colin sabe que mienten. Colin se pregunta quién va a explicárselo a sus padres, también, vuestro hijo menor es un héroe, no va a volver a casa. Y se le forma una mueca amarga, un amago de sonrisa, porque de qué te sirve ahora ser un Gryffindor, Dennis, piensa.
Erigen un monumento dedicado a todos ellos. Escriben sus nombres en la piedra, y a Colin le sorprende que nadie lo destroce con un hechizo. A él le gustaría. Parece una broma, piensa, parece una broma y no lo es. A los héroes de la Segunda Guerra, dice sobre todos los nombres, y no son más que mentiras. A los muertos de la Segunda Guerra, murmura él.
11. Ventana (Andromeda)
Le ve crecer rápidamente, igual que su madre. Le cambia el pelo, le cambia la nariz, le aparecen pecas de vez en cuando. Se mira la punta de la nariz cuando tiene que concentrarse -eso Dora no lo hizo nunca; es más cosa de Ted- y se ríe con todo el cuerpo, igual que hacía su padre. Y es como ver a su niña, a veces, piensa, es como volver a ver a su Dora y no sabe si reír o llorar cuando se le viene a la cabeza. Teddy, su bebé, frunce el ceño; sabe cuando algo va mal. Y ¿estás bien, Ma?, pregunta -le llama Ma, por algún motivo, y a Andromeda le encanta-, y a ella le recuerda tanto a su niñita, a su Nimphadora, en esos momentos. Es como una ventana al pasado, piensa, y no sabe si eso es bueno.
12. Minucioso (Arthur)
Se toma su tiempo. Lo desmonta poco a poco, con calma; es un trabajo minucioso, un trabajo que dura horas, días. Quiere aprender todo lo posible, se dice; mientras enreda con el cacharro no tiene que pensar.
Hermione le dice que es un reloj digital. Marca la hora en números, y a Arthur le parece mágico, le parece mucho más maravilloso de lo que le habría parecido hace tiempo. Se pregunta si es que se está haciendo viejo, y si no debería ser al contrario. Si no tendría que haber perdido la capacidad de sorprenderse, las ganas de conocer, la curiosidad. Si no tendría que estar llorando a su hijo, como Molly, quince años más tarde, si es que tiene derecho a olvidar.
13. Lentitud (Minerva)
Los años pasan rápido, muy rápido; quizás es ella, que se ha quedado rezagada. Puede que sea su lentitud lo que hace que todo parezca tan acelerado, como si alguien se estuviera saltando páginas del libro de su vida. Los niños crecen, dejan de ser niños; los adultos se convierten en viejos, y Minerva, descubre, sigue siendo Minerva. Y el mundo cambia tan deprisa, piensa, el mundo cambia tanto y tan de pronto, que le resulta difícil mantenerse a la par. Se pregunta si son los años, o es la vida.
14. Tiempo (Fleur)
El tiempo cura las heridas, piensa Fleur. El tiempo hace que todo cicatrice -recuerda la primera vez que vio a Bill tras el ataque del hombre-lobo-, pero quedan marcas. Inglaterra está rota, dolorida, está llena de arañazos que tardan tanto en curarse que hay días, cuando se levanta, en que Fleur piensa que nunca lo harán.
Quiere volver a Francia, esos días. Echa de menos su casa, a sus padres, echa de menos a las gentes francesas, más cálidas que los ingleses y su hora del té y sus manías. Pero Bill ha aprendido a reír de nuevo, y el vientre de ella se hincha, y, en el fondo, Inglaterra es bonita. No se está tan mal. Puede que se acostumbre, con el tiempo.
15. Historia (Narcissa)
Algún día, piensa Narcissa, maleta en mano, algún día podré volver. Y se pregunta a quién está engañando.
Se marchan de la mansión en plena noche, maletas pequeñas con sólo lo indispensable. Hay gente fuera, magos y brujas que abuchean y gritan y quieren ver sangre. Su sangre. Y Narcissa se dice que son sólo escoria, que no importan nada, y recuerda los días en que la aplaudían y era su dueña y señora. El mundo no cambia, piensa; ahora hay otras damas, otras a las que adorar. Ahora están los héroes y las heroínas, están Potter y Weasley y Granger, y las grandes familias son historia. Se traga su orgullo, entonces. Se traga su orgullo y echa a andar.