Tabla Básica
Fandom: Ben10 AF
Claim: Gwen/Kevin
12. Espinas
Suelen pasar, cosas como esta. Que el amor se enfríe, que el deseo se apague, que -de pronto- uno descubra que no estaba hecho para el otro.
Eso no quita que duela, por supuesto. Que no sea capaz de mirarle a los ojos, de decirle quiero a otro, necesito estar lejos de ti. Eso no quita las ganas de llorar cuando él asiente, despacio, dejando ver que, a pesar de todo, sí que ha madurado.
Llevan años juntos. Quizás es por eso.
Gwen susurra Recogeré las cosas mañana. Kevin le dedica una sonrisa pequeña, temblorosa; el mundo se derrumba a sus pies, y ella lo sabe, y puede que quiera pararlo, aunque no lo diga. Aunque no se mueva ni le bese ni corra a abrazarlo, a decirle lo siento, no quería decir eso, lo siento. No sería verdad.
Habría sido bonito, seguir así por siempre. Ignorar que, quizás, hay algo un poco más allá de ellos mismos, de los aliens y el arriesgar la vida y el llegar a casa cada noche y encontrarla vacía, fría y sola, y saber que nunca -nunca- serán una pareja normal. Habría sido muy hermoso ver solamente la rosa, nueva y vibrante, y nunca las espinas.
28. Música
Nunca se ponen de acuerdo, en esas cosas. En qué comemos, qué película vamos a ver, qué ropa me pongo. A veces, y con un poco de suerte -con mucha suerte, en realidad-, coinciden en la música. Y eso es sólo si van con Ben y Julie.
En realidad, y analizándolo todo detenidamente, en realidad Gwen Tennyson no tiene nada en común con Kevin Levin. Es decir, que es cierto -preocupantemente cierto-, que luchan contra alienígenas malvados juntos y arriesgan su vida y salvan el mundo; todo eso es verdad, claro, pero, ¿qué hay del después? Del día a día, de las pequeñas cosas que importan de verdad, que lo deciden un poco todo.
No hacen más que pelearse, día tras día. En el mejor de los casos son peleas cortas, un par de insinuaciones o quizás un grito; otras veces es algo más largo, frases insidiosas cargadas de malas intenciones, de toda esa malicia que sólo puede conseguirse con los años, con el conocerse a fondo.
La música que escuchen es lo de menos, supone Gwen. Lo importante es que, en realidad, no tienen nada en común. Nada.
Así que, cuando vuelve a casa casi gritando -que es quizás un poco más a menudo de lo que le gustaría-, furiosa, jurando que esta es la última vez que le aguanta, que no va a volver a mirar a la cara a semejante estúpido, Gwen Tennyson suele preguntarse qué es lo que vio, exactamente, en Kevin Levin. Cómo pudo estar tan ciega.
Suele tirarse en la cama, pelearse un rato con la almohada, tratar de serenarse. Y luego, cuando ya lo ha conseguido y se ha puesto el pijama y está a punto, cree, de soñar con la mejor forma de asesinar a su novio, algo suena en su ventana. A veces es una piedra -tradicional y romántico, supone-, pero de vez en cuando es otra cosa. Un bote vacío de batido, quizás.
Y Gwen se asoma a esa misma ventana, siempre -no importa que antes se haya prometido no volver a hacerlo-, y le ve. Y Kevin tiene esa expresión, la expresión de un chico duro que no lo es tanto, de alguien que no sabe muy bien cómo disculparse -pero que está dispuesto a hacerlo. Y ella se muerde los labios, mira a ver si sus padres están despiertos, baja a su lado.
Kevin nunca dice lo siento. Nunca. Pero le deja escoger la música, al día siguiente.