Está sola en el parque, tristemente sentada en el columpio, balanceándose al compás de su reloj. La cabeza gacha, la mirada perdida en algún punto del suelo terroso; ella está ausente. Se encuentra allí pero a la vez no, y es que se ha sumido en las profundidades de su mente, esa ‘cosa’ por no poder denominarla mejor que archiva los sucesos y nos
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