Take these broken wings. Capítulo 3

Aug 10, 2011 22:31


 


 Título: Take these broken wings
Autora: hermyone_mex 
Beta: loredi 
Cheerleader: poison_d90 
Pairing: Draco & Harry
Categoría: N-17
Temas: Romance. Drama. Angst
Advertencias: Muerte de un personaje. Slash
Resumen: Harry y Draco se encuentran en una clínica de maternidad tres años después de la guerra y embarcados en una nueva experiencia: la paternidad.
Notas de la autora: Hola! Lamento la demora, lei como cinco veces el capi y le hice varios cambios y aún así no me siento satisfecha con el resultado, hasta ahora este ha sido el capítulo que más me ha costado escribir, y de hecho es el más corto que tengo hasta el momento, en fin, espero que les guste y nos leemos el próximo miercoles =)


Capítulo III: No basta
Lucius Malfoy se había convertido en un hombre que reservaba cuidadosamente sus pensamientos e ideas cuando tenía que expresarlos públicamente desde que la guerra había terminado. Sabía que el hecho de que él, su esposa e hijo se hubieran librado de cualquier condena en Azkaban, a pesar de su muy comprobada participación como aliados de Voldemort en la guerra y en la gran batalla, era una situación por la cual debía estar sumamente agradecido; y no es que no lo estuviese, pero el que fuera el mismo Harry Potter quien los hubiera salvado de aquella desdichada condena tampoco le hacia muy feliz. Pero Lucius había tenido que aprender muchas cosas, había tenido que aprender a darle su espacio a los hijos de muggles-la palabra “sangre sucia” había sido totalmente erradicada del vocabulario en la familia Malfoy, ni siquiera la nombraban entre ellos, era algo que habían acordado sin reproches ni arrepentimientos-. De hecho, el tema del mestizaje mágico se había convertido en un tema totalmente ajeno a sus platicas cotidianas, aún tenía sus propias posturas e ideas, pero más les valía que aquel asunto no volviera a ser tratado por ellos, no si querían evitar cualquier conflicto ministerial. También había tendio que aprender a mostrar un rostro humilde y de sumisión ante los ojos del Mundo Mágico, del Ministerio de Magia.

Pero a pesar de que muchas cosas habían cambiado para Lucius Malfoy y su familia, a pesar de que la imagen que la sociedad mágica tenía de ellos ya no era la misma, habían ciertas cosas que no habían cambiado en lo absoluto. Una de ellas eran las tradiciones y reglas más antiguas de los Malfoy; muchos le criticaban por su manera tan “arcaica” de manejar la fortuna de la familia, que el hecho de que aún utilizara el término heredero en esa época tan llena de avances y cambios era meramente una tontería y sólo representaba un retraso en una de las familias con mayor influencia económica en el mundo mágico en Reino Unido. Por supuesto que a Lucius Malfoy le importaba muy poco todas estas opiniones y críticas; él había crecido valorando más allá de lo convencional todas las tradiciones que se habían ido infundado generación tras generación por cada miembro de los Malfoy. Además todas esas personas no tenían la menor idea de lo que sostenía esas tradiciones: magia pura.

Sabía que Draco era muy joven, que tenía todo un futuro prometedor por adelante, pero también sabía que sus cartas dentro del mundo mágico ya no eran las mismas que había tenido antes o incluso durante el inicio de la guerra. A Draco no le quedaba más que limpiar el apellido Malfoy y volver a crear lazos (tanto amistosos como profesionales) con aquellas familias que en aquel momento encabezaban el mundo mágico, pero para que Draco pudiera hacer todo aquello debía de estar al frente de los Malfoy, adoptar su lugar como heredero y lider de la fortuna y los negocios. Y ahí era cuando entraban las tradiciones y reglas que Lucius conocía desde que tenía uso de razón: Sólo un Malfoy casado y con el respaldo del próximo heredero nacido o con la confirmación mágica de su próximo nacimiento, podía obtener todos los derechos y la propiedad absoluta de todas las empresas Malfoy, así como el único con el poder de tomar las decisiones más importantes e imprescindibles de la fortuna y los negocios Malfoy.

Y bueno, ahora estaban él, Narcissa, Draco y Astoria Greengrass. Los cuatro se encontraban sentados cómodamente en la lujosa sala de la Mansión Malfoy; Lucius sabía perfectamente la razón por la cual los dos más jovenes estaban de visita, Draco le había comentado una semana anterior sobre la cita programada que Astoria tenía en el consultorio de su tío Maurice Greengars, un medimago especializado en la obstreticia y maternidad mágica. Decir que estaba feliz por la perspectiva de que su hijo fuera a ser padre era poco. Estaba más que consciente que él, como lider de la familia y del imperio empresarial Malfoy, ya no representaba más una buena imagen, por lo cual seguir liderando los negocios familiares por más tiempo era muy arriesgado; después de la guerra y de que fuera absuelto mas no declarado inocente de cualquier condena en Azkaban, Lucius había tenido que ver cómo todo lo que sus antepasados habían construido durante generaciones y generaciones ahora estaba derrumbándose y perdierndo poder a pasos gigantes. Eso lo estaba devastando.

Lucius amaba a su hijo, daría su vida por él, incluso había estado a punto de hacerlo durante la batalla final sucitada en Hogwarts años atrás; pero también tenía que ser frío y objetivo ahora que la guerra había terminado y que el nombre de los Malfoy se encontraba en la necesidad de salir adelante, ser limpiado y reconstruido, y para lograrlo él ya no podía hacer nada, al menos no de manera pública y activa. Necesitaba que su hijo estuviera al mando de todo y así poder salvar el emporio Malfoy.

-¿Y bien, Astoria? -preguntó Narcissa tratando de disfrazar su ansiedad y entusiasmo bajo una cordial y elegante frialdad, y no teniendo un éxito total- ¿Cómo te fue con tu tío Maurice? ¿Les ha dado buenas noticias?

La leve sonrisa arisca que dio Draco no tuvo precio.

-Sí, Narcissa. -respondió Astoria imitando el gesto de su esposo-. Todo está confirmado y en perfecto orden. -explicó como si se tratase de un trámite burocrático y no de un embarazo-. Draco y yo seremos padres en unos cuantos meses.

Una de las cosas que Lucius ya no había querido hacer con su hijo era dirigir su vida. Después de todas las cosas a las que Draco se había visto forzado a hacer por él durante la guerra, Lucius había sentido no solamente que le había fallado como padre, sino que también, por su culpa, la vida de Draco había estado a punto de esfumarse (si no era por la muerte, era por una condena en Azkaban que no merecíaen) y entonces se había jurado que no volvería a conducir la vida de su hijo, que las decisiones que él tomara, siempre y cuando no rayaran el lo absurdo o peligroso, las iba a respetar y lo apoyaría como el padre que era.

Y ahora estaba frente a su nuera, una mujer que su hijo no amaba, con la que ni siquiera tenía una relación estrecha y con la noticia de que en unos meses sería abuelo. Draco y Astoria se habían conocido apenas un mes antes de su matrimonio, y aunque era cierto que Draco la había elegido a ella como su esposa, también era cierto que él, Lucius, lo había manipulado una vez más con el pretexto del bien de la familia y el futuro de la empresa Malfoy para que se casara lo más pronto posible, tuviera un heredero y así poder hacerse cargo y salvar el imperio que se estaba destruyendo entre sus manos.

No, Lucius no sentía que era un buen padre.

-Eso es excelente -exclamó Lucius casi con la misma frialdad que Narcissa.

-Así es, padre. El heredero llegará antes del año que viene, creo que estarás de acuerdo en que es una fecha muy conveniente, sobre todo para todas las reuniones internacionales que se suelen dar durante esas fechas.

-Efectivamente, Draco. -La alegría menguó un poco en la voz y la expresión de Lucius-. El hecho de que a ti sí se te tenga permitido salir del país y el que ya puedas asistir a todas esas reuniones como la cabeza principal de la empresa es realmente una gran ventaja.

Draco pareció complacido consigo mismo por poder satisfacer a su padre en aquel aspecto; en cambio, Lucius se sintió un poco más afligido.

Aquel era otro asunto que lo inquieteaba: la sincera frialdad y falta de interés personal que Draco prestaba ante el hecho de su próxima paternidad, de que tendría un hijo. Desde que se había casado, Draco no había dejado de decirle que muy pronto tendrían al heredero que necesitaban para sacar adelante a la familia, el joven lo tranquilizaba de manera continua y sin necesitarlo, con la promesa de que se estaba preparando para actuar dentro de los negocios Malfoy justo al momento de que el embarazo de Astoria fuera algo confirmado. Francamente era muy preocupante para Lucius que Draco viera el ser padre como un simple negocio, un trámite más necesario para poder alcanzar el poder, como la clave para salvar a la familia y jamás como el tener un hijo, una persona que compartiría su sangre, una vida.

Él también había tenido aquella responsabilidad que Draco tenía ahora con la familia, aquella en la que tenía que proveer un heredero tal como lo condicionaba la tradición Malfoy y, aunque también habían habido muchas veces durante el embarazo de Narcissa en que se había dirigido a su hijo como “el heredero”, desde el momento en el que se había enterado de que sería padre, Lucius había amado a aquel bebé con todas sus fuerzas. Y eso, ahora, era algo que, por desgracia, no veía en la mirada ni los gestos de Draco.

Después de un rato más de plática “amena” y de que cenaran y escucharan los últimos chismes de la sociedad por parte de Narcissa y Astoria, Lucius y Draco pasaron al despacho de la Mansión. Era una costumbre que habían ido adquiriendo y estableciendo desde que Draco se había casado y había dejado de vivir en aquel lugar; normalmente hablaban sobre negocios y empresas rivales y de vez en cuando sobre alguno que otro asunto trivial, pero esta vez Lucius quería hablar más seriamente con su hijo. Sabía que no sería fácil, incluso sabía que no tenía ningún derecho a ponerse en aquel papel de padre consejero, no cuando nunca antes lo había sido, pero sentía que debía hacerlo, en verdad le preocupaba mucho la manera en que Draco se estaba tomando su matrimonio y ahora su futura paternidad. Él había sido para su hijo como su maestro, un ejemplo, pero ahora Draco no sólo había perfeccionado lo que había aprendido con él, sino que lo había superado, porque una cosa es que fuera una persona objetiva y fría, y otra muy diferente es que se desprendiera totalmente de los sentimientos y no mostrara ningún interés personal ante nada que no fuesen los negocios.

-Si mis cuentas no fallan, las inversiones que hicimos el año pasado se multiplicarán hasta tres veces más en ganancias este año, padre -recitó Draco una vez que se hubiese servido su habitual copa de coñac-. Por supuesto que las cosas serán diez veces mejor el año que viene, pero aún así creo que todo marchará magníficamente durante este año.

Lucius no dijo nada por varios largos segundos. El porte frío, seguro, pero sobre todo, impasible de Draco le estaba empezando a desconcertar. Ciertamente su hijo había adquirido y manejado a la perfección desde temprana edad las reglas de comportamiento que él, Narcissa y la misma sociedad le habían enseñado; pero aún así, Draco siempre había sido una persona apasionada, que por más que fuera un Malfoy y orgulloso heredero de una de las empresas más influyentes y poderosas en el mundo mágico del Reino Unido, jamás le había empapado lo suficiente como para encubrir con todas aquellas etiquetas de comportamiento su verdadera “chispa interior”. Pero ahora, a tres años de terminada la guerra, parecía como si el Draco que siempre anhelaba convertirse en un jugador profesional de Quidditch, aquel que más de una vez había demostrado una personalidad enardecida y apasionada por vivir más fuera de las oficinas Malfoy, hubiera sido asesinado durante los últimos años de la guerra. Era como si le hubieran arrebatado a su hijo y en su lugar le hubiesen dejado como remplazo un témpano de hielo.

-Me alegra escuchar eso, hijo. -dijo Lucius con un ánimo moderado-. Pero no hablemos de negocios, al menos no por hoy. -Levantó su copa con coñac y después de que Draco brindará con él, Lucius agregó-: Por tu hijo. Mi nieto.

Draco sólo hizo una leve mueca y asintió sin demostrar más interés.

-¿De qué quieres hablar entonces, padre? -preguntó el rubio después de un momento de incómodo silencio.

Sí. En definitiva ese ya no era el mismo Draco que solía ser antes de la guerra...

-Verás, Draco, tengo una duda que ha atacado mi cabeza desde que tú y Astoria llegaron... ¿Qué piensas hacer cuando nazca el bebé?

Aunque sabía que aquel no era precisamente el tema que quería tratar con Draco, Lucius no se sentía seguro y, debía admitirlo, no sabía cómo abordar ni tratar temas de índole sentimental. Y no que no tuviera sentimientos, pero estaba en su naturaleza el hablar de la forma más práctica y prágmatica posible.

Draco frunció el ceño.

-Creo que hablé sobre eso durante toda la cena, padre -contestó el rubio comenzando a impacientarse y encontrar aquella conversación inútil y aburrida.

-No, Draco. Hablaste sobre los negocios y tus planes a futuro para la empresa. Sí, es cierto, planes que piensas emprender una vez nacido el bebé, pero yo no me refiero a eso. Quiero saber qué piensas hacer cuando nazca tu hijo.

El ceño del rubio se frunció aún más.

-Padre, explícate por favor porque, verdaderamente, no te estás dando a entender-moduló fríamente.

Lucius reprimió un bufido y en lugar de eso convocó con su varita la botella de coñac para servirse un poco más en su copa de cristal.

-Sencillamente me gustaría saber tus planes con tu hijo, como padre. -Lo mejor era ir al punto y no andarse con rodeos, no cuando Draco no parecía querer seguir cooperando con la conversación.

El rubio le dio una pequeña sonrisa burlona, pero en sus ojos no se reflejó ningún sentimiento.

-Creo que ya lo has mencionado, padre. Tendré un bebé, no creo que se pueda hacer mucho con eso, será mi heredero pero no podrá funcionar como tal hasta que haya crecido lo suficiente como para recibir órdenes.

Aquello último le sonó a reproche, Lucius podría asegurar que era un reproche. Bueno, al menos esa demostración de “sentimiento” le daba una especie de alivio, aunque aún así dolía. Dolía porque sabía que su hijo tenía todo el derecho de reprocharle. Pero a pesar de todo eso, el hombre permaneció impasible y volvió a abordar el tema que le interesaba.

-Yo lo que creo, Draco, es que debes de dejar de ver a tu hijo desde la perspectiva de un negociante.

Draco resopló y le lanzó una mirada de desprecio antes de hablar.

-Si no me equivoco, papá -masculló mordazmente el apelativo-, fuiste tú el que no solamente me impuso contraer matrimonio, sino que también que tuviera un hijo lo más pronto posible y todo por el bien y el rescate y recuperación de la empresa Malfoy. Ahora he acatado tus imposiciones al pie de la letra. Me he casado y en cuestión de meses tendré el hijo que se necesita para poder hacer lo que tú deseas, que salve a la compañia, a la familia.

Lucius apretó los labios, y aunque sabía que lo que decía su hijo era cierto, no pensaba darle la razón para que así Draco le demostrara incluso más presunción de la que le estaba demostrando ahora.

-Draco, por favor -exclamó con un dejo de burla y reclamo-, hacerte la víctima no te ayudará en nada, te lo he dicho desde que eras un niño. Además, si piensas que has sido el único Malfoy al que le han impuesto el matrimonio y que tenga un hijo, entonces estás muy equivocado, hijo. Los Malfoy somos prácticos y objetivos, eso siempre será así...

-...y es lo que estoy siendo, padre -interrumpió Draco, algo que no había hecho desde que era pequeño, muy pequeño; verdaderamente estaba muy cambiado. Aún así Lucius decidió pasar por alto aquel detalle y continuar enfocado en la plática.

-Y yo no te estoy pidiendo que dejes de serlo. Lo que quiero que entiendas es que, por más que tu nueva vida sea parte de una imposición, no hay porque no aceptarlo, y mucho menos no quererlo. Reconozco que el matrimonio y la llegada del un heredero se dieron más rápido contigo que como se ha dado en nuestros antepasados, pero también debes de tomar en cuenta que la situación ahora para nosotros no es la más favorable.

Draco no dijo nada, ni siquiera lo miró, su vista estaba enfocada en su copa vacía, tan similar a sus ojos. Lucius sabía que la manera en que le estaba hablando, la forma en como abordaba la cuestión era por medio de la manipulación y no la persuasión, también sabía que aquello no estaba bien, pero, francamente, no sabía ser de otra forma, así se movía e interactuaba en el mundo y con las personas. Manipulaba, si no funcionaba, entonces chantajeaba y si tampoco tenía éxito de aquella manera, terminaba por intimidar y obtenía lo ambicionado por los medios negativos. Así era Lucius Malfoy.

-No te estoy pidiendo que ames a Astoria, ni siquiera que la quieras, con que la toleres y la aceptes en tu vida es más que suficiente para mí y estoy seguro que también para ella. Pero con tu hijo todo puede ser diferente, Draco. -Le dio unos segundos para que dijera algo pero al no haber nada, continuó-. Tú sabes que yo daría la vida por ti, que una de mis prioridades es tu felicidad. Pero también sabes lo que significa el nombre de la familia, lo que siempre ha significado para el mundo mágico. Y el que ahora esté en tus manos el recuperar la grandeza y el reconocimiento de los Malfoy no es una maldición, sino un honor del cual no deberías reprochar, sino sentirte agradecido.

Los ojos de Draco crisparon de coraje y lo miraron con una intensidad indescifrable que a Lucius le hizo estremecerse por dentro.

-Curioso que digas eso cuando fuiste justamente tú el encargado de convertir el apellido Malfoy en una maldición, cuando por tus estúpidas e inalcanzables ambiciones estuviste a punto de perderlo todo. ¿Crees que estoy siendo un desalmado por no gritar de alegría porque seré padre? Pues bien, entonces sí, lo soy, ¿y sabes por qué? Porque no veo que en esta familia sirva de mucho lo que uno siente. -Su respiración era inestable, muestra obvia del enojo que sentía-. No cuando a la más mínima oportunidad de obtener grandeza y reconocimiento, olvidamos que somos una familia y pasamos a comportarnos como unos buitres y la carnada está en nuestra propia casa. No, padre. Podrás exigirme ser un buen empresario, sacar adelante el negocio familiar, incluso podrás exigirme obedecer a un chiflado de remate con sueños de limpieza de la sangre, pero nunca, y escuchalo bien, nunca -remalcó- podrás mandar sobre mis sentimientos.

Después de haber soltado todo aquello se acercó a la puerta y antes de cerrar con un portazo miró a su padre con un profundo despreció y dijo:

-Y yo sí di la vida por ti, padre. Porque si no te has dado cuenta, en el momento en el que recibí la marca renuncié a mi vida, y todo fue por ti.

Y después el ecó del portazo fue lo único que acompañó a los turbadores pensamientos de Lucius.

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Notas finales: Ok, no soy muy amante de las “notas finales” en los fics pero quería aclarar dos cosas. Una es que el título del capi de hoy no es de la misma canción de donde he sacado los otros títulos, de hecho esta es de una canción en español de Franco De Vita, no me gusta mucho este cantante pero esta canción sí, “No basta”, y creo que se apega mucho a la relación entre Draco y Lucius. Lo otro es que se me había olvidado mencionarles que este fic consta de TRES partes, esta, obviamente, es la primera parte del fic y lo corregiré en el primer capi, asi que es un long looong fic XD

broken wings capítulo 3

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