Dec 18, 2019 00:00
Ya el campo estará verde
Debe ser primavera
Cruza por mi mirada
Un tren interminable
El barrio donde habito
No es ninguna pradera
Desolado paisaje
De antenas y de cables
Sucede que a veces estar tendida sobre una manta, escuchando Danzón No. 2 y viendo hacia el cielo a través de las copas de los árboles te lleva por caminos mentales insospechados. Este domingo en particular, el camino mental me llevó a mi abuelo.
Don Fernando Serna Domínguez era un caballero en toda la extensión de la palabra; vestía siempre una guayabera y un pantalón, el cabello repegado hacia atrás con Brylcreem azul, y oliendo siempre a Vetiver, cedro y xochicuáhuitl. Siempre fue un hombre parco en sus despliegues de afecto, y sin embargo ni por un momento dudé que me quisiera.
A punta de no pensar en Córdoba una vez que partí, los recuerdos de él se han hecho cada vez más nebulosos y ahora que necesito evocarlos se rehúsan a salir - la memoria es una amante celosa y también nos pasa factura. Batallo un poco con ella, pero al final cede y renuente me deja saber que las tardes de domingo permanecen: la misa de 1 con toda la familia en la Inmaculada Concepción (que ahora ya es Catedral), la vuelta a paso lento por el Parque de las Palomas (no se llama así, pero ese no es el punto) y la comida en el Virreynal. Me habla quedito de las tardes en el sofá de la sala que él hizo con sus propias manos, viendo al Toro Valenzuela, o a Hugo Sánchez, de los sábados por la noche que podía quedarme despierta un poco más tarde sentada en sus piernas mientras veía el box. Lo recuerdo, cuando el Alzheimer ya había hecho lo suyo pero aún tenía momentos de claridad, y hacíamos que nos contara la historia de la vez que de niño disparó un fusil dentro del cuartel.
Sonrío, y a la par las lágrimas se asoman a mis ojos, porque la emoción está ahí pero la imagen no. No es que esté triste porque ya no lo tengo; solamente dejo que el amor me invada y después se vaya tras de él. La melancolía, argumento más para mi beneficio que para el tuyo, me deja sentir todo un poco más intensamente.