(o ¿qué pedo con las articulaciones de la gente que quiero?)
Anoche me fui a dormir relativamente temprano (vaya, ni siquiera había acabado el SNF), pero tuve un sueño demasiado vívido, demasiado intenso y en una de esas vueltas que da uno sobre la cama sentí claramente como no me iba a poder quedar en él. Veinte minutos después aquí estoy, porque ya es obvio que seguir rotando sobre mi eje no va a ser productivo.
Un poco por inercia, entro a Facebook y veo por sus posts y subsecuente entrada en el blog que Magda tampoco puede dormir. Encuentro tan irónico, tan WTF, tan no- sé-qué que en el intervalo de 8 semanas dos personas "cercanas" (en un momento más quedará claro el uso de las comillas, espero) a mí hayan sufrido accidentes parecidos y en este momento se encuentren, además de limitadas en su movilidad de manera temporal, danzando al borde de un hoyo negro anímico sin que yo pueda hacer nada más que esperar.
Magda ha sido mi amiga por los últimos 8 años. Ella no cree en el concepto de las mejores amigas, pero a mí me vale madre y ella es una mejor amiga, ya dije. No tengo muchas amigas mujeres (de hecho sólo tengo 2) pero con Magda tuvimos química de inmediato - ambas un poco nerd, un poco ñoñas, un mucho comprometidas hasta el tuétano con lo que hacemos y definitivamente muy, muy leales. Magda fue en su momento la única que supo los sórdidos detalles de mi asunto ese con el GD y mi subsecuente corazón roto, y yo a la vez fui su paño de lágrimas cuando el imbécil del Charrito Pemex la vapuleó emocionalmente. Estuvimos ahí la una para la otra cuando con una semana de diferencia tomamos la decisión de florecer en otros jardines laborales y aún ahora seguimos apoyándonos. Cuando operaron a Mags no pude estar ahí, pero me quedé despierta hasta que salió del quirófano y la regresaron a su cama, y estuve ahí desde acá en las primeras horas regresando de la anestesia, cuando el dolor era más insoportable. A punta de estar ahí, me ha tocado también recibir los embates de su mal humor, de su necedad de no querer pedir ayuda, de no querer robarle tiempo a los demás, de su frustración por saber que está tratando mal a la gente que sólo quiere ayudarla. No ha sido gentil conmigo a ratos, pero no importa, porque soy su amiga y estoy con ella y si quiere ser una bitch conmigo le doy permiso de serlo porque veo como se siente y porque todos los años que hemos pasado juntas le han ganado crédito como para ello.
La situación con B. es distinta. Tenemos algo así como 8 meses de "tratarnos" (más comillas para explicar las primeras comillas) y, si bien la distancia no necesariamente jugaba a nuestro favor, al menos yo tenía la creencia de que sí nos estábamos conociendo - tanto como para que una vez salvado el inconveniente de la ubicación geográfica hubiera suficientes bases para construir algo más. Adelantemos el video seis meses, y el día en que por fin tendríamos oportunidad de coincidir acabó con un viaje al hospital y una cirugía. Igual que con Magda, he tratado de estar al pendiente, de ofrecer mi ayuda y mi apoyo, de estar presente de tantas maneras como puedo pero en esta geografía alrevesada, 10 kilómetros pesan más que 3700 y simplemente no es posible. O bueno, no me es posible A MÍ. Porque si bien el mal humor de Magda es generalizado, en este caso parece ser que no solo lo exacerbo, sino que es lo único que inspiro. Podría comprar (bueno, lo compré) el argumento de "no quiero salir","no estoy de humor" o "no quiero hablar con nadie" pero hace no mucho en una reunión social un comentario inocente de alguien llevó a una plática donde transpiró que ánimo de salir, de convivir y de hablar si ha habido y nada más pareciera haber otras personas (¡muchas!) más dignas en quien invertirlo que yo.
Y bueno, ahí es donde estamos ahora, bailando un tango sin música donde cada frase dulce es un paso adelante y cada evasiva o mensaje sin respuesta es un paso atrás. Es como si yo estuviera intentando armar un rompecabezas del que no sé ni el número de piezas ni la figura que se supone que debo formar. Es como si toda esta historia fuera un capítulo sacado de "A Él No Le Gustas Tanto" que ni siquiera llegó a la cinta por que no, yo no soy la excepción; y justo cuando menos me lo espero mi estúpido inconsciente decide invocar sueños lindos (y tan increíblemente reales) de las cosas que pensé posibles pero que ahora se antojan cada vez más lejanas.
Hace unos días, un amigo me preguntaba "¿y no estás ya hasta la madre? ¿cuánto más le vas a aguantar?". Supongo que estoy eligiendo pensar que esos primeros meses si contaron de algo, que no estoy del todo equivocada y que abajo de todo esto está la persona que creí conocer.
Pero qué se yo. Ya es hora de levantarme.