Capítulo 3: Pasión en la chocolatería

Oct 15, 2006 23:43


   Sin encender la luz, Teresina salta de su cama, abre la puerta sin hacer ruido y se asoma al pasillo. Al no ver a nadie, sale de la habitación y baja cuidadosamente por la escalera. Se atusa el pelo frente al espejo del recibidor y se dispone a salir de la mansión, cuando la voz del mayordomo la detiene.
   Luis Fernando: ¿Se va usted, señorita Teresina?
   Teresina: Ehh... Sí, sí. Voy a dar una vuelta.
   Luis Fernando: Es usted muy sigilosa...
   Teresina: No quise despertar a mi hermana. El viaje ha sido largo para ella. Solo quería ir a dar una vuelta por el pueblo. Hacía muchos años que no venía; desde que era muy pequeña.
   Luis Fernando: Comprendo. Espero que le guste el pueblo, y que los posibles cambios en él acontecidos hayan sido para bien. Solo asegúrese de estar aquí de vuelta para la cena, o su abuela podría enojarse. La cena es a las 9 en punto. La comida es a las 3 en punto. La señorita Ana María podrá servirle el desayuno a cualquier hora en la cocina, si es que acostumbran a pegársele las sábanas. Las demás comidas se realizan en el comedor. A las 6 podrán tomar el té o una pequeña merienda...
   Teresina: Gracias, creo que seré capaz de recordarlo todo. ¿Sabe dónde está mi abuela?
   Luis Fernando: Está en el jardín, ¿quiere que le diga que va a dar una vuelta?
   Teresina: No, no, no es necesario. Volveré para la cena.
   Luis Fernando se despide de Teresina con una sonrisa.

Óscar Luis está colocando la mercancía en las estanterías de la trastienda. Tabletas y más tabletas de chocolate se amontonan frente a él. Suena la puerta. Óscar Luis sale a ver quién ha entrado.
   Teresina: ¡Hola!
   Óscar Luis: (sorprendido) ¡Señorita Tupi! 
   Teresina: Puedes llamarme Teresina.
   Óscar Luis: Encantado de volver a verla, Teresina. 
   Teresina: Mi hermana se ha quedado durmiendo. Yo quise pasear un poco por el pueblo, por ver si había cambiado en algo. Sali a dar una vuelta y llegué aquí de casualidad, así que...
   Óscar Luis: (sonriente) ¿De casualidad?
   Teresina: Sí.
   Óscar Luis: Perdone, no quise... Y, ¿qué tal ha encontrado el pueblo? ¿Ha cambiado mucho? Es curioso que usted me conozca y yo no me acuerde de usted. ¿Cuánto hace que no venía por aquí?
   Teresina: La última vez que estuve aquí tenía siete años. Pasé aquí todo el verano. Después nos fuimos a la capital; entonces nació mi hermana, y desde entonces no hemos vuelto por aquí. Tienes que recordarme, jugábamos siempre juntos. Aunque quizá sea más exacto decir que peleábamos siempre. Tú me perseguías y yo corría insultándote. Era francamente divertido. Me resultabas odioso.
   Óscar Luis: Vaya...
   Teresina: Yo odiaba venir a la tienda por si estabas tú, pero mi madre siempre me mandaba venir a por el chocolate. Una vez venía con la bicicleta y me caí justo en la puerta de la chocolatería. Tú estabas ahí con tus hermanos y no paraste de reír en diez minutos. Entonces tu hermano vio que salía mucha sangre, llamó a tu padre y él me llevó a la ciudad a que me cosieran la herida. 
   Óscar Luis: ¡Usted es la niña que vivía en la casa de en frente!
   Teresina: Claro, ¿quién si no?
   Óscar Luis: Creo que ya lo recuerdo. Esa casa ha estado vacía desde entonces. ¿Por qué se fueron? ¿Y por qué no volvieron nunca por aquí?

Teresina: Mira: aún tengo la cicatriz desde entonces.
   Teresina se sube la enagua y le muestra a Óscar Luis la cicatriz que tiene encima de la rodilla.
   Óscar Luis: Sí que debió doler...
   Teresina: Horrores. Aún puedo recordar el sonido de tu risa desde la puerta.
   Óscar Luis: Vaya, perdóneme. No era más que un niño. No imaginaba que pudiese recordar aquello después de tanto tiempo...
   Teresina: (ofendida) Está claro que te cuesta muy poco olvidar las cosas. 
   Óscar Luis: Pero... señorita Tupi. Eso ocurrió hace muchos años. Yo era muy pequeño y usted era también muy pequeña. Cualquier niño tiene montones de cicatrices...
   Teresina: ¡Deja de llamarme señorita Tupi y deja de tratarme de usted! Esta cicatriz es insignificante, podría haberla hecho desaparecer fácilmente mediante cirugía estética, pero era el único recuerdo que tenía de este pueblo. No volví aquí desde que nació mi hermana, y solo vi a mi abuela en el entierro de mi madre. No conozco a nadie aquí... excepto a ti. Y tú pareces haberme olvidado por completo.
   Óscar Luis sale de detrás de la barra, pone la mano sobre el hombro de Teresina e intenta tranquilizarla.
   Óscar Luis: Lo siento. De verdad. 
   Teresina pone el brazo alrededor del cuello de Óscar Luis. Él la agarra por la cintura y se besan apasionadamente.
   Óscar Luis: Ven. Vamos a la trastienda.
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