Capítulo 4: La noche marbana

Oct 22, 2006 23:36


   Teresina llama al timbre. El mayordomo abre la puerta, mientras Sara Lorena se asoma por detrás.
   Sara Lorena: ¡Hermana! ¿Dónde has estado? ¿Por qué no me avisaste? Yo también quería salir a conocer un poco el pueblo.
   Teresina: Estabas durmiendo...
   Teresina entra en la casa; Luis Fernando cierra la puerta. Sara Lorena mira, horrorizada, a su hermana mayor.
   Sara Lorena: ¡Pero Teresina! ¿No habrás salido así a la calle? ¡Sin pamela! ¡Sin guantes! ¿Qué van a pensar de nosotras?
   Teresina: Hermanita, nadie me ha visto. Y, aunque así fuera, no creo que a nadie le importe lo que yo lleve o deje de llevar en mi cabeza. 
   Sara Lorena: Si nuestra madre te viese...
   Luis Fernando: Señorita Teresina, la cena está lista: le aconsejo que vaya a lavarse las manos y vaya directamente al comedor.
   Teresina: Gracias, Luis Fernando.
   Teresina desaparece, dejando a Luis Fernando con una sonrisa en los labios. Sara Lorena espera que su hermana termine de lavarse las manos y las dos juntas entran en el comedor. Doña Dorita está ya sentada. Sobre la mesa humean dos grandes cazuelas. La criada sirve un gran cazo de estofado a cada una.
   Sara Lorena: Abuela, esto está buenísimo.
   Doña Dorita: Dale las gracias a Ana María. Nuestra cocinera está enferma; por eso no ha podido venir esta semana. Así que es ella quien se encarga de la comida en su ausencia.

Doña Dorita: Teresina, ¿te ha gustado el pueblo? ¿Lo encuentras muy cambiado? ¿Por dónde estuviste?
   Teresina: Oh, sí, lo encuentro maravilloso. Estuve dando una vuelta, paseando por las calles. A propósito, abuela, ¿sabes si hay algún bar donde podamos ir a tomar algo después de cenar?
   Sara Lorena casi se atraganta del espanto. 
   Sara Lorena: ¡Un bar! ¿No estarás pensando en ir a un bar? Teresina...
   Doña Dorita: Hay un par de bares en el centro, y también...
   Sara Lorena: (horrorizada) ¡Abuela!
   Doña Dorita: ...también hay un club donde se suelen reunir los jóvenes por la noche. Yo os indicaré cómo ir; no está lejos de aquí. Os vendrá bien para conocer gente, seguro que hacéis amigas en seguida. 
   Teresina sonríe, contenta. Sara Lorena sigue comiendo sin decir una palabra más, y sin atreverse a mirar a su hermana.

Óscar Luis, Carlos Javier y Patricia Paula están sentados en unos taburetes, frente a la barra de un bar. 
   Óscar Luis: ¿A que no sabéis quién vino a visitarme a la tienda?
   Patricia Paula: ¿Quién? ¿Una de las pijas?
   Óscar Luis: ¡La nieta mayor de doña Dorita?
   Carlos Javier: ¿Fue a verte a ti? ¿O fue a comprar chocolate?
   Óscar Luis: Bueno, ella dijo que había llegado a la tienda de casualidad, pero de casualidad no se llega a la tienda. Está demasiado cerca de la mansión de doña Dorita, y además ella sabía perfectamente dónde encontrarme.
   Carlos Javier: Claro, ha venido a este pueblo precisamente a verte a ti.
   Patricia Paula: ¿Qué tiene de interesante que una pija compre chocolate?
   Óscar Luis: Que no compró chocolate. No fue a comprar chocolate. Fue a verme. Soy la única persona que conoce aquí, además de su abuela. Eso... y que me besó.
   Óscar Luis se pone colorado.
   Carlos Javier: ¿Que te besó? ¡Venga hombre! ¿Qué va a ver una chica así en ti?
   Óscar Luis: Ni siquiera la conocéis. No sé a qué te refieres con "una chica así".
   Patricia Paula: Bueno, nárranos todo con detalle. ¿Cómo te besó? ¿Y por qué? ¿Y qué tal fue? Y...
   Óscar Luis: Acabamos sobre la mesa de la trastienda...
   Carlos Javier: ¡Jajajajajajajajajajaja! Esta sí que es buena. Hermanito, creo que tienes demasiada imaginación. Esa chica te está obsesionando.
   Patricia Paula pide tres cervezas más, mientras sopesa si merece la pena o no contestar a su hermano. 
   Óscar Luis: He quedado aquí con ella. Me prometió que vendría después de cenar. 
   Carlos Javier: (con sorna) También podía habernos invitado a cenar a su casa. Estoy empezando a repudiar las aceitunas.

Teresina y Sara Lorena están en la puerta del bar. 
   Sara Lorena: ¡Esto no es un club! De ninguna manera voy a entrar aquí.
   Teresina echa un vistazo, localiza a Óscar Luis y sus hermanos, coge a Sara Lorena de la mano y la arrastra hacia donde están ellos.
   Teresina: ¡Óscar Luis! Ven, hermanita.
   Sara Lorena: ¡No me dijiste que hubieras quedad con nadie!
   Teresina: No podía decirle a nuestra abuela que había quedado con un chico. Y menos de noche. 
   Óscar Luis saluda a las dos muchachas, y les presenta a sus hermanos. Carlos Javier pide dos cervezas más. 
   Sara Lorena: No, no. Yo quiero un zumo de melocotón. 
   Teresina: Venga, hermanita, no seas aburrida...
   Sara Lorena: Podíamos haber ido a un sitio donde hubiera mesas y sillas para sentarse, por lo menos.
   Carlos Javier: (levantándose de su taburete) Ten, siéntate aquí. Yo ya he descansado suficiente.
   Carlos Javier pide un zumo de melocotón y se lo da a Sara Lorena, rozándole levemente la mano. Sara Lorena lo mira y esboza una mueca, que bien podría ser una sonrisa. 
   Patricia Paula: (apurando su cerveza) Yo me voy a dormir. Ha sido un día duro, quince horas transportando estiércol de un lado para otro...
   Sara Lorena no disimula su cara de asco. Patricia Paula se va, dejando a las nietas de doña Dorita con los dos hermanos.
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