Oct 08, 2006 00:35
Óscar Luis: ¿Nos conocemos?
Teresina: Somos las nietas de doña Dorita.
Teresina deja la maleta en el suelo y extiende la mano derecha, que Óscar Luis besa arrodillándose grácilmente.
Óscar Luis: Yo las acompañaré a casa. Déjeme llevarle el equipaje; es bastante pesado.
Teresina: Acostumbramos a viajar con una sola maleta para las dos. Es mucho más cómodo.
Sara Lorena: (protestando) No cabe toda mi ropa en media maleta.
Teresina: No cabe toda tu ropa en dos maletas. Óscar Luis, ¿no me recuerdas? Solía venir todos los veranos, con mi madre.
Óscar Luis: Me avergüenza y humilla tener que responder con un no a esa pregunta. Su abuela es una señora muy respetada y querida en este pueblo.
Llegan a casa de doña Dorita.
Óscar Luis: Les deseo que pasen una buena estancia. Ha sido un placer, señorita...
Sara Lorena: (tendiéndole la mano) Tupi, señorita Tupi.
Óscar Luis: (besándole la mano) Un placer, señorita Tupi. Señorita.
Tras una leve inclinación de cabeza a Teresina, hace ademán de marcharse.
Teresina: Por favor. Quédese un rato. Pase a tomar un café con nosotras.
Óscar Luis: Lo siento. No puedo; he de marcharme.
Sara Lorena llama al timbre. Óscar Luis tuerce la esquina instantes antes de que se abra la puerta.
Doña Dorita: ¡Teresina! ¡Sara Lorena! ¡Cómo habéis crecido!
Doña Dorita abraza a sus nietas, emocionada. Un mayordomo sale a recoger la maleta. Los cuatro entran en la casa.
Sara Lorena: ¡Oh! Esto es una auténtica maravilla, abuela. Qué magnífica decoración, qué buen gusto.
Doña Dorita: (complacida) ¿Te gusta? Casi todo fue idea de vuestra madre, que en paz descanse. Yo también pienso que tenía un gusto exquisito para la decoración. Y para todo lo demás en realidad. No hay más que ver cómo os vestía; parecíais princesitas. Pero, bueno, dejemos la decoración para otro momento y pasemos al salón. Tomaremos algo: supongo que estaréis hambrientas después del viaje. Luego podréis descansar.
Sara Lorena: Oh, sí. Abuela, hemos venido en autobús.
Doña Dorita: ¿En autobús?
Sara Lorena: Sí, Teresina se empeñó. Ha sido una experiencia de lo más desagradable. Imagínate, viajar con todo tipo de gente, algunos de los cuales parecían no haberse duchado en un mes.
Doña Dorita: Bueno, ya será para menos...
Teresina: La niña, que nos ha salido remilgada. Abuela, le dije que era mejor no llamar mucho la atención ya desde el principio.
Una criada entra en el salón.
Criada: ¿Quiere algo, señora?
Doña Dorita: Por favor, Luz María, tráigales un té bien caliente a mis nietas. Y dos trozos grandes de ese pastel que estabas preparando esta mañana.
Las dos hermanas terminan sus trozos de pastel y dan el último sorbo a sus tazas de té. Luz María recoge los restos.
Doña Dorita: Venid, seguidme. Luis Fernando ya ha subido vuestro equipaje. Podréis deshacerlo luego. Ahora tumbaos y descansad un poco. Mirad, en este armario podéis colgar vuestra ropa; hay más perchas en el armario del pasillo. Teresina: esta es tu habitación. Sara Lorena, la tuya está al final del pasillo. Hay una cómoda donde puedes dejar tus cosas, si no quieres compartir el armario con tu hermana. Os dejo, tenéis que descansar. Dadme un beso.
Las dos hermanas besan a su abuela, y cada una entra en su habitación.
Mientras tanto, Óscar Luis llega a su casa y les habla a sus hermanos del encuentro.
Carlos Javier: ¿Has podido entrar en la mansión de doña Dorita y no lo has hecho?
Patricia Paula: Nadie ha entrado allí desde la muerte de su hija.
Carlos Javier: Has desperdiciado una oportunidad magnífica. Y, además, con dos señoritas, según tú, de generosa belleza.
Óscar Luis: Es curioso. La mayor de las dos aseguró conocerme. Yo no recuerdo haberla visto nunca antes. Ella dijo que solía venir al pueblo todos los veranos. Es raro.
Patricia Paula: Probablemente nunca salió a la calle, siendo tan estirada como dices.
Carlos Javier: ¿Quién abrirá la tienda esta tarde? Yo tengo que ir a...
Patricia Paula: Yo no puedo. Le prometí a mamá que iría a visitarla esta semana.
Óscar Luis: (resignado) Está bien. Yo abriré.