Título: Afectos Rivales
Autora: Alexis Kemp
Clasificación: R
Resumen: Forzan a Harry a ofrecerle un trabajo a Draco y a que lo lleve a su casa. Cuando descubre que empieza a sentir algo hacia su rival de la escuela... ¿Draco corresponde a sus sentimientos o seguirá resistiéndose hasta que Harry se de por vencido?
Capítulo 10: Baile de Tap
“Es exasperante,” gritó Narcissa cuando Minerva le entregó el reporte de las interacciones diarias de los chicos.
De acuerdo con la directora, las cosas se habían enfriado considerablemente desde que comenzaron las clases en la escuela. “Es que no sé qué fue lo que salió mal,” meditó Minerva. “Me aseguré de que pasaran solos toda la tarde, los senté juntos en el banquete, incluso Harry no tardó en asimilar la idea de que Teddy hubiera quedado en Slytherin, pero algo cambió de repente,” reportó.
“Vi las flores, que por cierto, fueron una idea excelente, Minnie. Harry las tenía en la mano cuando llegó a casa, pero luego se fue derechito a su habitación con ellas. Draco se veía furioso, quizá hasta celoso, pero todo lo que hizo fue quedarse afuera de la habitación de Harry durante varios minutos antes de encerrarse en su propia habitación,” informó Andrómeda.
“Draco puede ser muy necio,” suspiró Narcissa.
“Ciertamente no tiene el monopolio en ese aspecto, créeme, por lo que he visto, Harry también puede ser bastante necio,” señaló Minerva. “Vaya, los dos han girado uno alrededor del otro durante años, y esta semana fue la peor. Nunca había visto a dos personas tan adeptas a la evasión.”
Andrómeda se rió. “Deberían haberlos visto esta mañana. Harry se levantó, hizo el desayuno, leyó el Quisquilloso y luego se dirigió a su estudio, y en el momento en que subió las escaleras, fue el momento en que Draco salió de su recámara. Fue como si hubiera sabido en todo momento en dónde estaba Harry.”
“Puede ser, Draco tiene un conocimiento muy avanzado en encantamientos rastreadores. Pudo haberle lanzado uno a Potter sin que éste se haya dado cuenta,” añadió Narcissa, se escuchaba muy molesta. “Cosa que dificulta muchísimo nuestro trabajo.”
“Necesitaremos algo más grande, alguna forma de ponerlos juntos en la misma habitación,” murmuró Andrómeda.
“Bueno, si los chicos disfrutan tanto revolotear alrededor del otro, quizá necesiten una cucharada de su propio chocolate,” sugirió Minerva levantando el poster para el baile de Halloween.
Las tres mujeres comenzaron a reír y a trazar un nuevo plan.
***
Draco miró al otro lado de la habitación hacia Potter, a quien había convencido que se mantuviera alejado. La directora estaba arruinando todo su plan y si no la conociera, pensaría que sabía perfectamente lo que estaba haciendo.
El hechizo rastreador que le puso a Potter había estado funcionando bien toda la semana, pero ¿de qué servía si se veía forzado a compartir un salón con él?
Harry seguía evitando su mirada desde el banquete de bienvenida. Algo había cambiado, algo se había enfriado entre ellos y Draco se sentía agradecido pero al mismo tiempo sentía la pérdida y se arrepentía de ello. Harry se negaba a mirarlo incluso en este momento, parado justo enfrente de él rodeado de los de Gryffindor.
“Como todos saben, el último viernes de octubre tendrá lugar el baile de Halloween de Hogwarts. Por lo mismo, les voy a dar a ustedes estudiantes una oportunidad extra para aprender el arte del baile de salón, las lecciones se las darán los jefes de sus casas,” dijo Minerva.
Se escuchó una mezcla de gruñidos y silbidos entre los estudiantes reunidos y Draco suspiró. Se suponía que estas lecciones tendrían lugar una vez a la semana hasta la semana del baile, era opcional para los estudiantes, pero obligatoria para él.
“Profesora Sprout y profesor Flitwick, ustedes trabajarán con sus estudiantes los miércoles por la tarde antes de la cena y el subdirector Potter y el profesor Malfoy trabajarán con sus estudiantes los lunes,” continuó Minerva.
Harry palideció considerablemente y Draco estuvo seguro de que si hubiera podido, él mismo habría palidecido más. Hasta ahí llegaba su plan de evitar a Harry.
“Profesor Malfoy, profesor Potter, por favor, vengan conmigo al frente,” instruyó la directora con firmeza.
Draco pasó saliva con dificultad y comenzó su viaje lento hacia el frente de la habitación teniendo cuidado de no mirar a Harry.
“Ahora, los jefes de sus casas les demostrarán algunos de los bailes más tradicionales que habrá en el baile,” comentó como si nada.
Draco hizo una mueca sacudiendo la cabeza. “En serio, señora directora, soy un bailarín terrible,” mintió.
“Tonterías, Draco, te he visto bailar y eres más ligero que el aire,” lo halagó.
Asintió muerto de vergüenza e incapaz de pensar en algo que lo sacara de este aprieto.
***
Harry inhaló profundo y exhaló lentamente. Le seguía doliendo el rechazo constante de Draco a una simple cita, pero tendría que aguantarse y hacerse el valiente por sus estudiantes. Sólo hubiera deseado que su primer encuentro en una semana con el hombre no involucrara contacto y lo que era peor, bailar. Ahora ya no era tan torpe como hacía tantos años en el baile de Navidad, pero no era algo en lo que tuviera mucha práctica.
Al parecer estaba destinado a hacer el ridículo después de tantos días de estar evitando al Slytherin con ayuda del mapa del Merodeador.
Se había dado un tiempo bastante estricto para tratar de convencer a Draco de que valía la pena arriesgarse, e incluso rebasó dicho límite porque le había parecido que estaba logrando avanzar con el rubio. Pero Malfoy se mostró tan reacio a la idea como al principio y no había motivo para que Harry siguiera exponiéndose para ser rechazado una y otra vez.
En un momento dado casi cedió a los deseos de Malfoy de dormir con él, pero se conocía demasiado bien como para saber que si se acostaba con el bello Slytherin, no podría ocultar sus sentimientos hacia el otro hombre y eso habría hecho que le doliera mucho más el rechazo de Draco.
Ahora sólo necesitaba ignorarlo hasta que dichos sentimientos románticos se desvanecieran y entonces pudiera trabajar en construir una nueva relación basada estrictamente en una amistad profesional con el otro hombre. Sin embargo, no podía evitar pensar con pesar que evadirlo ya no sería tan fácil como lo había sido los últimos días.
Sus ojos se desviaron al rostro de Draco, no lo miró directamente a los ojos, sino justo arriba. “Profesor Malfoy,” dijo haciendo una reverencia sarcástica. Draco puso los ojos en blanco ignorando a los estudiantes que no paraban de reír por lo bajo.
“Potter,”replicó en el mismo tono burlón pero también con una pizca de frialdad. Era obvio que Draco había notado que lo estaba evitando hábilmente, pero quizá no era completamente indiferente a ese hecho. ¿Estaba molesto, herido o quizá arrepentido? Harry sacudió la cabeza decidiendo rápidamente que no importaba y que no estaba aquí para jugar juegos mentales o intentar descifrar a Malfoy, sino para enseñar.
“No sean tímidos, profesores,” dijo Minerva. “Toma la mano de Draco, sí, así es. Vamos a empezar con el vals Inglés.”
Harry tomó la mano pálida de Draco e intentó suprimir la repentina descarga eléctrica que surgió entre ellos. Hizo una ligera mueca cuando comenzó ‘El Danubio Azul’ de Strauss. Minerva se aclaró la garganta.
“El vals Inglés debe bailarse lentamente, cerca,” dijo y Harry reprimió un gruñido cuando los acercó a él y a Draco. “Es un paso por tiempo y cada movimiento debe ser fluido pero decidido.”
Ante la insistencia de la directora, los chicos comenzaron a moverse torpemente, Draco muy cerca de él y ambos intentando guiar.
Minerva soltó una risita y los detuvo gritando por encima de la música. “Profesores, sólo uno puede guiar,” gritó.
“Supongo que como eres el gran héroe, quieres ser tú el que guíe,” murmuró Draco molesto.
“De hecho iba a sugerir que tú guiaras. Estoy seguro de que de los dos, tú eres el que tiene más experiencia,” sugirió Harry todavía sin mirarlo a los ojos.
“¿En serio?” preguntó Draco viéndose impresionado.
Harry asintió a secas y le cedió el mando a Draco. Con él guiando sus movimientos, se convirtieron en una pareja elegante y con gracia deslizándose al compás de la música. Los estudiantes dejaron de reír por lo bajo para poner atención a los movimientos de sus profesores.
Después de un par de movimientos, Minerva comenzó a poner en parejas a los estudiantes y pronto la pista estuvo llena de estudiantes de Slytherin y Gryffindor y los profesores dejaron de ser el centro de atención. “Nunca me contaste que eres el subdirector,” comentó Draco en voz baja.
“Nunca preguntaste,” replicó Harry.
“¿Entonces se supone que debo preguntarte todo sobre tu vida para poder obtener información acerca de ti?” preguntó sarcástico.
“Sólo si te interesa,” meditó Harry ignorando el tono de Draco.
Éste se quedó callado durante un momento, lo que Harry interpretó como que en realidad no estaba interesado. “¿Y cómo fue que conseguiste ese puesto? Es todo un logro para alguien de tu edad,” preguntó de pronto Draco sorprendiéndolo.
“Yo no lo pedí, de hecho ni lo quería,” murmuró Harry. “Además, a Minerva todavía le quedan varios años, por lo que no creo ver ese lado del escritorio en cuando menos una década,” añadió.
“Aún así es bastante impresionante, incluso para ti,” lo halagó Draco. “¿Qué piensas hacer cuando tomes posesión del escritorio del director?”
Harry se encogió de hombros. “Dudo que haga algo diferente. Hogwarts me encanta tal y como es. En algunas ocasiones lo siento más mi hogar que mi propia casa.”
“¿Entonces por qué vives fuera de los terrenos del colegio?” preguntó Draco, parecía verdaderamente curioso.
Harry rió por lo bajo. “Es una larga historia,” replicó.
“Por si no te has dado cuenta, este vals es muy largo y apostaría cien galeones a que McGonagall no piensa cubrir solamente una lección esta noche,” replicó Draco con una ligera sonrisa.
Harry puso los ojos en blanco, pero le regresó la sonrisa. Había unas cuantas razones por las que vivía afuera del campus, pero podía compartir algunas de ellas. “De acuerdo. Bueno, cuando comencé, la guerra acababa de terminar hacía poco más de un año. Mi ruptura con Ginny seguía presente en los periódicos y la prensa seguía todos mis movimientos. El primer año como profesor fue difícil porque los estudiantes preferían chismosear sobre mí a que les enseñara. Por las noches los estudiantes me importunaban constantemente. Inventaban diferentes enfermedades y problemas tan sólo para pasar un poco de tiempo con el legendario Harry Potter.”
“Eso suena maravilloso,” lo bromeó Draco.
“No tienes una idea. Al principio no tenía idea alguna de lo que estaba pasando hasta que una chica de séptimo se me insinuó. No sabes qué incómodo. Ahí fue cuando le solicité a Minerva para quedarme fuera de los terrenos de la escuela. Ella aceptó de inmediato y entonces construí la casa en Hogsmeade. Me encanta, pero en ocasiones extraño vivir en el castillo, poder escabullirme en los corredores oscuros en la noche y observar la luz de la luna desde la torre de Gryffindor,” replicó nostálgico.
“Es la misma luna de tu casa, Potter,” se rió Draco.
Harry sacudió la cabeza. “Es diferente, digo... bueno, tendría que mostrártelo, pero te juro que es diferente.”
“Muéstramelo esta noche,” replicó Draco rápidamente apartando la mirada de inmediato como si no hubiera querido decir nada.
Harry sonrió con tristeza y sacudió la cabeza. “Será mejor que no. Algunas personas podrían interpretar algo así como una cita.”
“Bueno, no es una cita. Es una confirmación de hechos. Necesito ver de qué estás hablando con todo este rollo de la luna para asegurarme de que no estés delirando,” sugirió Draco. “Me sentiría obligado a decirle a la directora si no puedes impartir clases.”
Harry no pudo contener la sonrisa que apareció en su rostro mientras asentía. “De acuerdo, esta noche.”
***
Draco se había equivocado, la directora se detuvo en el vals y lo único que hizo fue asignarles bailes nuevos para que practicaran cada semana con sus estudiantes.
Teddy lo alcanzó después, se veía nervioso. “Fui un desastre, ¿me viste?” le preguntó a Draco cuando estuvieron solos.
“Estoy seguro de que estuviste bien, Teddy,” lo tranquilizó Draco.
“¿Entonces no me viste?” lo corrigió Teddy sonriendo. “¿Es porque estabas muy ocupado coqueteando con tío Harry?”
“No estaba coqueteando con Potter,” replicó rápidamente y un poco a la defensiva.
“Yo creo que él protesta demasiado,” comentó Teddy con arrogancia.
“¿Perdón?” replicó Draco con una sonrisa burlona que intentaba esconder la burbuja de diversión que estaba apunto de llegar a la superficie.
Teddy sólo se encogió de hombros. “La abuela siempre dice eso cuando niego las cosas.”
“Bueno, no es injustificado el hecho de que lo niegue. No estaba coqueteando con tu padrino,” replicó Draco.
“Será nuestro secreto,” dijo Teddy dándole una palmadita en el brazo a su tío.
Draco puso los ojos en blanco mientras se despedía del chico con la mano para que alcanzara a sus amigos. Sacudió la cabeza mientras iba a su oficina para terminar con lo último de papeleo por esa noche.
No tenía idea de por qué había sugerido verse con Potter esta noche. Debería haber estado loco. Sin duda alguna, Potter tomaría la sugerencia como una cita y ciertamente no lo era. Es que había habido algo en los ojos de Harry mientras hablaba del castillo de noche, algo que quería experimentar por sí mismo y algo que quería compartir con el Gryffindor.
Draco volvió a sacudir la cabeza. No, no compartirían nada, no de la forma en la que Harry esperaba, pero quizá podrían llegar a alguna especie de acuerdo. Después de todo, trabajaban y vivían juntos. No podían continuar jugando a evitarse, la directora lo había dejado perfectamente claro horas antes.
***
La cena pasó sin incidentes. Los profesores hablaron poco, pero todo fue dicho de manera amigable y civil, sin el tono mordaz que había tenido toda la semana. Después Harry se le acercó para hablar de los detalles del plan para verse en el retrato de la señora gorda a las nueve y media.
Draco llegó a tiempo, como de costumbre y tuvo que esperar por Harry que estaba retrasado, como de costumbre. Se espantó un poco cuando el retrato se abrió, pero nadie salió de las ala común de Gryffindor. Suspiró y comenzó a pasearse por el suelo frente al retrato cuando sintió que se le erizaba el cabello de la nuca y se dio la vuelta soltando un golpe hacia una fuerza invisible.
El ser invisible soltó una risita y un momento después Harry emergió debajo de una tela plateada. “Merlín, Potter, ¿en qué diablos estabas pensando?” exclamó Draco sujetándose el pecho a la altura del corazón como si con eso lo pudiera tranquilizar.
“Decidí que necesitabas la experiencia completa si querías poder entregarle un reporte preciso a Minerva,” replicó Harry sonriendo.
Draco se sintió momentáneamente confundido hasta que recordó los motivos que le había dado a Potter para venir esta noche. Los ojos verde esmeralda de Harry brillaban por lo ligera de su risa y Draco tuvo que hacer a un lado todas esas ideas de besar esa boca llena de alegría. “¿A qué te refieres?” siseó.
“Mi capa de invisibilidad,” replicó Harry extendiéndole la tela a Draco.
“Esto - Potter, esa no es cualquier capa de invisibilidad,” susurró sorprendido. “Es una de las reliquias de la muerte.”
Harry se encogió al escuchar sus palabras y asintió. “Lo sé.”
“¿Lo sabes?” replicó Draco la sorpresa marcó cada una de sus palabras. No tenía idea de cómo era que Potter poseía algo tan importante.
Harry se encogió de hombros. “En un momento dado tuve las tres. Los Peverell son mis ancestros.”
Draco tembló frustrado ante el comportamiento casual de Harry. “¿Tuviste las tres? Potter, hay personas que han dedicado la vida entera a la búsqueda de estos artefactos y tú los tuviste a los veintisiete?” exigió saber.
“Diecisiete,” lo corrigió Harry. “Y la capa la he tenido desde que tenía once. Me la heredó mi padre a través de Dumbledore.”
“¿Esperas que crea que tuviste la Varita del Destino y la Piedra de la Resurrección a la edad de diecisiete años? ¿Y qué hiciste con ellas? ¿Las regalaste de Navidad?” siseó Draco ententando mantener la voz baja, pero apenas si podía contener sus emociones.
"No. Nunca podría haber salido nada bueno de tener las tres. Dumbledore me mostró lo que le había hecho a él la búsqueda de las Reliquias de la Muerte y yo no iba a dejar que el mismo destino cayera sobre mí.,” replicó Harry. “Así que me deshice de las otras dos. Sólo me quedé con la capa porque esa pertenece a mi familia.”
“¿Estás hablando en serio?” preguntó Draco y Harry asintió solemne. “Eres un hombre raro, Harry Potter,” meditó en voz alta. Draco no se podía imaginar la fuerza de voluntad que necesitaría para deshacerse de semejantes reliquias tan poderosas y más a la edad de diecisiete años, cuando apenas era un hombre. Bueno, se imaginaba que también se necesitaba una fuerza de voluntad extraordinaria para pelear contra el Señor Tenebroso y ganar.
“Me imagino que no vas a decirme en donde están, ¿verdad?” preguntó medio en broma. Sinceramente él nunca había querido buscar las reliquias, pero no sería capaz de pasar de largo sin verlas si la ocasión se le presentaba.
“Ni remotamente,” contestó Harry sonriendo.
“Da lo mismo,” replicó Draco encogiéndose de hombros con elegancia. “Entonces, ¿para qué es la capa?”
“Solía usarla para andar por el castillo en la noche, por lo que pensé en mostrártelo,” le dijo Harry al mismo tiempo que echaba la tela sobre ambos.
La tela ondeaba dejando al descubierto todo debajo de las rodillas mientras recorrían lentamente el castillo apenas iluminado. En algunos pasillos las antorchas se encendían cuando se acercaban y sorprendían a Draco, provocando que Harry riera por lo bajo. Fue después de uno de esos pasillos cuando Draco se dio cuenta de que estaba sujetando la mano de Potter. Harry apenas si parecía darse cuenta, pero una vez que Draco lo hizo, no pudo pensar en nada más. La sensación cálida y reconfortante que le producía tener los dedos entrelazados con los de Harry le estaba dejando una mezcla de sentimientos que no podía ni siquiera comenzar a explicar.
“¿No es mágico?” le susurró Harry suavemente en la oreja y Draco estaba a punto de contestarle con un comentario sarcástico de que era una declaración obvia cuando se hablaba de una escuela mágica, pero en cambio siguió la dirección de la mirada de Harry.
Estaban en un piso superior del castillo principal, observando el amplio espacio abierto que conducía hasta el Gran Comedor. Tenían una vista perfecta de las variadas escaleras que se movían, así como de las antiguas paredes de piedra cubiertas de retratos dormidos. El cielo parecía brillar bajo la luz ámbar de las antorchas y todo estaba cubierto de una bruma parpadeante que parecía provenir de la vista a través de la capa de invisibilidad.
Era realmente mágico.
Draco no pudo evitar la sonrisa lenta que se formó en sus labios al asentir. “Esto explica muchas cosas,” meditó.
Harry lo miró inquisitivo. “¿Como cuáles?”
“Bueno, explica cómo era posible que te salieras con la tuya en tantas ocasiones, por qué estabas tan cansado durante las clases de la mañana y por qué siempre te veías tan triste el último día, cuando teníamos que tomar el tren de regreso a Londres,” contestó Draco pensando en la mirada atormentada de los ojos jóvenes de Harry en el último día de cada año.
Harry asintió sonriendo. “Explica todo eso parcialmente.”
“¿Parcialmente?” preguntó repentinamente curioso por las otras explicaciones.
Pero Harry no dijo nada más, si no que se limitó a observar el castillo cubierto en penumbras con la misma expresión de sobrecogimiento (o cuando menos eso esperaba Draco) que le habría visto si hubiera espiado al Gryffindor de once años al hacer lo mismo.
“La luna,” dijo Harry al fin sacando a Draco de sus pensamientos.
“Cierto, la luna,” replicó asintiendo y Harry guió el caminó de regreso a la sala común.
Draco se sintió raro al entrar por el agujero del retrato, como si estuviera entrando en territorio enemigo. Harry lo guió en silencio por las escaleras hacia el dormitorio más alto. “Potter,” siseó en advertencia. “Vamos a despertar a alguien.”
Harry se limitó a sacudir la cabeza revolviendo aún más su de por sí ya revuelto cabello y colocó un dedo sobre los labios de Malfoy. Una vez que estuvieron adentro Harry les quitó la capa y sonrió. “Este dormitorio está vacío. No hay tantos estudiantes como había antes de la guerra.”
Era lógico. Habían muerto muchos magos y brujas y algunos de los sobrevivientes habían decidido que sus hijos fueran a Beuxbatons o a Durmstrang en vez de Hogwarts.había demasiados malos recuerdos.
Draco siguió a Harry mientras éste se dirigía a la ventana más alejada y se sentaba en el alféizar. Él se sentó frente a él y sus rodillas, aunque dobladas, quedaron entrelazadas.
Durante un rato ninguno de los dos miró a la luna, ambos miraban al otro ahí sentados en el alféizar. Los ojos de Harry adquirieron un brillo de otro mundo bajo la luz de la luna y, enmarcados por sus cejas largas y espesas, llamaban a Draco. Su cicatriz era casi invisible, cubierta parcialmente por un mechón de cabello negro y parcialmente enmascarada por la distorsión de la luz a través de la ventana. Bajo esta luz, Draco podía imaginárselo como un niño inocente, alguien sin el peso del mundo entero sobre sus hombros, alguien que nunca había visto una guerra y mucho menos peleado en una, alguien que era puro y perfecto.
Se encontró rápidamente cautivado por su sola presencia, como si hubiera algo dentro de Draco que siempre anhelaría estar con él. Era raro pensar que realmente no conocía mucho más que el resto del mundo sobre el héroe de guerra. Creía que lo conocía un poco más debido a que había crecido cerca de él. Fueron enemigos en la escuela, ¿y quién te conoce mejor si no tus enemigos? Nadie.
Pero había mucho más que lo que se veía a simple vista, y Draco estaba ansioso por descubrir todo lo que pudiera y lo hacía feliz saber que a Harry no le molestaba compartirle sus secretos, cosas que seguramente sólo unos pocos más sabían. “Entonces, si los Peverell son tus ancestros, eso significa que eres pariente de Salazar Slytherin,” comentó Draco percatándose por primera vez delo importante que era esa noticia. “¿Eras el heredero de Slytherin?” preguntó de inmediato completamente intrigado.
Harry hizo una mueva ligera. “Tom Riddle, o Voldermort, él fue el heredero. Supongo que en cierta medida lo soy, pero el basilisco no me obedecía a mí.”
Draco lo miró boquiabierto. “¿Entonces fue cierto? ¿De verdad fuiste a la cámara de los secretos? ¿De verdad mataste a un basilisco?”
Harry asintió abatido y suspiró. “He hecho un mundo de cosas, Malfoy. Tuve más aventuras y experiencias cercanas a la muerte antes de cumplir diecisiete que mucha gente en toda su vida.”
“Bueno, me gustaría escucharlo todo,” replicó Draco percatándose de pronto que sus palabras eran ciertas. Quería saber todo lo que había que saber sobre Harry.
Una sonrisa sutil curvó los labios de Harry y Draco comprendió lo que eso podría significar. ¿Quería salir con Harry Potter en una cita? Ciertamente no, sólo quería ser amigo del hombre legendario. “Me encantará contarte todo, pero no esta noche, ¿de acuerdo?”
Draco asintió de inmediato sintiéndose aliviado tanto como por no tener que sentarse escuchando con atención, hundiéndose más y más en el hoyo en el que se hallaba, decepcionado porque no escucharía más historias esta noche y eufórico porque habría otra ocasión, quizá otra noche, que aunque ciertamente no sería una cita, podría pasarla a solas con Harry.
Potter desvió la mirada, mirando más allá de las ventanas con la luz plateada de la luna dejándolo en sombras salvo su perfil. Draco no podía apartar los ojos de él, se veía tan relajado y tan en paz, como un ángel. ”¿No es hermosa?” susurró Harry con los ojos fijos en la órbita plateada en el cielo, y Draco estuvo de acuerdo, aunque esa noche nunca volteó a ver a la luna.
Lo que Draco tuvo oportunidad de ver, no podía compararse siquiera con la luna.
Esperamos que les guste. :DD