The white queen, una decepción

Aug 25, 2013 20:49




Vale si quieres contemplar un colorido y bonito cuadro con amplio despliegue de ricas telas, complejos peinados y joyas. También si te apetece un entretenido culebrón de conspiraciones cortesanas. Incluso si quieres conocer las vicisitudes de una época tan convulsa de la historia británica como la Guerra de las dos rosas. En todos esos frentes, la miniserie cumple, pero desde luego no pretende ir más allá. No será la nueva Yo, Claudio ni la Roma de nuestros días. Yo diría que ni siquiera llega a Los Tudor.


El principal error quizás es contar una historia fundamentalmente masculina (solo hay que ver lo trascendental que es tener un hijo varón) desde un punto de vista absorbentemente femenino que la convierte en poco más que una novelita rosa con trajes de época. ¡Si es que no vemos ni media batalla, cuando el marco guerrero era omnipresente en la época!

Eso de la visión femenina funcionaba perfectamente en Roma, pero es que allí tenías unos personajes tan potentes como Atia, Servilia o Cleopatra y con unas señoras actrices de quitarse el sombrero. Aquí tenemos una belleza rubia, una niña y una fanática desequilibrada. Y que conste que la niña (Anne de Neville) y la fanática (Margarite Beaufort) cumplen más o menos. Pero la belleza rubia -la mismísima reina blanca- tiene la profundidad piscológica de un cactus. Se limita en muchas ocasiones a ser poco más que un dulce rostro, un maravilloso peinado y una media sonrisa que enmascara su contrariedad constante. Eso en la primera mitad de la serie. Luego, pierde el poder y se convierte en una sombra frustrada rumiando sus heridas en la pasividad de su exilio en el santuario. Vamos, que pese a ser la reina, la historia pasa a su lado sin que ella intervenga más que como elemento decorativo. ¡Incluso hay episodios en que la “protagonista” apenas aparece!


Edward y Elizabeth, bellos príncipes en su cuento de hadas.

Debo decir, para ser justa, que esta visión de novela rosa -“mujeres luchando por su amor cual Cenicientas en una corte hostil”- se aminora en el último tercio de la serie, donde las intrigas se vuelven más descarnadas y el contexto histórico conduce a una sucesión vertiginosa de hechos sangrientos, conspiraciones y cambios en el poder, que nos parecerían absolutamente inverosímiles si no supiéramos que ocurrieron realmente. Además, las “mujeres enamoradas” del principio dejan paso a “madres asegurando el futuro de sus hijos” (en una época donde el abanico de futuros podía abarcar del trono al cadalso en cuestión de días) y, por lo menos se aminora el tono rosáceo.

Porque esa es otra: los personajes masculinos son el epítome de la veleidad. Si no fuera, porque sus actos responden fielmente a los acontecimientos históricos (que me lo he mirado en la wikipedia), diríamos que al escritor-guionista se le ha ido la olla. Pero aunque actúen de de acuerdo a su comportamiento histórico, lo cierto es que alguno de estos personajes (George, Warwick) cambian de objetivos y lealtades con más frecuencia que de camisa y que otros (Richard) dan giros inesperados y pobremente explicados, lo que en un relato siempre es un defecto.

Otro error, desde mi punto de vista, es el uso de la magia en la serie. Puedes usar dragones entre los Lannister y los Stark, pero no puedes usar magia entre los Lancaster y los York porque Juego de tronos es un universo fantástico con sus propias leyes, mientras que The white queen es una serie histórica que responde a las leyes físicas de nuestro universo. Me podréis decir que la superstición y la creencia en brujas y hechizos era algo más que habitual en la Edad Media. De acuerdo: La “creencia”. Acepto que media corte estuviera convencida de que la reina era una hechicera e incluso puedo aceptar que ella también lo creyera. Pero ¿visiones del futuro, hechizos, maldiciones que llevan a la muerte, conjuros que levantan tormentas y deciden batallas? ¡Vamos ya! Paradójicamente, mientras se nos justifican determinados hechos mediante la magia, otros fundamentales quedan sin aclarar, como el destino del Príncipe de Gales y su hermano menor. Que puede ser un enigma histórico (no lo sé), pero que si se ponen a novelar unos hechos, digo yo, que podían haber dado con una explicación, uséase, proporcionarnos un culpable y no dejarlo tan “abierto”.

En definitiva, que lo más interesante de esta miniserie es la trama histórica (una época realmente apasionante) y el envoltorio visual, pero que como ficción hace bastantes aguas. In my opinion.

the white queen

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