El lunes se acabó Refugiados, después de unos capítulos finales bastante turbulentos. Y decepcionantes, por desgracia. Tras mes y medio de permanecer fiel a la serie y esperar grandes cosas de ella, el soufflé se volvió a desinflar y nos dejó con un palmo de narices muy innecesario. Una grandísima pena, teniendo en cuenta lo que podría haber dado de sí el planteamiento inicial.
Para los que quieran una reseña exprés sin spoilers, seré concisa: Refugiados se merece un 10 en el aspecto técnico, con una dirección impecable, estupenda banda sonora, un elenco de actores fantástico, cuyas interpretaciones han brillado con luz propia, y, en general, un acabado visual muy, muy bueno. Daba gusto ver la serie, aunque sólo fuera por lo bien rodada y montada que está. En ese sentido, ha demostrado una calidad sobresaliente, muy superior a lo que viene siendo habitual en nuestras series y que de verdad da derecho a sentirnos orgullosos. Sin embargo, el gran problema es el guion, que en la recta final empieza a hacer aguas. Las decisiones que se tomaron para resolver la trama no fueron muy acertadas, estropearon muchas cosas buenas que se habían hecho previamente y, en definitiva, deslució este proyecto que tenía potencial para convertirse en algo mucho más grande. A veces da la sensación de que los guionistas españoles están malditos y no son capaces de dar con la fórmula de rematar en condiciones los guiones que empiezan, por muy buenos que sean al principio.
Y hasta ahí la reseña exprés. Porque, personalmente, el final de Refugiados me pareció una broma de mal gusto y me tuvo a un tris de abandonar la serie a un capítulo del desenlace. Pero no puedo explicar mi indignación sin desgranar esa cadena de nefastas decisiones que arruinaron una trama que, hasta entonces, no estaba mal del todo. Así que a partir de aquí empiezan los spoilers. Si no tenéis ningún interés en la serie, os da igual que os la destripe u os gusta verme despotricar, os espero bajo el cut.
Le puedo perdonar a Refugiados muchas cosas. Pase que tenga un ritmo lentísimo, que hayan mareado la perdiz todo lo que han querido y más, o que al final tuviera cero ciencia-ficción para convertirse al 100% en un drama familiar de corte muy intimista… Pase, porque iba bien a pesar de todo. Pero lo que no le perdono bajo ningún concepto es que hayan tirado por la borda las interesantes premisas con las que empezaron para terminar la temporada de la forma más asquerosamente predecible y cliché que pueda existir. Los dos o tres últimos capítulos fueron un sufrimiento, y no precisamente por la tensión argumental, sino porque de verdad costaba ver cómo se les estaba yendo la pinza con el desarrollo de personajes y cómo todo iba en caída libre. Al final, a pesar de la rabia que me dio el último capítulo, en el fondo fue un alivio que se acabara de una vez.
¿Cómo llegaron a esta situación? Muy fácil: empeñándose en forzar el típico chico-guapo-queda-con-chica-guapa. Y para eso tomaron unas decisiones argumentales tremendamente convenientes, en un deus ex machina como una casa, convirtieron el personaje de Emma en una cosa incoherente y, sobre todo, destrozaron el personaje de Samuel de una forma tan arbitraria que me indignó como hacía mucho no me indignaba una serie. Vamos, que se lucieron a base de bien; y no estoy muy segura de con qué propósito, exactamente.
Como ya dije hace unas semanas
cuando comenté el estreno, la premisa es sencilla: de repente, hordas de personas provenientes del futuro invaden el mundo, huyendo de algún tipo de cataclismo del que no pueden hablar. Con tres mil millones más de habitantes salidos de la nada, la presión social comienza a hacerse muy insostenible y, a lo largo de la serie, vamos viendo como telón de fondo los graves problemas que se están ocasionando a nivel mundial. Pero nada de eso nos importa realmente, porque todos los detalles al respecto son sólo anecdóticos; lo que centra la trama por completo es la familia Cruz, en cuya puerta aparece una noche un tío diciendo que ha sido enviado desde el futuro por su hija para impedir su inminente asesinato (no, no se lo dice nada más llegar, primero pasa un capítulo entero con comportamientos creepy, para darle emoción).
Una de las primeras cosas que me atrajo de Refugiados, la que me mantuvo enganchada y supongo que también la responsable de que el final me haya decepcionado tantísimo, fue precisamente el tándem que formaban Sam y Emma, un matrimonio que se me hizo muy refrescante. A pesar de que él era el "padre trabajador" y ella la "madre ama de casa", en realidad Emma representaba a la tía dura que lleva los pantalones en la relación y Sam era un buenazo como la copa de un pino, más tranquilo, conciliador y, por decirlo de algún modo, blando. Como no son los roles a los que solemos estar acostumbrados, aplaudí mucho ese modelo de familia. Además, aunque Emma era la chica guapa, Sam era un cuarentón muy lejos del típico adonis, calvo, tirando a bajito (creo que Emma era más alta que él) y bastante poca cosa. Con lo harta que estoy de los pivones de uno u otro sexo, como si la gente corriente no existiera, me enamoré en el acto de la pareja. Y me gustó mucho más cuando la cosa avanzó un poco y pudimos ver (o, al menos, se dio a entender claramente) que los dos estaban de verdad enamorados y se querían, en esa versión del amor matrimonial en la que los años compartidos transmiten solidez y autenticidad. ¿Qué más podía yo pedir?
Cuando introdujeron a Alex (el viajero del futuro) en la ecuación, lo primero que pensé es que iban a enrollarlo con Emma. Porque Alex sí era el típico guaperas tío duro machote-pero-sensible, y bueno… dos más dos son cuatro. Pero resultó que Alex había accedido a cumplir esa misión porque la Annie del futuro (la hija de Sam y Emma) le había prometido salvar a cambio a su mujer y a su hija, enviándolas al pasado con él. De modo que Alex tenía familia propia, por la que parecía estar también enamoradísimo. De hecho, tras frustrar el intento de asesinato y cuando empiezan a pasar los días sin que haya noticias de su mujer y su hija, se pone hecho un energúmeno y se termina yendo a la Conchinchina para buscarlas. Es de suponer que un hombre dispuesto a hacer cualquier cosa por salvar a su familia quiera a su familia, ¿no? Así que me quedé mucho más tranquila y pude disfrutar de un triángulo que en realidad no lo era, porque durante más de la mitad de la temporada sólo se trató de un tipo ayudando a un matrimonio amigo.
(Temblad, temblad, no sabéis lo que os espera...)
Hasta ahí todo bien, y Refugiados podría haberse convertido en una serie increíble si de verdad hubiesen mantenido ese equilibrio. ¿Podéis imaginarlo? En serio, la sensación de tener una trama sin enredos amorosos de por medio es una de las mejores que he vivido nunca. Un matrimonio normal junto a un hombre añadido que tiene con ellos una relación normal, sin meterse por medio o intentarlo siquiera. Impresionante. Y, por desgracia, demasiado bonito para ser real, como finalmente se encargaron de demostrarnos los guionistas.
Aunque este tipo de tópicos me cansan mucho, los tolero si están bien llevados. Qué remedio. Pero el caso es que en Refugiados lo manejaron fatal. Durante toda la parte inicial de la temporada se encargaron de establecer el statu quo que ya he mencionado, con un matrimonio con sus problemas pero que se quiere y un refugiado que sólo quiere recuperar a su familia. Incluso la evolución de la relación entre Emma y Alex se enfoca desde esa perspectiva, porque en un primer momento ella no quería ni verlo, se negaba en rotundo a tenerlo allí (es Sam quien lo acoge y quien confía en él cuando les cuenta la verdad) y no le permitía ni acercarse. Después, poco a poco, viendo cómo se ha arriesgado de verdad por salvarlos y cómo la encubre a ella en un momento determinado, por fin confía en él y como que llegan a una especie de respeto mutuo. Pero manteniéndose siempre cada uno en su lugar. En ningún momento tienes la sensación de que esté habiendo entre ellos un acercamiento de otra índole. Y, repito, de haberse mantenido así, habría dado lugar a una relación muy interesante e innovadora, porque no es corriente que se explore una amistad entre un hombre y una mujer; parece que antes o después siempre están obligados a liarse.
Sin embargo, se conoce que todo esto era demasiado transgresor para las mentes de los guionistas y al final tiraron por el camino fácil. En cuanto se llevan a Sam a la cárcel, la serie empieza a convertirse en un festival de incoherencias y giros sacados de ninguna parte para forzar el previsible desenlace. Para empezar, tenemos a un Sam en el calabozo, pendiente de que le juzguen por unos crímenes que él no ha cometido (hay que tener en cuenta que Sam es el único que no ha matado a nadie hasta ese momento), deseando salir para volver con su familia… y, cuando se presenta su mujer diciéndole que quizá deberían decir la verdad y delatar a Alex (ha durado poco tu lealtad, Emma), él responde un: No, no, démosle más tiempo hasta que aparezca su familia, se lo debemos. En la siguiente visita de Emma, sin venir a cuento, vivimos exactamente el mismo diálogo, con las mismas palabras, pero a la inversa: Sam queriendo delatar a Alex y Emma en plan "no, no, démosle más tiempo hasta que aparezca su familia, se lo debemos". A ver: aclárense, señores. Todo para marear la perdiz, porque la marean a base de bien durante esos días que pasa Sam en el calabozo.
El siguiente momento innecesario fue el discurso de Tomás cuando finalmente se descubre que era un farsante, que ya da una pista a los espectadores del giro que va a tomar la serie. ¿Pero construyen bien ese giro? No, basta que un tipo predique a los cuatro vientos que Emma y Alex se aman locamente en secreto para que, oh, maravilla, el cielo se abra y de repente el universo se transforme. En la escena siguiente, la-puñetera-escena-siguiente, con Emma llorando por el aborto, nos enteramos de golpe de que su matrimonio iba fatal antes del embarazo (sorpresa, qué oportuna revelación), dos segundos antes de que Alex y ella se enrollen, en la cara de Annie. Todo muy bien hilvanado y coherente, sin lugar a dudas.
Pero el auténtico fiasco se inicia a partir de ahí, y de él no se salva nadie. Ni siquiera Annie, cuyos afectos oscilan con una radicalidad brutal durante los últimos capítulos (aunque, tratándose de una cría de 7 años, su caso es pasable). Con Oscar y Luis comiéndole el tarro a Sam en la cárcel todo el día, sembrándole dudas sobre Emma y Alex, y encima el percal que se encuentra en su casa al regresar por fin, con Annie fugada y Emma, la amante esposa, poniendo cara de estreñida al verlo aparecer, era de esperar que el hombre se mosqueara bastante. Así que ese momento OH, PERO QUÉ HAS HECHO, ERES UN MONSTRUO que tiene Emma cuando Sam delata a Alex y lo entrega a la nueva policía estaba bastante exagerado. En serio, estamos hablando de un hombre que ha pasado no se sabe cuánto tiempo en la cárcel sólo por proteger al desconocido que está viviendo en su casa, a pesar del agobio de tener a su mujer y a su hija desprotegidas en caso de que alguien más intente ir a hacerles daño (y, de hecho, ya fueron Oscar y Luis un par de veces allí a dar por saco, amenazarlas y agredirlas, provocando el aborto de Emma). Y, después de todo lo que ha hecho y todo lo que ha pasado, ¿se entera de que el susodicho desconocido ha aprovechado la coyuntura para liarse con su mujer? Por muy héroe que nos hayan pretendido vender a Alex, se comportó como un hijo de puta, así que no sé cómo rayos pretendían justificarlo o disculparlo.
Habría sido mucho más idílico que los tres se sentaran a hablar civilizadamente sobre lo ocurrido y Emma y Alex fueran sinceros, pero ¿lo hicieron? No. Sam les preguntó a ambos por separado qué había sucedido y los dos mintieron y se hicieron los longuis (en el caso de Alex, incluso con un puntillo de chulería retadora que sobraba mucho). Si había sido un desliz y no tenían nada que ocultar, decidlo de una vez y no sigáis negándolo y mintiendo. Pero tiene que ser Annie, la niña de 7 años, la que se lo cuente, aumentando todavía más la tensión. ¿Y resulta que por entregar a Alex, a causa de todo esto, ya convierten a Sam en el malo de la historia? Venga ya, por favor.
Y la cosa no queda ahí, no. Porque, qué demonios, vamos a demonizar un poco más al marido para justificar que la chica guapa se quede con el chico guapo. Así que, de sopetón, tenemos a un Sam totalmente energúmeno y desquiciado, que echa a Emma de casa, que le prohíbe ver a Annie, que grita a su hija como un loco, que sólo readmite a Emma en calidad de "criada", que luego se disculpa con un tópico "no podía soportar que no me amases" y que finalmente, tras la enésima mentira de Emma, alcanza el desquiciamiento máximo y le pega una paliza a su mujer. Sí, Sam, que no ha matado una mosca en su vida, que es conocido como "el bueno del pueblo", que de tan bueno, tonto, al que todos se le suben a la chepa, que ni siquiera fue capaz de apretar el gatillo contra los asesinos que irrumpieron en su casa para matarlo a él y a su familia… sí, ese mismo, de repente es un monstruo y un maltratador.
Lo perturbador del asunto me dejó estupefacta y ahí fue cuando estuve a punto de dejar de ver la serie. Al final aguanté, porque ya sólo le quedaba un capítulo; pero, si no, la habría mandado a la mierda. Porque no sé qué rayos pretendían con todo este despliegue.
(No, no es una varita, es un machete gigante, porque Emma es de las que te rajan como le toques un pelo a su familia... o al menos lo era al principio, antes de convertirse en esa otra cosa en la que la convirtieron al final. Suerte que Natalia Tena está soberbia hasta el último minuto, a pesar de todo)
Empecemos por el detalle de que expulsar a Emma de casa me pareció hasta lógico. Al contexto que ya comenté, se suma además el pollo que monta ella cuando se llevan a Alex, totalmente desproporcionado. Sam ahí estaba descompuesto, herido por una esposa a la que quiere y que le ha estado mintiendo sistemáticamente desde vete a saber cuándo (la frase que más repite Emma a lo largo de la serie es "no se lo digas a Sam"; si no la suelta un par de veces en cada capítulo, le falta poco). La confianza entre ellos en ese punto estaba súper tocada. Y de repente salta ella con un: "No te pongas así, si sólo fue un beso". Después de haber estado negándolo. Después de todo lo que había ocurrido. En fin, un arrebato lo tiene cualquiera, y creo que echarla de casa y mandarla a la mierda, aunque sea radical, se puede comprender. Eso sí podía encajar en el marco de la historia.
Lo que ya no me trago es la extrema victimización que hicieron de Emma, en la que se regodearon hasta decir basta: rechazada y abandonada por todo el mundo (excepto Alex, claro, que es el superhéroe), luego denigrada y finalmente maltratada. Me dio arcadas, porque parece que, por ser una mujer, cualquier cosa que haga está justificada y ahora resulta que mi marido es un demente por haberme echado de casa y la culpa es del resto del universo y oh, somos súper feministas. ¿En serio? Demos por un momento la vuelta a la tortilla. Pongamos que tenemos a una mujer, amante esposa, que va a parar a la cárcel de buena voluntad (acusada de asesinato) para proteger a otra mujer que ha estado ayudando a su familia; y que, cuando sale y vuelve a su casa, se entera de que su marido, que además ha estado media vida mintiéndole, se ha enrollado con la susodicha como si fuera lo más normal del mundo, porque no pasa nada, sólo fue un beso. ¿Qué pensaríamos de ese tío? Si su esposa lo echara de casa hecha un basilisco en un arrebato, ¿no nos parecía lógico? A mí sí, por lo menos. No soporto la doble vara de medir, ni en la ficción ni en la vida real.
No olvidemos que, durante toda la serie, se nos estuvo vendiendo que el matrimonio Cruz era feliz. Cuando se destapa que Emma había estado engañando a Sam desde el principio sobre su pasado y su vida antes de llegar al pueblo, ella se queda destrozada, llorando, diciendo que sólo lo hizo porque no podía soportar la idea de perderlo (a Sam). Cuando se reconcilian, ella dice literalmente que Sam es "el único hombre al que ha amado en toda su vida". ¿Cómo encaja con esto todo lo que hace después? ¿Cómo han tenido los guionistas la cara dura de seguir explotando un conflicto que, teóricamente, ya habían superado los personajes? Sam y Emma hicieron las paces y pasaron página, se suponía que su relación había salido reforzada de ahí y tenían una nueva confianza a la que agarrarse. Tomar este camino es como deshacer el desarrollo previo, ignorar todo lo que has presentado al espectador hasta el momento y empezar a tomar decisiones arbitrarias porque te viene en gana, sin ninguna explicación.
En esta recta final de la temporada ambos están irreconocibles. Dejan de ser los personajes con personalidad propia que habíamos visto antes para convertirse en simples peleles a las órdenes de los guionistas. Que Emma y Alex tuvieran el desliz del beso hasta cierto punto es comprensible por las circunstancias, del mismo modo que lo es que Sam eche de casa a Emma en un arrebato. Pero el problema es que llevaron las cosas demasiado lejos, hasta el punto de perder la credibilidad. Cuando Emma encara a Sam, diciéndole que no piensa irse, fue el momento perfecto para recuperar la cordura y hablar de la situación, porque, durante toda la serie, Sam ha sido una persona que habla y reflexiona las cosas antes de actuar. Él debía disculparse (y no con esa chorrada que dice después, sino con el discurso que sí le suelta a Alex en el último capítulo), pero Emma también debía hacerlo, porque no fue honesta en un montón de cosas. Los dos habían cometido errores. Pero claro, si Sam se hubiese disculpado, no habría podido seguir haciendo de malo, así que mejor decir esas estupideces crueles para que Emma quede aún más humillada y victimizada y no tenga que disculparse por sus propias gilipolleces, porque ella es súper inocente de todo. A pesar de que Sam finalmente se disculpa, se las apañaron para que hasta esa escena diera asco, proyectándola como la típica disculpa del maltratador después de pegarte, aunque aún no le había levantado la mano. Todo, todo fue pensado para provocar en el espectador el odio a Sam. Y ya resulta que vivir con el "único hombre al que he amado en toda mi vida" es un infierno y todos tenemos miedo y papá es un monstruo y porfa, Alex, sálvanos.
Y no hablemos de la escena de la paliza, porque es para mear y no echar gota. Todo a raíz de una llamada de Alex (pidiéndole a Emma que se fugue con él, sin comentarios), sobre la que Emma VUELVE a mentir, como hace siempre. No sé, si pretendían hacerme sentir empatía por una mentirosa compulsiva, entre otras cosas, fracasaron estrepitosamente, por muchos golpes que le dieran después. Porque encima sólo la apalearon para darnos pena, por supuesto. Lo de las palizas es el trauma estrella de los personajes femeninos, junto con las violaciones.
(Ni que estuvieran huyendo de Hannibal Lecter... ¡Cuidao' con Sam, que está mu' locooo!)
Fue tan surrealista ver a Sam pegando a Emma que no sé ni cómo expresar lo que me hizo sentir. De verdad, ¿qué mensaje hay ahí? ¿Que hasta los hombres más buenos llevan un maltratador en su interior? ¿Es eso? ¿O pretendían lanzar el dardo también sobre la doble moral de los creyentes? Porque Sam es un hombre bastante religioso, y ésa es otra de las cosas que me gustó de él cuando empecé a ver la serie. Normalmente, siempre que introducen elementos religiosos en alguna historia, los encajo con mucho recelo, más aún si se trata de ficción española, cuyo encono con el tema es proverbial. Pero Refugiados estaba haciendo un buen trabajo a través de Sam, que demostró más de una vez un comportamiento bastante coherente con su fe. Sus convicciones y su código ético eran muy fuertes, ése era el rasgo característico de su personaje. Incluso cuando se va a la iglesia a reflexionar, después de que Emma le cuente su pasado, y se le ve con dificultades para perdonarla y volver a confiar en ella, introdujeron una escena que me gustó mucho de mano del párroco, que habla con él y le explica que perdonar consiste más en aprender a vivir con lo ocurrido que en olvidarlo. Bueno, técnicamente, perdonar sí consiste en ser capaces de olvidar lo que nos ha hecho daño, pero aun así el mensaje no estuvo mal y, a fin de cuentas, hablaba de reconciliación y perdón. De hecho, fue ahí cuando Emma y él hicieron las paces tras la primera crisis.
Pero, una vez más, esa coherencia y ese desarrollo se va al traste en favor de los clichés. Tener a Sam enajenado gritándole a Annie que tal cosa no se hace porque es pecado ya me empezó a chirriar. En serio, ¿hay algo más tópico? Me pregunto si algún día la gente comprenderá que no todos los cristianos son así. No dudo que haya gente en el mundo con esa mentalidad, pero yo me he criado en una familia muy religiosa y mis padres nunca han sido tan irracionales inculcándome las cosas, de modo que ese típico ES PECAAADO/ARDERÉIS EN EL INFIERNO me suena a chiste de mal gusto y a cliché rancio y retrógrado (conste que Sam nunca dijo "arderéis en el infierno", gracias a Dios… que yo recuerde). A eso se suma ese oportuno "¡¿Esto es lo que te enseñan en la iglesia?!" que le chilla Emma cuando la echa de casa y no la deja volver. Y la guinda del pastel es la escena con Alex en el coche, tras haber recibido Annie el disparo, cuando Sam va rezando sin parar medio histérico y el otro le grita que se calle y que Dios no existe. Vamos, todo tan sutil como un puñetazo. Y, por cierto, Alex/guionistas de Refugiados: decir que Dios no existe porque cada uno de nosotros es responsable de sus propios actos es una chorrada como la copa de un pino. Sí, nosotros somos los únicos responsables de nuestros actos, para bien o para mal, pero eso no tiene nada que ver con que Dios exista o deje de existir. A ver qué relación tiene una cosa con la otra, que ya ni críticas sabéis hacer. Ese diálogo quedó también muy ridículo y forzado.
En fin… No aguanto los estereotipos de ningún tipo, pero como los religiosos son los que me afectan personalmente (junto con los machistas), no puedo evitar que me duela y me canse encontrarme con estas fórmulas una y otra vez. Es agotador.
Uno de los detalles que peor me sentó de todo esto fue el final que le dieron a Sam. Tras disparar a Annie sin querer, él recupera la cordura. Incluso salvó a Alex de Oscar cuando estaban buscando al médico en el pueblo, aunque esa escena como que no venía mucho a cuento. Todos los excesos que cometieron con el personaje, deformándolo y exagerándolo, casi se podrían haber perdonado por la muestra de buena voluntad que tiene al final, diciéndole a Alex que se lleve a Emma con él a un lugar mejor, puesto que eso era lo que Annie quería y por lo que sacrificó su vida. Y ya está. Ahí podía haber terminado su historia y no habría terminado mal del todo, teniendo que vivir con los remordimientos, el trauma de haber provocado la muerte de su hija y la necesidad de aprender a superarlo. Pero no. Al final se suicida. Se suicida después de estar en la iglesia, para más inri, en plan omg es cierto Dios no existe oscuridad infinita adiós. ¿Era necesaria esa última patada al personaje? ¿Por qué? ¿Qué aportaba ya el matarlo? Reconozco que, cuando liaron a Emma y Alex, estaba segura de que iban a matar a Sam de una u otra forma, para que los dos guapos pudieran acabar juntos sin parecer unos hijos de puta (no me esperaba que en el camino convirtieran a Sam en un psicótico y que fuera Annie la que acabara muerta); pero no creí que lo hicieran así, cuando ya era completamente innecesario. De verdad, qué desastre.
Pero el destrozo que hacen con el personaje de Emma no se queda muy atrás, porque pasa de tía dura y dominante a damisela en apuros en un abrir y cerrar de ojos. Que no me digan que una tipa que envenena y mata a su ex para proteger su matrimonio es capaz de ponerle los cuernos al marido dos días después y hacer todas las estupideces que hace, porque no me lo trago. Además, lo de la victimización exacerbada lo llevo muy, muy mal. Siendo objetivos, Emma se ha comportado como una gilipollas, así que no es quien para darle lecciones de moralidad a nadie. Ese "ella no era tu hija, sólo te elegí porque pensé que serías un buen padre" que le suelta a Sam cuando Annie muere, en plan madre doliente y mártir, es para patearla. En serio, con lo que me gustaba al principio, en los últimos capítulos terminé detestándola. No me provocaba empatía ninguna. Si los guionistas querían dejarla con Alex al final (no sé para qué, porque tenían la misma química que un cactus y una tortuga), que lo hubiesen hecho con todas las consecuencias. Sí, haz que engañe al marido bueno, hazla mezquina y egoísta, ten huevos para hacerla así y convertirla en la "mala"; no seas tan rastrero de destrozar a otro personaje para hacerla quedar a ella de víctima inocente y justificarlo todo. Es un recurso muy patético.
(Sin contar que Will y Dafne son padre e hija en la vida real y eso les daba una química brutal en pantalla, tiene gracia que al final intentaran dejar al espectador con la impresión de que Sam era un mal padre, cuando durante toda la serie se está desviviendo por Annie)
Y, hablando de recursos patéticos, vamos con Alex, que su caso es para echarle de comer a parte. Partiendo del hecho de que es el personaje más plano del grupo protagónico (iba a decir de toda la serie, pero los secundarios son bastante unidimensionales también, así que…), cuya única función es básicamente ser guapo y hacer de héroe, no pensé que pudieran estropearlo mucho más. Pero sí, lo consiguieron. Y no sólo enrollándolo con Emma sin venir a cuento, sino también al matar a su mujer nada más llegar al pasado (otra vez, qué gran casualidad) y haciéndolo reaccionar igual que si viera las hojas caer. Es decir, te enteras de repente de que tu esposa está muerta, esa esposa a la que llevas esperando y buscando como un energúmeno no se sabe cuánto tiempo, por la que has cruzado ilegalmente el espacio-tiempo, por la que accediste a arriesgar tu vida para salvar a unos desconocidos… sí, esa querida esposa, ¿y lo primero que haces es llamar a Emma para decirle "mi esposa ha muerto, fúgate conmigo"? ¿EN SERIO? ¿Era posible tener un poco más de flema? Ahí va otro pegote que no resultó nada creíble.
En ese punto yo ya estaba flipando. Cada segundo que pasaba daba la impresión de que ya no sabían qué más hacer con la serie y querían terminarla cuanto antes de la forma que fuera. Y dar por hecho que Emma iba a fugarse con él, después de un simple beso y antes de que Sam le pusiera siquiera la mano encima, sin tener ni idea de lo que estaba pasando en la casa… venga ya, por favor, de qué vas. Otro que se portó como una gilipollas y luego iba dando lecciones a Sam, como si éste fuera la encarnación del mal. Creo que eso fue lo más irritante de todo, ver a Alex y Emma, con toda la mierda que llevaban a cuestas, retratados como los héroes angelicales y tratando a Sam como a un loco psicópata peligroso. Era de reírse por no llorar.
No sé si de todo esto se puede extraer algún mensaje. Desde luego, si pretendieron colarnos algún tipo de pseudo-feminismo con este absurdo triángulo, les salió el tiro por la culata, porque está ejecutado de pena. El otro tema estrella, por supuesto, aunque sea de fondo, es el debate sobre la inmigración, la intolerancia, el odio al extranjero, la explotación laboral y la segregación, todo encarnado en lo que representan los refugiados como colectivo. Con respecto a eso, tiene algunos aspectos interesantes, pero todo tan sutil como lo de Dios no existe, así que no hay sublecturas ni habilidad real a la hora de presentar los dilemas, todo es prácticamente literal y está muy mascadito. Por momentos, rezuma bastante maniqueísmo, así que, más que incitarte a pensar, te dice qué pensar. Además, que sea una línea argumental tan secundaria a veces hasta la hacía parecer innecesaria y molesta, como si estuviera mal integrada y sólo se tratase de una forma más de estirar la serie. Refugiados no me ha parecido capaz de dejar poso real, a pesar de que tenía potencial para hacerlo.
Y es difícil para mí ser tan dura, porque la verdad es que, como dije al principio, técnicamente ha sido magistral. Todo el elenco ha estado maravilloso, Natalia Tena y Will Keen se comían la pantalla (fueron mis favoritos con diferencia, David Leon estuvo algo más soso haciendo de Alex). Will interpretó el descenso a los infiernos de Sam de una manera magistral, todo su registro gestual y expresivo le daba mil vueltas a cualquier actor español contemporáneo. Incluso la pequeña Dafne Keen en el papel de Annie estuvo genial. Los secundarios podían ser unidimensionales, sí, pero se hacía mucho más llevadero gracias al nivel interpretativo de los actores. Y el acabado visual se merece un grandísimo chapó. No estamos acostumbrados a tanta calidad en la ficción patria, así que toda alabanza es poca para el trabajo de cámara y dirección. Para ser justos, lo único que hace aguas en realidad es el guion, y es una grandísima pena que no haya estado a la altura del resto.
(No me puedo ir sin una mención de honor a Dafne, que, aun siendo tan pequeñita, hizo un trabajo magnífico. ¡Monísima!)
Pero no quiero acabar esto de forma tan negativa, porque, como se suele decir, por algo se empieza. Y, aunque no estoy de acuerdo con muchas de las decisiones que se tomaron al final, la parte inicial sí me gustó mucho y me alegro de que se haya apostado por algo que se sale bastante de nuestra habitual zona de confort, lejos de la polémica y el morbo barato y chapucero, presentando premisas diferentes e innovadoras y dando un toque de atención para demostrar que otro tipo de ficción es posible aquí. Con un poco de suerte, el próximo experimento saldrá mejor.
Leí hace tiempo que estaba en el aire la posibilidad de hacer una segunda temporada. Me parece que pude ver los ganchos, en esa escena del último capítulo en la que la Annie del futuro se reúne con Alex. Una de las instrucciones que le da es memorizar un expediente que supuestamente iba a encontrar en la tienda de Oscar, si no lo entendí mal. De ese expediente no vuelve a hablarse. También da la sensación de que la vieja Annie está viendo algo preocupante en la secuencia de flashes del final, en la que se superponen el antiguo pasado y el reescrito. Supongo que quizá tiren de ahí, pero dudo mucho que vea la segunda temporada en el hipotético caso de que la hagan. Demasiado quebradero de cabeza, con la cantidad ingente de paradojas temporales a las que ya deberían estar enfrentándose…
Este lunes estrenan en lugar de Refugiados otra serie de ciencia-ficción, esta vez americana, llamada Extant, protagonizada nada más y nada menos que por Halle Berry. La premisa no me llama mucho la atención: una astronauta vuelve a casa, después de pasar un año en el espacio, y descubre que está inexplicablemente embarazada. No sé, me recuerda a esa película rara de David Duchovny (de la que no recuerdo el título) en la que interpretaba a un astronauta que vuelve a la Tierra poseído por una entidad extraña, para embarazar a su mujer de un engendro extraterrestre... Al menos creo que era de David Duchovny. El caso es que las cosas espaciales no son mi fuerte, pero creo que le echaré un vistazo, a ver qué tal. Tiene a Spielberg tras las cámaras; pero también es verdad que la estrenaron el año pasado en EEUU y no había oído hablar nunca de ella hasta ahora, así que... En fin, siempre me queda el consuelo de que nunca me entero de nada, LOL.
Ya os iré contando.