FanFic: Just Say, I Love You. [3/6 + Epilogo]

Oct 05, 2011 00:05

Hola a todas y a todos (si es que hay algun hombre leyendo esto) pues ya es miercoles y como prometi aqui esta otro capi. Este en especial tiene cancion, especificamente para la parte de Danny, la reconoceran porque puse un Banner con el titulo con todo y enlace para que la oigan mientras leen esa parte(solo piquen en el banner despues del separador), haganlo plis, digo para enfatizar un poco el momento y esas cosas.

Gracias a todas esas personas maravillosas que se toman la molestia de comentar despues de leer, no saben cuanto aprecio sus opiniones, desesperos, maldiciones y uno que otro insulto (dichos con toda la buena onda eh), comprendo que me los merezco no se preocupen.

Bueno me dejo de enrollar y les dejo el capi.






Las palabras de Kono retumbaron por toda la oficina creando un eco en su mente, provocando que sus piernas casi no le respondieran al sentir como su fuerza se desvanecía tras esas palabras.

- ¿Cómo que dejo la unidad? No es posible… ¡No puede! - rugió de nuevo, solo que esta vez Kono no se asusto.

- De hecho si, Steve, la propia gobernadora le extendió la carta de baja. - informo con un tonillo ensombrecido en su rostro. - Lo siento, Jefe.

Y dicho eso la novata le dejo solo en su oficina.

Entonces de eso se trataban todas esas visitas de la secretaria y la propia gobernadora, todo era para que Danny abandonara la unidad, le abandonara a él. Después de todo, no se había equivocado al pensar que el detective tarde o temprano se terminaría alejando de su lado, solo que eso no significaba que no le importara o le doliera menos.

Salió de su oficina, dispuesto a encontrar respuestas y traerlo devuelta aunque fuera a rastras, puede que él fuera un maldito cobarde al no decirle cuanto le quería pero Danny no era así y no iba a permitirle huir. Al menos no esta vez.

- ¿Dónde está ahora? - pregunto de golpe apenas tuvo a la morena frente a él. Ella le miro sorprendida, balbuceando un poco antes de contestar, nunca había visto a Steve tan descontrolado, ni siquiera cuando tenía a Hesse frente a él.

- Volvió al HPD, Chin… está con él ahora mismo. - respondió un segundo más tarde.

Steve abandono el lugar en tiempo record, conduciendo más rápido de lo que había hecho en una persecución, molesto, dolido y con demasiadas cosas girando en su mente como para poder mantener la calma o la prudencia.

Entro a la comisaria igual que un vendaval, abriendo puertas de golpe y amedrentando a todo el que se le cruzo en su camino solo con la fuerza de su mirada; todos ahí le conocían y sabían que no era bueno meterse con él cuando estaba tan molesto, hacerlo era prácticamente cometer suicidio y no había nadie tan estúpido como para hacerlo. Solo existía una persona que podía hacerle frente en ese estado sin salir herida en el proceso y era esa persona la causante de tal furia en el SEAL.

- ¿Dónde está? - le gruño a uno de los detectives en el segundo piso, quien casi tira su café al verse abordado de esa manera tan atemorizante. El pobre solo atino a señalar una de las oficinas al final del pasillo de donde en esos momentos salía Chin acompañado del detective rubio.

Sin perder más tiempo se dirigió a ambos, moviéndose como cuando iba a asesinar a algún hijo de puta delincuente, narcotraficante o secuestrador.

- ¿Qué demonios crees que haces? No puedes dejarnos así como así. - siseo a pocos centímetros del rostro del detective quien no se inmuto en lo más mínimo, ignorándolo por completo en su lugar, continuando su camino con Chin sin importarle que McGarrett estuviera a punto de golpearle. - ¡DANNO!

El aludido se detuvo, disculpándose con sus demás compañeros por los pésimos modales de ese Neanderthal ex compañero suyo.

Se despidió de Chin sin voltear a ver a Steve aun, cuando su amigo se hubo marchado tomo a su ex jefe de la camisa y lo arrastro hasta su oficina, siempre con una sonrisa tensa en sus labios.

Una vez que estuvieron en el interior de las cuatro paredes y Danny cerró la puerta tras él, el primer grito llego.

- ¡¿Se puede saber qué demonios haces aquí?! - grito Williams sin poder, ni querer, contenerse.

- ¡No, ¿se puede saber qué demonios hiciste tu?! - replico McGarrett clavando su dedo índice en el pecho del detective con tal fuerza que termino empujándole. El rubio por su parte le aparto la mano de un golpe.

- Eso no es de tu incumbencia, ya no eres mi jefe, no eres nada mío. - le siseo con furia encarándole con sus ojos centelleando por la rabia.

- ¡Aunque no te guste sigo siendo parte de tu vida y voy a seguir siendo tu jefe aunque no quieras!, no puedes dejar el equipo por esto, ¡no seas cobarde! - grito McGarrett, acercándose aun mas al cuerpo de Danny, temblando visiblemente por el enojo.

- Aquí el único cobarde eres tú. - soltó bajo y grave, un reproche silencioso que lastimo a Steve más que cualquier otro insulto que le pudieran dar.

Los ojos del capitán reflejaron su dolor, e incapaz de hacer otra cosa, se dejo llevar por sus deseos y la rabia que le consumía en ese momento apresando al detective con sus brazos y besándole con fuerza, violento y necesitado, demostrándole con esa caricia lo mal que estaba y lo mucho que le extrañaba. Danny, por su parte, lucho por separarse, pero Steve era más fuerte y ciertamente sabía muy bien como dominarle, porque segundos después de que el SEAL le lamiera el labio inferior el detective se rindió, abriendo más su boca para dejarle entrar.

En todo ese tiempo, Danny también le había extrañado con locura, sintiéndose incompleto sin Steve a su lado, extrañando su calor, su risa y sus miradas que le decían tanto y le hacían estremecer por la intensidad de estas. Sin darse cuenta comenzó a participar en aquel beso, demostrando que su necesidad era tan grande o incluso más que la de McGarrett. Se devoraron literalmente en un beso desesperado, húmedo y hambriento, lenguas rozándose, dientes mordiendo y labios enrojecidos por la fuerza impresa en cada roce. Pero la magia termino cuando el detective recobro el sentido común y golpeo a Steve separándose al fin.

- Vete… - dijo en un susurro.

- Danno.

- ¡VETE!

- No quiero perderte. - confeso sincero, su interior revolviéndose por el dolor de las palabras del detective y no por el golpe que aun hormigueaba sobre su piel.

- Pero no me quieres, al menos no como yo lo hago, yo te amo, Steve. - sus ojos fijándose en los azules y a veces verdes dolidos y tristes.

- “Yo también te amo, pero me aterra la idea de perderte si te lo digo.” - contesto en su mente el SEAL, sintiendo como todo su ser se desgarraba al ver los ojos de Daniel brillar por las lagrimas que una vez más el había causado. - Danny yo te quiero…

- Yo no quiero que me quieras, Steve, quiero que me ames. - sentencio sin fuerza, recargándose en el escritorio tras él.

- “Te amo más que a mi vida” - sus ojos gritando sus verdaderos sentimientos, su boca callando lastimeramente cada palabra. - ¿Por qué no es suficiente?

- ¿Te entregarías a alguien que no te ama? - le devolvió el detective. - ¿Te entregarías a alguien que no te necesita con la misma intensidad que tu a él? ¿Te entregarías a una persona que tarde o temprano terminara abandonándote porque un día se le acabo el cariño?

La respuesta es obvia, pero Steve no contesta, solo se sume en un silencio agónico que los consume a ambos. Sus miradas fijas y las lagrimas traicioneras corriendo bajo sus ojos, corazones rompiéndose al mismo ritmo que una voz silenciosa gritaba de manera incesante “Te amo, Te amo, TE AMO” a la nada, dejando que las palabras se perdieran en la oscuridad de una tristeza que prometía ser tan lacerante como el más filoso de los cuchillos, cortando de tajo todo sentimiento, toda esperanza de volver con esa persona que sabes es la indicada, que es la persona perfecta para ti.

Pero que sin duda dejaras ir por el miedo que te causa que sea esa persona la que te abandone. Es egoísta, si, lo es, pero al menos de esa manera no sufrirás tanto al verla partir por decisión propia cuando se dé cuenta de que quizá, no vales la pena.

Abandonar la comisaria, dejar a Danno atrás es lo más difícil que ha hecho en toda su vida, pero no hay vueltas de hojas, después de todo, esto estaba destinado a pasar.






“Lo dejé caer, mi corazón
Y mientras caía, te levantaste para reclamarlo
Era de noche y yo estaba deshecha
Hasta que besaste mis labios y me salvaste
Mis manos, eran fuertes, pero mis rodillas demasiado débiles
Para lanzarme a tus brazos sin caer a tus pies.”

No solo fue sentir como su alma se desvanecía con sus palabras, fue como caer en un pozo, un abismo oscuro y sin fondo cuando esas palabras abandonaron sus labios. - “¿Por qué no es suficiente?” - esa simple pregunta fue demasiado para él; fue horrible darse cuenta que toda la entrega, toda la confianza no habían servido de nada. Steve, su Steve, no era lo que esperaba, no era la persona que siempre quiso creer.

Las lágrimas corrieron por su rostro como un maldito rio cuando estuvo solo, perdido en la amarga soledad de su apartamento. Sintiéndose usado, abandonado y completamente roto.

“Pero hay un lado tuyo que nunca conocí, nunca conocí
Todas las cosas que decías, nunca fueron ciertas, no fueron ciertas
Y los juegos que jugarías, siempre ganarías, ganarías.”

Cedió a la ira y a la decepción como un animal, dejando que sus manos, brazos y en si todo su cuerpo, destrozara todo a su paso, acabando con sillas, ropa y todo lo que se cruzo en su camino, rompiendo aquellas fotos donde ambos salían, esas que resultaron de una salida completamente improvisada después del primer mes en que estuvieron juntos.

Su sonrisa le había engañado en ese entonces, sus caricias, todo de él le había hecho creer en castillos en el aire que ahora se desmoronaban sobre él.

Fue la cara desconocida, la faz oculta de su rostro, esa que no supo ver a tiempo la que hoy por hoy le había matado.

Sus manos rompieron todas y cada una de las imágenes, rasgando esa sonrisa falsa, esa mirada llena de mentiras, destruyo toda la falsa alegría que irradiaba su presencia. Se odio a sí mismo, un poco más, al no poder destruir solo una de ellas; solo salvo la fotografía donde ellos salían como una familia, ambos sonriendo, felices y con una Grace sonriente sobre los hombros de Steve.

Incluso su hija había sido víctima de ese cruel engaño y eso no lo podía perdonar, no podía perdonarse a sí mismo por ser tan ingenuo y caer en el juego que nunca ganaría.

“Pero le prendí fuego a la lluvia
La vi caer mientras acariciaba tu rostro
Bueno, la llama ardía y yo lloraba
Porque la escuché gritar tu nombre, tu nombre”

Salvo ese pequeño y doloroso recordatorio que escapo a su ira, Danny destruyo todo, le prendió fuego a sus recuerdos, a su aroma y a todo lo que le recordara su presencia.

Llorando como un niño cuando todos y cada uno de los besos y las caricias se volvían cenizas en el viento de su olvido - una negación disfrazada de recuerdos que se empeñaría en negar - porque él nunca podría olvidar por más que lo intentase, porque su nombre siempre estaría grabado a fuego en su piel.

Danny solo podía encerrar el dolor junto con sus recuerdos en lo más profundo de su ser y rogar al cielo porque se mantuvieran ahí, ocultos, lejanos y perdidos en su alma para que ya no pudiesen hacerle daño.

“Cuando dormía contigo, podía haberme quedado allí
Con los ojos cerrados, sintiéndote aquí por siempre
Tú y yo juntos, nada me gusta más”

“Pero hay un lado tuyo que nunca conocí, nunca conocí
Todas las cosas que decías, nunca fueron ciertas, no fueron ciertas
Y los juegos que jugarías, siempre ganarías, ganarías”

La lluvia azotaba su ventana con rabia, los relámpagos iluminado la zona oscura donde se había ocultado a llorar, recordando, torturándose con las imágenes de su sonrisa, sus intensos ojos azules tan parecidos a los suyos, pero que envolvían un misterio y una calidez que le había reconfortado de tantas maneras que nunca podría explicarlas todas. Soñando a ratos con sus brazos rodeándole, cuidándole de que nada malo le sucediera a pesar de sus reparos y miles de objeciones, siempre gritándole, susurrándole que él era capaz de cuidarse solo, pero que en secreto, en silencio, agradecía que le cuidara porque él estaba cansado de ser fuerte, agotado de ser valiente cuando a veces lo único que quería era esconderse.

Pero al despertar y afrontar la realidad que le agobiaba se daba cuenta que todo había sido un acto planeado de una forma fría y precisa para hacerle caer.

“Pero le prendí fuego a la lluvia
La vi caer mientras acariciaba tu rostro
Bueno, la llama ardía y yo lloraba
Porque la escuché gritar tu nombre, tu nombre
Y le prendí fuego a la lluvia
Y nos lancé a las flamas”
“Cuando caímos, algo murió
Porque sabía que esa era la última vez, la última vez”

“A veces despierto al lado de la puerta
Ese corazón que te extraña debe estar esperándote
Incluso ahora que ya hemos terminado
No puedo dejar de buscarte”

Y aun así, aun sabiendo que todo era mentira, que Steve nunca quiso amarle; no puede dejar de anhelar sus brazos y su compañía. Su corazón rogando a quien sabe que Dios, porque el ahora no cree en nada más que esa puerta se abra dejando entrar al hombre que aun ama con cada fibra de su ser, solo para que le diga que todo fue un error, un malentendido. Desea que Steve entre por esa puerta y le diga que le ama, que le consuele, que le prometa que jamás se separara de su lado.

Pero es imposible y eso solo hace que sus heridas se hagan más grandes y sangren con fiereza. Sabe que todo término, sabe que entre ellos algo se ha muerto y no hay vuelta atrás, no hay vuelta de hoja que valga, solo le queda resignarse y perder una vez más. Hoy no hay quien le salve, hoy no hay un héroe a su lado que aleje las sombras.

Los relámpagos resuenan con rabia, la misma rabia que Danny expresa en cada grito que escapa de su garganta desgarrada desde hace ya bastante tiempo. Todo el dolor escapando por medio de su voz y esas lágrimas que ya no puede derramar porque se ha quedado seco, vacio.

“Y le prendí fuego a la lluvia
Lo vi caer mientras acariciaba tu rostro
Bueno, la llama ardía y yo lloraba
Porque la escuché gritar tu nombre, tu nombre
Y le prendí fuego a la lluvia
Y nos lancé a las flamas
Cuando caímos, algo murió
Porque sabía que esa era la última vez, la última vez
Oh no
Lo dejé arder, oh
Lo dejé arder
Lo dejé arder.”

Ha perdido lo último por lo que creía valía la pena luchar y mostrarse tal cual era. Y ahora solo dejara que sus sentimientos se marchiten, ardan en ese fuego del odio y el desprecio que en sus cenizas guardara el último vestigio de la persona que alguna vez fue.

De ahora en adelante solo vivirá para una sola persona en el mundo y los demás… los demás pueden desaparecer si así lo desean, a él ya no le importa.

Continuara...

¿Les gusto? ¿Me quieren matar, torturar o algo asi? ¿Comments?

Bueno pues actu ya saben DOMINGO.  Nos vemos.

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