FanFic: Just Say, I Love You. [4/6 + Epilogo]

Oct 09, 2011 00:14

Que les parece ¡YA ES DOMINGO! y pues les traigo la siguiente parte de este pequeño fic. Solo les advierto que este capitulo en especifico es uno por el cual temo muchas moriran y en serio me maldeciran feo, chicas tengan lista la caja de pañuelos o algo que morder porque les aseguro que lo van a necesitar.

Y sin mas, el capi, disfruten!!!!









Son días solitarios, duros y silenciosos sin Danny  a su alrededor; son días agobiantes sin sus gritos, ni sus movimientos de manos. Son días horribles sin sus ojos azules o sus manos sobre su cuerpo.

Son días que no vale la pena vivir.

El trabajo ha ido igual que siempre, casos difíciles llenos de psicópatas, asesinos, secuestradores y misiones suicidas que terminan con el malo tras las rejas, con un Steve lleno de raspones y unos cuantos golpes, pero sin regaños, ni cuestionamientos a su salud mental o el aprecio a la integridad física de los demás.

Son trabajos iguales a los de siempre, pero son trabajos sin él, sin su compañero, sin su maldita y molesta conciencia de ojos azules y cabello rubio perfectamente peinado.

Ya no hay un “Fíchalo, Danno” o un “Steve, es mi maldito auto y por lo tanto yo debería conducirlo” solo hay silencio en un auto que no es de color plateado y que ciertamente no huele a él, ni tiene la foto de una niña hermosa y sonriente en la parte arriba vigilándole como si de un ángel se tratara.

Y se odia por ello.

Ni siquiera puede verlo cuando tienen ayuda del HPD, lo cual es casi siempre, solo porque el detective tan listo como siempre ha sido, le pidió a la gobernadora que le excluyeran de todas las investigaciones que incluyeran al Five-O.

No hay que ser muy inteligente para saber el porqué.

Sabía que separarse de él seria duro, tenía conocimiento de que el no tenerlo cerca no sería bueno para él, pero nunca imagino que el dolor seria aun peor que cuando Catherine se fue dejándole con un corazón roto y un trauma en su alma. Se supone que debería doler menos, que no debería sentirse de esta manera, se suponía que lo superaría en poco tiempo, pero la realidad es otra.

Todo es peor, mucho peor a la ultima vez, simplemente porque ahora toda la culpa es suya, por ser un cobarde, un maldito niño miedoso que no quiso que le arrancaran el corazón una vez mas y que sin embargo termino arrancándoselo el mismo.

Hoy solo puede mirar a la oficina vacía y sentir sus ojos arder junto con una opresión en el pecho que poco a poco acaba con su determinación, con sus ganas de seguir adelante.

- Eres un idiota. - las palabras llegan rudas, crudas y sin ningún tipo de consideración. El SEAL aparta la mirada de la oficina frente a la suya y observa al autor de aquellas palabras.

- Chin. - susurra sorprendido, el policía jamás le ha hablado de esa manera y mucho menos lo había visto molesto, al menos no con él, no de esa forma.

- No debiste dejarlo ir si lo necesitas tanto, sea lo que sea que haya pasado entre ustedes estoy seguro que tú tienes toda la culpa. - es una acusación en toda regla y Chin no se molesta en disimularla.

- ¿Por qué supones que es mi culpa? Bien podría ser de él. - se defiende como un niño pequeño, se defiende como el cobarde que es porque no quiere afrontar que sí, todo eso es culpa suya.

- Si hubiera sido culpa de Danny al menos hubiese intentado arreglarlo, se hubiera quedado para solucionarlo aunque fuera a golpes. Pero no está, renuncio al equipo y eso solo puede ser tu culpa. - acusa una vez más entrando en la oficina, recargando ambos brazos al frente del escritorio de su jefe. - No seas tonto, jefe, lo necesitas y estoy seguro que el también a ti.

- No volverá. - responde bajito, derrotado, desviando la mirada para no afrontar el juicio de su compañero, su amigo. - La arruine todo Chin, arruine lo mejor que tenia por miedo, un miedo que no consigo superar a pesar de que por su culpa estoy perdiendo lo mejor que me ha pasado en la vida. - no sabe porque lo dice, pero lo hace, se confiesa con el porqué quizá ya no puede cargar con tanto el solo y necesita que alguien le escuche.

- El no es ella, Steve. - contesta Ho. - El no te hará lo mismo. - Steve abre sus ojos enormes al escuchar eso, fijándose por primera vez en su compañero, dándose cuenta por primera vez del sentido de sus palabras y el conocimiento que hay en ellas.
Esta por decir algo, por preguntar cómo es que sabe eso, pero las palabras se quedan en su boca cuando Kono entra como un rayo, y como ya es costumbre, voltea su mundo de cabeza con lo que dice.

- ¡Hubo una explosión en el HPD, todo el lugar está en llamas! - su voz es alarmada, llena de preocupación por el hombre que es parte su nueva familia aunque ya no esté presente.

Dos minutos más tarde las sirenas de dos automóviles irrumpen la quietud de los alrededores, solo para unirse a la gran caravana de luces azules y rojas que ahora rodean una comisaria que ha volado prácticamente en pedazos.



Después de dos días de estar sumido en una depresión espantosa, Danny Williams ha vuelto al trabajo, todo sonrisas, bromas y corbatas de por medio, ocultando perfectamente su estado verdadero, escondiendo del mundo lo roto que esta con una sonrisa en su rostro. El trabajo le distrae, solo criminales menores, ladrones de bolsos, falsificadores y uno que otro asesino, pero nada comparado a lo que enfrentaba antes y eso es un buen cambio, mantiene a su mente alejada de las cosas que le hacen daño.

La gobernadora fue muy generosa al darle esa excusa por escrito para que le excluyeran de todo lo que tuviera que ver con el Five-O y el.

Su oficina no están grande y ni por asomo tan iluminada, pero sirve, le oculta del mundo, de las miradas indiscretas de sus compañeros que no han olvidado el incidente con McGarrett días atrás y por el cual el salió huyendo y se perdió durante de dos días.

Agradece que nadie pueda verle por momentos, agradece tener un momento para quitarse la máscara y mostrar, al menos así mismo, su verdadero rostro. Sus esperanzas siguen ahí, los mismo anhelos de verle entrar y solucionar las cosas solo que ahora mas disimulados, mas enterrados en capas y capas de negación, no duelen menos pero al menos le permiten distraerse y trabajar.

Dos golpes en su puerta bastan para que su máscara de optimismo vuelva a aparecer en su rostro, segundos más tarde su nuevo compañero, Almiar Kuilan, pasa y le entrega una carpeta con su nuevo caso. El chico es bueno en lo que hace, novato, pero con un espíritu increíble que le recuerda al suyo, al que tenía cuando empezó, aun lo conserva pero años de trabajo y demás cosas lo han ido mermando un poco, pero ese instinto y emoción por cada nuevo caso continúan en el.

- ¿Qué tenemos para hoy, Kuilan? - pregunta tomando la carpeta dándole una primera hojeada esperando a que su compañero entre en detalles.

- Pues es un caso de secuestro, solo que lo disfrazaron iniciando un incendio, más bien explosión para desviar la atención. - explica calmado, acercándose mas y mas a su compañero sin que este lo note, igual a una serpiente asechando a su presa.

- ¿Quién es la victima? - pregunta ausente, al menos hasta que sus ojos se posan en la información que indica que el atentado es ahí mismo, en el HPD.

- Solo un detective, idiota. - escucha decir antes de que un golpe seco a la altura de su nuca le deje envuelto en la oscuridad.

En medio de su inconsciencia, Danny ignora como una explosión sacude el edificio hasta sus cimientos, dejándolo reducido casi a cenizas, matando en el proceso a demasiados policías como para contarlos. Obviamente la explosión no lo alcanzo a él, puesto que segundos antes lo habían sacado de ahí en una supuesta ambulancia. Con la excusa de que se había desmayado le sacaron de lugar sin que nadie se diera cuenta, apoyado por tres policías que no eran otros que cómplices de Kuilan. El falso detective espero a estar a una distancia prudente para activar el dispositivo y hacer explotar la bomba colocada días atrás, llamando así la atención de el líder del equipo de elite de Hawái, el capitán de fragata Steve McGarrett.



Despertar, si a eso se le puede llamar despertar, es horrible, su cabeza palpita con fuerza y le duele tanto que preferiría arrancársela para acabar con el maldito dolor que amenaza con doblarle sobre sí mismo en cualquier momento. O eso haría si pudiera, tiene cuerdas alrededor de todo su cuerpo que lo mantienen inmóvil, sujeto a una vieja silla que cruje con cada movimiento suyo, Danny puede jurar que la maldita cruje incluso con cada respiración de lo vieja que es.

Pero ahora está demasiado ocupado como para darse cuenta que con solo dejarse caer ese mueble casi desvencijado se haría trozos y lo dejaría libre, su atención esta fija en el hombre que le sostiene del cabello con más fuerza de la necesaria, el mismo hombre que ha sido la pesadilla de Steve durante meses.

- Hesse… - susurra apenas, su voz está demasiado rasposa como para emitir un sonido mayor.

- El mismo, detective Williams. - le responde, clavando sus sádicos ojos en los del rubio. - Una lástima encontrarnos de esta forma, pero entenderá que es la única forma que tengo para, bueno, no es necesario entrar en detalles desagradables… aun.

- ¿Qué demonios es lo que quieres? - pregunta cuando consigue encontrarse la voz.

- Ya te dije que por ahora no quiero entrar en detalles desagradables. - su mano liberando el cabello del detective, su cuerpo comenzando a moverse para abandonar ese lugar oscuro que apenas y es iluminado por la luz que pasa a través de la puerta abierta. - Descanse, detective. Va a necesitar todas sus fuerzas.

- ¡NO ME DEJES AQUÍ, MALDITO BASTARDO! - ruge con todas sus fuerzas, forzando las cuerdas que lo retienen y por consiguiente la silla que amenaza con romperse con el repentino forcejeo.

Sabe que el detective no será fácil de manejar, pero le necesita para cobrar su venganza, aunque ahora mismo quiere matarlo por atreverse a insultarlo y la realidad es que si, va a matarlo, pero prefiere que sea frente al hombre que mato a su hermano y no en donde nadie pueda verlo. Lleva meses planeando esto y no le echara a perder por algo así, pero no quita que desquite su molestia de una manera menos letal.

- ¡Hare lo que quiera contigo, maldita puta! - sisea tomándolo de nuevo por el cabello, ahora más fuerte que antes, doblando su cuello hacia atrás para que pueda verle mejor. Los ojos de Daniel se abren grandes ante el insulto y esta por reclamar cuando un golpe en su cara le hace tragar las palabras. - Se que te revuelcas con el estúpido de McGarrett, así que no te molestes en defenderte porque sabes que eso es lo que eres, su puta.

El insulto no debería doler como lo hace, pero después de todo lo que ha pasado entre ellos esas palabras le lastiman como jamás creyó que lo harían, pero no le da la satisfacción de verle afectado, en lugar de eso le escupe en el rostro, provocando mayor ira en el hombre frente a él.

Víctor se limpia el rostro con un pañuelo que saca de su bolsillo, regalándole al detective una mirada cargada de furia y odio, el criminal tira el pañuelo al suelo y golpea a Williams rompiéndole la nariz; la sangre comienza a correr manchando la piel y la ropa del de ojos azules, borbotones de liquido rojo y espeso que llegan hasta el suelo.

- ¿Es todo lo que tienes? - le reta, sacudiendo un poco la cabeza en un intento de despejarse y alejar el maldito dolor que está empeñado en no demostrar.

- No es ni una mínima parte. - contesta el otro en un siseo, arremetiendo dos veces más contra el detective, ahora no limitándose a su rostro si no también a su pecho y estomago. - Y es solo el principio.

Tras Hesse dos hombres más aparecen, son enormes y con solo verles Danny sabe que Víctor hablaba en serio, aquello solo era el principio.



Todo es un caos en lo que queda del HPD, las llamas lo devoran todo y el humo solo hace que todo se vuelva peor, ya que no es capaz de ver bien lo que sucede en las cercanías del edificio. Puede que él sea un miembro de elite de un escuadrón dedicado a capturar criminales sumamente peligrosos, pero aun así los bomberos no le dejan pasar y le mantienen a raya para que no estorbe.

Steve solo desea entrar a ese pedazo de infierno e ir por su Danno, el estar ahí, solo observando le está matando y está casi al punto de mandar a todos a la mierda para poder entrar y rescatar al detective con sus propias manos.

Tienen que pasar dos interminables horas para que los bomberos controlen el fuego y le permitan acercarse, pero aun así le mantienen un tanto a raya para que los paramédicos y el cuerpo de rescate comiencen a sacar a las personas atrapadas y a las víctimas fatales que ese siniestro ha dejado.

Sus nervios y su miedo se disparan cuando los cuerpos comienzan a desfilar en bolsas negras rumbo a la morgue, no tarda ni dos segundos cuando el primer cuerpo aparece cuando ya les ordeno a Kono y a Chin revisar cada uno en busca de alguien que no desea encontrar entre esas bolsas. El tiempo que pasa es horrible y su nerviosismo llega a niveles que rayan en la histeria cuando abre una nueva bolsa en busca de una realidad que no desea afrontar jamás, para su fortuna o desgracia Danno no está entre las víctimas fatales pero tampoco entre los sobrevivientes.

- ¡¿Dónde demonios esta?! - pregunta entre el pánico y el enojo mal disimulado.

- Según los oficiales llego temprano como de costumbre y se encerró en su despacho. - le informo Kono quien aprovechando el estar revisando a los sobrevivientes en busca del detective les comenzó a preguntar por este.

- Y su auto esta aquí cerca, es imposible que no estuviera en la comisaria. - la voz de Chin le llega por la espalda, regresando de corroborar la información sobre el auto de Daniel.

Steve se pasa una mano por el rostro de manera exasperada, toda esa situación le está molestando demasiado, no solo por el hecho de que Danny podría estar herido, si no porque no aparece por ningún lado. Sus alarmas terminan de encenderse cuando los bomberos informan que la explosión fue provocada y según los conteos de personas basados en los registros de la plantilla de policías solo hay dos personas desaparecidas, Daniel Williams y Almiar Kuilan, el novato compañero del detective.



Dos horas más tarde el caso es oficialmente suyo, más que nada porque no hay mucho personal para investigarlo y aunque no fuera así, Steve no iba a permitir que alguien más se hiciera cargo de ese caso en particular.

Apenas le llegan los informes, el SEAL ha ordenado a Kono investigar todo de ese tal Almiar, le parece sospechoso que solo ellos dos hayan desaparecido; mientras que a Chin le ha tocado investigar de donde es que ha salido ese maldito explosivo que les ha jodido el día a todos, mientras que el busca hasta por debajo de las piedras al detective, porque sencillamente no pudo haber desaparecido así como así.

El tiempo es interminable, el tiempo es odioso y ciertamente hoy es su peor enemigo; han pasado ya más de 16 horas desde la explosión y aun no tienen ni pista de lo que ha pasado con Danno. Quien sea que haya planeado todo eso, porque si, Steve está convencido de que alguien esta tras toda esa mierda, lo ha hecho muy bien, quizá demasiado.

No es hasta que pasan 17 horas que encuentran su primera pista y realmente no es nada alentadora, de hecho es horrible y provoca que Steve se estremezca por el efecto dómino que se desata con la información obtenida por la novata del equipo.

Los dedos finos de la policía novata se deslizan por la pantalla táctil de la computadora arrojando imagen tras imagen hacia las pantallas frente a ella para que todos puedan ver lo que ha obtenido, historiales, fotos y certificados de defunción.

- Almiar Kuilan, hijo de padres divorciados, buen estudiante y en general una persona honesta; policía recién graduado, hace apenas unos meses, se unió al cuerpo de policía de Hawái bajo la recomendación del jefe de seguridad de la gobernadora teniendo una aceptación muy notable en cuanto llego, fue transferido casi de inmediato para recibir entrenamiento con la CIA, murió hace apenas hace un mes víctima de un atentado terrorista en la frontera de Gasa. El certificado de defunción llego hace dos horas. - dijo Kono dejando que su voz se apagara en la última frase, aquello no era nada bueno.

- ¿Capturaron al responsable del atentado? - pregunto McGarrett sin despegar la mirada de las pantallas.

- No, fue un hombre bomba el que desato todo el desastre, Alric Mussadet, un civil sin vínculo alguno con las células terroristas del país, según los informes de la CIA, los explosivos fueron activados a control remoto. - la morena guardo silencio durante un momento y continuo con algo mucho peor que lo anterior. - Ahora, nuestro Almiar Kuilan. - dijo señalando la imagen del supuesto compañero de Danny. - Es mejor conocido como Bryan Carmile, asesino asueldo originario de Londres especializado en tortura y robo de identidad, fichado en varios países por haber sido el autor de asesinatos de importantes mandatarios y miembros de la sociedad corporativa de varias ciudades; ingreso a la lista de los más buscados del FBI, CIA y la KGB a la tierna edad de 23 años después de matar a un senador de su país cuando este negociaba la posibilidad de crear una ley que perjudicaría los paraísos fiscales en cualquier parte del mundo. Esta en Hawái desde hace al menos dos meses.

- ¿Qué demonios quiere ese tipo con Danny? - mascullo golpeando la mesa a su lado con el puño.

- No saquemos conclusiones adelantadas, Steve, puede que solo sea una coincidencia. - le intento tranquilizar Chin.

- Y una mierda, este tipo tiene un historial demasiado impresionante y una preparación como para matarme a mi si se lo propone, no creo que sea una coincidencia que haya desaparecido junto con Danny después de semejante explosión, este tipo busca algo más y está usando a Danny para conseguirlo. - soltó de carrerilla, acercándose a las pantallas y golpeando con su dedo la imagen del tipo ese. - ¿Qué conseguiste de los explosivos? - pregunto en un intento de mantener a raya el maldito enojo que fluía por sus venas.

- Son bombas de uso exclusivo del ejército, pequeñas e indetectables para cualquier sistema de vigilancia o detector de metales, dos de ellas se perdieron de la bodega del batallón de infantería de Honolulu hace apenas tres días.

- ¿Sigues pensando que todo es una coincidencia? - replico con ironía.

Si Steve estaba alterado seria decir muy poco, esa palabra no podría describir ni por asomo la magnitud de todo lo que sentía en ese momento. Su cuerpo estaba en una tensión constante y su mente, su mente estaba completamente saturada por la preocupación y el miedo de no volver a ver a Danny. Se arrepentía monumentalmente de no haberse sincerado con el detective en cuanto pudo, de no haberle dicho cuanto le importaba realmente en lugar de salir corriendo como un cobarde.

Ahora se enfrentaba a la posibilidad de perderle de una manera en la que no se atrevía ni a pensar.
No había dado ni dos pasos cuando su celular había comenzado a sonar, dejando que la melodía dedicada únicamente al número del detective repicara por todo el lugar. Sin pensarlo siquiera Steve contesto, anhelando por escuchar la voz de Danny preguntándole qué demonios había sucedido en su ausencia y por supuesto regañarle por haberle tenido tan preocupado.

La voz al otro lado de la línea no era la de Daniel Williams.

- Un gusto hablar de nuevo con usted, capitán McGarrett. - saludo cordial el hombre al teléfono, erizándole cada vello del cuerpo al SEAL.

-Atrévete a tocarle un solo cabello y te juro que… - amenazo sin poder evitarlo, la rabia corriendo por todo su cuerpo.

- ¿Tu que, Steve? - acoto. - A como lo veo tú no estás en posición para amenazar. - le interrumpió de forma tranquila Hesse.

- ¿Qué demonios quieres, Víctor? - su voz destilando todo el odio que sentía por el hombre que mato a su padre y ahora tenía a la persona que más le importaba en su vida.

- Sencillo, McGarrett. Venganza.

- Mataste a mi padre y yo a tu hermano, estamos a mano.

- Vamos, Steve, ambos sabemos que no eran muy unidos así que su muerte no fue de mucho… impacto para ti, no derramaste una sola lagrima en el funeral y estoy casi seguro que no lo hiciste después de escuchar el disparo. Así que no, Steve, no estamos a mano.

- Déjalo ir. - su voz tan baja que al resto del equipo le costó escucharla, mas no así a Víctor.

- ¿Por qué? Si el detective Williams y yo nos estamos divirtiendo mucho, si vieras como disfruta de la compañía de unos amigos míos. - dijo con toda la intención de hacer rabiar aun mas al capitán del Five-O.

- Te lo advierto, si algo le pasa…

- Y yo te reitero, McGarrett, que no estás para advertir nada, tu puta y yo tenemos muchas cosas que hacer. Porque si Steve, sé muy bien lo que tú y el rubio hacen en privado, quien viera al imparable Comandante Steve McGarrett abrirle las piernas a un simple detective que no puede ni defenderse a sí mismo, realmente hilarante y asqueroso. - el desdén con que las palabras salieron de los labios de Hesse solo avivaron las ganas que tenía el SEAL de matarle con sus propias manos.

- Yo por el Hesse. - ofreció Steve, sintiendo como su estomago y en si su cuerpo entero vibraba por la ira y la agonía que le causaba el imaginar lo que ese hombre le estaría haciendo a Danny.

-  Oh que romántico, ¿te sacrificas por amor, Steve? Realmente sabes cómo hacerme reír. - contesto con burla Hesse, disfrutando lo que hacía, el lastimar a Steve hasta hacerle rebasar sus propios límites.

- Hesse. - siseo Steve, apremiando por una respuesta.

- No, McGarrett, el matarte no sería ni la mitad de placentero de lo que tengo pensado, pero para que veas que soy un hombre verdaderamente compasivo te permitiré tener una última conversación con tu novio. - tanto la voz de Hesse y McGarrett desaparecieron después de eso.

El silencio congelo la sangre de Steve, la anticipación y el miedo por escuchar la voz del detective le aliviaba y asustaba al mismo tiempo sobretodo porque al escucharla podría intuir el estado en el que se encontraba y estaba seguro que podría sentir su miedo a pesar de que Danny no se los demostraría a esos bastardos.

Fueron segundos muy largos, tanto que al SEAL le parecieron interminables, pero la agónica espera ceso cuando a través del aparato móvil le comenzaron a llegar sonidos metálicos, puertas abrirse y leves quejidos de dolor que fueron aumentando de intensidad lenta y constantemente. Algo parecido a un - “Hora de hablar con tu novio detective.” - le llego a McGarrett, solo para después sentir como su mundo se desmoronaba a pedazos al oír el dolor en la voz del detective, de su Danno.

- Stev… Steve… Grace… por favor… cuida… a Grace… - era un lamento, un grito de auxilio, una maldita despedida que Steve aun no estaba preparado para aceptar.

Continuara...

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